sábado, 29 de mayo de 2021

El cuento que nos queremos creer

 



Lo que cuenta en la vida no es el simple hecho de haber vivido, es la diferencia que hemos logrado en la vida de los demás, lo que le da el verdadero significado a nuestra vida”. Mandela

Estamos viviendo momentos muy complejos en la sociedad colombiana. Ya es un lugar común hablar, que la crisis de la pandemia, ha puesto en la agenda nacional  los graves problemas de miles de colombianos que hoy se han empobrecido más, y que inclusive muchos de ellos están pasando hambre. Estos eran aspectos en los cuales el país había hecho avances importantes en los últimas dos décadas . 


Pero hay algo más grave aún: hay una inmensa crisis de confianza en las instituciones y de desesperanza y miedo, que como unas nubes negras, que anuncian tormentas aún mayores, están obscureciendo el ambiente, impidiendo a mucha gente  ver la posibilidad de un futuro mejor. Esta situación es especialmente crítica en los jóvenes, quienes en estas últimas semanas, han sido los protagonistas mas visibles en las movilizaciones que han paralizado al país.



Hoy, Colombia necesita urgentemente contrarrestar estas dinámicas que se están degenerando en manifestaciones violentas, acompañadas de una creciente intolerancia y confrontación. Para mantener la analogía con la vacuna que se requiere contra el covid-19, necesitamos vacunarnos el espíritu para evitar que el odio, la violencia y la ira, carcoman el alma de la nación. 


Yo estoy convencido que el mejor antídoto que podemos proponer, en estas horas tristes que vivimos, para combatir la desesperanza, la frustración y la desconfianza generalizada, es generar una nueva y positiva narrativa para los colombianos que, respetando el derecho a la protesta social, rechazamos la violencia y la destrucción del país  como mecanismos de expresión y de más polarización. 


Ese es el abismo hacia el cual algunos nos quieren conducir, sin importarles que están violentando otros derechos igualmente consagrados en nuestra Constitución, como son la vida, la movilidad, la alimentación, el trabajo y el acceso oportuno a la salud.


Yo se que estamos viviendo unos momentos históricos con muchas dificultades que afectan a millones de nuestros conciudadanos. Pero se también, que dependiendo de cómo las manejamos, podemos tener en nuestros manos un problema aún mayor o una inmensa oportunidad. Para demostrarlo, quiero compartir  una pequeña historia que ilustra la invitación que quiero hacer.



Víctor Frankl , fue un psiquiatra y filósofo austriaco que en 1942, cuando los Nazis habían invadido su país, terminó en dos de los peores campos de concentración: Auschwitz y Dachau, donde exterminaron la vida de millones de judíos. 


Pues bien, para no dejarse destruir física y psicológicamente durante los tres años de cautiverio que padeció, se propuso tres cosas:  aprender, ayudar a otros y poder contar su experiencia. Estas fueron las bases que le dieron un propósito superior,  que mantuvo viva su esperanza  de poder sobrevivir, cuando tanta gente, incluyendo toda su familia, no lo logró. Más tarde escribió su famosísimo libro: “El hombre en busque de sentido” 


El caso de Frankl me parece muy oportuno recordarlo en estos momentos, porque trae a la memoria la inmensa capacidad que tenemos los seres humanos de superar las condiciones más complejas y deja varias lecciones muy importantes para la situación que vivimos hoy:


  • Tener un propósito superior que nos permita no dejarnos invadir por la desesperanza, el miedo o la desesperación y darle sentido a los que somos y hacemos. No hacerlo es como estar muerto en vida
  • Mantener una actitud siempre abierta al aprendizaje, porque como Frankl nos lo demostró, siempre lo podremos hacer aún en las peores momentos de nuestra existencia.
  • Superar la tentación al aislamiento en momentos de crisis, para conectarse con la voluntad de servir a los demás. Esto da sentido y alegria, y es un gran antídoto para la depresión y la desesperación.
  • Compartir con otros las experiencias difíciles vividas, para mostrar que siempre tenemos la posibilidad de superarlas y poder beneficiar a otras personas que pudieran estar en circunstancias similares.
  • Demuestra que la forma en que uno se pare como observador de su propia vida, le abre o le cierra muchas posibilidades 
  • Resaltar el poder del buen ejemplo para contrarrestar,  en la balanza de la vida, el de los malos ejemplos que nos impiden crecer como seres humanos y que nos enturbian la razón.


Estamos muy lejos de vivir en Colombia, una situación similar a la que vivió Frankl en los campos de exterminio de la Alemania Nazi, donde millones de personas perdieron la vida. Pero si podemos aprender de su ejemplo, para superar la difícil situación que estamos viviendo en la actualidad,  donde no se puede minimizar la crisis de la pandemia, a la que se le ha sumado un profundo malestar social. 



