viernes, 29 de agosto de 2014

Sin perdón no hay futuro

En una entrevista reciente al empresario Vallecaucano Maurice Armitage,  http://www.eltiempo.com/bocas/entrevista-en-bocas-maurice-armitage-el-empresario-caleno-que-perdono-a-las-farc/14434655 , relata su experiencia personal de haber pasado por dos secuestros y su decisión de perdonar a su captores. Es una historia muy impactante que muestra una actitud ejemplar y muy oportuna en estos momentos donde las víctimas de la violencia, se están entrevistando en la Habana con sus victimarios.

Leyendo esa nota periodística, pensé en escribir algunas reflexiones sobre el tema del perdón, con motivo de una extraordinaria reunión sobre este tema, que tuvimos en mi oficina con  el grupo que viene promoviendo el proyecto de Innovación + Educación = Desareollo + Paz. Uno de sus miembros es el sacerdote Leonel Narváez, de la congregación Misioneros de la Consonata.

Leonel es tal vez una de las personas que más puede hablar sobre la reconciliación y el perdón en el mundo. Su amplia experiencia incluye 11 años en el Caguan, y contacto directo con las comunidades más afectadas del país por la violencia en el Cauca, Chocó y la Guajira. Pero también, años de trabajo en regiones afectadas por este fenómeno como Sudán y Etiopía. Esta amplia experiencia lo llevó a hacer estudios profundos, sobre la cultura política del perdón.



Y decía que me había propuesto escribir mi blog sobre lo que aprendí del padre Leonel, cuando recibí un correo de mi querida amiga Maria Leonor Velázquez, invitándome a leer su columna en el diario La Patria de Manizales, precisamente sobre el mismo tema. Ella había sido una de las privilegiadas participantes de la reunión en mi oficina, y al igual que nos sucedió a los que estábamos presentes, tuvimos una aproximación muy impactante a un tema bien complejo, pero tremendamente humano como es el acto del  perdón.

Por considerar que Maria Leonor recogió impecablemente la aproximación de Leonel Narvaez a una nueva narrativa sobre lo que significa perdonar, le pedí autorización para publicar su escrito en mi blog. Este aporte, junto con el testimonio del empresario del Valle, nos dan un marco de reflexión y análisis del profundo reto que tenemos los colombianos hacia adelante.

Como bien lo expresan estas dos voces autorizadas: sin desarrollar la capacidad de perdonar, no podemos pretender lograr tener, una sociedad que viva en paz. El acto de perdonar es fundamental para pasar un capítulo doloroso, vergonzoso y violento de nuestra historia. Es un requisito obligado para poder escribir la nueva narrativa que Colombia urgentemente necesita, para insertarse de verdad en el siglo XXI.

A continuación el artículo de María Leonor Velazquez en la Patria de Manizales, titulado: "Sin perdón no hay futuro"

A propósito del momento que atraviesan las conversaciones de paz, con la llegada del primer grupo de víctimas a La Habana el pasado 16 de agosto, me gustaría compartir con ustedes algunas de las reflexiones sobre la reconciliación y el perdón que escuché del  sacerdote misionero Leonel de Narváez, en una reunión de empresarios bogotanos interesados en promover y desarrollar, una iniciativa para aportar a la construcción de una nueva narrativa nacional, alrededor de la paz.

Leonel Narváez es filósofo, teólogo y licenciado en sociología, ha pasado por las universidades de Cambridge y Harvard y también ha estado en los conflictos más complejos de América y África; actualmente, a través de la Fundación para la Reconciliación, de la cual es fundador y director, está desarrollando talleres de reconciliación y perdón con las víctimas del conflicto armado.

Tal vez ustedes puedan pensar que por tratarse de un sacerdote, el tema del perdón sería un asunto exclusivamente religioso; sin embargo, para este hombre el perdón también es una virtud política, donde justicia no es sinónimo de castigo, sino de recuperar al ofensor, porque la fuerza del Estado no radica tanto en las armas como en la capacidad de reconciliación de su gente, las armas son el fracaso de la palabra.

En un proceso como el de Colombia habría dos preguntas centrales ¿Cómo superar la cultura de la venganza? ¿Cómo transformar la economía del odio? Un pobre con rencor es dos veces más pobre y entonces ¿qué deberíamos superar primero, la rabia o la pobreza? La pobreza produce violencia pero la violencia produce más pobreza, así que deberíamos superar primero la violencia.

