domingo, 31 de octubre de 2021

El poder transformador de las historias

 



Hoy es cada vez más común escuchar la importancia que juegan las historias o narrativas que nos contamos los seres humanos, para interpretar la compleja realidad, que es la característica principal de nuestra época. Es la manera que utilizamos para darle sentido a nuestro pasado, tener bases para vivir el presente y proyectarnos hacia a el futuro. 


Desde épocas pretéritas, han servido para transmitir la cultura a las generaciones que vienen,  de manera oral y escrita. El hilo conductor  de las historias o narrativas que nos contamos y transmitimos,  condiciona muchas veces de manera inconsciente, nuestro devenir individual y colectivo. Se podría afirmar que es la forma en que se transmite el ADN social. 


Pero al igual que sucede con su contrapartes biológica, de vez en cuando sufre una alteración aleatoria influenciada por factores externos. En biología este ha sido el camino de la evolución de las especies propuesta por Darwin. En la sociedad, han habido eventos inesperados, que también han cambiado el curso de la historia, y que han producido unas nuevas narrativas, para darle sentido a lo qué pasó.




Hoy se puede afirmar que las historias y narrativas que nos creemos, sirven para entender la cultura de dónde venimos que nos hace ser lo que somos. Pero hay algo más importante aún: nos permiten  pronosticar las posibles trayectorias, que vamos a seguir a nivel individual y colectivo. Las historias y narrativas que utilizamos, para explicar lo que somos, definen el imaginario que nos limita o abre nuevas posibilidades. 


Pero el poder de las historias y narrativas reside principalmente en su impacto emocional más que  en lo  racional. Siendo la primera, una dimensión tan fundamental del ser humano, curiosamente no es un tema que se trate explícitamente en los análisis que se hacen de nuestra realidad. 




Una historia o narrativa puede inspirar emociones positivas para hacer lo que no se veía posible realizar, y generar esperanza e ilusión de un futuro mejor. También produce emociones negativas que cierran posibilidades. Por ejemplo, el miedo invita a huir y no afrontar una situación. La rabia genera oposición y agresividad que conduce a la violencia. La tristeza que produce resignación y el aceptar que no se es capaz de cambiar la realidad. 


El poder que tienen las historias y narrativas para generar una emocionalidad, nos condiciona la interpretación , el entendimiento y la valoración de nuestro pasado, sobre el cual podemos transitar al presente y proyectarnos hacia el futuro. Utilizadas positivamente, pueden inspirar un cambio hacia un propósito superior, generar esperanza que une para la construcción diferente de un mejor futuro.  


Desde esta perspectiva, son  cada vez más importantes para facilitar los procesos de cambio a nivel personal, organizacional, y de manera más amplia, para una comunidad. Motivan a tener una mentalidad individual y colectiva abierta para apropiarse del cambio. Son esenciales en el ejercicio del liderazgo 




Pero  las historias y narrativas, también pueden servir para manipular imaginarios que demonizan y dividen.  generando miedo, rabia o resignación. Cuando las historias y narrativas se utilizan como armas de destrucción masiva, aprovechando las redes sociales y el poder de las tecnologías de información, se generan movimientos violentos , como el del 6 de enero con la toma del Capitolio en Washinton DC porque Trump difundió la historia de que le habían robado las elecciones. O la narrativa de que la Policía es enemiga del pueblo, difundida durante las marchas sociales en Colombia, amplificando los abusos que si se cometieron, pero que no comprometen a toda la institución.


En el coaching ontológico, para cambiar una historia personal, es necesario visualizar la que quisiéramos tener. Luego hay que  entender cuáles son las cosas qué hay que cambiar hoy para lograrlo. Finalmente hay que reconocer  los juicios y las emociones que soportaron las historias que traemos de atrás. 




El camino para generar una nueva historia genera conflictos y emociones muy fuertes que hacen perder el compromiso y evadir, o miedo que paraliza y hace huir, o rabia que genera oposición, o tristeza que invita a la resignación. 


Hoy en Colombia nos hemos dejado tentar por narrativas conflictivas que han capturado la agenda de nuestro país por muchas décadas. El proceso de paz de Santos buscó cambiar la trayectoria de estas historias contradictorias y conflictivas. Por errores de fondo en el ejercicio de liderazgo del expresidente y su equipo, no solo no se logró el cambio, sino que se mutó el conflicto y se agudizó la polarización. 


En el proceso de entrar de lleno en una campaña política en los próximos meses, que puede cambiar la narrativa para un grupo dirigente que ha dominado el poder por décadas, es evidente ninguna de las propuestas que están planteando, quienes están aspirando a llegar a la Presidencia de Colombia, está ofreciendo algo inspirador y diferente que nos una y no nos siga dividiendo más. 


