viernes, 22 de noviembre de 2019

¿De qué me hablas viejo?

Tenía previsto mi blog sobre otro tema, pero después de haber quedado inmovilizado en Bogotá, por los actos violentos que se presentaron el jueves y el viernes en la ciudad, me sentí defraudado. Confieso que albergue la esperanza que Colombia le hubiera dado un ejemplo al mundo al demostrar, que el derecho a la protesta, se podía ejercer de manera pacífica y sin actos de vandalismo, contrario a lo sucedido en Chile, Ecuador y Bolivia, en estos dos últimos meses. Lamentablemente no fue así.

A pesar de que las marchas se realizaron sin mayores problemas en ciudades como Barranquilla, Medellín, Cartagena, no sucedió lo mismo en Cali y Bogotá. El jueves, en la primera de esta ciudades, se tuvo que recurrir a la figura del “toque de queda”, y ayer sucedió lo mismo en la capital. Hacia muchos años, que no se tenía que utilizar esta medida para preservar el orden público, evitar pérdidas de vidas y destrozos al patrimonio de todos.

La destrucción de las estaciones del sistema de transporte Mío en Cali y Transmilenio en Bogotá, así como el ataque a los edificios públicos, como la Alcaldía de Bogotá y el Palacio de Justicia, sin mencionar otros desmanes, obligó a recurrir a esta decisión extrema, para evitar que los ataques se extendieran y generaran más daños en estas dos ciudades. 

Quienes citaron al paro nacional, tienen que asumir la responsabilidad de estos destrozos. Lo sucedido en Chile, Bolivia y Ecuador, era una advertencia del peligro que se podía tener en nuestro país, especialmente por nuestros antecedentes de violencia y polarización. Pero sobre todo, por el haber utilizado información falsa sobre reformas que no han sido presentadas por el gobierno para motivar las marchas, que terminaron sacando a la gente a protestar por  un rosario muy diverso de temas ciertos o imaginarios, reforzados por un rechazo claro a Duque y su partido en el poder.

Pero los promotores de las marchas son aún más responsables, cuando hoy advierten que la protesta va a continuar el lunes. Era claro que no iban a quedar satisfechos con un solo día, y que el plan era seguir el ejemplo de Chile y Bolivia de una desestabilización prolongada . Esto demuestra que hay una agenda muy definida y orquestada que busca capitalizar lo sucedido en esos países. En rio revuelto, ganancia de pescadores.

No hay duda que era fácil prender la mecha, porque hay muchas razones para que la gente reclame unas respuestas más contundentes de parte del gobierno de Duque, a los múltiples problemas que no han sido resueltos y que no dan más espera. 

Esta percepción se ve reflejada en su popularidad  que se encuentra por el suelo y al nivel más bajo de las últimas tres décadas. Se percibe un vacío muy grande de su liderazgo, y un rechazo creciente a la influencia de Uribe, su mentor, a quien se le ve como el verdadero mandatario en la sombra. 

Pero veamos la otra cara de la moneda. Es cierto que en una democracia existe el derecho a la protesta social. Pero no puede ser una patente de corzo para abrir la caja de Pandora para destruir los bienes públicos ni acabar con los medios de trabajo de la gente. En Chile, los desmanes han costado la muerte de 18 personas y más de US 4000 millones por los daños realizados al sistema Metro, a los establecimientos comerciales y bienes públicos. Para no hablar del inmenso impacto en su economía y la imagen de ese país.

Hoy en Bogotá, vimos con horror, como se destrozaron 34 estaciones de Transmilenio del sistema masivo de transporte, obligando a suspender el servicio y dejando a cientos de miles  de personas, a pie. También genera indignación ver cómo asaltaban un bus para utilizarlo de ariete contra un establecimiento comercial, para saquearlo completamente. 

Lo que es más inaudito de lo sucedido y que estaba advertido por los antecedentes mencionados en otros países de la región, es que se culpe a la Policía de los actos de violencia. Ayer, se mantuvieron retirados de la marcha para no generar ningún pretexto a los manifestantes que caminaban pacíficamente. Pero cuando unos encapuchados comenzaron a atacar a la Alcaldía de Bogotá, como se pudo observar en los videos, su obligación era reaccionar para evitar mayores daños, como sucedió en Santiago de Chile.  

Y el viernes, ya no eran las marchas. Estoy seguro que, para los organizadores en la sombra de esta movilización, no era aceptable que terminara pacíficamente. Era necesario torear a la fuerza pública, como efectivamente sucedió en Bogota este viernes, y lograr la mayor destrucción y caos posibles.

Pero hay otras consideraciones. El que siembra vientos, cosecha tempestades, dice el viejo adagio popular. Las acciones de oposición del Centro Democrático y de Uribe durante los últimos cuatro años de Santos, dividieron al país y crearon un clima de confrontación muy complejo. Ellos también utilizaron las mentiras y promovieron marchas contra los acuerdos de paz. Y hoy, cuando ya están en el poder, les está tocando recoger lo que sembraron y tomarse una dosis amarga y muy peligrosa de su propia medicina. 

Las masivas manifestaciones en todo el país, en un entorno tan caldeado como el actual, son una serie advertencia para Duque y su grupo político. ¿ De que me hablas viejo?, fue la imprudente respuesta que diera el presidente después del bombardeo, donde murieron ocho menores de edad, y que sirvió para dar aún más munición para las marchas del jueves y los disturbios posteriores. 

Pues bien, esta desafortunada respuesta no ayuda para nada, y hoy lo acompaña como una sombra negra para responder a una pregunta mayor: ¿porque salió tanta gente a protestar contra su gobierno? más vale que Duque lo sepa descifrar y asimilar, y no se haga el pendejo, como con la respuesta que dio por la muerte de los menores en el bombardeo. O de lo contrario, nos esperan unos últimos años de su gobierno muy peligrosos para la estabilidad del país. 

Es evidente que hay muchas insatisfacciones, y que se necesitan reformas muy importantes para corregir o mejorar temas en áreas vitales como las pensiones, la salud y la justicia, para no hablar de la implementación de los acuerdos de paz que dejó Santos. Pero hay una realidad muy delicada: hoy Duque no tiene, ni la imagen, ni el capital político, para enfrentar la agenda de cambios requerida. La falta de gobernabilidad que muestra, es muy peligrosa.

Esta realidad, muy seguramente va a retroalimentar más ciclos de protestas y de desmanes porque su debilidad va a ser aprovechada por sus enemigos políticos, y atizada muy seguramente desde Venezuela por Maduro. Y el efecto que buscaban los inspiradores de las marchas se va a lograr: la desestabilización del país. No es un buen escenario el que nos espera hacia adelante. El lunes amanecerá y veremos.

Confío que el descontrol no siga, como sucedió en Chile durante un mes, donde se logró acorralar a Piñera a un costo muy alto para el país. Claro que hay quienes pensamos que el costo más alto es el del no despertar del gobierno, para que pueda responder adecuadamente a una realidad que no ha sido capaz de ver, y pueda responder efectivamente  a las frustraciones de la población, y a los ataques de peligrosos enemigos como Maduro, en Venezuela. 


Todo lo sucedido es un llamado a construir una visión compartida y una agenda prioritaria que una los colombianos y cierre las fracturas que han puesto en evidencia las marchas. Por el bien del país, espero que Duque tenga la independencia para hacerlo, y su partido se lo permita.

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