sábado, 13 de septiembre de 2014

La rana hervida y Bogotá.

En mi blog anterior mencioné que había varios temas que me preocupaban del estado actual del manejo de Bogotá. Temas del pasado, como la indefinición jurídica de la situación de Petro, los Moreno y las consecuencias para la ciudad del acuerdo que tuvo que hacer Santos, para conseguir voltear la votación adversa de la primera vuelta, con el apoyo de los Progresistas - ( léase Petro ) - y de otros grupos de la izquierda.

Y terminé el blog con el siguiente comentario:

"Y el segundo punto del pasado, que también lo es del presente, tiene que ver con la indiferencia ciudadana. Todo lo anterior ha sucedido sin que nadie levante un dedo para protestar !!!. Pero todavía el tema es más aberrante, cuando al costal de vergüenzas se le suman los problemas que Petro, no ha logrado abordar. En un segundo blog, voy a tratar sólo uno de ellos,: la INmovilidad".

Si hay algún problema que se salió de madre en Bogotá es el  relacionado con la movilidad. Hay muchas aristas que se deben de analizar respecto a este tema. La calidad de vida se ha deteriorado de manera significativa. El solo pensar en transladarse de un sitio a otro de la ciudad, genera mucha ansiedad y malestar  en la gente. También está el tema de la contaminación ambiental, que está llegando a niveles muy preocupantes. Y claro, el inmenso impacto en la productividad .



Quisiera saber si alguien se ha puesto a sacarle cifras a la pérdida colectiva de productividad que hoy afecta a la ciudad, cortesía de la incapacidad que ha tenido esta Administración de abordar seriamente el problema. Hoy ya es un lugar común malgastar entre sesenta a noventa minutos, en cualquier traslado de unas pocas cuadras, en el norte de la ciudad. Pero lo mismo sucede en la demás puntos cardinales.

En mi caso, hice la cuenta el mes pasado,  perdí un total de 40 horas hábiles metido en infernales trancones. No cuento el sábado, porque ese día procuro estar lo más lejos del infierno, en que se ha convertido, manejar en Bogotá. En resumen: en un mes perdí el 25% de mi tiempo laboral útil. En gracia a la ilustración del inmenso problema que tenemos, si esta cuenta se la aplicamos por millón de habitantes, víctimas de la inmovilidad, tendríamos la horrorosa cifra de 40 millones de horas perdidas de productividad para la ciudad.
Hay una realidad incontrovertible. Durante los años de las administraciones de la izquierda en Bogotá, han entrado al torrente circulatorio vehicular, aproximadamente 1.5 millones de automóviles. Durante el mismo periodo, además de que la ciudad a aumentado de tamaño en casi un millón de habitantes, no se han construido nuevas vías.

Y para rematar, el sistema integrado de transporte, que diseño Enrique Peñalosa con el Transmilenio, va muy atrasado en su ejecución. La idea brillante más reciente de Petro en estos días: cambiar de nombre a este sistema. Con iniciativas como esta, podemos dormir tranquilos porque eso si que va a solucionar nuestros monumentales trancones en Bogotá.!!!

Ahora para cambiar, tenemos otro escándalo: la máquina tapa huecos, contratada a las patadas con un señor que es actor y que de Ingeniería no sabe nada. Las grabaciones publicadas en estos días demuestran que la Administración era consiente de la barbaridad que estaba cometiendo. Una vez más, se repite la película de las basuras. El resultado: la improvisación que evidencia de nuevo, la infinita capacidad de chamboneo que demuestra Petro y de su gente para manejar problemas de esta envergadura.

Pero lo que es aun más grave: no hay una solución a la vista para los cientos de miles de m2 de pavimento destrozado de una malla vial que ya no aguanta más. Como consecuencia de la falta de mantenimiento vial, el problema de la movilidad se agrava aún más gracias a los monumentales cráteres que hoy se observan, en mucho lugares de la ciudad.

Lo más aberrante, es la resignación cristiana con la que 7.5 millones de víctimas aceptan esta situación. No hay marchas patrióticas por la movilidad, no hay protestas por la pérdida de productividad, no hay denuncias por la caída en los niveles de calidad de vida de Bogotá, así como no hubo movilizaciones contra el saqueo desvergonzado al que fue sometida la ciudad.

Pero el tema es aún  peor, parecería que a nadie le duela ver como Medellin es hoy una referencia mundial, mientras nuestra capital pierde cada vez más terreno. Y lo irónico del tema es que haya medios irresponsables internacionales poniendo a Petro entre los mejores alcaldes del mundo. ( Ante las protestas de las redes sociales, hubo una rectificación ).