Se hace necesario que surjan personas, que desde la gran diversidad que caracteriza nuestro país, se unan en unas comunidades de liderazgo colectivo, para que desde lo local, configuren nodos conectados entre sí, desde donde emerja una nueva narrativa incluyente de lo que quisiéramos lograr, la historia que nos quisiéramos creer. Yo estoy personalmente comprometido con un proyecto así: Motores de Esperanza porque me niego a seguir envuelto en la nube de narrativas negativas que están impulsando a Colombia al abismo. 





domingo, 24 de octubre de 2021

Diálogo entre improbables

 


En días pasados estuve en una reunión promovida por la Fundación Origen con un espacio muy interesante: “Préstame tus gafas, yo te presto las mías”, con la participación de los principales periodistas de medios, ex alumnos del proceso de liderazgo de la fundación y empresarios. El objetivo era generar un espacio de diálogo entre las tres partes, en grupos pequeños enfocados a contestar cómo se veía el país desde sus diferentes perspectivas.

En momentos tan complejos como los actuales, se hace urgente y necesario crear espacios de diálogo entre personas que probablemente nunca se conocerían, para que despojados de las etiquetas y máscaras que los acompañan en la vida, se puedan ver como seres humanos para compartir sus visiones distintas de la realidad y sorprenderse que no eran tan distintos ni distantes. 

En este blog voy a comoartir algunos de las notas de los comentarios  que más me llamaron la atención de las conversaciones en los grupos en que participé. 



Una opinión  de un representante de los medios

Estamos cambiando a un nuevo escenario: reclamos sociales, brechas sin atender, ni entender la forma de tramitar las expectativas crecientes y no cumplidas de la gente, en especial los jóvenes. Después  de la explosión social, vivimos una “calma chicha” sin soluciones de fondo a esos reclamos y estamos congelados, esperando que se “disuelvan”,  o que “alguien” los resuelva. 


Las soluciones se aplazan y se acumulan mientras no se escuchan propuestas desde las instituciones, los partidos y el Congreso. Este represamiento está encontrando en la violencia, el cause preferido y la válvula de escape para manifestarse. Se genera un clima que impide cualquier acuerdo o aprendizaje. 


Las manifestaciones violentas de los jóvenes, durante las marchas, fueron el medio para canalizar la energía que no ha encontrado otros espacios fuera de la calle, para  hacer sentir su marginamiento y manifestarse. El no ver un futuro despejado y tener una gran incertidumbre, han sido los factores comunes que han unido a miles de estos jóvenes en diferentes partes del país. 


En la historia reciente de Colombia, hay que remontarse tres décadas para ver una participación de tanto impacto de los jóvenes en nuestra realidad. La  iniciativa de “la quinta papeleta” promovida por estudiantes universitarios, culminó en la nueva Constitución del 91 sin violencia ni daños graves a la infraestructura urbana y a la economía. Esta propuesta encontró en las universidades un apoyo institucional para actuar y canalizar  las crecientes insatisfacciones de esa época. 


En el caso de hoy, los jóvenes no han contado con un vehículo similar. Pero el movimiento social en el que participaron, de mayo a agosto de este año, generó mucha violencia, pérdidas muy grandes en vidas, en infraestructura de transporte y la quiebra de muchos micro empresarios, en medio del pico más alto de la pandemia lo que agudizó el problema de salud. El apoyo inicial con el que contaron, se fue convirtiendo en un rechazo y una estigmatización para los jóvenes que sirvieron de carne de cañón de los grupos violentos interesados en generar el caos.


Una segunda segunda opinión de otro representante de los medios


Pérdida total de confianza, no se ve futuro y las actividades del narcotráfico se han disparado durante la pandemia. La sociedad hoy está mal informada y se le da credibilidad sin cuestionar su validez. En esta dinámica las redes sociales han jugado un papel fundamental. 


Los problemas que se evidenciaron con la pandemia y los estallidos sociales de este año, vienen de tiempo atrás. Están generando rabia, ira, indignación e intolerancia. En medio de la histeria que la situación ha generado, se ha demostrado mucha resiliencia y despertado muchos liderazgos en el pais. En este entorno los medios tradicionales han venido perdiendo su capacidad de orientación e influencia. 


El impacto de la situación ha afectado la autoestima de muchos jóvenes qué hay que entender y ayudarlos a canalizar su rabia y energía. 


En relación con los empresarios, la situación actual es un llamada  a repensar su rol. Ya no es suficiente el generar riqueza en la sociedad, produciendo bienes y servicios, hay un nuevo rol que deben de desempeñar en este entorno complejo: vincularse mucho más estrechamente con las comunidades donde operan. Pero ese mismo llamado se les está haciendo a los periodistas quienes deben de aportar a visibilizar “referentes positivos” y “asumir causas y valores” que ayuden a construir narrativas más positivas para la sociedad. 



