En este fin de año,
tuvimos con mi señora la oportunidad de viajar por varios países
del Sur este asiático. En esta ocasión,
queríamos conocer la parte rural de Tailandia, Laos, Birmania y
Vietnam. Hubo muchas cosas que me llamaron la atención y sobre las
cuales voy a compartir con mis lectores. En este blog, me voy a referir a
algunas reflexiones que nos surgieron de la visita a muchas aldeas de las minorías
étnicas,
sobre el sentido de "los adultos mayores" en su comunidad.
El tema es de especial interés
para mi señora, porque desde hace muchos años, apoya un hogar
de ancianos enfermos, abandonados por sus familias. Por esta razón,
en cada sitio que visitamos en este viaje, ella se acercaba a conversar con
personas similares. Con la ayuda del
traductor que nos acompañaba, nos pudimos enterar de su modo de vida y del papel que
juegan en sus núcleos familiares.
En estas culturas, las personas que
llegan a edad avanzada, son cuidadas y respetadas como parte de una tradición
familiar.
Mientras la tendencia de los jóvenes
en las zonas urbanas, es a demorarse cada vez más en casarse y tener una relación
estable, en estos países, mayoritariamente rurales, los campesinos se casan muy jóvenes
cuando tienen apenas 16 a 17 años.
Con niveles educativos muy bajos, el
control natal es nulo, y por lo tanto, es muy común
ver niñas muy jóvenes con sus trajes multicolores y un
hijo envuelto como un bulto a sus espaldas. Acostumbrados a trabajar en el
campo desde niños, siguen en esta actividad y dejan a sus hijos en manos de
sus abuelos. Estos asumen una labor muy importante en la educación
de sus nietos mientras sus padres están fuera del hogar durante el día.
Por ejemplo en Vietnam, por tradición
cultural, el hijo mayor, normalmente se encarga de sus padres, y es común
encontrarse bajo un mismo techo, a abuelos, bisabuelos y hasta tatarabuelos.
Los otros hijos visitan la casa de sus padres en ocasiones especiales llevándoles
un regalo en un sobre rojo que lo llaman "el dinero de la suerte",
para desearles una larga vida y recordarles la importancia que tienen sus
padres para ellos y la unidad familiar.
En una aldea en el norte de Vietnam,
en la frontera con la China, pudimos conversar con una anciana de 101 años,
lúcida
y muy bien conservada. Al parecer, este no era un caso insólito
en la región. Cuando indagamos como lograban mantenerse en buena salud
personas como ella, teniendo en cuenta las condiciones muy precarias sanitarias
que en general pudimos observar, la respuesta nos sorprendió.
Parece ser que la receta para una vida larga y con buena salud consiste en
caminar todo el día, comer
principalmente arroz y vegetales, y contar con el respeto y cuidado de
sus familiares más cercanos.
Lo interesante de esta experiencia
es que nos recordaba el caso de campesinos en Colombia. Al igual que sus homólogos
de Vietnam, estas personas, pueden llegar a edades avanzadas viviendo una vida
muy austera. La madre de una de nuestros empleados que vive en Boyacá
, a los 94 años, camina varias horas todos los días, para ir al
pueblito más cercano a vender la leche
que ella misma ordeña. La diferencia en este caso, es que
ella vive sola, ya que sus hijos están en Bogotá.
En países como Laos y Birmania, alrededor
de 75% de la población
es rural, al contrario de lo que hoy está pasando en Colombia. Por esta razón,
el papel de los adultos mayores en esta región del mundo, es clave en la formación
de la unidad familiar. Como ya lo mencionaba anteriormente, normalmente asumen
la responsabilidad de cuidar a sus nietos y bisnietos, mientras los padres están
afuera en el campo, arando, pescando o cuidando el ganado.
