Las consecuencias de esta situación son muy complicadas, pues han introducido una variable que puede afectar significativamente las negociaciones con las FARC y el proceso electoral que ya inició. Lo impensable hace unos meses, hoy es una realidad. El gobierno de Santos se percibe como muy débil y hoy las encuestas muestran que sus posibilidades de reelección, están seriamente comprometidas. Esto genera un ambiente de incertidumbre cuando menos se necesitaba. Y el problema es que su efecto se puede transmitir al ámbito de la economía porque, en un entorno de esta naturaleza, las decisiones de inversión se van a paralizar.
Es evidente que el tema de los paros y su manejo improvisado, errático y desafortunado, cogió al Gobierno con los pantalones abajo. Sin querer, le abrió la oportunidad a una posibilidad para que, personajes como Clara Lopez o Navarro, terminen rencauchados, o que Petro termine liderando el proceso electoral, a pesar de su desastrosa gestión en Bogotá. En este entorno incierto, con unos partidos divididos y una coalición de gobierno desmoronándose, cualquier cosa puede pasar.
Aquí cabe hacerse varias preguntas. ¿Qué le está fallado a Santos en su liderazgo de la agenda propuesta?. ¿Qué implicaciones tiene que esta agenda se descarrile hacia adelante para los colombianos?. ¿Tendrá Santos lo que toca para salir airoso de semejante atolladero donde se ha metido?. ¿Cuáles son las consecuencias para el país, si el tema se sigue deteriorando?. Y una pregunta importante: ¿qué tenemos que entender del liderazgo para comprender mejor lo que está sucediendo?.
Tengo que decir que la percepción de falta de liderazgo no me sorprende, pero si me preocupa mucho. De hecho, en varios de mis blogs en los últimos meses, he venido tratando con insistencia el tema, porque me parece vital. Por esta razón, quisiera aportar a la última pregunta y en un siguiente blog, traer a colación un ejemplo que me parece relevante.
Para comenzar, me parece pertinente volver a recordarle al lector, que el concepto del liderazgo, solo tiene sentido en el contexto de los cambios que afectan a una comunidad. También, me parece pertinente mencionar, que el liderazgo se puede ejercer por parte de personas en posiciones de autoridad o sin ella. Santos podría ser un ejemplo de lo primero. Churchill, antes de llegar a ser Primer Ministro de su país en los años 30, o Martín Luther King en los 60, serían unos buenos ejemplos del segundo caso.
En este sentido, en el campo político, cuando alguien sale elegido a una posición de poder, como puede ser la presidencia de un país, hay una transacción en función de unas expectativas, entre los votantes y el elegido. Se espera que la persona que asume el poder, en esta posición tenga la capacidad de resolver todos los problemas del elector, y por ende, de dar las respuestas adecuadas a todas sus necesidades.
Cuando estas expectativas no se cumplen en un entorno democrático, los votantes se vuelven en contra de la persona favorecida por sus votos. Cuando los problemas son rutinarios, y lo que requieren es de una buena administración, las expectativas del votante son razonables. Y una falla en el cumplimiento de las mismas, debería ser castigada electoralmente. Este debería ser el caso del pésimo manejo que le ha dado Petro a un tema como el de las basuras, o la movilidad en Bogotá, y que hoy lo enfrenta a una revocatoria.
Pero, el problema de los sistemas democráticos en la actualidad, reside en que "en un cambio de época" como el actual, los políticos de turno y las organizaciones de gobierno a todos los niveles, están siendo desbordadas en su capacidad de "administrar", estas nuevas realidades. A los problemas complejos de adaptación que hay que abordar, se les busca soluciones "técnicas" cuando no las hay. Y por lo tanto, las expectativas de los votantes, de tener soluciones sencillas a estos problemas, se ven frustradas rápidamente.
Es cierto que hay problemas de gestión básica en muchos gobiernos locales y a nivel nacional que exasperan a la gente. Pero, el buscar que los políticos "administren " y no "lideren" la solución de los problemas complejos, que afrontan las sociedades contemporáneas, está en el centro del más grande reto adaptativo, que enfrentan los sistemas democráticos en el mundo contemporáneo. Y lo más grave, es que es en este entorno, donde el concepto del liderazgo se necesita más urgentemente.
Pero la realidad es que el problema no se comprende. Los políticos no lo entienden, ni se preparan para ejercer el rol de liderazgo, que la realidad les impone. Pero también, a los votantes no se les educa para que acepten que no hay respuestas realistas a sus expectativas de soluciones simples y sin dolor, para los complejos problemas de la sociedad contemporánea.
Aún más, nadie les está diciendo a los votantes que ellos deben ser parte fundamental de la posible solución hacia adelante, porque se requieren que ellos adopten modelos mentales, valores y comportamientos diferentes. Sin embargo, hoy lo que vemos, es a los políticos que no confrontan a sus electores con esta realidad y les ofrecen aspirinas cuando el problema es un cáncer, diciendo simplemente lo que quieren oír. No los preparan para ser parte efectiva de la posible solución.
Y digo "posible" porque en el ejercicio del rol de liderazgo siempre hay un riesgo que la dirección propuesta no sea la mejor y se requiera buscar otros caminos. Recordemos que estamos hablando de problemas para los cuales, no se conoce la solución.
