viernes, 25 de mayo de 2018

¿Por quién debo votar doctor?

¿Por quien debo  votar doctor? es la pregunta recurrente que me ha hecho mucha gente, no muy informada, que se encuentra perdida y no sabe a quien escoger el próximo domingo, cuando se estará eligiendo al siguiente presidente de Colombia. Pero también, es la misma pregunta, que se están haciendo muchas personas, que si han escuchado los debates, o leído las entrevistas, de  a los cinco candidatos durante este larguísimo proceso electoral.  

He escrito extensivamente en mis últimos blogs sobre lo que está en juego en estas elecciones que tienen aspectos muy diferentes a las que hemos tenido en los últimos veinte años. Son las primeras que suceden después de haberse firmado el acuerdo con las FARC, que a pesar de la tremendas dificultades por las que atraviesa su implementación, es un hecho histórico para el pais. 

Y si bien, el tema sigue siendo parte del debate, ya no es el elemento determinante para esta elección. De hecho, el factor que va a definir el resultado el próximo domingo, y también en la segunda vuelta si la hay, será el lugar del espectro ideológico, donde la mayoría de los colombianos queremos estar. En un país tradicionalmente conservador, por primera vez en su historia democrática reciente, aparece la extrema izquierda como una verdadera posibilidad. 

Dados los desastrosos resultados, que ha tenido los movimientos populistas de izquierda en la última década en America Latina, en países como Brasil, Argentina, Nicaragua, Ecuador, y Venezuela, suena paradójico que estemos contemplando esta posibilidad en Colombia y México. En nuestro caso lo es aún más, cuando estamos padeciendo la debacle de nuestro vecino, de donde han salido millones de personas, buscando escaparse de una situación de hambre e inseguridad impresionantes, que hoy afecta a ese país.

Lo que no es claro para muchos votantes, es que después de dieciséis años de dos gobiernos, que volcaron sus esfuerzos en acabar a las FARC, el pais también avanzó de manera muy positiva en su desarrollo. Sin embargo, al terminar Santos su mandato, la percepción pesimista se ha apoderado del país. Y es una paradoja, porque tenemos hacia adelante, una oportunidad histórica para avanzar y de superar un capítulo sangriento de nuestra historia .

Ahora bien, el reto que enfrentará el siguiente inquilino de la Casa de Nariño, está en entender este momento histórico para poder romper con el pesimismo, que como una nube negra, hoy nos invade a la sociedad colombiana. Lo tiene que lograr, sin crear falsas expectativas, basadas en ofertas ilusorias y soluciones facilitas. 

A pesar de los avances del país, es una realidad que tenemos problemas muy complejos que hay que abordar, para los cuales se necesita un gran liderazgo del futuro presidente. Pero también, se requiere de una ciudadanía madura y unida alrededor de una visión colectiva. Este es el más grande reto que va a enfrentar el futuro mandatario, pero también su mayor oportunidad. 

Quien llegue a la Presidencia de Colombia, tiene una responsabilidad inmensa de contribuir para que podamos construir colectivamente un mejor futuro. Por lo tanto, no es una decisión menor el salir a votar, y hacerlo de manera consciente, sopesando los pros y los contras del ejercicio de este acto democrático. 

Dadas las reflexiones anteriores, creo que puede ser útil el compartir con mis lectores, las preguntas que me pidieron responder para un medio de comunicación, relacionadas con las elecciones que tendrán lugar el próximo domingo. Tengo la sospecha que son muy similares a las que deben de estar rondando en la cabeza de millones de colombianos, que hoy se encuentran perdidos y no saben por quien depositar su voto o si se abstienen una vez más.

1.  ¿Qué aspectos deberían tener en cuenta los colombianos este año, para elegir un buen líder  desde la Presidencia de la República?

En una sociedad tan polarizada como la nuestra, quien aspire a llegar a la presidencia de Colombia, debe ser capaz de entender varias cosas. La mayoría de los problemas que enfrentamos, son sistémicos y complejos, en un entorno que viene cambiando aceleradamente. Esto implica que hay que enfrentarlos de una manera innovadora y colectiva, ya que las soluciones para muchos de ellos, no están a la vista y desbordan la capacidad de un solo individuo. 

No hay duda que hay muchas situaciones que requieren, de una buena gerencia, para poner la casa en orden en nuestro pais. La gente tiene el derecho de esperar que el Estado cumpla con su rol, a nivel nacional y en las regiones, asegurando la seguridad, una buen acceso a la educación y a la salud, etc. Para estos casos, las soluciones “técnicas”, basadas en experiencias anteriores, pueden funcionar si se ejecutan bien.

Desde la cabeza del gobierno,  se necesita la capacidad de dar una orientación  gerencial para orquestar el concurso de las diferentes instancias del Estado, y para la movilización de los recursos necesarios, que se deben de utilizar en estos casos. Esto implica dar directrices claras, y ser capaz de controlar la implementación de lo acordado, para lograr resultados visibles y sostenibles. 

Cuando no hay una buena gerencia, las frustraciones de la gente son muy grandes. Un ejemplo: la pésima implementación de la construcción a tiempo de los campamentos para los desmovilizados de las FARC. Otro ejemplo, el caos que generó Petro con las basuras cuando fue Alcalde. La falta de gerencia, es un mal endémico de muchos de nuestros políticos y de  nuestras instituciones, que urgentemente se debe corregir. 

Pero si bien, es importante la faceta gerencial del futuro presidente, no es suficiente para enfrentar los grandes retos de cambio de la sociedad colombiana. El mayor desafió que enfrentará esta persona en los próximos cuatro años, está en los múltiples  problemas que no se resuelven técnicamente, y en el poco tiempo que va a tener para enfrentarlos. Hay un gran número de ellos que requieren desarrollar las capacidades de adaptación de la gente. Y esto significa un cambio muy grande, y por lo tanto, una gran capacidad de liderazgo. 