El gran giro narrativo para el país es transformar la retaliación que nos conecta con el pasado, por la compasión que nos conecta con el futuro. El perdón, en palabras de este misionero es un salto heroico del cerebro arcaico al cerebro nuevo que requiere tres momentos: i) Reconocer y contar el dolor y el caos; ii) Tomar la decisión de perdonar; iii) Comprender al ofensor para pasar de la retaliación a la compasión. Sin una cultura política de perdón no habrá posibilidades de una convivencia pacífica en comunidad, la rabia y el rencor son contagiosos y generan epidemias y pandemias, sin perdón no es posible reconstruir el tejido humano y nos quedamos en el desgaste y en la exclusión.

Totalmente en concordancia con la reflexión que hacía el rector de la Universidad de Manizales y director de la Alianza SUMA, Guillermo Orlando Sierra en su columna del sábado en este diario ‘la vida es responsabilidad de todos’, el sacerdote De Narváez considera que el perdón y la reconciliación deberían ser una prioridad en nuestro sistema educativo, pues el no perdón es el analfabetismo político. La cultura política tiene un eje fundamental que es el contrato social expresado en el cuidado de sí y del otro para construir y generar confianza que es, finalmente, la tarea fundamental del Estado para que podamos tener una sociedad digna, donde se reconoce al otro, inclusive si es un opositor radical.

Para explicar cómo desarrollar una cultura política de reconciliación y perdón acude a la metáfora del pegante: empiece por limpiar bien el resentimiento y la rabia de las partes para recuperar la seguridad en sí mismo, el significado de la vida y la capacidad de vivir en sociedad; luego aplique el pegante, esto es la reconciliación que implica recobrar la confianza con el ofensor a través de un pacto de ‘nunca más’. La reconciliación no es un tema fácil y requiere mediaciones, apoyos y ayudas, pero es indispensable para coexistir con otros, para convivir en sociedad y para conectarse y construir relaciones sanas.

La diferencia entre el perdón y la reconciliación es que, en palabras de este misionero, el perdón es la paz del espíritu mientras que la reconciliación es la paz de las relaciones. Los cuatro ingredientes que se requieren para construir la paz, desde la perspectiva de la Fundación para la Reconciliación son: educación en el hogar y la escuela; innovación y tecnologías de convivencia, construcción de islas de creatividad sobre el perdón; liderazgos inspiradores, identificar Mandelas en los municipios, veredas, regiones; conectividad y redes.

Finalmente, Narváez hizo referencia a la necesidad de construir un nuevo paradigma sobre el perdón basado en la compasión como la conciben los orientales y también retomar el perdón incondicional que proclamaba Jesús ‘perdonar hasta 70 veces 7’, un mensaje que es vital no solo para el cristiano, sino también para el musulmán, el budista y el hinduista.

La propuesta es un cambio profundo de una sociedad que pasa de un ser que acumula, mercadea y capitaliza a una sociedad donde el SER es un don, un regalo para los demás.

Mientras escuchaba la intervención del sacerdote Narváez me preguntaba ¿Dónde estoy yo? ¿Cuáles son esas cosas que todavía no he perdonado? ¿Cuáles son las reconciliaciones que tengo pendientes? Y más allá de mi reflexión personal me preguntaba ¿Cómo vamos a pasar de esta polarización en la que estamos hoy y de las heridas que hemos acumulado como país, a lo largo de tantos años de violencia, a una sociedad donde empecemos a comportarnos como un regalo para el otro? ¿Cuál es el cambio dramático que necesitamos hacer en nuestro sistema educativo, no solo en las instituciones académicas pero también en cada uno de los hogares colombianos? ¿Cómo vamos a incorporar la innovación para generar estas islas de creatividad alrededor del perdón y la reconciliación desde nuestros niños? ¿Qué vamos a hacer, usted y yo, como ciudadanos de un país que necesita transformar el odio y el rencor en perdón y reconciliación?

Creo que Maria Leonor hizo una síntesis a la altura de una extraordinaria presentación sobre el tema del perdón. Interesante tener en cuenta que este fuera el tema central  de la presentación  que hiciera el Papa Francisco ante 200.000 personas en Corea del Sur, cuando mencionaba : " perdonar no es olvidar, tampoco es amnesia ni resignación". ¿Será que este mensaje tan fundamental, cabrá alguna vez en la cabeza de nuestros dirigentes políticos, como Alvaro Uribe y sus obsecuentes seguidores?.  El debate apenas comienza ...

2 comentarios:

  1. Francisco, gracias por tu generosidad al invitarme a la reunión con el Padre de Narváez y también por publicar mi columna en tu blog. Acompañarte en este tipo de procesos es para mí un privilegio y un gran regalo de la vida.

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    1. Muy buen articulo María Leonor, donde analizas la diferencia del Perdón y lo contrapones la Venganza(Ley del Talión).
      Hoy en muchas Regiones en el mundo adolecen de situaciones complejas de injusticia y crueldad. Nios debemos de perdonar sinio no se acaba nunca

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