Una opinión de un representante de la juventud

Al escuchar las voces de los jóvenes hay un tema común que emerge: la búsqueda de mejor bienestar que permita cubrir las necesidades básicas que hoy no tienen millones de colombianos. También piden “más dignidad”. Metafóricamente se ven del lado de la brecha donde “ya no va más”. 


Esta explosión social estalla como el volcán en la Isla de Las Palmas en España. Y la verdad, a pesar de las advertencias y los temblores de finales del 2019, ha cogido a la sociedad colombiana muy vulnerable, con un entorno exacerbado y propenso a la violencia. La pandemia desnuda problemas sociales y genera problemas físicos y mentales, y donde a la luz de los jóvenes, se están atropellando los derechos fundamentales con impunidad.


Antes estas realidades y para enfrentar muchos de los cambios que hoy afectan a la sociedad, se ha despertado entre un grupo creciente de jóvenes, la necesidad de unirse para reclamar sus derechos. Unos lo hacen pacíficamente, otros se prestan de carne de cañón, para desmadrarse y usar la violencia como un lenguaje que piensan les dar mas voz y réditos 


 Muchos de estos jóvenes son  activistas que sienten que hacen un trabajo a favor de los demás, pero que sus iniciativas no son reconocidas ni remuneradas. Estos les genera mucho dolor e inestabilidad. Y además, son excluidos de los escenarios donde se toman decisiones que los afectan y donde su voz no se escucha hasta que recurren a las vías de hecho. 


¿Qué quisieran estos jóvenes hoy?  Que el  trabajo de muchos de ellos, que aporta y ayuda a los demás diariamente y de manera pacífica , se visibilizara y valorara.


¿Qué les genera esperanza? Ver a otros trabajar positivamente.


¿Qué piden? Que se aplique el concepto de “líderes sociales” a TODAS aquellas personas que desde diferentes roles: empresarios, profesores, dirigentes gremiales, buscan generar cambios en nuestra sociedad. Si solo se aplica esta “etiqueta” a quienes actúan en la base de la pirámide, los exponen a perder sus vidas. “O todos en la cama o todos en el suelo” como dice el refrán popular. 


¿Cuál es hoy su visión de los empresarios? Ha cambiado al entrar en contacto con varios de ellos. Han visto solidaridad, generosidad e interés por contribuir a cerrar las brechas que hoy se ha ensanchado. 


¿Cuál es la visión de los medios tradicionales? Sin titubear: RAJADOS. Consideran que no se movieron de su zona de confort y sirvieron de caja de resonancia a la confusión de esta época tan compleja. Siente que los medios han invisibilizado y caricaturizado a estas nuevas generaciones, ampliando la brecha con las que los presidieron.   


Su desprecio por los medios, explica que estén buscando en las redes sociales otras fuentes de información y orientación, aunque reconocen el peligro de los silos que estas fomentan con solo personas que piensan lo mismo. Las noticias en la TV no están ayudando a generar “bienestar”. Y reconocen que las telenovelas violentas han contribuido a reforzar y banalisar, pero también a reflejar la cultura de la violencia y el machismo que hoy afecta nuestra sociedad. 


En resumen: “no más” parecería ser la expresión de esta época. No más verse parado de un lado de la brecha donde la falta de oportunidades, desigualdades y violencia, los condene a no poder tener una mejor calidad de vida. Pero también, entienden que se requiere tiempo para sanar después de los desmanes que tuvieron a muchos jóvenes como protagonistas y carne de cañón. Hay necesidad de construir desde lo micro a lo macro para que haya sentido de apropiación de los cambios que la sociedad necesita. 


Otra opinión de otro invitado  joven


En sus conversaciones con mucho jóvenes de su generación, se percibe mucha rabia, indignación, “sin un relato que inspire para salir del hueco”. Esta situación se ha agravado porque los dirigentes políticos han estimulado las tendencias negativas y no están orientando a la población. Las ideologías de los extremos obscurecen todavía más el panorama que retroalimenta el círculo de desesperanza y desconfianza que hoy es la marca de la sociedad. 


 Y los medios se han convertido en caja de resonancia y difusores de lo banal, donde lo que tiene eco es lo negativo y poquísimo despliegue de los esfuerzos de muchos que van en sentido contrario. 


