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viernes, 25 de diciembre de 2020

La Innovacion y la Ciencia los personajes del año


El 2020 será el año que marcará un hito en la historia contemporánea de la humanidad. No solo por el impacto que ha generado el COVID-19 en términos de muertes y retroceso económico a nivel mundial, sino porque evidenció la importancia que juega la ciencia y la innovación en el progreso de la sociedad.
 

Gracias a la primera, en un tiempo récord de menos de diez meses, hoy se están comenzando a vacunar a millones de personas en el momento en que la pandemia estaba adquiriendo los máximos picos y mayor velocidad de contagio. Y gracias a la segunda, el mundo digital impidió que los daños económicos y sociales fueran mucho mayores. Se aceleró dramáticamente la comunicación digital, el teletrabajo, la telemedicina, el comercio electrónico y la educación a distancia, entre otros cambios que ya se venían produciendo 


Por estas razones , tanto la Ciencia como la Innovación, deberían de ser los personajes del año.


En este blog quiero referirme especialmente al papel de la Innovación en los avances de la humanidad, aprovechando la lectura que estoy haciendo del libro de Matt Ridley: “How innovation works and why it flourishes in freedom”



¿Pero que es la innovación? A lo largo de más de once años de estar acompañando el desarrollo de estos tema, como presidente del Concejo de Connect Bogotá, organización que se creó precisamente para promover la cultura de innovación y emprendimiento en nuestra región, he visto muchas definiciones. La que más me gusta: “es la manera de encontrar nuevas formas para crear cosas improbables que generen valor”.  Va más allá de la invención, porque significa poderla llevar de manera práctica, confiable y económica al mercado para su utilización. 


Un factor que ha jugado un papel muy importante en el avance de la ciencia es el de los descubrimientos fortuitos. Un ejemplo muy famoso fue el que dio origen a la penicilina. Sobre este descubrimiento otras personas innovaron para desarrollar antibióticos más avanzados y métodos de producción más sofisticados  Muchas innovaciones, que cambiaron la vida de la gente, han venido acompañadas de fracasos, sobre los cuales se construyó un conocimiento que permitió avanzar. 


La invención es un fenómeno individual, donde una persona tiene una idea y la logra convertir en un prototipo, como lo hizo Thomas Alva Edison con la bombilla de luz, o el telégrafo. Mientras la innovacion “no se da en solitario dentro del cerebro, sino entre la conexión de cerebros” . O como lo menciona Greg Horowitt asesor de Connect, se necesita crear espacios donde las ideas puedan tener sexo.



La caída significativa de los costos de las comunicaciones y el uso de tecnologías computacionales, están permitiendo que este encuentro de las mentes se pueda hacer desde cualquier parte. Esto explica la explosión del mundo de los emprendedores innovadores que se atreven a explorar lo que las grandes empresas no se arriesgan. A estas personas los motiva el desafío de un problema más que conseguir la patente de una idea. Hoy las patentes se han convertido en unos frenos para la innovacion. 


Para que haya innovacion se deben de cumplir con dos criterios: debe ser útil y economizar tiempo, dinero y energía. Al final debe de servir para aumentar los estándares de vida de la gente y la productividad de la sociedad. Y se da más fácilmente  en un entorno que promueva el flujo de ideas, la libre competencia, temas que hoy están bajo ataque desde diferentes frentes e ideologías.


La innovacion es un proceso colectivo desordenado, donde los avances son increméntales y se van logrando sobre los aciertos y los errores de otros. Hoy la bombilla incandecente ha sido remplazada, cien años después, por las bombillas led. Esta tecnología es el producto de la evolución de la electrónica y la ciencia de materiales, con el aporte de muchas personas  en diferentes geografías.


Otro ejemplo muy interesante fue el desarrollo de los motores de combustión. La idea permaneció dormida por un buen tiempo, más tarde hubo un periodo corto de gran actividad: patentes, disputas y muchos intentos, para finalmente tener un periodo de mejoras sucesivas acompañadas de muchas pruebas y errores.


El desarrollo de los motores de combustión, y las ideas de muchos, le abrieron las puertas a otros emprendedores, que buscaron utilizar su desarrollo para transformar la movilidad y masificar su uso. El genio de Henry Ford, fue el haber innovado la forma de producir vehículos, en grandes volúmenes y bajos costos. Su Modelo T, le permitió a millones de personas, tener acceso a una forma más eficiente de transporte. Esta innovación revolucionó la industria, y cambió dramáticamente el comportamiento de la gente y contribuyó a la transformación urbana. 


El ejemplo de Ford, muestra una característica común a muchas innovaciones en el mundo que hacen la diferencia: personas que encuentran la forma de bajar costos y simplificar los proceso y los productos. 


La invención de los motores de combustión y el desarrollo masivo de la industria automotriz al inicio del siglo XX, tuvieron el mismo  impacto que produjo los motores de vapor en el siglo XIX. En ambos casos la humanidad entró en una nueva era.


Del entorno actual, que ha golpeado tanto a la sociedad y la economía, están  surgiendo muchas innovaciones, que van a tener un tremendo impacto en áreas como la salud, la educación y el trabajo. La robótica, la analítica de datos y la inteligencia artificial, entrarán a ocupar un lugar protagónico en nuestras vidas y son innovaciones que han sido aceleradas por la pandemia.


Hoy, las empresas buscan sistematizar el proceso de innovación en sus organizaciones, pero sus resultados no se logran de manera tan planeada como muchos creen. Como lo afirma Matt Ridley en su libro, la mayoría de las innovaciones son el resultado de “la retención no aleatoria de las variaciones de un diseño inicial”.


La cultura, es otro factor fundamental para propiciar o frenar la innovacion. Por esta razón, las grandes empresas han roto el síndrome del “no ha sido inventado aquí” y están recurriendo al proceso de innovacion abierta en el mundo entero, para encontrar soluciones creativas y útiles a muchos de sus problemas. Las nuevas tecnologías de conexión web han facilitado el trabajo.


Otra reflexión que este autor hace, es la correlación que existe entre el nivel de riqueza de una región y la innovacion a lo largo de la historia. Las innovaciones en la Edad de Piedra se dieron en sitios donde había gran abundancia de comida de mar, los avances en agricultura en valles muy fértiles, el Renacimiento en las ciudades ricas en Italia, y el mundo digital nació en el Silicon Valley que es un verdadero polo de prosperidad .


