sábado, 23 de abril de 2022

La diferencia entre protestar y gobernar

 



En Chile y en el Peru se está desarrollando una película muy similar. La pregunta es si es un espejo para Colombia. Los votantes llevaron a la presidencia a dos personajes sin experiencia y representantes de la extrema  izquierda. Ambos generaron altísimas expectativas de cambio y explotaron la frustración de mucha gente con el sistema imperante, que claramente no había estado a la altura de sus expectativas y necesidades. 


Pero una vez en el poder, se están encontraron con otra realidad que los tienen enfrentados con sus mismos seguidores. Están aprendiendo que una cosa es protestar y criticar y otra muy distinta es gobernar.


Sobre la situación en Chile ya he escrito varios blogs. Recientemente, he leído  con mucha curiosidad, varios análisis sobre el proceso de la llegada al poder de Boric, el más joven presidente, y posiblemente el más inexperto, de quienes han alcanzado la más alta posición de su país en más de  una generación.


De alguna manera, y sin ser pesimista, es una película en la que en algunos aspectos, nos podemos reflejar los colombianos para anticipar lo que puede suceder en nuestro país, cuando elijamos a quien va a remplazar a Duque en el poder. En este blog, voy a seguir aportando otros elementos  de reflexión, enriquecidos con la visión local de varios analistas y formadores de opinión chilenos. 



Juan Carlos Eicholz es uno de ellos. Es un comentarista político y profesor universitario a quien tuve el gusto de escucharle una excelente y premonitoria exposición hace una década en Santiago, en el momento en que la ciudad se encontraba paralizada por una movilización de estudiantes indignados por los costos de la educación superior, y cuyo blanco  de su rabia, fue el Sistema de Transporte similar a Transmilenio. Recientemente le hicieron una entrevista en Semana sobre la situación actual de su país. 


Mirando en mis notas de esa época, me llamo mucho la tensión la coincidencia con su análisis actual. En ese momento habían ya señales de fractura de la Concertación, que fue la coalición que se armó de centro izquierda, para asumir el poder que dejó Pinochet y que durante veinte años, exitosamente le dio a Chile unos niveles de desarrollo, que lo volvieron un referente para otros países de la región. 


Sin embargo, su permanencia por mucho tiempo en el poder,  desgastó la credibilidad y el apoyo de la coalición. Se descuidaron y hubo complacencia.  Era evidente que las expectativas de la gente, especialmente los jóvenes, iban a una velocidad mayor que la capacidad institucional de estar a la altura de los retos de esta tendencia. 


Hace más de una década, se veían unos cambios en marcha que  se  caracterizaban por su tremenda complejidad. Ya se evidenciaban claras  señales  de la desalineación de las capacidades del Gobierno y las expectativas de sus gobernados, que no iba a ser sostenible. Las élites dominantes no las leyeron a tiempo para promover los cambios requeridos. Esta ceguera llevaría al poder  años más adelante, a un joven sin ninguna experiencia y conocimiento en el manejo del Estado.


Desde hace un década, se comenzaba a vislumbrar una brecha generacional cuya transición se acaba de consolidar con la llegada de Boric. Este fue un desafío demoledor  a las élites, que tradicionalmente habían detentado el poder, y a los partidos políticos que no se habían sintonizado, para responder a los grito de cambio de las nuevas generaciones. 



En esta transición, Chile muestra un choque cultural entre los valores tradicionales del orden, la eficiencia, la competitividad y la jerarquía, con otros emergentes que han sido acogidos por las “nuevas generaciones digitales” como es la colaboración, el medio ambiente, la responsabilidad social colectiva. Los primeros dieron la base de un una era de desarrollo sin antecedentes en la historia de la humanidad que hoy no tiene eco en las nuevas generaciones. 


