Santos caminando en la cuerda floja: entre los paros y el proceso de paz.
En mi blog anterior hice unos comentarios sobre la situación del paro agrario que hoy ha copado la atención de todos los colombianos y desbordado la capacidad del Gobierno, de evitar los desmadres como los ocurridos ayer en Bogotá. Al leer en estos días, los diferentes comentarios que se han publicado en los medios escritos sobre el tema, en medio del proceso de paz en la Habana con las FARC, me ratifico en que la situación de descontento social está pasando de castaño a oscuro, y desde esa observación me han surgido varias reflexiones.
La primera imagen que se me viene a la cabeza, es la de un país que está sometido a la tensión de dos fuerzas distintas. Por una lado se clama por lograr la paz en un proceso que es bien complejo. Pero a su vez, estamos viendo la explosión de las protestas sociales que se han salido fuera de control, como lo demuestran los actos de violencia, que ya ocurrieron en Bogotá. Algo insólito: el Gobierno local tuvo que pedir ayuda para militarizar la ciudad para evitar más desmanes. Santos se puso finalmente los pantalones. Y en resumen, hoy vemos una sociedad que se debate entre la violencia y la paz.
A pesar de todo lo que se ha escrito y comentado en estos meses en relación a estos temas, tengo la impresión de que hay un inmenso vacío de pedagogía respecto a, las limitaciones que el Gobierno enfrenta en el proceso de paz, y en relación al manejo de los paros escalonados, que hoy están generando tantos disturbios a lo largo y ancho del pais.
Este vacío está siendo utilizado por quienes se oponen al proceso y por quienes quieren pescar en río revuelto, capitalizando los reclamos, muchos de ellos posiblemente justos, para generar una sensación de creciente inestabilidad y debilidad del Gobierno Santos. También, se buscan réditos políticos aprovechando la época electoral que ya comenzó.
El mal manejo pedagógico del Gobierno de las negociaciones en la Habana, sumado a la subestimación que hizo de los efectos del paro cafetero de hace tres meses, hoy multiplicados a la "n" con el paro campesino en marcha, está generando una tremenda confusión y teniendo dos consecuencias muy graves para Santos y para el país.
En relación al primer tema, no se está generando un apoyo más maduro e informado, para vencer la indiferencia y el escepticismo de mucha gente. Y este no es un punto menor, cuando se anuncia un referéndum para aprobar cualquier acuerdo que se logre en la Habana. Este proceso va a requerir de mucho más conciencia por parte de la sociedad, en relación de lo que está en juego, las ventajas, sus riesgos y limitaciones. Las consecuencias de unas expectativas mal manejadas por estos vacíos, en un eventual post conflicto, pueden ser desastrosas, como lo evidencia el ejemplo de El Salvador. ( ver blog sobre este tema ).
En relación al tema de los movimiento sociales recientes, lo grave es que ya "le midieron el aceite" a Santos, con los acuerdos logrados con los cafeteros y en el Catatumbo. Se aprendió una lección muy poderosa: las vías del hecho son mejores que los conductos institucionales vigentes. Estas son el mejor camino para buscar las soluciones a problemas reales, o fabricados por la subversión, para fomentar el desorden y el descontento social.
Hay una sensación cada vez más extendida, de que los conductos formales que tiene una sociedad, para dirimir sus problemas de manera civilizada, sin agresiones y sin violencia, no están funcionando. Este es el caso del Congreso a nivel político, o el ejemplo de la Federación de Cafeteros a nivel gremial. Esta organización solía representar, de manera ejemplar, los intereses de un sector que agrupa a más de medio millón de caficultores en Colombia.
Hoy la gente no se siente representada por este tipo de canales formales, porque se perciben como atrofiados. Esto puede explicar el que se esté abriendo peligrosamente el camino de las vías de hecho, el uso de la violencia indiscriminada, o el pedir que se respeten los derechos de unos en perjuicio de los de los demás, como ha sido el caso de la movilidad de quienes no están en paro.
Y en este proceso cada vez más desordenado, a todo el mundo se le olvidó que, un exceso de derechos sin su contrapartida de deberes, es la mejor fórmula que conduce a una Venezuela futura, donde los Mesías y los demagogos sacan el mejor provecho del descontento y caos reinante.
Ahora, lo que hay que reconocer, es que el pésimo manejo de los problemas con el sector agrícola y campesino en Colombia, es lo que explica efectivamente el porque estos están en el ojo del huracán que hoy afecta a nuestro país. Es el resultado de un imperdonable descuido histórico que se ha venido dando por décadas, mientras en ese período, se daba el proceso acelerado de urbanización de las ciudades.
Hay que reconocer que la sociedad le volteó la espalda a esta realidad. Lo paradójico del caso es que hoy, de su atención y solución adecuada, dependerá el que encontremos la llave del futuro desarrollo balanceado de nuestro país. Como lo demuestra los casos del Brasil y el Perú, un buen manejo del sector agrícola, es la gran oportunidad para transformar extensas regiones, y apuntalar sosteniblemente, el desarrollo de la economía nacional sacando de la pobreza a mucha gente. Es cuestión de ver el vaso medio lleno o medio vacío..!!!.