Dadas las condiciones actuales y la velocidad de los cambios en el mundo, hay una tendencia creciente de hacer más cosas con menos. El crecimiento económico hacia adelante, dependerá del uso muy eficiente de los recursos, donde la innovacion juega un papel fundamental.. El premio Nobel de Economía Paul Romer afirma con tazón que esta es y será el principal motor del crecimiento económico hacia adelante.


¿Pero donde se está originando la innovacion? Un dato muy interesante que presenta Matt Ridley en su libro, y que lo que podido contrastar con otros artículos sobre el tema, es que sólo el 2% de las innovaciones documentadas por él, vienen del mundo académico. Por esta razón, las empresas han convertido a la innovacion, en una capacidad crítica, y en una palanca competitiva fundamental, para prosperar en un mundo cada vez más interconectado, a pesar de que la globalización esté hoy en entredicho.


En un blog anterior escribí sobre el fin de la globalización y este hecho es muy grave para la innovacion que depende del rápido y libre flujo de ideas, capital y gente. También se compromete la confianza. Como bien lo expresa  Ridley en su libro: “la innovacion es la hija de  la libertad y la madre de la prosperidad”. Sin ella el futuro puede ser mucho más complejo en un mundo de fragmentación política y deterioro de los estándares de vida. Si la defendemos, es más posible que salgamos mucho mejor de la crisis actual que nos afecta a todos. 


Por todo lo anterior la innovacion y la ciencia deberían ser en el 2020 los personajes del años.

sábado, 19 de diciembre de 2020

El fin de la globalización ¿y que sigue?

 


La globalización es hoy uno de los villanos más atacados por los populistas que se han venido tomando el poder político en diferentes latitudes. Es un blanco conveniente porque sirve para señalar a unas élites despiadadas y unas fuerzas obscuras que mueven los líos del poder para su beneficio. De acuerdo con esta narrativa, la globalización hay que acabarla porque ha generado unas brechas de desigualdad que hoy son explotadas para impulsar los movimientos sociales que buscan cambiar este orden de las cosas. 

Y sin desconocer los problemas de desigualdad, hay otra narrativa basada en datos y hechos, pero que es convenientemente ignorada por los populistas profesionales. La segunda ola de la globalización se inició con el derrumbamiento de la Unión Soviética hace tres décadas. En este periodo la China, gran beneficiada de este proceso, sacó a más de 600 millones de personas de la pobreza. Este fenómeno también sucedió en muchos otros países del mundo, como Vietnam y Bangladesh, donde el ingreso por adulto aumentó en seis veces en este periodo.


Los indicadores levantados por el Banco Mundial y otras agencias de desarrollo, muestran que desde principios de los 90, la democracia se extendió, el papel de la mujer mejoró teniendo mayor acceso a la educación, la producción de bienes y servicios se fortaleció gracias a las cadenas de suministro que se extendieron por el mundo. La tecnología que se desarrolló en estas tres décadas, cambió la forma como nos comunicamos, relacionamos, comemos y nos divertimos.


Esta ha sido una época en donde se han alcanzado los más altos niveles de desarrollo en la historia de la humanidad con un impacto en: el aumento de la edad de vida esperada, mayor control de las enfermedades (siendo el COVID-19 una excepción hasta la fecha), los niveles de acceso a la educación se han aumentado y el intercambio comercial se dinamizó. Y esto no es un cuento chino, es la realidad.


Han sido treinta años donde se valoró el libre flujo de ideas, capitales, comercio y gente. Esto generó un mundo cada vez más interconectado para facilitar esos flujos. Los indicadores de éxito estaban relacionados con el crecimiento económico más no en el del bienestar general. Las ideologías jugaron un papel menor. China y su sistema comunista, se convirtió en el defensor del modelo capitalista y de la globalización. 


Sin embargo, el éxito obtenido hoy se ha convertido en el principal obstáculo de la globalización como se desarrolló en estas tres décadas. La pandemia ha puesto en evidencia las falencias que no se abordaron y los límites alcanzados. Esta situación ha generando un profundo malestar capitalizado por populistas, como Trump. 


Los aumentos del endeudamiento de las economías han llegado a niveles sólo comparables con los vistos en la Europa de hace dos siglos durante las guerras napoleónicas. La desigualdad ha alimentado la crítica de la distorsionada  repartición de los beneficios de este proceso a pesar de los inmensos logros obtenidos. 


El problema de fondo es que ha habido un aumento significativo en las expectativas de la gente y simultáneamente un debilitamiento de las posibilidades de los estados para satisfacerlas. En parte, porque los cambios van más rápidos que las capacidades para responder. Pero también, porque los problemas detectados no se corrigieron a tiempo. 


Los retos que se han venido evidenciando no han tenido una respuesta adecuada por parte de los dirigentes políticos. Los vacíos de liderazgo en este campo están pasando una cuenta muy alta que está comprometiendo las bases mismas de la democracia. La razón: los excesos no se han sabido controlar a tiempo, lo que ha producido situaciones como la crisis del 2008 donde el sistema financiero abusó y la laxitud de las entidades de control lo permitió.


Sin embargo, en materia de política social, ha habido casos muy interesantes de avances en beneficio de toda la población como ha sucedido en Holanda e Irlanda. En estos ejemplos ha tenido lugar una acción oportuna y efectiva del Estado con políticas redistributivas que han generado la confianza y el respaldo de la gente. Contrastan con estos casos, lo que ha sucedido en Estados Unidos y otros países, donde las brechas entre los más ricos y el resto, se han aumentado considerablemente. 


Hoy son evidentes las señales de que el proceso de globalización posiblemente esté llegando a su fin impulsado por acciones irresponsables de dirigentes políticos como Trump, Bolsonaro, y compañía. 


Uno de los más grandes daños del actual inquilino de la Casa Blanca, durante el cuatrienio que afortunadamente termina en un mes, es que debilitó muchísimo la arquitectura de coordinación y cooperación mundial, para abordar problemas comunes en frentes tan críticos como el de la salud y el medio ambiente, para no mencionar las guerras comerciales con China. Como consecuencia de esta actividad irresponsable, está prevaleciendo la mentalidad del más fuerte, como ya se evidencia en la distribución de las vacunas para el Covid~19


Esta semana el NY Times publica un artículo que muestra como los países ricos han acaparado más de la mitad de la producción de vacunas en el 2021. Países como Canadá ha ordenado 6 veces más que el total de su población, Estados Unidos 4 veces y la UE dos veces. 