Boric, supo capitalizar y darle voz y voto, a los pedidos de cambio de los jóvenes  y otras personas que estaban hastiadas con el sistema actual, y cuya manifestación más violenta sucedió a finales del 2019, con actos vandálicos que destruyeron  el sistema de transporte masivo de Santiago, entre otros daños ocasionados. Este movimiento fue el preámbulo de otros similares en Colombia y en la región, con impactos peores como fue nuestro caso. 


Dado que Boric llega al poder con el total apoyo del Partido Comunista chileno, Eicholz se pregunta con razón, si él representa la transformación o la izquierdización de Chile. La respuesta a esa pregunta va a depender de la manera como el inexperto Boric, maneje las varias dinámicas que ya están en marcha y que han hecho, que su comienzo,  tenga la más corta luna de miel en la historia de su país. 


La apuesta de varios analistas, es que evidentemente Chile se va a mover a la izquierda y el gran temor, es que el péndulo  se vaya  al extremo desde donde devolverse puede ser muy difícil regresar y con un costo inmenso para la sociedad. No se ve quien pueda liderar una transformación menos traumática . 


La derecha y el centro quedaron muy desdibujados después del resultado electoral. Y la razón, porque la emoción dominante es la rabia contra las élites y el sistema que se quiere transformar. Esto lo demuestra una investigación hecha desde muchas conversaciones que se documentaron después de las protestas sociales del 2019.



El joven Boric está aprendiendo su primera lección. Una cosa es promover marchas incendiarias, como lo hizo siendo dirigente estudiantil, y arremeter contra todo lo establecido desde la oposición. Otra muy distinta, es enfrentar la cruda realidad del manejo de un estado muy complejo, en medio de momentos tan turbulentos como los actuales en el mundo. 


Está entendiendo que la crítica destructiva desde la oposición, es una postura muy cómoda sin responsabilidad, especialmente cuando el establecimiento ha dado “tanta papaya”, como lo diría Antanas Mockus. Pero otra muy distinta,  cuando tiene que aprender a gobernar respondiendo a las múltiples demandas causadas  por las exageradas expectativas generadas durante la campaña al poder. 


Hoy Boric se encuentra en medio de varios fuegos cruzados. Por una parte, le han llovido críticas desde los partidos de extrema izquierda por estar mostrando una posición más conciliadora y alineada con las realidades del poder. Con su posición más moderada, Boric parecería que entiende que debe de representar los intereses, expectativas y preocupaciones de todos los chilenos.


En simultanea, enfrenta el resultado de la nueva Constitución, que hoy está siendo redactada por partidarios de la extrema izquierda, para la refrendación del pueblo en septiembre,. Estos grupos, que fueron elegidos por elección popular, tienen una posición mayoritaria  para asumir esta tarea. En el seno de esta Constituyente, se están proponiendo medidas extremas, como es la expropiación de las mineras que son la principal fuente de recursos para el estado chileno. Parece que esta opción no fue propuesta  por Boric durante su campaña,  por lo que  puede ser una fuente de confrontación y gran desgaste político. 


Pero además, está el Congreso actual, donde se mueven otras mayorias contrarias, lo cual va a significar un fuerte choque de poderes que afecta la capacidad institucional ya muy cuestionada. Se va a dificultar muchísimo, el llegar a consensos para la toma de las decisiones que necesita el país en estos momentos. Se está viendo un choque, no solo es cultural, como ya lo he mencionado, sino de cosmovisiones muy distantes y diferentes. 


El resultado es que Chile se va a mover en los próximos meses, no solo en un entorno muy complejo, sino de una grandísima incertidumbre cuyo impacto va a afectar muchas decisiones vitales para el país. Por ejemplo, las decisiones de inversión que en la actualidad deben de estar bastante paralizadas y con un costo muy alto para la sociedad chilena.



