viernes, 10 de noviembre de 2017

Sin liderazgo y ética no hay democracia

Sin ética no hay democracia” Fernando Carrillo Procurador 

En días pasados, tuvimos una conversación con un grupo de amigos de nuestra Fundación Origen Red de Liderazgo, en relación al papel de la ética en la formación de los lideres que la sociedad necesita. A medida que vemos con mayor preocupación las dinámicas políticas, sociales y económicas que hoy afectan a nuestro país, nos sentimos con la responsabilidad de poner nuestro grano de arena para ayudar a cambiar la trayectoria equivocada que hoy traemos,  y que tiene unos inmensos costos para todos.

Fernando Carrillo, Procurador General de la Nación,  escribió el pasado domingo un artículo en el diario El Tiempo, titulado “Elegir la ética, derrotar la corrupción”. En el hace un llamado urgente y pertinente que coincide con nuestra preocupación: “ las próximas elecciones son la oportunidad para elegir la ética y castigar con el voto la corrupción. Sin la ética no hay democracia”. Y por ello: “Los candidatos deben dar muestras contundentes de su decisión de jugarle limpio a la democracia.”.

Pero ¿qué es la ética y porque es tan importante el papel de liderazgo?

Ética viene de la la palabra griega "ethos" que significa carácter, o el modo de ser de una persona.  Para Ereclito de Efeso: "el carácter es para el hombre su destino”. El carácter es el resultado de las escogencias y de las decisiones que toma la persona en el tiempo. El que pueda hacerlo, le da sentido al término de libertad, que distingue al ser humano. Luego las decisiones que tomemos en la vida, como individuos o como sociedad, establecen el marco ético en que nos movemos y el destino que escojamos tener..  

La Dra Adela Cortina, filósofa y conferencista, se refiere a la ética, como un tipo de saber que busca:  "orientar la acción humana en un sentido racional,  es decir, pretende que obremos racionalmente". Por lo tanto, es algo muy práctico dirigido a la acción, que nos invita a discernir lo que debemos de hacer para orientar nuestra conducta. Esto implica el deliberar antes de tomar buenas decisiones, lo que significa elegir bien y  actuar consecuentemente.  Coon el tiempo y la práctica, esto ayuda a forjar el carácter de una persona. De ahí su importancia.

Cuando hablamos de valores éticos o morales, es importante entender que estos son unos marcos de acción que norman nuestro comportamiento, y definen una actitud ante la vida. Los incorporamos a lo largo de los años, como resultado de las elecciones conscientes que hacemos.

El reto del liderazgo según Ronald Heifetz, profesor de Harvard en estos temas, consiste en mostrarle a una comunidad las incoherencias entre sus valores declarados y sus comportamientos reales. Y como ya lo mencioné,  desde la perspectiva de la ética, los valores establecen los marcos para tomar decisiones en las bifurcaciones de la vida, cuando se presentan dilemas que definen el futuro de la persona o la comunidad. 

Por todas las razones anteriores, la decisión que hemos tomado en Origen Red de Liderazgo, está  animada por varios propósitos a saber: 

El primero de ellos, no ser unos espectadores pasivos de un proceso histórico, sino unos actores activos que queremos posicionar la formación de líderes como parte fundamental de la agenda nacional de transformación de la sociedad colombiana. 

El segundo propósito, el incorporar cada vez más la dimensión ética en esa conversación, y en nuestros procesos de formación activa. Necesitamos con urgencia lideres que sean modelos de rol por su conducta coherente y transparente, y que desde diferentes roles en la sociedad, le hagan el contrapeso a los lamentables ejemplos de muchos dirigentes cuyos escándalos se han vuelto el pan de cada día..

El tercer propósito que nos anima, es ayudar a formar los futuros líderes políticos, sociales y empresariales, que necesitamos con urgencia en nuestro país. Es una necesidad imperiosa, cuando el ejercicio de la política se ha desdibujado completamente, y ha llegado a los niveles más bajos de confianza, respeto y credibilidad. 

Hoy es un gran problema, cuando la política y la ética no se encuentran, a pesar de que la credibilidad de la primera, depende de la valoración y práctica de la segunda. Y como lo afirma Carrillo, sin ética  no hay democracia, y por lo tanto, el ejercicio sano de la política pierde su sentido más profundo: servir a la comunidad. 

Sin un marco ético acordado y defendido socialmente, el ejercicio político se corrompe y se pone al servicio de intereses individuales por encima de los colectivos. Como resultado, el costo que pagamos todos es inmenso, especialmente en momentos de gran incertidumbre. Se abre el paso a la desesperanza y la desconfianza, que son el ácido sulfúrico que destruye las bases de nuestra democracia y la legitimidad del aparato institucional del Estado. Y sin estas bases ¿qué nos queda?. La auto profecía de los partidarios de la mano dura: el castro chavismo de nuestro vecino Venezuela.   