Es el patético ejemplo de los países más ricos dejando por fuera a los más pobres y de la faltas de un proyecto común de respuesta global. Covax es un consorcio que se conformó para este fin, pero a una escala mucho menor que la de los países ricos.  Pero por falta de recursos, sólo podría atender el 20% de las necesidades de los países pobres. Colombia lamentablemente está en este grupo  para el 2021.


Pero volviendo al tema del estado de la globalización , estamos viendo que los fundamentos que dieron su sustento, están siendo reemplazados por otros diferentes. El crecimiento económico a ultranza, estará siendo complementado por conceptos como el de la economía del bienestar, impulsados por pequeños países como Nueva Zelanda, Irlanda e Islandia. Ya no serán los grandes países el modelo a seguir. 


Y el pragmatismo ideológico, será remplazado por confrontaciones basadas en valores muy distintos que definirán las decisiones y acciones que se tomarán. Un ejemplo de esta dinámica ya se vé en Europa con Polonia y Hungría, que son dos países miembros de la UE y que están demostrando un desprecio creciente por la democracia y el imperio de la ley. Están en contravía de los demás países que pertenecen a esta comunidad.


Estas rivalidades ideológicas basadas en valores muy distintos, están generando unas distorsiones muy graves. Por ejemplo, los creadores del internet pensaban en un mundo abierto al flujo de información y de ideas, usando la web. China, India, y otros países están impidiendo que esto suceda. Empresas como Google, que tuvieron una posición importante en el mercado de motores de búsqueda en China, ya no opera en ese país, el mayor mercado digital del mundo. 


Es muy difícil generar conversaciones para coordinar acciones y políticas conjuntas entre gobiernos, cuando los valores son distintos, por lo tanto las prioridades y las acciones que se toman. En relación al Internet, para la China el valor político es el control de la población, mientras que para Europa, el valor es el uso de los datos y su confidencialidad, y para los Estados Unidos, es la innovación y la rentabilidad. 


El mundo que está emergiendo de la crisis de la globalización , se basará cada vez más en las uniones de esfuerzos alrededor de valores compartidos más que de una geografía común, como lo demuestra el caso de la UE y las dificultades con dos países miembros, como los ya citados.


Mike O’Sullivan, en una interesante charla en TED sobre el tema que utilicé para este blog, se preguntaba cuál será el modelo qué habrá que seguir. En su opinión , “en la era que hoy llega a su fin, no será el FMI el que les decía a los países qué hacer, pero que ya no es posible en un mundo que se orientará más por valores para definir el camino a seguir. Esto significa qué habrán  más opciones y la posibilidad de definir el sistema de valores propios, para seguir el camino. Esto significará que, las instituciones y las políticas, serán menos influenciadas por Washington y Beijing” 


Con este artículo, donde invito al lector a revisar los supuestos que le dieron vida a la segunda ola de la globalización, he querido mostrar como los valores que configuran las características de una cultura, estarán en el centro de las relaciones y decisiones de la geopolítica mundial. (Ver blogs anteriores sobre cultura


Leer un artículo relacionado de Carlos Caballero Argáez



sábado, 12 de diciembre de 2020

Fuerzas obscuras y conspiraciones


En los últimos blogs, he querido aportar diferentes reflexiones relacionadas con el papel que juega la cultura en el desarrollo de un pueblo, así como los elementos que la constituyen. Mencionaba que es esencial el entender el papel de los modelos mentales, conformados por las creencias , los supuestos y los valores, que son los filtros que definen la realidad de una persona, que condicionan sus decisiones y actuaciones, así como los resultados que logra

Me ha llamado mucho la atención, que estos temas se han vuelto cada vez más mencionados por algunos formadores de opinión, para poder entender los resultados de las elecciones en los Estados Unidos, así como la respuesta que han tenido las denuncias de fraude promovidas por Trump desde la Casa Blanca y atribuidas a fuerzas obscuras y conspiraciones.

 

La reacción de Trump no era difícil de predecir. Corresponde al patrón de conducta que este individuo ha demostrado a lo largo de su vida. Detesta perder y no tiene ningún escrúpulo en utilizar cualquier medio para evitarlo. Es alguien que tiene la creencia de que sus actos torcidos no tienen consecuencias. (“Puedo asesinar a una persona en la 5a Avenida y no me pasa nada”) Y esta elección, no iba a ser un excepción. 


Pero lo que es más increíble, es la cantidad de norteamericanos que le han comprado a Trump su denuncia, y tienen la creencia de que si hubo fraude. La mayoría están afiliados al partido Republicano, pero también hay otras personas que no lo están.


Como lo menciona el columnista del NY Times, Ross Douthat, lo que muestran las encuestas y el análisis de diferentes medios en las redes sociales, no puede ser explicado por los elementos tradicionales que sustentan las creencias conspiratorias . Es cierto, que la difusión de información falsa, a través de los medios de extrema derecha, ha jugado un papel importante para divulgar las teorías del fraude. Pero hay algo más profundo para explicar estos resultados. 


La gente que tiene una creencia muy fuerte sobre un tema, en este caso que hubo fraude electoral, tiende a buscar las fuentes que le validen su forma de pensar. Esto explica el porqué Fox News, cadena de noticias que contribuyó al fenómeno de Trump, y que después de las elecciones se distanció de él y de su denuncias electorales, perdió mucha audiencia. Quienes dejaron de seguirla, se desplazaron a otros canales, donde les daban las evidencias que buscaban  para reforzar sus creencias, sin cuestionar la veracidad.


Cuando las personas demandan fuentes que les den razones para reforzar sus creencias, no es mucho lo que se puede hacer. Especialmente si no están dispuestos a validar la calidad de la información y la confiabilidad de las fuentes. 


En el caso de Trump, es entendible que este fenómeno se presente dentro del grupo de millones de seguidores que votaron por él. Pero lo que sorprende a los analistas como Douthat, es qué también se evidencia en grupos numerosos de personas, que no eran sus partidarios, y tampoco consumidores de medios de información reconocidos por diseminar noticias falsas. 


¿Qué explica este comportamiento, cuando los mecanismos institucionales ya han validado que no hubo fraude electoral, a la escala planteada por Trump? Douthat propone varios caminos para explicar este fenómeno que me llamaron la atención. 


