sábado, 3 de julio de 2021

¿Cómo llegamos aquí?


Conversando en estos días con un buen amigo chileno, sobre lo que ha sucedido en nuestros países, me compartió algunas reflexiones que hizo con otros empresarios, a la luz de una
  pregunta sencilla pero profunda:  ¿Porqué y como llegamos aquí ? . Esta pregunta es especialmente relevante para los chilenos que se sentían tan orgullosos del modelo económico que los había colocado a la cabeza de los países latinoamericanos en materia de desarrollo. O al menos eso creían hasta que les estalló la bomba.

El mismo interrogante debe de estar  rondando en la mente de muchos empresarios peruanos, que han visto cambiar, en muy pocos meses un panorama económico interesante aunque en un entorno político caótico, por una pesadilla marxista que  está apenas por empezar. 


Este cuestionamiento también debería estar presente en Colombia, donde en estos últimos dos meses, hemos presenciado protestas sociales y actos de terrorismo urbano, que han tenido un impacto sin  antecedentes en nuestra historia reciente como nación. 



Como resultado de estas dinámicas convulsionadas, nos enfrentamos con un calidoscopio de emociones negativas, cuando hemos visto transformar el legítimo derecho a la protesta resultado de  los efectos de la pandemia, en un movimiento vandálico de destrucción calculada y sistemática de los bienes públicos, el cierre  miles de empresas, un aumento exponencial de la polarización, un ataque a nuestro sistema democrático, más otras secuelas no menores producidas por el desmadre de esta situación.


El gran reto que tenemos, es no dejarnos paralizar por las emociones negativas, para poder responder, actuando  más rápidamente, en los diferentes niveles de la sociedad. Hacerlo es responsabilidad de todos, porque no hay un mesías que nos vaya a hacer el milagrito, que nosotros nos neguemos a realizar. 


Esta explosión social, en el momento más alto de muertes y contagio, han tenido unos impactos negativos que han sido tremendamente perjudiciales para una sociedad ya muy debilitada por los efectos de la pandemia. Pero también, ha traído cosas muy positivas qué hay que valorar. 



La primera de ellas: obligarnos a hacernos las preguntas difíciles que no habíamos querido enfrentar hacia atrás. La segunda:  forzarnos  a reconocer muchos de los avances positivos que hemos logrado en las últimas décadas como sociedad, porque son las únicas bases sólidas para poder actuar y vencer la desesperanza que hoy nos  paraliza, para evitar que unos bárbaros acaben con nuestro país bajo la disculpa de que sus actos son en beneficio del pueblo.


Volvamos a la pregunta reformulada con la que inicie este blog: ¿Porqué  y como llegamos a esta situación?


  • Una cultura desalinéala con las exigencias crecientes de un entorno cambiante, cada vez más volátil, incierto , complejo y ambiguo, que nos ha impedido reconocer los retos y problemas que se habían venido acumulando sin resolver a los largos de los años. Asociado a lo anterior: 
    • Vacíos profundos de liderazgo a todos los niveles de la sociedad.
    • La cultura y el liderazgo  no son temas visible, relevantes, y por lo tanto  no son conversarles, cuando se analizan las causas raizales de los problemas que tenemos como sociedad.
    • La pérdida de valores y la ausencia de un propósito colectivo .
    • La cultura del dinero fácil que premia al vivo y a los atajos chuecos, donde el fin justifica los medios
    • Incapacidad de leer oportunamente las señales del entorno interno en el país, así como externo a nivel global, para poder enfrentar mejor los cambios de paradigmas, sociales, políticos, empresariales y tecnológicos que están en marcha.

