sábado, 18 de mayo de 2019

El pasado vrs el futuro:¿quien ganará?

Colombia no deja de ser un país desconcertante para propios y extraños. Hace dos semanas veíamos a nuestro presidente viajando a la meca de  la innovación en el Silicon Valley en California donde se habla de futuro.  En esta semana, lo vemos enfrentando la renuncia del fiscal general, porque la JEP (Justicia Especial para la Paz) tomó la decisión de libera al ex guerrillero de la FARC Santrich, a pesar de que apareció en un vídeo negociando coca después de la firma del acuerdo con ese grupo guerrillero. Es decir, ha sido una semana donde de nuevo, el pasado no nos deja avanzar. 

Este comentario es la mejor imagen de las dos realidades que hoy enfrentamos en la sociedad colombiana. Por un lado, la de un país que busca insertarse en el mundo del conocimiento y de una visión moderna del desarrollo, pero que contrasta con otro país, que se rehusa a dejar atrás una historia de violencia y destrucción, que ha marcado a varias generaciones. 

Con los sucesos de esta semana, y el comportamiento de la clase política en los últimos meses, me duele decir que el pasado sigue siendo el factor dominante. Esta realidad es la  que define el tipo de conversaciones que copan la agenda pública, e impiden las que son necesarias para construir el futuro.

Desde que comenzó a operar la JEP, ha estado envuelta en muchas controversias. Unas, como resultado de las fallas estructurales de su diseño y su manejo inicial, pero otras, como consecuencia de un esfuerzo sistemático de los opositores del proceso, liderados por el partido que llevó a Duque al poder.  

La decisión tomada esta semana por la JEP, era una prueba de fuego para la credibilidad del sistema de justicia transicional acordado. Si no liberaban a Santrich y era extraditado, podía ser otra señal muy clara para las FARC, de un incumplimiento muy grave de los acuerdos firmados en el pasado gobierno de Santos. Pero si lo liberaban, aduciendo  que no habían recibido las pruebas solicitadas al gobierno gringo, a pesar del vídeo que se divulgó esta semana por la DEA, era un rompimiento de los acuerdos de extradición, y una demostración de los graves errores en el diseño de la JEP

Pero más allá de quien tiene la razón, la polarización que ha existido alrededor de todo el proceso de paz, y más recientemente, las objeciones planteadas por Duque a seis temas de la reglamentación de las JEP, se han consumido siete largos meses de la agenda política con un costo muy alto para el país y para Duque. Temas vitales, como la reforma política, la de la justicia y la pensional, se vieron relegadas a un segundo plano.

Pero lo más impactante de todo este proceso, ha sido la reacción del gobierno, del fiscal Martinez , de los gringos  y de las mismas FARC. Veamos

Duque tuvo muchos meses para preparar al país ante el escenario posible de la liberación de Santrich. Pero su esfuerzo se centró en buscar que sus objeciones fueran aceptadas en el Congreso, cuando no tenia las mayorías para lograrlo. No se preocupó por proteger la confianza en la institucionalidad que emergió de los acuerdos con las FARC. Y no es extraño que así fuera, ya que Uribe y su partido, se opusieron ferozmente  a los mismos.  

El resultado de esta posición, hoy se traduce en una sensación de que los hechos atropellan a Duque y no tiene control de la situación. Ahora, cuando el daño está ya hecho, busca afanosamente un acuerdo con los otros partidos, porque ya es obvio el inmenso costo que está absurda situación le está generando al país. 

El caso de Martínez es aún más grave. Es posible que algunas de sus objeciones y las de Duque sean válidas, el problema es que los dos han perdido la credibilidad para generar un consenso y un acuerdo. 
Los evidentes conflictos de interés, de este controvertido abogado asociado al caso Odebrecht, como asesor legal que fue del grupo Aval socio de los brasileños, minaron en materia grave su autoridad como Fiscal General de la Nación. Por lo tanto, dado su comportamiento obscuro en esta situación, no sería nada extraño, que hubiera utilizado la decisión de la JEP, para evitar un daño mayor para él y el grupo de Sarmiento. Todo es posible en la dimensión desconocida en que se ha convertido el mundo del subuso de la política colombiana y su sistema judicial.

En el caso de los gringos, el tema no es mejor. En artículos recientes sobre el efecto actual de la extradición, se ha comentado  que esta ha perdido el poder disuasivo que tuvo en otras épocas. Si la liberación de Santrich ha generado mucha indignación, no veo que lo mismo se produzca, cuando peligrosísimos narcotraficantes extraditados, han vuelto al país después de pagar penas irrisorias, sin importar los crímenes cometidos en Colombia. Es otra evidencia del fracaso y absoluta desconfianza que genera la nefasta política contra las drogas que nos han impuesto los gringos.

Y en cuanto a las FARC, tampoco tienen ninguna credibilidad. No han cumplido con ls compromisos de resarcir a sus víctimas. Y su posición respecto al caso de Santrich, tampoco les genera ninguna credibilidad porque no lo sancionaron. Lo que se escucha en el vídeo no se puede ocultar. ¿Porque actuaron así? ¿Fue porque la solidaridad de cuerpo tuvo más peso? ¿O será que  siguen  metidos en el negocio del narcotráfico? 

Como se puede observar, el efecto de las acciones de todos los participantes en estos meses ha sido nefasto en términos de credibilidad y de confianza, cuando más se necesitan al iniciar el funcionamiento de la JEP, como un nuevo instrumento contemplado en los acuerdos de La Habana con las FaRC. 

Y el resultado es desastroso, porque no facilita para nada, el lograr el cierre pacifico de una época sangrienta que nos debe de avergonzar a todos los colombianos. Y como consecuencia, tampoco permite la apertura de una nueva era para nuestro país. Lo que sí ha sucedido, es que  se ha aumentado  aún más la desconfianza de la gente hacia sus dirigentes,  sus instituciones, y aleja la posibilidad de que Colombia cierre este capítulo nefasto de nuestra historia, impidiéndonos conectarnos con el futuro. Es un inmenso costo que tendremos que seguir pagando mientras no haya el liderazgo que ayude a cambiar esta realidad.

El gran reto y también el dilema para nosotros los colombianos, está en la batalla que hoy se juega en la arena política donde están enfrentados el pasado, con su carga histórica tan compleja, y el futuro con su invitación a que dejemos volar nuestra imaginación. Del resultado de esta batalla épica, que por ahora sigue ganando el primero, dependerá el futuro de nuestro país.



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