sábado, 11 de junio de 2022

El populismo un salto al vacío II Parte


 En el blog pasado terminé con el titular del prestigioso semanario internacional The Economist “A presidential run-off between an ex-guerrilla and a TikTok populist puts a stable country at risk“. Este titular nos obliga a reconocer la importancia de la mentalidad populista de quienes hoy compiten por llegar a la Presidencia de Colombia. Ya no es una posibilidad, es una realidad cuyas consecuencias vamos a tener que enfrentar. 

En ese blog mostré que la sobre valoración del poder del Estado y el desprecio por la libertad del individuo, la venta del complejo de victima, y el libre mercado como el culpable, son algunas de las características del populismo. En este blog voy a mostrar como el uso de la democracia como un disfraz, y la obsesión por la igualdad, complementan el perfil del populista expuesto en el libro “El engaño populista” de Axel Keizer y Gloria Álvarez, de donde he tomado algunas ideas.


El disfraz de la democracia.


A juzgar por los resultados muy cuestionables de la democracia en America Latina, y en otras partes del mundo, la labor incansable de los movimientos populistas de izquierda y de derecha, que se han venido extendiendo, han erosionado aceleradamente sus fundamentos. 


Estos movimientos están aprovechando el momento histórico de altísima complejidad, para proponer “cambios” . Utilizan los instrumentos de la democracia, como es el voto y el plebiscito, para llegar al poder, capitalizando y exacerbando el malestar de la gente contra el sistema actual. Los principios del liberalismo y del capitalismo, están completamente desdibujados y no hay una contra narrativa que los defienda. Por esta razón, la gente compra el “cambio” sin entender que es y cuáles son sus consecuencias. 


Lo interesante es que, quienes quieren debilitar la democracia y las instituciones en América Latina, utilizan la etiqueta de “democrático” en el discurso de  sus movimientos. Unos ejemplos: en la derecha Uribe con su Centro Democrático, y en la izquierda el Polo Democrático. Hoy Petro disfraza la expropiación bajo el ropaje de la “democratizar” la propiedad como lo hizo Chávez en Venezuela.  



Es un hecho: hoy en Colombia, los niveles de confianza del sistema democrático, están en el suelo. Esto explica el porqué a nadie parece importarle el tema y le coman el cuento a quienes quieren llegar al poder.  En nuestro caso, quedaron de finalistas dos personajes que representan claramente el populismo y el autoritarismo que hoy está minando como un cancer, la democracia en nuestra región.


El problema es que, si el populista y autócrata gana las elecciones, así sea por una mínima diferencia, al llegar al poder  siente que los límites no le aplican. De hecho, hace lo posible para eliminar o cambiar la institucionalidad que lo puede limitar. Y ya sin restricciones, y bajo el mantra de que las mayorías han hablado en las elecciones “democráticas”, proceden a atacar la libertad de expresión, a eliminar los partidos, y cualquier otro obstáculo, porque este individuo representa y le da voz directa a la “voluntad popular”. 


Hay un gran contraste de la práctica de la democracia como hoy se observa en America Latina, con el ejemplo de los países de habla inglesa. En estos, no se entiende su práctica sin tener en cuenta los derechos fundamentales del individuo, como son su libertad y la propiedad. En estos países hay un sistema de pesos y contra pesos, diseñados para evitar el abuso del poder. 


En nuestra región, “La democracia es un vehículo para extender y no para limitar el poder del gobernante que dice representar al «pueblo»”. Evo Morales decía: 


“Por encima de lo jurídico, es lo político. Quiero que sepan que cuando algún jurista me dice: Evo, te estás equivocando jurídicamente, eso que estás haciendo es ilegal, bueno, yo le «meto», por más que sea ilegal. Después les digo a los abogados: si es ilegal, legalicen ustedes, ¿para qué han estudiado?”



No se si al lector le suena el tema escuchando a los dos finalistas de la contienda política actual en Colombia.  A eso es que hoy nos expusimos por las decisiones que tomaron 14 millones de colombianos en la primera vuelta. No entendieron que, para el populista y el autócrata, lo jurídico también es una barrera para ejercer el poder sin límites. Criticarlo es antidemocrático, porque limita la voluntad del “pueblo”, que él representa cuando  llega a la Presidencia.