Una observación al margen del
tema principal. En general en los países que visitamos, encontramos un aseo
y un orden impresionante en las aldeas más humildes a donde llegábamos
por fuera de las rutas del turismo tradicional. Es especialmente notorio el
caso de la gente en Birmania y Laos, que nos llamó la atención porque su
ambiente limpio y bien tenido, le dan un
toque muy especial a las condiciones de humilde sencillez, en que viven los
campesinos en estos países.
Contrastan mucho estos ejemplos con
lo que vimos hace unos años en Cambodia, donde los niños se bañaban con los marranos en medio de un
desaseo impresionante. Lamentablemente,
situaciones como estas se viven hoy en varias zonas del Chocó,
en Tumaco y Buenaventura en Colombia.
Una reflexión que nos surgió viendo estos pueblitos campesinos: la
pobreza manejada dignamente, permite a la gente vivir con una calidad de vida
superior, como lo pudimos observar en este viaje. Cuando hay desaseó
y desorden, la pobreza se vuelve miseria con un impacto muy dramático
en la gente.
Pero el tema de acercarnos a los
ancianos en nuestro viaje, también era de especial interés,
porque pocos días antes de iniciar nuestro recorrido, una persona muy
cercana a mi señora, murió a los 90 años.
"Ita", como cariñosamente la llamábamos
quienes la conocíamos, fue un ejemplo de servicio y entrega incondicional.
Tres generaciones, incluyendo mis nietos, la tuvieron cerca con su ejemplo,
humor y sabiduría. De alguna manera, nuestro encuentro con personas de la
tercera edad en este viaje, fue un homenaje de gratitud a su entrega
incondicional, su fidelidad y a la huella indeleble que dejó
en la familia.
Al ver el papel tan importante que
juegan los ancianos en estas culturas tan lejanas a las nuestras, siendo un
tema tan cercano a nuestra familia, con mi señora hacíamos unas reflexiones adicionales
sobre dos palabras que nos estuvieron acompañando en este recorrido maravilloso. La
primera de ellas: el legado o la huella que dejan estas personas a las
generaciones que las siguen. La segunda: la sensibilidad por el otro,
especialmente cuando se trata de personas de la tercera edad
Definitivamente lo que uno siembra,
se recoge con creces más adelante. Si durante la vida una persona deja una huella
de cariño
y de entrega, eso será
lo que reciba al final de sus días, como fue el caso de Ita, y
claramente de la anciana centenaria que vimos en Vietnam. Por esta razón,
la gratitud de los suyos, es tan importante porque fueron personas que
entregaron toda una vida de servicio a los demás. Entrega y servicio son dos palabras
mágicas
que hacen la diferencia y que lamentablemente hoy son cada vez más
escasas.
Pero si es lo contrario, los múltiples
ejemplos que se ven en el Hogar para Adultos Mayores de mi señora,
demuestran que el final de los días de una persona, también
pueden ser muy tristes. No debe de haber cosa más dura en la vida que llegar a la
tercera edad abandonado como un mueble viejo en cualquier rincon, sin
importarle a nadie, sin el cariño de sus hijos, ni el calor de un
hogar.
Mientras en los ejemplos que vimos
en los países visitados, el anciano es respetado y cuidado como un
deber de la familia, al hogar que ayuda mi señora, llegan personas abandonadas por
sus familias y en condiciones muy precarias de salud. En algunos casos, se pudo
averiguar que cuando estaban más jóvenes, fueron personas con un
historial de violencia y malos tratos a sus familiares. En otros casos, estas
personas se consideraban que eran una carga para sus hijos, quienes buscaban
entregarle a otros la responsabilidad de su cuidado.
Por lo anterior vale una consideración
final. No importa cuales hayan sido las razones por las cuales estos ancianos
se les haya arrumado como muebles viejos y ya inservibles. Lo que es
impresionante es ver la insensibilidad de sus familiares, así
como de la gente en general en ayudar a hacer algo de valor por las personas
necesitadas de la tercera edad. En otras culturas tan lejanas como las que
pudimos visitar, quienes llegan a final de sus días, siguen ocupando un lugar muy
importante en la sociedad.
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