Los seres humanos normalmente estamos abiertos a aceptar teorías sobre “supuestas conspiraciones” y fuerzas obscuras. En el mundo real , como en el de las novelas, se cree qué hay grupos poderosos pero ocultos, que mueven los hilos del poder y orquestan hechos como el asesinato de Kennedy, o los ataques de Septiembre 11, para permitirle a las compañías petroleras apoderarse de los campos de explotación de Irak

Esto no significa que no haya habido conspiraciones para ocultar la verdad, que fueron descubiertas justificando la desconfianza y el escepticismo, como sucedió en el caso de la Guerra de Vietnam. Estos hechos han minado la credibilidad de las instituciones que deben de ser transparentes con la sociedad.

 

Pero lo hecho por Trump es de extrema gravedad, porque es el Presidente que, desde su posición, está validando el fraude electoral sin presentar pruebas. Durante cuatro años ha mentido sin importarle el daño que le estaba produciendo a la democracia de su país. Su comportamiento inadmisible, es un permiso y un refuerzo, a la creencia de que posiblemente sea cierto lo que afirma, inclusive para personas que no han sido sus partidarios. 


El efecto que está teniendo el comportamiento de Trump es perverso, porque se aplica el dicho popular que justifica su estrategia: “cuando el rio suena, piedras trae”. O como lo afirmaba Gobbels en la Alemania Nazi; una mentira repetida mil veces, se convierte en verdad.


Pero hay otro grupo de personas que por definición son escépticos de las versiones oficiales de la verdad. Son personas que solo creen en la información que han buscado directamente sin intermediarios. Esto los hace tener una actitud de sospechar de todo lo que sucede, especialmente si viene de la fuentes tradicionales de poder. 


Sin desconocer que un escepticismo sano es positivo, estas personas también están expuestas a los mismos problemas de validación de sus creencias, presentados en este blog. Especialmente, porque al buscar evidencias que muestren contradicciones o grietas en la versión oficial, y si las encuentran, las generalizan para reforzar su posición sin tener en cuenta que pueden ser problemas aleatorios del sistema.


Finalmente, me llamó la atención el análisis que hace Douthat, sobre las diferentes percepciones de los sucesos que se han producido en los Estados Unidos durante los meses  de mayo y junio, cuando estallaron muchas protestas contra la violencia de la policía en contra de los negros. Para los demócratas, estas manifestaciones eran el rechazo contra Trump y sus políticas cada vez más extremistas y excluyentes. Para los republicanos, era la validación de sus temores de una radicalización hacia un escenario tipo Venezuela, y por lo tanto, la necesidad de más “ley y orden” sin importar las consecuencias.


Estas formas de percibir la realidad, dieron base para que se desarrollaran diferentes narrativas desde cada lado, para reforzar las creencias sostenidas por cada grupo y a través de las cuáles interpretaron “su realidad”. Para los conservadores, la pandemia fue aprovechada por los liberales para tomarse las instituciones y por lo tanto, buscar promover el fraude en las elecciones. 

Contra estas creencias no hay argumentos que valgan, de ahí su poder. Esto es cada vez más cierto hoy en el mundo del internet y de las redes sociales, donde es más fácil para la gente buscar refugio en grupos que piensan igual. Son silos o fortalezas que los protegen contra quienes ataquen sus creencias. De hecho, son espacios donde las refuerzan y justifican cada vez más y sin admitir que pueden estar equivocados. Se cierran a escuchar otras visiones diferentes a las suyas.


De nuevo surge la pregunta: ¿qué hacer?. Douthat Propone que en la medida que una teoría conspirativa  crezca , como es la del fraude electoral en su país impulsada por Trump, se deben de aumentar los esfuerzos para someterla a la lupa y cuestionarla. No es inteligente, en las circunstancias actuales, ignorarla porque su efecto puede ser desbastador . Estas dinámicas no se pueden dejar al vuelo de la imaginación, porque aunque sean falsas, definirán la realidad.


Finalmente, hay que aceptar que eventos como las manifestaciones en contra de la Policía en los Estados Unidos o las marchas en Chile y en Colombia, no surgieron solo de una conspiración coordinada desde la izquierda o desde poderes ocultos externos, sino que en muchos casos, reflejan reacciones espontáneas de la gente contra situaciones que los están afectando. 


Cuando no se tiene la apertura para contemplar otras posibilidades, se limita el cuestionamiento de las creencias dominantes, y de los supuestos que las sustentan. También se refuerzan los modelos mentales que explican las razones detrás de los problemas existentes. Al no ser visible esta dinámica, es imposible cambiar los resultados percibidos por la gente. 


Espero que con este blog, junto con los tres anteriores que he escrito sobre estos temas, esté aportando a la compresión del papel que juega nuestra mente, para interpretar el momento histórico que estamos viviendo, y los inmensos desafíos que enfrentamos para capitalizar las lecciones aprendidas.

sábado, 5 de diciembre de 2020

El Decálogo del Desarrollo: una gran iniciativa para estos tiempos



Unas historias, contadas al calor de unos buenos vinos, y en el contexto de una conversación relacionada con el Unas historias, contadas al calor de unos buenos vinos, y en el contexto de una conversación relacionada con el nivel de degradación de los valores sociales en Colombia,   me recordaban de una experiencia en el Perú, que quise dejar documentada en un libro que escribí en el 2001, y que nunca publiqué. Espero que por el tema, su contenido sea relevante para el lector. de degradación de los valores sociales en Colombia,   me recordaban de una experiencia en el Perú, que quise dejar documentada en un libro que escribí en el 2001, y que nunca publiqué. Espero que por el tema, su contenido sea relevante para el lector.