Y pasemos al futuro de la ciudad.  El caso de Bogotá me recuerda el experimento de la rana colocada en una cubeta y sometida a un fuego lento. Como el proceso  de calentamiento del agua es gradual, esto va adormeciendo el sentido de supervivencia del animal. Poco a poco se va durmiendo hasta que, incapaz de reaccionar muere cocinada.

Nuestra ciudad hoy está sometida a un proceso de deterioro gradual y imperceptible para la mayoría de la gente que vive en ella. No de otra forma, se explica que hayan salido elegidos Garzon, Moreno y Petro. Y lo que es más grave, por mirarnos el ombligo y no observar lo que está pasando en el mundo en otras ciudades, no nos damos cuenta de la gravedad del tiempo perdido.

De hecho, no hay que salir fuera de nuestras fronteras, para ver el tremendo contraste entre una ciudad bien manejada, con una que no lo es, como viene aconteciendo en Bogotá desde hace más de una década. Solamente hay que hacerse un viajecito a Medellín para morirse de la envidia de lo pudimos ser y dejamos morir la oportunidad, después del legado de nueve años que nos dejaron Mockus y Peñalosa.

No es en balde los reconocimientos que Medellin ha recibido en los últimos años. Me enorgullezco como colombiano, pero me muero de la envidia como bogotano. Medellín tomó como referencia los avances realizados en los noventa en nuestra ciudad. Sobre estas y otras ideas innovadoras,  después de diez años de buenas administraciones, la ciudad muestra resultados contundentes, aunque todavía tengan problemas muy serios por resolver.

En Medellín hay una visión de lo que quieren lograr ser, y han contado con gente capaz de gestionar los planes que la vuelven una realidad. Y lo más importante: un trabajo mancomunado entre el sector público y privado, lo que hasta ahora ha sido imposible lograr con Petro y su gente. Su posición ideológica descalifica torpemente  la importancia que tiene la colaboración  con los diferentes actores, para el manejo de una ciudad tan compleja como es Bogota.

Parece que la apatía ciudadana, que ha sido el sello de Bogotá durante los últimos doce años, puede comenzar a tener algún cambio. La pasividad, desidia e indiferencia, que permitió la elección de tres alcaldes que descarrilaron  la ciudad, y su saqueo como nunca antes había sucedido en su historia,  ya está generando varias iniciativas.

En este mes se inicia un ejercicio de escenarios para Bogotá, promovido por la Cámara de Comercio con el fin de contar con un trabajo de prospectiva, que ojalá sirva para informar mejor a la ciudadanía y a los principales grupos de interés, sobre los posibles futuros diferentes que podemos esperar. Este tema será de gran importancia para la elección de un nuevo alcalde.

Bogotá comienza a contar con una institucionalidad que antes no tenía. Hace cuatro años se inició Connect Bogotá Region para promover un espacio alrededor de la innovación, la ciencia y la tecnología. Hoy cuenta con el apoyo de 24 universidades y 30 empresas, que han resuelto costear esta iniciativa. A diferencia de Medellín, donde existen iniciativas similares apoyadas por la Alcaldía y EPM, en nuestro caso no hemos contado con ningún tipo de soporte por parte de la Alcaldía de la ciudad.

Recientemente, también nació otra institución importante:  Probogotá. Siguiendo un modelo similar a Proantioquia, y a otras iniciativas similares en NY y Londres, esta organización buscará aportar sus luces a los diferentes problemas de la ciudad. Como es el caso de Connect, cuenta con el apoyo de empresas importantes que finalmente se pellizcaron, ante el deterioro acelerado de la capital de la república. Más vale tarde que nunca digo yo.

En resumen, es fundamental que volvamos a poner los ojos sobre lo que está sucediendo en la capital del país. En muchos blogs que he escrito a lo largo de seis años, con semana.com y ahora a través de mi página personal, he insistido que el daño que se le ha hecho a Bogotá es inmenso, fruto de pésimas administraciones y de una apatía ciudadana incalificable. Espero que no terminemos como la rana del experimento, adormecidos al punto de sufrir un desenlace fatal.

A Cali la saquearon y la destrozaron pésimas administraciones por casi dos décadas. De paso destruyeron lo que había costado tiempo y esfuerzo realizar en los setenta y los ochenta. A Bogotá le ha sucedido algo lamentablemente similar. ¿Será que las señales de un lento despertar se sostendrán y lograrán su cometido de sensibilizar a esta ciudad? Por el bien de Bogotá y del país, espero que así sea. Amanecerá y veremos ....

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