Estamos convencidos del aporte que puede hacer la formación consciente de líderes en Colombia, dentro de un marco ético apropiado colectivamente. Es la única manera de contrarrestar las tendencias que minan de fondo a nuestra sociedad. Necesitamos con urgencia personas que sean modelos de rol por su comportamiento impecable, por su capacidad para cuestionar el status quo, y por arriesgarse a proponer una visión colectiva que nos acerque como sociedad.

Por lo tanto, el tema del liderazgo ético es cada vez más crítico y necesario, si queremos contar con personas que ayuden a orientar a sus comunidades a asumir su ciudadanía de manera informada, madura y responsable. Hoy hay un inmenso vacío en este campo, que está siendo llenado por personas sin escrúpulos, que aprovechan esta situación para su beneficio personal. 

Si no logramos corregir el curso, el resultado es una sociedad desorientada, sin una identidad común, ni un marco ético claro. Esta dinámica ya está en marcha como se evidencia en los resultados de las últimas encuestas Gallup, que muestran un rechazo del 89% a los partidos políticos, cuyo desprestigio ha alcanzado niveles históricos nunca vistos en nuestro país. 

En el curso de la reunión, nos hacíamos varias preguntas de fondo para abordar de frente el cáncer de la corrupción en nuestro país desde la perspectiva del liderazgo y la ética. La falta de espacios de este tipo, donde se puedan formular las preguntas difíciles que necesitamos hacer, es una de las grandes fallas que tenemos en nuestra sociedad. Le tenemos miedo a confrontar nuestra realidad y vernos en el espejo como somos. Veamos algunas de estas preguntas:

¿Cuáles son las preguntas difíciles que no nos estamos haciendo para enfrentar los fenómenos de la corrupción?

¿Cómo pasar de un estado de queja y descalificación, a uno de acción positiva que permita contrarrestar los efectos del proceso de descomposición ética que hoy nos afecta como sociedad?

¿Qué tan urgente y necesario es para una sociedad como la nuestra, formar y apoyar procesos de liderazgo colectivo que fortalezcan el sistema inmunológico contra la corrupción?

¿Es factible hacerlo y que pasa si no se hace?

¿Cómo lograr que haya un marco ético para la formación de una conciencia política, que le permita a quienes enfrentan situaciones complejas en el campo de lo público, no dejarse seducir por lo que es aceptado como normal, pero no es lo correcto?

¿Entendemos cual es el significado de la práctica de la ética en nuestras decisiones diarias y lo práctico de este concepto para la solución de muchos de nuestros problemas ?

¿Cómo lograr que este marco ético sirva para generar mayor control social y promover activamente las veedurías ciudadanas informadas?

¿Cómo generar espacios de reflexión, conversación  y aprendizaje, donde las personas de bien que están hastiadas del entorno de corrupción que hoy nos invade, se empoderen, y puedan aprender a enfrentar los dilemas éticos en los que se ven envueltas todos los días?

¿Cómo propiciar un intercambio público de experiencias, testimonios y prácticas que fortalezcan, no solo el conocimiento sino, las capacidades de hacer un control social efectivo, a nivel de las comunidades más afectadas por la corrupción?

¿Cual sería la mejor manera de aproximarse a la construcción colectiva de un marco ético, que permita el desarrollo de una cultura menos permisiva y más consciente, de los inmensos costos que hoy estamos pagando como sociedad?

¿Qué hay que hacer para despertar la conciencia de la importancia de la sanción social, que castigue fuertemente la incoherencia ética, y que envié una señal contundente de la disposición a defender lo que es importante y no violable en la sociedad?

¿Cómo fomentar comunidades de liderazgo que se conviertan en referentes éticos para sus comunidades?

¿Que tenemos que hacer para liderar estos procesos?

En mi próximo blog, voy a desempolvar otro que escribí hace tres años sobre el tema de la corrupción y la ética, porque va a ser uno de los temas más importantes de la campaña presidencial que está en marcha. Pero también lo será hacia adelante en los próximos años , porque la ausencia de liderazgo que hoy tenemos, tiene un efecto directo en la permisividad que hoy vivimos alrededor  de los fenómenos de corrupción y la falta de la ética.

Sin el pretexto del enemigo común que ha sido las Farc por muchos años, y a pesar de que seguirán presentes en el debate político del 2018, los colombianos vamos a tener  que  aceptar una dura realidad: hemos descuidado otros temas fundamentales para tener una sociedad sostenible y viable para todos. Dentro de estos temas críticos, está el papel de la ética y el liderazgo, como pilares del desarrollo incluyente, sin los cuales nos espera un futuro muy incierto y unos riesgos muy altos .



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