Octavio Mavilla era un joven aficionado a las motos en los años cincuenta. Por esa época, las máquinas que se conseguían en el Perú eran americanas o europeas. Un buen día, cayó en sus manos una motocicleta con la marca extraña de Honda y fue un amor a primera vista. El joven Mavilla tomó la decisión de escribirle al dueño de esta pequeña empresa para proponerle que le diera la representación de esas máquinas para el Perú. Esta carta fue el comienzo de una larga amistad con el señor Honda y el inicio de una nueva empresa: Honda del Perú. También,  la razón de innumerables viajes al Oriente, que le abrieron al Ingeniero Mavilla, una nueva perspectiva  sobre el desarrollo de su país

En los años cincuenta, Corea tenía índices de desarrollo inferiores al Perú, cuatro décadas después, ese país con Hong Kong, Malasia, Taiwan y Tailandia, se habían convertido en unos dínamos económicos. A pesar de que todos ellos sufrieron una crisis muy severa en 1997, la mayoría habían logrado ir haciendo los ajustes necesarios para continuar por el camino del desarrollo. A partir del ejemplo del Japón después de la posguerra, estos países tomaron la decisión de fundamentar su crecimiento copiando, y posteriormente innovando, productos de alta tecnología. El tomar este camino les implicó hacer inversiones muy importantes en la educación de sus pueblos. 


Comparativamente, durante el mismo período, Perú, y otros países latinoamericanos, lograron  avanzar a ritmos muy inferiores. A diferencia de sus homólogos asiáticos, estos países basaron su crecimiento en los recursos naturales. El modelo mental imperante se había fundamentado, en la creencia de que la riqueza de un pueblo, está en tener recursos como el petróleo, el café, el azúcar, el cobre, etc. Un modelo que definió unas escogencias que han afectado significativamente la calidad de vida y la capacidad de competitividad de estos países.


A lo largo de los años, el ingeniero Mavilla, ya uno de los más respetados empresarios de su país, veía con preocupación que se aumentaba la diferencia entre las naciones asiáticas y su querido Perú. Cuando trataba el tema con sus amigos y otros empresarios latinoamericanos, se encontraba siempre con una serie de justificaciones que él rechazaba porque no explicaban lo que él observaba en cada uno de sus viajes al Oriente.


La primera razón que el Ing. Mavilla escuchaba con frecuencia, para explicar las diferencias, tenía que ver con la antigüedad de todas esas naciones. Pero, al analizar la historia, este argumento no resistía mayor análisis. La verdad, es que la India, China y Egipto, son países milenarios con niveles bajos de desarrollo. Cuando en 1551 se fundó la Universidad de San Marcos en Lima, los Estados Unidos y el Canadá estaban escasamente habitados  por tribus aborígenes muy atrasadas. 


Un segundo argumento muy común, estaba relacionado con la riqueza en los recursos naturales. Pero de nuevo, este razonamiento tampoco resistía análisis. Japón, es una isla montañosa en el 80% de su territorio y muy pobre en recursos naturales. Este país tiene que importar todo su petróleo, la mayoría de sus alimentos y las materias primas que utilizan, para transformarlos en miles de productos sofisticados. 


Un tercer argumento, muy derrotista, justifica las diferencias en una mayor capacidad e inteligencia de los pueblos desarrollados. Pero la verdad, cuando a un latino se le da la oportunidad y viaja a países más avanzados, compite en igualdad de condiciones con sus contrapartes de otras latitudes. Además, es muy común escuchar a gerentes de multinacionales hacer comentarios muy positivos sobre la calidad de la fuerza laboral de nuestros países. 



Mavilla  había  sido un agudo observador. La insatisfacción que le generaban los argumentos de sus colegas, lo hicieron prestar más atención a lo que veía en sus viajes al Japón y otros países del Asia. Además de la tecnología que era evidente en todas partes, le llamó  poderosamente la  atención los comportamientos de la gente. En la medida en que fue descifrando lo que veía, comenzó a comprender mejor la verdadera justificación del subdesarrollo y  atraso del Perú.


Al llegar al aeropuerto de Tokio, lo primero que le impactábamos era el orden. Esta cualidad estaba presente en todas partes que tenía la oportunidad de visitar. En las plantas industriales de la Honda, el orden se veía reflejado en las líneas de producción. En los lugares públicos, la gente hacia colas en forma ordenada. El ORDEN era definitivamente algo valorado por el pueblo japonés.


Pero esta cualidad en el Japón, venía acompañada de la limpieza inmaculada en los sitios más inverosímiles. Mientras en este país, una planta industrial podía pasar por ser la sala de un quirófano y los baños por un ejemplo de aseo para cualquier hogar, en el Perú, un área de manufactura era un lugar desordenado, donde también reinaba el desaseo total, y los baños públicos, no se podían utilizar por el mal uso que se les daba. El ASEO era definitivamente otro valor característico que se destacaba en el  pueblo japonés.


Como empresario latino, Mavilla tuvo un choque cultural muy grande. En su país una cita podía tener un margen de error de más de una hora sin que esto aparentemente molestara a nadie. Cuando comenzó a tener negocios internacionales, encontró que el llegar a tiempo era esencial, y el no hacerlo se consideraba como una descortesía muy grave. Pero también, comenzó a observar que todas las actividades, desde el horario de un tren, hasta el inicio de una obra de teatro, se realizaban con un respeto profundo por el manejo del el tiempo. La PUNTUALIDAD era otro de los valores de pueblos como los japoneses, los ingleses y los americanos.

A medida que fue conociendo más a sus socios japoneses, le sorprendió lo estricto que eran con el cumplimiento de sus compromisos. Algunas anécdotas mostraban como se encontraron a soldados japoneses, a quienes no se les había informado del fin de la II Guerra, vigilando unas fortificaciones 20 años después de haber terminado el conflicto. El contraste con los latinos era muy grande. La RESPONSABILIDAD, con mayúsculas, era otra de los valores característicos muy destacados que encontró el Mavilla  durante sus viajes a este país.


Después de la Guerra, el Japón quedó postrado y algunas ciudades, como Hiroshima y Nagasaki, totalmente destruidas por dos bombas atómicas. A pesar de los efectos de esta catástrofe, que hubieran doblegado a cualquiera, para los japoneses fueron un motivo de superación. Tan solo quince años después de terminada la Guerra, el Japón se había convertido en el primer productor de acero, sin tener minas de hierro, el primer armador de barcos y comenzaba a desarrollar su industria automotriz. En 1978, Toyota, Honda y otras empresas, invadían el mercado estadounidense con vehículos más económicos y de excelente calidad. El DESEO de SUPERACION, como valor social, era la marca de un pueblo que, como el Ave Fénix, se levantó de las cenizas. 


