domingo, 14 de noviembre de 2021

El poder de la dialéctica en el mundo actual

 


Si conversar es el acto mediante el cual, dos o más personas cambian juntas, entonces:
 

¿Cómo evitar las burbujas coversasionales en las que millones de personas han caído gracias a las redes sociales? ¿Cómo tener conversaciones generativas que nos hagan avanzar y no atrincherarnos en nuestras creencias y juicios que nos paralizan?.¿Cómo evitar que se siga relativizando la verdad? 



Estas preguntas señalan el gran reto de nuestra época. Sin una respuesta clara, esta capacidad de comunicación, que nos hace únicos a los humanos, no nos va a servir para enfrentar colectivamente los inmensos desafíos que tenemos como especie. Un buen ejemplo lo estamos viendo con los temas de sostenibilidad, amenazados aceleradamente con el cambio climático.



En la actualidad, las conversaciones que vemos todos los días entre dos personas, generan una dinámica conocida. Una de ellas, considera que tiene a priori la razón, para buscar convencer a la otra, de que su verdad es la que vale, para lograr que el interlocutor seda y acepte, que sus ideas  están equivocadas. En esta situación, hay una persona que gana, la que impuso su verdad, y otra que pierde, porque entregó su posición sin nada a cambio.


O hay otra posibilidad más compleja aún. Las dos personas no se abren para escuchar las ideas y posiciones distintas que tienen. En este caso, se cierra la posibilidad de mejorar su mutua compresión del mudo. De encontrar nuevas oportunidades para crecer y avanzar hacia un conocimiento más completo de su situación y del entorno que los rodea. Si no se logra, las consecuencias son la mutua descalificación y los conflictos violentos. 



Al encerrarse cada uno en “su verdad” y defender unas afirmaciones cuyas bases no son cuestionadas, se pierde la oportunidad de encontrar puntos en común, que permitan avanzar hacia un propósito superior. Este facilita los acuerdos para lograr soluciones a los problemas cada día más complejos que tenemos como sociedad..


Las dinámicas conversacionales tan destructivas que estamos viendo hoy en día, hacen que sea un imperativo urgente el rescatar el uso de la dialéctica, porque propone algo muy diferente. Etimológicamente la palabra proviene del griego dialectikós, que se traduce en conversación.


¿Pero qué es la dialéctica?. Encontré dos definiciones en Google


Teoría y técnica retórica de dialogar y discutir para descubrir la verdad mediante la exposición y confrontación de razonamientos y argumentaciones contrarios entre sí.


Y desde la filosofía


Método que investiga la verdad mediante el examen crítico de las percepciones y teorías, a través  del intercambio de proposiciones (tesis) y contra-proposiciones (antítesis), resolviendo la contradicción a través de la formulación de una síntesis final (conclusión).



Parte de que una persona propone una premisa, o tesis que la somete al análisis y crítica de otra persona. Esta representa la antítesis, que no significa el rechazo total de la tesis, sino que puede ser un cuestionamiento parcial de la misma. 


La síntesis resulta de el mejoramiento de la tesis, que incorpora elementos de la antítesis, se eleva a la primera a un nivel que le permite resolver el problema planteado. Si se logra. las dos personas ganan en comprensión y entendimiento de una verdad compartida.


Un ejemplo, que escuché en una charla sobre este tema, muestra la dinámica de la dialéctica en acción. Alguien afirma que el agua es un líquido como premisa en una discusión. Otra persona la objeta y propone una antítesis: cuando la temperatura baja de 0º C el agua se convierte en un sólido, o cuando supera los 100ºC se vuelve vapor. Quien propuso la tesis del “el agua  es un líquido”, la acota diciendo que: el agua si es un líquido, pero entre el rango de temperaturas planteado por la otra persona. Esta afirmación se convierte en la síntesis de la discusión. 


El ejemplo anterior representa lo que significa una conversación dialéctica, donde no se parte que una persona tiene la razón y la otra está equivocada. Se genera un intercambio, en el que las dos partes involucradas, ganan en precisión y comprensión del tema tratado, o del problema que se quiere resolver.



Desafortunadamente, este es el tipo de conversaciones están ausentes hoy en día en las redes sociales. Allí se promueven las burbujas conversacionales, formadas por grupos de personas que comparten las mismas creencias, proclives a rechazar violentamente a quienes piensan de manera diferente. 


En estos espacios se promueven unas dinámicas descalificadoras, donde no es posible avanzar, cuando se presentan ideas que pueden ser conflictivas y contrarias a las creencias dominantes del grupo. En estas condiciones, no sirven los argumentos basados en datos y hechos demostrables, y se ignoran o rechazan las conclusiones científicas serias. Un ejemplo patético lo estamos viendo hoy con el movimiento anti vacuna para el covid-19


Al no haber la disposición a la escucha y a la apertura para incorporar elementos valiosos de la posición del otro, el resultado es el estancamiento, la descalificación y un freno a la evolución de las ideas. 


Dadas las dinámicas anteriores, se vuelve urgente recurrir  a la dialéctica, para someter las ideas a las oposiciones o visiones contrarias para enriquecerlas o replantearlas. Esto sucede, porque se reconoce como legítimos algunos puntos de quienes rebaten la tesis o el supuesto con el que comenzó la conversación. 


La posición de buscar la verdad mediante la dialéctica, le da legitimidad a quien tiene una opinión o idea distinta o opuesta, permitiendo enriquecer el debate y mejorar las ideas. También le da un verdadero sentido generativo a la acción de dialogar. Para no hablar, que le quita protagonismo a la emocionalidad exacerbada, disparada por  una opinión contraria que se interpreta equivocadamente como un ataque personal.


Por todo lo anterior, la dialéctica le da valor a la inclusión y a la diversidad. En lugar de buscar la confirmación de las creencias individuales, con personas que piensen igual, el exponerse conscientemente a las opiniones contrarias, enriquece y vuelve un activo la diversidad en una sociedad. 



Las personas que se niegan a abrirse a las ideas contrarias de los demás, están impidiendo que surjan propuestas enriquecidas, innovadoras y creativas. La descalificación, sin la apertura a escuchar, impide el avance que se puede lograr desde la dialéctica en la evolución de las ideas. Para no mencionar, que este es el camino que permite ir cambiando o modificando los modelos mentales que tenemos los seres humanos para interpretar la realidad.


El punto anterior es fundamental en épocas de grandes cambios como los actuales. Me explico. 


Los modelos mentales están fundamentados en las creencias, valores  y supuestos que una persona ha adoptado consiente o inconscientemente a lo largo de su existencia. El problema aparece, cuando las condiciones del contexto cambian, y obligan a su revisión. Los modelos mentales que no se cuestionan, a pesar de estos cambios, generan una visión distorsionada de la realidad, que impide que la persona crezca y se adapte más fácilmente a su entorno. 


En resumen: la dialéctica es cada vez más importante para para eliminar las barreras comunicacionales que hoy nos impiden encontrar soluciones a problemas comunes,  tener un propósito colectivo, que nos permita avanzar como sociedad. Es la forma de conversar e interactuar, que debemos de utilizar con personas que cuestionan las bases que sustentan nuestros supuestos, creencias y valores. 


El uso de la dialéctica, nos brinda la oportunidad para repensar la validez y pertinencia de nuestros modelos mentales, para abrir la puerta a nuevas oportunidades. También, para  crecen colectivamente como resultado del intercambio hecho desde la escucha y la curiosidad. Si no lo logramos, lo que está en juego es nuestra misma supervivencia como especie y el aumento incontrolado de los conflictos sin resolver.

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