En este caso, un buen gerente no sirve, se necesita un buen líder. El buen ejercicio del liderazgo, permite lograr que se produzcan cambios profundos en la mentalidad de las personas. Implica lograr que haya una responsabilidad colectiva, para adaptarse a las nuevas realidades del entorno.

Para liderar los procesos de transformación que necesita nuestra sociedad, el futuro presidente debe de ser claro con la gente y acotar sus expectativas. Recordemos que no hay soluciones sencillas para muchos de los problemas complejos que enfrentamos. De hecho, es muy posible que para algunos de ellos, no haya una respuesta en el corto plazo, porque se desborda la misma capacidad institucional del Estado para responder. 

Ante un entorno tan complejo, afectado por las dinámicas internas del país, pero cada vez más, por las externas a nuestras fronteras, el éxito de futuro presidente estará condicionado a que promueva un liderazgo colectivo en los diferentes niveles de la sociedad. Necesitamos construir una visión común de país, que inspire, nos convoque y no nos divida. Pero también,  que ejerza el liderazgo con el ejemplo y la coherencia de sus actos. 

Un gran aporte  que puede hacer el futuro presidente, es el de  fomentar e inspirar a una nueva generación de líderes. Esto debe ser el resultado de una visión distinta, de lo que implica el ejercicio del liderazgo, en un país que enfrenta tantos retos de cambio ya entrados en el siglo XXI. 

 2. ¿Se puede confundir el liderazgo con el caudillismo?

El más grande peligro hoy en día, es que la gente busca a un mesías o a un caudillo, para que les resuelva fácilmente todos sus problemas. Y como la vimos, la complejidad de los problemas actuales, no permite que esto sea así. El populismo que hoy vemos, en cabeza de caudillos políticos,  se basa en ofrecer lo imposible y en enfrentar a la gente,  en lugar de construir una causa común de país. 

3 .¿Cómo puede un buen líder hacer que le crean si es que llega a la presidencia en un país tan polarizado como está Colombia en este momento?

La esencia de la credibilidad del líder está en la coherencia entre lo que dice y sus actos públicos y privados. Un buen ejemplo fue el expresidente Mujica en Uruguay. Hay que gente que se deja llevar por la oratoria de un dirigente político, y se les olvida mirar su trayectoria anterior. Después se sorprenden por las consecuencias, tal  cómo sucedió en Venezuela. 

4. ¿Cuatro años de gobierno alcanzan para que un líder deje marcado un sendero en materia de políticas, para que otras administraciones posteriores, les quede difícil no darles continuidad?

Los ex alcaldes Antanas Mockus, y Paul Bromerg,  fueron capaces de crear en solo tres años, un nuevo imaginario colectivo de Bogotá con su pedagogía ciudadana. Fueron perseverantes e ingeniosos para capturar la atención de la gente con sus mimos, y las zebras peatonales, etc. Y lograron cambios importantes de comportamiento en un tiempo muy corto. Sin embargo, no hubo sostenibilidad, porque les falto lograr la apropiación y el liderazgo colectivo, para conseguir unas transformaciones culturales verdaderamente sostenibles.

El proceso que nació exitosamente, quedó muy vulnerable cuando llegaron al poder los alcaldes de la izquierda, para quienes el proceso no mereció ninguna atención, y no tuvieron el liderazgo para continuar la tarea. Petro fue el último de ellos, quien desafortunadamente buscó generar una cultura de odio y división, muy opuesta a la cultura ciudadana de Mockus en sus dos administraciones.

5. Qué efectos ha tenido en la población, el ejemplo de confrontación, de los dos últimos dirigentes políticos que han llegado a la Presidencia de Colombia?

Cuando se buscaba la paz, el peor error en el ejercicio del liderazgo de Santos, fue haber sido incoherente con el significado de este valor fundamental para una sociedad. Se dejó enganchar en una confrontación, estéril y muy peligrosa con Uribe, y en los términos que este dirigente inteligentemente los planteó. El efecto no pudo haber sido más nocivo: la polarización de nuestra sociedad alrededor de la paz. Estas dos figuras públicas, se enfrascaron en una pelea personal, cuando se estaba buscando desarmar los ánimos de una sociedad, que se ha movido en la violencia por tantos años.

Las consecuencias las estamos viviendo en la actualidad: mucha gente perdida, indignada y dispuesta a saltar al vacío , con tal de tener a alguien diferente. Esto explica el renacimiento de un personaje como Petro, que después de su pésimo manejo que tuvo como alcalde de Bogotá, ahora aparezca como el mesías salvador, ofreciendo el oro y el moro como Chávez para llegar al poder. 

Espero que las consideraciones anteriores, sirvan para invitar a reflexionar seriamente a la hora de votar. Pueden servir para tener unos criterios contra los cuales poder mirar con lupa a cada unos de los cinco candidatos, que hoy se presentan con sus hojas de vida y su trayectoria, para asumir el inmenso reto de orientar los destinos de nuestro país en los próximos cuatro años.

Y quiero recordar una vez más , como lo he hecho en los blogs anteriores, que los retos que enfrentamos como nación, superan por mucho, los escasos cuatro años del mandato presidencial ya que ya no hay reelección. Por lo tanto, quien asuma la Presidencia el próximo  7 de agosto, debe de dejar sentadas las bases, para que sus futuros sucesores, sigan construyendo y no destruyendo para volver a empezar. Por esta razón,  es tan importante que logre una apropiación colectiva de la visión del país que queremos tener.


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