Como agudo observador que era, Mavilla no podía dejar escapar otro hecho sobresaliente. Un día en que salía para una cita desde su hotel, dejó su cámara de fotografía sobre la silla  en el vestíbulo de la recepción. Cuando ya habían pasado varias horas, se dio cuenta del problema y regresó a buscarla con mucho escepticismo porque en el Perú no habría habido ninguna posibilidad de recuperarla. Su sorpresa no tuvo limites cuando se la encontró tal como la había dejado. Posteriormente, observó que la gente parqueaba las bicicletas en las calles sin candado, y los almacenes exponían sus artículos sin ninguna protección. La HONRADEZ era otro valor que no cesaba de asombrarlo en sus viajes a ese extraño país que era el Japón.


El irrespeto por el derecho de otros es una de las características que más llamaban la atención a los japoneses que visitaban el Perú. Esta enfermedad social se evidenciaba en las colas para ir a cine, donde los vivos buscaban no hacerlas a consta de los demás. Igualmente, les llamaba la atención la falta de seriedad en el cumplimiento de los acuerdos. Para lograr que estos fueran respetados, era necesario contar con un equipo de abogados, pero con la posibilidad de caer en manos de un juez penal en caso de un pleito. En contraste, el Japón es el país de menor numero de abogados per cápita en el mundo. El RESPETO AL DERECHO DE LOS DEMÁS y EL CUMPLIMIENTO DE LA LEY Y LOS REGLAMENTOS, son sancionados socialmente. Es muy difícil que a alguien se le ocurra irrespetar una cola, un semáforo o cualquier otra cosa, que vulnere a otras personas y el orden social. 


En los Estados Unidos es muy notable la ética del trabajo. Esta característica se la relaciona con el calvinismo que se propagó por el norte de Europa y el puritanismo en Inglaterra en el siglo XVI. A diferencia del catolicismo, que veía en el trabajo comoun castigo terrenal, la creencia del protestantismo se fundamentaba en aprovechar la vida por mandato de Dios, para gozar sus riquezas y de esta forma, mejorar personalmente y ayudar a los demás. Por diferentes razones, esta actitud hacia el trabajo se puede observar en algunos países asiáticos. Mavilla pudo presenciar  la práctica cotidiana de reconocer al trabajador que no faltaba nunca a su deber. El AMOR AL TRABAJO es un valor común es todos los países avanzados en el mundo.


A medida que el Mavilla iba asimilando las observaciones realizadas, se puso a investigar y encontró que había otro valor muy importante en las sociedades que se consideraban desarrolladas: EL AHORRO. En el Japón, la tasa de ahorro ha llegado al 20%  del PIB. Cuando un país logra tener estos niveles, no necesita recurrir a recursos externos para financiar su desarrollo y por lo tanto, tiene menos dependencia y más autonomía para decidir sobre los proyectos prioritarios. Tiene la capacidad de INVERSIÓN.


Después de muchos años de viajar y observar, finalmente Mavilla logró poner en blanco y negro, lo que se conoció como el Decálogo para el Desarrollo. Al comentar sus ideas con algunas personas, la respuesta típica era que estos valores se obtenían cuando un país era desarrollado y no al revés. Para Mavilla era ya claro que un país puede no tener recursos naturales, pero si su gente ha interiorizado los valores del Decálogo, en muy poco tiempo podían llegar a niveles de desarrollo como lo hizo el Japón. Para probarlo se propuso aplicar en sus empresas esta teoría


Para llevar a cabo su idea, el Mavilla  llamó al psicólogo Eduardo Castillo para que aterrizara en la práctica empresarial lo aprendido en sus viajes al Oriente. Para empezar, se escogió la planta de ensamblaje de motos Honda en Iquitos, ciudad localizada en la selva peruana con muchos trabajadores indigenas de la zona.  El Dr. Castillo trabajó durante tres largos años,  desarrollando la metodología, para lograr que el Decálogo se convirtiera en parte fundamental de la cultura de la planta. 


Como me contaba Eduardo hace unos años, a quien tengo el honor de conocer personalmente y tenerlo como amigo, el impacto del trabajo se comenzó a notar por parte de la comunidad. Una de las prácticas de todo el personal, incluyendo a los ingenieros, era salir a hacer aseo alrededor de la planta. Los vecinos, quienes en un principio veían con asombro a unas personas en uniforme blanco impecable limpiando las calles, pasaron posteriormente a unirse para ayudar en la actividad. Poco a poco, esta práctica se extendió por todo el barrio. Una excelente demostración de que el buen ejemplo se multiplica.


Como una bola de nieve, lo que estaba sucediendo en la Honda se regó por la ciudad. Una escuela cercana buscó al Dr. Castillo para pedirle ayuda en la  implementación de un programa similar. De esta forma, nació una iniciativa que muy pronto se extendió a miles de escuelas en el Perú.


Para poder atender con más profesionalismo las solicitudes que fueron surgiendo, se creó en 1990, el Instituto de Desarrollo Humano – INDEHU- para promover, divulgar y capacitar a las organizaciones, escuelas, colegios y universidades que lo solicitaran, en la aplicación del  Decálogo para el Desarrollo. Para su lanzamiento, se logró una divulgación durante diez domingos, en los principales diarios de la nación, de cada uno de los valores con unos comentarios hechos por personalidades nacionales, comenzando por el Presidente de la República. 


A lo largo de los años, el instituto siguió difundiendo y trabajando en la implementación de proyectos de valores en el sector educativo, entidades de gobierno y empresas. Abrió sucursales en Iquitos y en Arequipa. También tuvo mucha acogida en otros países, especialmente en México, a través del Instituto Tecnológico de Monterrey y varias gobernaciones en diferentes estados de ese país. 


Vale destacar, los talleres que se desarrollaron, para llevar a la práctica cada uno de los valores del Decálogo. Me llamó poderosamente la atención la forma en que se logró dar herramientas sencillas pero muy útiles, a las personas que asisten a ellos. En Bogotá, en el año 1997, pude observar el trabajo con un grupo de 400 maestros de la Secretaría de Educación, a quienes se les invitó a formar una red de multiplicadores en 20 localidades de la ciudad. 


Lamentablemente la iniciativa se realizó al final de una administración, y no tuvo la continuidad que hubiera sido necesaria, para lograr el efecto que se pretendía. Sin embargo, en Monterrey, donde sí se le dio la importancia al tema, los resultados fueron muy motivadores, especialmente si se tiene en cuenta que fueron liderados por una universidad.


Lecciones aprendidas. 