Contrasta esta actitud con la que se tiene en los países donde la democracia está madura. En estos países, prima el proteger el estado de derecho, que es garante de la libertad individual  y  también de los derechos de las minorías. Se quiere evitar el abuso del poder de las mayorías representadas por un autócrata que asume su vocería.


Como lo escribía Locke: debe haber un conjunto de normas y leyes aceptadas por los ciudadanos, para proteger la libertad. “Esto consiste entonces en que cada individuo pueda disponer de su persona, acciones y posesiones, sin ser sometidos a la voluntad arbitraria de otro.“ limitando el poder del gobernante. Como lo explica el jurista alemán  Georg Jellinek, el gran peligro es “la completa transferencia a la comunidad de todos los derechos del individuo. El Estado es el amo de los bienes de sus miembros…”


Pero hay otro gran peligro. Los resultados de la votación en Colombia, Peru y Chile, demuestran que, a quienes votaron por “el cambio”, poco o nada les preocupa por entender que es necesario ponerle límites al gobernante y al poder del Estado, y que los dos elegido son muy poco proclives a aceptar restricciones. Cuando el gobernante es un populista y autócrata, el gran riesgo es que no se pueda controlar, como ya sucedió con Chávez en Venezuela y Ortega en Nicaragua.



Tampoco entienden que el Estado de derecho está en juego, y que a pesar de sus imperfecciones, es fundamental para proteger la libertad y los derechos individual y resguardar la libertad de expresión. Esto requiere desarrollar capacidades colectivas como sociedad para controlar los abusos de poder, pero también de corresponsabilizarse para colaborar con el Estado en función de un bien común. 


La obsesión por la igualdad


El comentario anterior nos lleva a la última característica del populismo. La venta de la igualdad por los movimientos de la izquierda. Lo que es interesante, es que quienes lo predican cuando llegan al poder, para ellos no aplican y se transfieren los privilegios que tenían sus antecesores. Es un motivo muy poderoso para aferrarse al poder.


Los seres humanos todos somos diferentes. Eso es un hecho irrefutable. Por lo tanto, hablar de igualdad no es realista si no se respeta la libertad individual que le permita a cada ciudadano encontrar su mejor camino y bienestar. Al no hacerlo,  se pone un foco equivocado y se  genera expectativas, resentimientos y confrontaciones de clases muy peligrosas. 


Se crea las condiciones donde el resultado es repartir pobreza y no aprovechar la energía y las capacidades  individuales para construir riqueza. Esto es posible  en un entorno con instituciones serias y un marco legal aceptado por todos , que ofrezcan  igualdad de derechos y oportunidades que permitan crecer el pastel del cual se beneficien todos.


La pregunta que parece estar ausente en la cabeza de mucha gente que hoy vota con la emoción y no con la razón, es: ¿qué ejemplo hay en el mundo donde un autócrata en el poder lo ha dejado por su propia voluntad, y ha dejado una situación mejor que la que recibió?


PD: Este blog lo había escrito antes del escándalo del Petrovideos donde se ha desenmascarado la estrategia repugnante que ha utilizado este candidato, con el apoyo de unos personajes siniestros, para arrasar con la reputación de sus contrincantes. Para este personaje que aspira a la Presidencia de Colombia, el fin justifica los medios. A sus opositores hay que exterminarlos no importa los métodos ilegales que haya que utilizar. Si esto es ahora, ¿cómo será si llega al poder?. 


Este escándalo no me sorprende en el caso de este candidato. Sus actuaciones se enmarcan dentro de los parámetros de un populista y autócrata para quien lo ético y lo legal, son un estorbo como lo ha sido para sus homólogos en otros países. Como lo denuncia la revista Semana, este escándalo está a la altura del proceso 8000, que destapó el ingreso de los dineros narcos a la campaña de Samper hace 28 años, y nos  muestra que tan bajo hemos caído en el ejercicio de la politica en Colombia. 


¿A que hora llegamos a esta situación? Y más importante: ¿Qué vamos a hacer?



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