Pero las reflexiones continúan....
Mientras el país se ve envuelto en una serie de manifestaciones sin antecedentes recientes de descontento en tantos frentes, no dejar de ser paradójico que en este país del Sagrado Corazón, el Gobierno vaya labrando con mucho esfuerzo, y hasta con la feroz oposición de algunos, su camino para una paz negociada con las FARC.
Hace dos días la Corte Constitucional, como un logro muy importante para el Gobierno, y que contó con una votación mayoritaria de 7 a 2, le dio vía libre al Marco para la Paz. Sin embargo, no fue un cheque en blanco el que dio la Corte, ya que hizo una serie de recomendaciones que deberán ser tenidas en cuenta por el Congreso, cuando se reglamente la ley más adelante.
Al parecer, con las observaciones de la Corte, al aprobar el Marco para la Paz, se lograría dejar más tranquilos a quienes estaban en contra de esta ley. Personajes como el Procurador Ordóñez, consideran que con esta Ley se abre el camino a la impunidad selectiva y se violan los acuerdos internacionales firmados por el Estado Colombiano. Tal es el caso del Estatuto de Roma, firmado por Colombia, que expresamente le impide a los estados firmantes, a que haya impunidad en los acuerdos políticos de los procesos de paz.
Se esperaría que, con las advertencias de la Corte Constitucional al aprobar la validez jurídica del Marco de Paz, ahora el Congreso debe de hacer su tarea de reglamentar bien esta Ley, atendiendo estas directrices para evitar mas adelante que terminemos en múltiples demandas ante la Corte Penal Internacional (CPI). Si los señores congresistas hacen su tarea como toca, le estarán quitando argumentos a los enemigos del proceso, para oponerse al proceso con las FARC. Falta ver que posición final va a tener este grupo ante esta nueva realidad.
En este tema, el Estado Colombiano, no puede dejar ninguna duda de que hizo todo lo que pudo, dentro de las restricciones que hoy tienen los acuerdos para terminar conflictos, so pena de ser demandado después de un eventual post conflicto. Dejar este tipo de cabos sueltos sin atar debidamente, es exponernos a sorpresas futuras que nos pueden conducir a escenarios más complejos que el actual.
Y es precisamente el hecho de que nos enfrentamos a un nuevo escenario jurídico inédito en el largo historial del conflicto armado colombiano, lo que lo hace tan complejo. Cuando el M-19, del Quitín Lame y del EPL dejaron las armas, a finales de los 80 y principios de los 90, no había la conciencia que hoy existe en el mundo, sobre los temas de las violaciones a los derechos humanos y crímenes de lesa humanidad.
Hay que entender que hace dos décadas, el Estado tenía más grados de libertad para actuar y decretar los indultos que políticamente se consideraran necesarios. Fue así como se les permitieron a los ex guerrilleros de los grupos desmovilizados en esa época, llegar a cargos públicos y de representación. Navarro Wolf y Petro son dos exponentes beneficiados de ese viejo paradigma jurídico, que hoy ya no es posible aplicar en el caso de las FARC.
Sin embargo, suena medio irónico que en Colombia estemos preocupados por potenciales denuncias ante la CPI, cuando las grandes potencias, encabezadas por los Estados Unidos, ven con un cinismo que repugna , la matanza de más de 600 personas en Egipto y más de 100,000 en Siria. En este último caso, el mundo presencia con horror como se usan gases venenosos contra mujeres y niños, y esto no conmueve a nadie.
Será interesante ver como va a operar en estos dos casos la CPI y si quienes han sido " los máximos responsables", son juzgados por sus delitos de lesa humanidad, como fue el caso de Serbia hace unos años. La hipocresía y amoralidad en el manejo de "los intereses nacionales", en el campo de la diplomacia internacional, es algo que personalmente me cuesta mucho trabajo digerir, pero que es una realidad: "the realpolitick"
Y el tema es relevante porque el conflicto colombiano, ha generado más de medio millón de muertos y cuatro millones de desplazados a lo largo de medio siglo de desangre !!!. Si usáramos sólo esta escala de la tragedia humana, nuestro caso debería estar en los primeros ejemplos de violencia sistemática en el mundo, y por lo tanto, atraer de manera muy focalizada la atención internacional sobre lo que finalmente se acuerde.
Teniendo en cuenta lo anterior, hoy el Gobierno Santos, está tratando de buscarle una salida negociada a este conflicto interno, manejando un delicado balance entre lo que es deseable y lo que es posible. Porque el tema que está en la mitad son las víctimas que hoy adquieren cada vez más importancia a nivel mundial.
La realidad es que hay muchísimas restricciones, tanto jurídicas como políticas, que el Gobierno tiene que enfrentar para manejar la difícil negociación de la Habana con las FARC. Es como un acto de equilibrismo en la cuerda floja y sin una red de soporte que le evité las consecuencias de una caída fatal. Pero si a su vez, las protestas sociales, se convierten en el canal de expresión de la sociedad colombiana en los próximos meses, tenemos que prepararnos para una época de inestabilidad e incertidumbre que le va a ser mucho daño a la sociedad colombiana.