La capacidad de asociación en una sociedad depende de tener unas normas y unos valores compartidos, de los cuales surge el capital social. Recordando su definición:


“ es la capacidad de los individuos en una sociedad de trabajar unidos, en grupo y en asociaciones, para alcanzar objetivos comunes” (Américan Journal of Socilogy, 1988)



El Decálogo para el Desarrollo, fue una iniciativa, que buscó promover unos hábitos sociales compartidos a partir de unos valores reconocidos como relevantes. Este proyecto, junto con el de tener la Visión 2021 para el Perú,  fueron sumamente poderosos para generar procesos de construcción de capital social. Ambos proyectos aumentaron la posibilidad de mejorar el relacionamiento constructivo de las personas. Esta posibilidad, cuando de logra, determina el tipo de estructura económica que la sociedad es capaz de realizar, las organizaciones que se pueden formar y la capacidad de innovación que se tenga. También, de su existencia, dependerá el nivel de confianza que exista en la sociedad. De aquí nace la importancia de darle la mayor difusión a estos proyectos porque muestran un camino claro de cómo hacerlo.


El Decálogo fue un esfuerzo notable desde otra perspectiva. Fue una idea que se quiso llevar a la práctica, mediante una serie de herramientas sencillas pero ingeniosas, que buscaban implementar el concepto de los valores en la sociedad, a partir de su difusión, capacitación y utilización, en las organizaciones productivas, educativas, oficiales, etc. El Decálogo fue la respuesta afirmativa a la pregunta: ¿es posible generar las condiciones para mejorar nuestro capital social e ir cambiando la cultura?.


Finalmente, la iniciativa del empresario Mavilla, fue un paso gigantesco en la dirección correcta: formar una cultura nacional mucho más competitiva. El análisis que él realizó, demuestra que el subdesarrollo es un problema mental y de escogencias pobres, más que de falta de oportunidades y recursos naturales abundantes. 


Al ver los problemas de corrupción que hoy carcomen a la sociedad colombiana, la importancia de incorporar la innovación como un motor del desarrollo competitivo del país, y de entender que la gran barrera que tenemos es nuestra cultura, esfuerzos como los hechos por Octavio Mavilla en el Perú hace cuatro décadas, muestran una luz en la dirección donde tenemos que enfocar nuestro esfuerzos. Una sociedad que no se atreva a cuestionar sus modelos mentales, no tenga una serie de principios y valores claros y adecuados para los retos que debe enfrentar, no podrá aspirar a salir de su subdesarrollo.¿Alguien tiene una propuesta diferente?


El lector que no haya leído los tres blogs anteriores sobre los temas de cultura, le sugiero hacerlo para entender con mayor profundidad la importancia del experimento que se hizo en el Perú, y que lamentablemente no siguió adelante por la muerte de Octavio Mavilla. No hubo otras personas que siguieran liderando su desarrollo lo que es una gran pérdida. Y esto me recuerda que Corpovisionarios, institución que Antanas Mockus fundó para impulsar los cambio en cultura ciudadana, acaba de cerrar puertas en momentos en que precisamente el tema no puede ser más relevante.


sábado, 28 de noviembre de 2020

¿Podemos cambiar nuestra mentalidad?


¿Qué es lo que hace a una persona más exitosa a lo largo de la vida?. Y por exitosa me refiero a lograr desarrollar sus sueños y obtener los resultados que buscaba, e impactar positivamente con sus realizaciones a los demás. ¿Qué es lo que distingue a unas culturas que han logrado avanzar mucho más que otras en su estado de desarrollo? Y al avanzar, me refiero a alinear los esfuerzos colectivos de una manera más efectiva para lograr un bien comun. ¿Fue la suerte la que jugó un papel fundamental, o hay algo más?

Pues bien, a lo largo de estos meses de pandemia, me ha parecido muy interesante el entender el rol de la cultura y los modelos mentales como determinantes de la mentalidad que define los resultados de una sociedad o de un individuo (hombre o mujer). Pienso que si logramos entender su impacto, podremos mejorar las intervenciones que se hagan, para cambiar nuestra realidad personal y/o colectiva, cuando tenemos que enfrentar un mundo tan volátil, incierto, cambiante y ambiguo ( VICA) como el de ahora.


En relación con la cultura, ya he escrito en otros blogs. En lo que se refiere a los modelos mentales, quiero dar algunos elementos.  Y en cuanto a la mentalidad quiero mostrar su importancia a la luz de los dos temas anteriores.


Comparto la afirmación de algunos expertos en temas psicológicos y sociales que he leído, que etos conceptos son unos factores a los que les paramos muy poca atención, pero que son críticos para entender mejor el porqué, a unas personas a nivel individual o colectivo, se les facilita o se les dificulta, el tener mejores resultados en sus vidas y mostrar índices de desarrollo más avanzados.


Me acuerdo que fue en 1996, cuando le escuché a la firma Monitor contratada para desarrollar el estudio de Competitividad para Bogotá, mencionar los conceptos de la mentalidad y los modelos mentales. En esa ocasión, trajeron unos expertos de la firma, para capacitar al grupo que se había integrado para hacerle el seguimiento al estudio, en el cual participé.


 


Revisando notas de esa época, me encontré con la definición que nos dieran de mentalidad los de Monitor: es el conjunto de creencias, supuestos y costumbres que definen el modo de pensar, enjuiciar la realidad y actuar de un individuo o de una colectividad.


Recuerdo que, durante el trabajo que desarrollaron los consultores, se hizo una encuesta para determinar cuál era la mentalidad imperante y  los modelos mentales que la sustentaban, de un grupo de 200 personas entrevistadas y que tenían posiciones de poder e influencia en la ciudad, provenientes de los sectores público y privado. 


Lo que se quiso analizar en ese entonces, era su impacto en las malas decisiones o indecisiones que se reflejaban en los pobrísimos resultados de desempeño de la ciudad, como por ejemplo, el de procastinar por más de cinco décadas en construir el Metro. Hoy, estamos viendo algo similar con la renovación del corredor de la emblemática Carrera 7a en Bogotá. 


Lo que aprendí en resumen fue lo siguiente: la mentalidad y los modelos mentales en los seres humanos, son como las gafas a través de las cuales interpretamos la realidad. Son unos filtros que nos permiten ver ciertas cosas y otras no. Y como consecuencia, condicionan de una manera muy marcada, la forma como actuamos, los resultados que obtenemos, la forma como nos comportamos, así como también, las decisiones que tomamos o dejamos de tomar. Todo lo anterior  condiciona nuestra mentalidad.