  • Una profunda  crisis ética que se manifestó en el cancer de la corrupción y el saqueo de los dineros públicos donde todo vale y no hay sanción social. Esto se facilitó por:
    • Unas élites que abusaron de su poder para maximizar, mediante colusiones, sus resultados económicos sin reparar en las necesidades de los demás.
    • Unos niveles muy altos de impunidad que hace  al sistema democrático muy vulnerable a su manipulación. 
  • El deterioro de la capacidad institucional para responder a las crecientes expectativas de la gente como resultado de:
    • La mediocridad de los dirigentes políticos incapaces de entender los retos actuales y de conectarse con las necesidades de la población. 
    • La fragmentación de los partidos políticos, que dejaron de servir de cadenas de transmisión para los reclamos y las necesidades de la sociedad, con los estamentos del Estado a nivel nacional y local.
    • Los niveles históricos de desconfianza en las instituciones y en la dirigencia política.
    • La desesperante lentitud del Estado para acompasar la velocidad creciente de los cambios del entorno. No se percibe como un ayuda sino un obstáculo mayor qué hay que superar.
    • La baja capacidad profesional en los funcionarios públicos en un sistema que castiga la innovacion y el asumir la responsabilidad. 


  • En Chile se creyeron el cuento del éxito de su modelo de desarrollo económico y dejaron de leer las señales del desequilibrio que generó, y que en las últimas décadas, se tradujo en una mayor desigualdad y malestar social. Esto produjo: 
    • Una conciencia anestesiada en la mayoría de los empresarios que le voltearon la espalda a las crecientes expectativas no atendidas  de la población. 
    • Una sociedad de consumo con altos niveles de endeudamiento 
    • Unos partidos políticos que se engolosinaron con el poder y el modelo económico vigente.
  • En Colombia, un modelo económico altamente dependiente de la explotación de recursos naturales no renovables y con una muy baja capacidad de generación de valor a nivel internacional. Las razones son varias: 
    • La baja capacidad de generación de puestos de trabajo calificado que absorba un número creciente de oferta, especialmente personas jóvenes y mujeres en general.
    • Una baja productividad laboral que impide competir en costo y calidad en el mercado internacional. 


  • Una población adulta con brechas grandes de alfabetismo funcional que los convierte en blancos fáciles de la manipulación. Esto es el producto de: 
    • Un Sistema de Educación que le apostó a la cantidad y no la calidad 
    • Un Sistema de Educación Superior cuya propuesta de valor no abre oportunidades y si genera mucha frustración.
  • Un Sistema de Salud con unos profundos problemas de capacidad, equidad, y calidad. Esto generó
    • Una dependencia de producción  de vacunas, drogas e implementos médicos 
    • Una gran vulnerabilidad a las posición dominante de las grandes empresas farmacéuticas. 

Como no soy partidario de solo ver el vaso medio vacío, a pesar de la enormidad que implica  reconocer los temas anteriores y encontrar soluciones creativas para ver el vaso medio lleno,  me parece necesario  hacernos otra pregunta muy importante: ¿Qué tenemos como activos valiosos los colombianos, para poder superar la situación actual, minimizando los costos y los riesgos que esto implica?


Aquí quiera invitar a los lectores a proponer sus respuestas y que me las envíen a mi correo personal.  fmanrique@mac.com Me comprometo a compilarlas en mi próximo blog , donde buscaré  demostrar que son muchos los activos que tenemos para combatir el miedo, el escepticismo, la desesperanza, que son las emociones negativas que hoy nos acompañan, y que nos frenan para actuar con rapidez, si no queremos lamentarlo después. 


1 comentario:

  1. El problema planteado es desbordante. Ha logrado desestabilizar todo, hasta la misma regulación de las emociones. Nos envuelve una depresión sicosocial. Es imperativo en este momento, ir al sentir social en su médula herida, su grito de "no más miseria, basta!!!", para no ocultar sus causas y pensar cómo comenzar por ahí, por erradicarlas. Mientras no haya justicia social, o no instalemos de verdad, el Estado Social de Derecho en Colombia, todo será inútil, porque seguiremos sin ir al principal núcleo del problema.

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