Una reflexión adicional. Es una tragedia que el derecho al voto sea ejercido por personas ignorantes y sin criterios claros, que les permitan cuestionar y analizar mejor sus opciones. Por esta razón, estas personas son presas fáciles de los demagogos y politiqueros inescrupulosos, que hoy abundan en nuestra fauna democrática en Colombia.
En mi concepto, en lo expuesto en los párrafos anteriores, reside la crisis de liderazgo que hoy se ve en el mundo entero. No es solamente un problema colombiano. Esto explica el porqué en los últimos veinte años, para poner algún límite, no hayan aparecido personas de la talla de un Churchill , Ghandi o Luther King. Sólo Mandela salva la tarde, con su extraordinario ejemplo de liderazgo en Sur África, a principios de la década de los noventa.
Y las dinámicas descritas anteriormente tienen un efecto muy complejo en sociedades inmaduras, como las latinoamericanas: el fenómeno del caudillismo en la historia de nuestros países. Cuando una sociedad espera que alguien les resuelva todos sus problemas, y hay personas como Chávez, Morales, Ortega o Uribe, que alimentan esta dinámica, el resultado es desastroso normalmente.
Colectivamente no se desarrollan las capacidades necesarias para enfrentar los cambios. La gente prende las velas para pedirle milagros al caudillo de turno. Se genera una relación muy peligrosa de dependencia y se abren las puertas a todo tipos de abusos por parte de las camarillas, que normalmente acompañan a estos "mesías de turno".
Lo siguiente que es importante entender, es que los cambios son necesarios en la sociedad. De hecho, estamos viviendo "un cambio de época y no una época de cambios", utilizando el título del libro que escribí en 1997 sobre estos temas. De hecho, hoy es un imperativo desarrollar las capacidades, a nivel individual y colectivo, para ajustarse a los cambios permanentes del entorno, que hoy afectan a la sociedad. El rol del liderazgo es vital en estas circunstancias.
Para ejercer este rol, se requiere entre otras cosas, que quien lo asuma, desafíe a los miembros de la comunidad, para que se apropien del trabajo adaptativo que tienen que hacer. Pero también, cuestione la coherencia entre los valores que dicen profesar, con sus comportamientos reales, y mantenga la presión y la atención de la gente, sobre los temas críticos que tienen que enfrentar.
Como ya lo mencioné anteriormente, la gente quiere oir respuestas simples, para resolver los problemas complejos generados por los cambios. Pero es esencial entender, que cuando los problemas son de esta naturaleza, no hay respuestas sencillas, y muchas veces, simplemente no se sabe que hacer. En estas circunstancias, quien ejerce el rol de líder, solo tiene las preguntas difíciles que la gente no quiere oír.
En estas condiciones, el ejercicio del liderazgo implica frustrar las expectativas de la comunidad afectada, a una rata que lo puedan digerir, y con la esperanza de que quien lidera, no pierda la vida en el proceso. Ronald Heifetz, experto en estos temas, nos enseñaba que esta es la razón por la cual el ejercicio del liderazgo es tan peligroso como caminar en el filo de una navaja. Por esta razón, normalmente el glamour que da el ejercicio del poder, no acompaña a quien hace bien su rol de liderazgo.
Vale la pena mencionar que el "poder", que viene normalmente asociado a las posiciones de autoridad, es simplemente un recurso más que un buen líder sabe usar en el desempeño de su rol, en beneficio de los intereses colectivos. Mientras que normalmente los caudillos, suelen abusar de este poder, en beneficio de sus propios intereses.
Pero el ejercicio del liderazgo también requiere de tener la capacidad de articular una visión y un propósito superior, que aglutine los esfuerzos de una comunidad hacia un futuro mejor. Pero quien lo haga, debe de estar muy atento, para medir el nivel de madurez de los temas propuestos, que deben de ser abordados por esa comunidad. El equivocarse en este sentido, es exponerse a matar una buena idea y a que el mensaje no sea comprendido, y por lo tanto, ignorado. El costo de esta equivocación: se pierde la oportunidad de hacer los cambios que la comunidad necesita.
No quiero que el lector se lleve la impresión de que menosprecio la necesidad de manejar los "problemas técnicos" que requieren de respuestas, conocimiento y capacidad de ejecución, cuando se enfrentan cambios en un sociedad o en una organización. Es necesario que hayan personas que acompañen estos procesos y que tengan la capacidad de llevar a la práctica las acciones acordadas, de coordinar los recursos y de controlar los resultados. Lo importante a tener en cuenta, es que no es cierto que todo buen líder sea un buen administrador y gerente, o viceversa. La clave está en comprender la diferencia.
Con este blog espero haber contribuido a dar un marco de referencia, para ayudar a entender la percepción de la crisis de liderazgo, que hoy afecta de manera importante al presidente Santos y que puede comprometer en materia grave la estabilidad y el futuro de nuestro país. En el próximo blog quiero compartir con mis lectores, las reflexiones adicionales, que sobre esta materia, me surgieron visitando recientemente el Museo de Churchill en Londres. Creo que con ellas, puedo complementar y ejemplificar lo expuesto en este blog.