Esto implica entender que, como sociedad, necesitamos encontrar con urgencia un norte común, un propósito que le dé sentido a nuestra existencia, que nos devuelva la esperanza y nos de la energía para superar los múltiples obstáculos que vamos a seguir encontrando en el camino. Pero para lograrlo, vamos a necesitar entender que solos, cada uno por su cuenta, no lo vamos a conseguir. Y también, que no es destruyendo lo que hemos conseguido colectivamente, como vamos a tener mejor país..


Los desafíos son muy grandes, lo que implica pararnos en valores trascendentes como son: la solidaridad, la inclusión, la colaboración y el respeto a los demás. Y también, que tengamos la capacidad empática para poder tenderle la mano a otros que nos encontremos en el camino. 


Con el comentario anterior, debemos entender que las propuestas que promuevan la cultura del sálvese el quien pueda, la polarización, la descalificación del otro, la indiferencia y la desconexión con nuestro entorno que debemos de cuidar, no nos va a permitir superar la crisis actual. Tampoco podremos mejorar significativamente como sociedad. 


Y para lograr que el mensaje cale en lo más profundo del alma de nuestra sociedad, vamos a necesitar personas que se conviertan en modelos de rol positivos a todos los niveles, para que con sus acciones en beneficio de los demás, ayuden a liderar el proceso de cambio que requerimos hacer. 



Vamos a necesitar un nuevo concepto de liderazgo colectivo, sustentado por el ejemplo de muchas personas con capacidad de orientar a otros en función de un bien comun que permita construir ciudadanía que soporte el sistema democrático que hoy se encuentra atacado por varios frentes. 


Necesitamos personas que se constituyan en comunidades de liderazgo, conectadas entre sí, para lograr que el buen ejemplo le haga el contrapeso a una narrativa de desesperación y miedo que hoy nos invade. Necesitamos construir una nueva historia que nos devuelva a todos la confianza y la esperanza, de que unidos, podemos más que divididos, y que somos más los que queremos construir y no destruir. 


Para terminar, quiero invitarlos a soñar. Quiero que cierren los ojos y se dejen transportar en el tiempo hacia el futuro en una década. Están ustedes leyendo un artículo con el título: Motores de Esperanza, un movimiento social que está transformando a Colombia. En él se  recoge la experiencia de una comunidad nacional, conformada por una red con más de mil nodos en todo el país, y que cuenta con más de 100.000 personas  liderando más de 50.000 iniciativas de alto impacto en sus regiones, donde todas han aprendido de las experiencias de los demás



Es la historia de una comunidad que decidió tender puentes en sus áreas de influencia donde de han actuado y no asentar aún más la polarización.  En resumen, esta  es el cuento que nos queremos creer, y que muestra la transformación que se produce cuando cambiamos una narrativa de pesimismo como la actual, por una mucho más esperanzadora y positiva. 


Solo así es posible volver el sueño una realidad, que haga brillar  los ojos  de millones de colombianos, porque han recuperado la esperanza, el orgullo de un futuro mejor y los ha hecho creer de nuevo en su pais. Pero ojo, esta posibilidad solo reside en nuestra manos y de nadie más. 


Esta seria la nueva realidad que tenemos  que ayudar a crear, y que le da un propósito y un sentido, al proceso que ustedes han vivido en estos meses, y que hoy al cerrar el proceso de formación  para el ejercicio de liderazgo,  los estamos invitando a ser parte de esa comunidad.


Con las anteriores  palabras me dirigí al cierre de la tercera promoción de un exitoso programa piloto que se ha venido ejecutando en los últimos dos años, para potencializar el liderazgo de un grupo diverso en tres municipios del occidente de la Sabana. 


Ahora, con la Fundación Origen, la Fundacion Corona, la Fundacion Bolivar Davivienda, ProBogota y la U de la Sabana, hemos acordado  escalar esta experiencia a las 19 localidades en Bogotá, para luego ampliar la iniciativa a nivel nacional. 


Quienes estamos promoviendo esta nueva iniciativa bajo el nombre de Motores de Esperanza, le estamos apostando a la formación de comunidades de liderazgo desde lo local, conformadas por líderes políticos, sociales, empresariales y estudiantiles, para trabajar por el bien comun de su territorio.  


Los resultados del primer piloto, nos demuestran que esta puede ser una apuesta ganadora para enfrentar la crisis de liderazgo que vivimos en la actualidad. Y también, para canalizar la energía de muchos líderes que demuestren que es construyendo  y no destruyendo, como logramos un mejor país, minimizando los riesgos de otra explosión social como la que hoy estamos viendo en Colombia.


Si usted señor lector está interesado en saber más detalles sobre esta iniciativa , enviarme por favor un mensaje a mi correo fmanrique@mac.com


1 comentario:

  1. Me parece un magnifica iniciativa. Sería interesante contemplar y aprender de los métodos de desarrollo regional que han sido exitosos en los países desarrollados para aplicarlos al contexto latinoamericano.

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