Es importante entender que los filtros a los que hago referencia, están definidos por dos fuerzas muy poderosas e invisibles que actúan sobre las personas a medida que avanzan en su desarrollo. Me refiero primero, a las creencias y los supuestos que han incorporado de su entorno, por las experiencias que han tenido, y las influencias de otros. Y también, a los valores que han ido adaptando, y que se van moldeando y reafirmando como criterios de actuación, durante el proceso de formación desde el inicio de su existencia.


Un pequeño ejemplo puede servir para ilustrar mejor al lector sobre estos temas. Una persona que desde pequeño, le inculcaron en su familia el valor del trabajo duro y la honestidad. Como resultado de esta formación, adquiere una creencia que suele ser invisible: quienes no hacen su mejor fuerzo en la vida y actúa correctamente, no podrán lograr avanzar en ella y obtener mejores resultados. El supuesto: obrar así siempre paga.


Estos valores y la creencia que los acompaña, son parte de los modelos mentales  de la persona, que le dan sustento al marco ético que orientará las decisiones que tome  y a los comportamientos que tenga, cuando enfrente situaciones difíciles en su vida personal y de trabajo. Pero también, influenciarán significativamente sus relaciones personales con su pareja y con los demás, la manera de educar a sus hijos, sus logros personales y la forma de conseguirlos.


El tema más importante es que es muy poco usual que la gente se cuestione sus creencias, supuestos y valores. De hecho, muchas personas se molestan si alguien intenta hacerlas reflexionar. El resultado es muy grave: los correctivos a los problemas se centran en los aspectos visibles , mientras que la mentalidad que es la causante del problema, pasa de agache y es invisible. Cuando esta dinámica es colectiva,  define aspectos fundamentales de la cultura de una sociedad.


Pero el lector se podrá preguntar si la mentalidad y los modelos mentales se pueden cambiar. La respuesta es un SI en mayúsculas, siempre y cuando seamos conscientes de su existencia y aceptemos qué hay que cuestionarlos periódicamente. Lo que tenía sentido en una época puede dejar de ser útil cuando hay cambios grandes como ahora.  Es necesario confrontando contra los resultados que estamos obteniendo, para ir cambiando o fortaleciendo nuestra mentalidad.


En nuestro medio es muy típico que, para un problema que afecta a la sociedad, el correctivo se busca con nuevas leyes y normas. Pero nunca se aborda el papel de la mentalidad nuestra, que impide que estas soluciones funciones, porque se omite el papel que juega la mentalidad dominante y el inmenso impacto que tienen  en la cultura , lo que nos impiden avanzar como sociedad. 


En un artículo reciente y muy interesante  sobre estos temas, Peter Diamandis, fundador de Singularity University, mencionaba que le hacen frecuentemente una pregunta sobre si la mentalidad de la abundancia y la del crecimiento exponencial, que son los fundamentos de  su institución, la tuvo desde que nació. Su respuesta siempre es un contundente NO. Es una mentalidad que la ha venido cultivando a lo largo de los años, revisando sus creencias y supuestos para irlos ajustando. Hoy busca divulgar los beneficios de esa mentalidad en sus clases, conferencias y escritos.


Para Diamendis, la abundancia le permite ver al mundo lleno de oportunidades que se pueden desarrollar. El crecimiento exponencial, lo puso a reflexionar sobre la importancia que tiene identificar aquellas que puedan escalar aceleradamente porque generan mucho mayor valor e impacto . 


Para Diamendis, la forma de alimentar esta mentalidad es  cambiando los modelos mentales, que están conformados por las creencias y los valores. Y esto se logra de la misma forma como se entrena a una red neural en los sistemas de Inteligencia Artificial. Finalmente  el cerebro también lo es. Es necesario estarlo alimentando permanentemente de perspectivas positivas que vayan moldeando una mentalidad más abierta. Esto normalmente sucede de manera invisible y es necesario volverlo un proceso consiente y permanente.


Y como lo menciona Diamendis, hay tres formas de lograrlo: siendo cuidadoso en seleccionar la gente con la que interactuemos, las fuentes de noticias que utilicemos y el uso que le demos a las famosas redes sociales. 


Veamos una experiencia personal. A finales de los 90, la economía colombiana tuvo la peor crisis de su historía en 70 años. En ese entorno, tuve la fortuna de pertenecer a un grupo conformado por personas con una mentalidad muy positiva, a pesar de la situación que se vivía en esa época. 


Para mi y mis compañeros, el poder contar con este espacio, nos ayudó a apreciar muchísimo más, los valores de la solidaridad y la colaboración, y a fortalecer la creencia de que si podríamos superar los problemas que teníamos como empresarios en esa época. También, nos permitió cuestionar el supuesto imperante de que no era posible colaborar con un competidor. Más adelante, nos permitió identificar oportunidades basadas en alianzas, que nos pusieron en un periodo de crecimiento ininterrumpido como fue el caso de mi empresa . 


Rodearse de personas que se atreven a pensar en grande, que en lugar de ver problemas ven oportunidades, pero a su vez lo hacen con realismo, es otra de las lecciones que aprendí hace muchos años. Hoy, en momentos tan críticos como los que ha producido el Covid-19,  la creencia que fortalecí hace dos décadas, me ha permitido conservar una mentalidad abierta para seguir proponiendo iniciativas que pongan un granito de arena para cambiar positivamente nuestra realidad con persona que tienen una mentalidad similar.


Si se practica lo anterior, también es vital cuidar el menú de ideas e información que consumimos todos los días y los medios para tener acceso a ellas. Como lo enfatiza Diamendis, es  la manera de cambiar los modelos mentales que nublan nuestra percepción. 


Las películas, los libros, las noticias, etc. pueden ser unos grandes contaminantes que impidan alimentarnos de ideas positivas e inspiradoras, especialmente cuando son fuentes que solo refuerzan nuestra mentalidad y dejan por fuera opiniones diferentes. Y estas son críticas cuando la desesperanza y la confusión, atizada por oportunistas políticos, está en el orden del día. Si nos cuidamos, es posible tener una narrativa futura mucho más inspiradora “que nos podamos creer”. Y si lo hacemos, ese si es el contagio que deberíamos multiplicar para contrarrestar la mentalidad pesimista que nos está dejando el COVID 19.