Creo que como ya está pasando en el Peru, de dónde acabo de regresar, mucha gente que voto por un cambio a cualquier costo, va darse cuenta que ese tipo de decisiones con el hígado y no con la cabeza, se pagan muy caro. Hoy Castillo está siendo desbordado por las marchas de todo tipo de sus mismos seguidores  que se sienten traicionados. Las paradojas de la vida: sus seguidores lo están rechazando y utilizando este mecanismo que fue   el mismo que lo llevó  a la presidencia de su país. Un  fenómeno similar lo está viviendo Boric en Chile. 


Lo que es evidente de los ejemplos de Chile y Peru, y muy pronto Colombia que se puede sumar a esta lista, es el alto costo que se paga, cuando una sociedad no se preocupa por formar a sus dirigentes políticos. Como resultado, cualquiera con capacidad de elocuencia y nada más, puede embaucar a millones de ciudadanos desorientados que votan sin ningún criterio, porque simplemente quieren jugársela por alguien diferente. 


Esta es una posición suicida en momentos de tantos cambios y de alta complejidad. Se necesita una nueva generación de políticos con capacidad de liderar una verdadera transformación, que acompañe las crecientes expectativas y necesidades de la gente, especialmente de las nuevas generaciones. 


Ahora bien, hay que estar atento a otra realidad. Estas transiciones y transformaciones despiertan mucha resistencia de parte de quienes se habían beneficiado del estatus quo que no lo quieren perder. Esto significa que se requiere una alta capacidad para ejercer el liderazgo y para manejar los conflictos que se van a producir. 


Una lección clara que queda de los ejemplos de Chile y Perú, que también se aplica a Colombia, es el altísimo costo que se paga con la complacencia que impide anticiparse a las crisis y no conducirlas. Es el resultado de una ceguera colectiva que inmoviliza y expone a las democracias a ser capturadas desde adentro, por populistas que se quedan en el poder a cualquier costo. El clásico ejemplo es el de Chaves, Maduro y compañía en Venezuela o Evo Morales en Bolivia. 


Otra lección. Mientras Boric representa el cambio a una nueva generación de dirigentes políticos en Chile, Petro, después de más de cuatro décadas en la política colombiana, por su trayectoria  y talante, representa al viejo discurso populista de la extrema izquierda latinoamericana de un Correa en el Ecuador, un  Evo Morales en Bolivia, o de Ortega el dictador de Nicaragua. Difícilmente se puede ver en Petro, un personaje tan cuestionado, contradictorio y polarizante,   cómo el verdadero símbolo de la nueva generación política para generar consensos que  transformen a un país tan complejo como es el nuestro. 


Una tercera lección es qué hay que desarrollar nuevas capacidades en el estado y en la sociedad, como lo mencioné en el blog de la semana pasada. Una capacidad crítica en épocas de grandes cambios como la actual, es la de la adaptación que se requiere para superarlos y aprovecharlos. Todo cambio genera un gran desequilibrio y saca a la gente de su zona de confort lo cual genera mucha resistencia.


Como bien lo expresa el analista chileno entrevistado por Semana, la capacidad adaptativa, que no es lo mismo que acomodarse o resignarse,  genera una ventaja competitiva muy importante para una sociedad. Por ejemplo, permite el entender mejor la diversidad como un activo de la sociedad, o mirar a otros de manera sistémica. Facilita  abrirse a cosas nuevas y no a anquilosarse . El aumento de la capacidad adaptativa, cuando se  produce el desequilibrio del cambio, permite ir evolucionando, incorporado cosas nuevas y dejando otras viejas para no evadir los problemas y enfrentar mejor los grandes retos de la sociedad contemporánea.


Construir capacidades de adaptación, implica desarrollar capacidades sobresalientes de escucha, de anticiparse a los cambios,  y de sentir empatía por el otro. No hacerlo es seguir el camino hacia abajo a un despeñadero. 


PD: la complejidad del entorno actual hace imposible que la polarización y el miedo sea el camino para gobernar a un país que necesita sanar muchas  heridas. Amanecerá y veremos en Colombia 



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