Recientemente tuve una reunión con el Padre Múnera, nuevo rector de la Universidad Javeriana. Entre los diferentes temas que tratamos, hubo uno muy importante que quiero exponer en este blog: el cierre de la brecha entre generaciones, que hoy se ha convertido en un problema para las familias y las organizaciones.
Esta brecha hace que sea muy difícil entenderse mutuamente. Las dinámicas conversacionales son dialogos de sordos. Las malas interpretaciones son el pan de cada día. Cada generación se siente irrespetada e incomprendida.
Pero para personas como puede ser mi caso, para cerrar estas brechas, se hace necesario conocer cuáles con las características que marcan y definen la forma de ser y de actuar de las nuevas generaciones. Sin tener esta claridad, superar la distancia que hoy nos separa, se vuelve muy difícil.
Hoy, los jóvenes que han nacido desde finales de los años 90 en adelante, les ha tocado vivir una época de inmensas transformaciones sociales y tecnológicas. Todos ellos pertenecen a las nuevas generaciones digitales, que en lugar de un chupo, nacieron y se han creado con un celular inteligente con el que viven conectados 24 hrs al día..
Leyendo sobre el tema, veo que existe un consenso cada vez más amplió, que estas nuevas generaciones, han sido afectada por una estrategia equivocada de crianza. Posiblemente porque sus padres, crecieron en una época de más prosperidad, y creen equivocadamente que el poner límites puede tener un impacto negativo en el desarrollo de la personalidad sus hijos.
Ponerles restricciones o límites a los niños y jóvenes, imponerles disciplina o hacerles acatar la autoridad de los mayores, son cosas que se perciben como muy negativas. Parece que el ser permisivos o condescendientes, es visto como el camino correcto para una buena formación.
Por esta razón, estamos viendo una generación acostumbrada a tener todo lo que quieren y piden, He escuchado a educadores escolares mencionar, que se ven forzados a ponerle buenas notas a sus alumnos, con tal de no tener que enfrentarse con la ira de los padres, que no resisten la idea de ver fracasar a sus hijos.
Como si la vida fuera siempre de éxitos y no de caídas de las cuales se deben levantar. Recordemos que la resiliencia es hoy una habilidad fundamental, que la educación contemporánea de los padres, no está preparando a sus hijos ..
El problema es que, a medida que los miembros de estas nuevas generaciones, se van integrando a la vida laboral, tienen un choque doloroso con la realidad: ya no son las personas mimadas y especiales, que les hicieron creer sus padres . El impacto en la auto imagen es muy negativa. Aquí es donde la tecnología de las redes sociales entra a jugar un papel protagónico.
En estas plataformas, estos jóvenes ponen sus perfiles de manera que los demás los vean de la mejor forma. Es una su vía de escape para encontrar aprobación. Su popularidad está asociada a los “likes” que reciben en las comunidades donde participan. Su uso, dispara la dopamina, que da un gran sentido de bienestar cuando hay una retroalimentación positiva..
Por esta razón, las investigaciones recientes, muestran que el uso de estas plataformas, genera una adición similar a la del alcohol, el cigarrillo y otras sustancias adictivas.
Cuando estas generaciones llegan a la adultez y comienzan su vida laboral, estas posibilidades de tener reconocimiento y gratificación, claramente no están disponibles en el mundo del trabajo. Son personas que se encuentran desubicadas, pero que además, no han aprendido a pedir ayuda.
La necesidad de sentirse entendido y aprobado, es natural a todos los seres humanos. Desde pequeños se busca la aprobación de los padres. Más adelante de sus compañeros y amigos. Es parte del proceso muy estresante en el camino de crecer y aprender a vivir en comunidad. El uso del alcohol, que hoy se ve en jóvenes, es el mecanismo que utilizan para enfrentar su nueva realidad. Pero como ya se dijo, la tecnología juega un papel similar.
Lo paradójico es qué hay restricciones para el uso de sustancias tóxicas generadoras dopamina, como el alcohol, pero no existen en el caso del uso de las tecnologías que son adictivas. El resultado, es que estas nuevas generaciones no desarrollan capacidades para enfrentar situaciones complejas, frustrantes o estresantes.
Pero hay otra característica que es muy preocupante de estas generaciones : la impaciencia. Gracias a la tecnología, están acostumbrados a un mundo de satisfacciones instantáneas. A un click, tienen acceso a compras, descargas de películas o mensajes inmediatos. Por buscar los resultados y gratificaciones rápidas, se les olvida disfrutar del camino y del goce del viaje por la vida.
Esta actitud fácil, explica el porqué las relaciones interpersonales en estas nuevas generaciones son muy efímeras. Ante la primera dificultad se rinden y no perseveran. El resultado es una gran inseguridad e incapacidad de enfrentar su realidad. Al final, los problemas se les van acumulando, sin entender que el principal problema radica en ellos mismos.
Como resultado, los niveles de depresión y el aumento de suicidios entre los jóvenes, se han disparado. También el uso de drogas sintéticas y de otros tipos. Pero han disminuido las habilidades para construir relaciones físicas sostenibles, profundas y significativas, sin tener como un intermediario un celular.
La marca de sus relaciones de estas nuevas generaciones es la superficialidad y el narcisismo. No son los mejores compañeros para enfrentar un mundo cada vez más complejo, y para el cual, estas nuevas generaciones no están siendo preparadas. No nos sorprendamos si en los años venideros, haya mucha gente muy frustrada, deprimida y sigan creciendo los suicidios.. Cambiar esa realidad no va a ser fácil, salvo que los padres de familia, que hoy tienen hijos muy pequeños, entiendan el mensaje.