La crítica a los empresarios de esta voz es muy aguda. Solo se preocupan por lo que han hecho y no por lo que podían ser y hacer. No hay nadie trabajando en un nuevo relato de esperanza que nos devuelva la credibilidad en las instituciones y en el sistema democrático que representan


En este espacio de la Fundacion Origen, que promueve el liderazgo colectivo desde la inclusión y la diversidad, impactando al que impacta, se hace evidente la necesidad de generar este tipo de diálogos francos, donde los participantes aprendemos o  a mirar a los demás a través de sus gafas y no las propias. Vemos la necesidad de removernos  las máscaras y las etiquetas, para dejarnos ver como simples personas que compartimos una realidad muy compleja. desde diferentes ángulos. Estas dinámicas son fundamentales, si queremos encontrar la forma de compartir un propósito superior como sociedad, para alinear los esfuerzos de mucha gente muy buena que hoy trabaja silenciosamente por Colombia. 




sábado, 16 de octubre de 2021

La democracia en peligro en AL, una llamada a la acción



Desde 1995 The Economist, prestigiosa revista inglesa ha publicado el Latinobarometro y reunido datos en 18 países sobre las actitudes de los latinoamericanos en relación a la democracia y las instituciones que la soportan. En su última edición hecha en campo entre octubre y diciembre del 2020 y complementada con entrevistas telefónicas en Mayo de este año, muestra un panorama bastante sombrío de la región.
 

En su último informe nos recuerda que AL fue golpeada mucho más fuerte por el covid-19 que el resto del mundo. Con solo el 8% de la población del planeta tuvo el 14% de los muertos por encima de los datos registrados oficialmente. 



Un numero muy preocupante en la encuesta, muestra que el 88% de los entrevistados no confían en otras personas, siendo la confianza el factor fundamental del capital social de una comunidad. Este resultado puede explicar el rezago cada vez mayor que muestra la región, cuando se la compara con los países más desarrollados. El dato refleja la percepción que la gente tiene de su sistema democrático y de sus instituciones.


Dados estos bajísimos niveles de confianza personal, no fue una sorpresa que la pandemia acelerara otras tendencias, que ya se venían incubado desde tiempo atrás. Una de ellas es el nivel desconfianza que inspiran las instituciones a nivel regional. Los partidos políticos ocuparon el nivel más bajo en la encuesta con el 88%, le siguió el Congreso con el 80%, el Sistema Judicial con el 75% y los Gobiernos con el 72%. La institución menos desprestigiada fue la Iglesia con el 40%



Teniendo en cuenta la desconfianza creciente en las instituciones y en las personas, tampoco es sorprendente que las encuestas presenten una actitud de apoyo decreciente de la gente al sistema democrático. En el 2020, el 70% de las personas entrevistadas en la región, mostraban una insatisfacción importante con el funcionamiento de la democracia. Esta cifra no varió mucho con relación a las obtenidas dos años atrás. En el caso de Colombia la cifra del 80% es aún más preocupante.


Lo que más debe de alertar de estos resultados, es la indiferencia hacia la democracia que   tienen el 25% de los entrevistados, cifra que se duplicó en una década.  La encuesta demostró que la indiferencia, es más pronunciada en la gente joven de las clases más pudientes, que representan la elites en su respectivos países.


Otra señal preocupante fue la elección de Nayib Bukele en el 2019 como Presidente del Salvador.  Este señor, representante de una nueva generación de políticos, desde su posición ha adoptado una actitud antidemocrática y populista. En el primer año, amenazó al Congreso, la Corte Suprema y la Prensa de su país.  Y sin embargo, dos años después de llegar al poder, el 66% de los entrevistados piensan que El Salvador va por buen camino vrs el 19% de los encuestados sobre el mismo tema  en los otros  países de la región . 


En el Uruguay, la percepción de la gente en un periodo de tres años, ha mejorado 15 puntos (60% a 75%) en relación a su preferencia de la democracia sobre otras formas de gobierno. Costa Rica muestra una tendencia similar  en el mismo periodo (60% a 68%). En el caso de Colombia hay una leve mejora pero partiendo de niveles mucho más bajos (38% a 42%). Brazil y Mexico, los dos países más grandes de la región, muestran también niveles muy bajos de aceptación de la democracia cercanos al 40%



Las causas de la insatisfacción son variadas y se manifestaron muy claramente durante las protestas sociales en el 2019 y en Colombia nuevamente en el 2021. Más del 50% de los entrevistados estaban en favor de esta manera de expresión de la insatisfacción con el sistema democrático, a pesar de la violencia y destrozos que ocasionaron en Chile y en nuestro país. 


Las causas más citadas fueron varias. Los  gobiernos sólo representan una minoría y no les importa los demás. El acceso a la salud es un motivo de insatisfacción en países como Chile. La desigualdad en la distribución de la riqueza y las oportunidades son motivo de mucho malestar en todos los países. 


Churchill decía que la democracia era el menos malo de todos los sistemas de gobierno, la evidencia de varios casos en la región le dan la razón. En la Venezuela de Maduro, la democracia dejó de existir hace años, situación que ha obligado a más de 6 millones de sus habitantes a abandonar su país, tema que particularmente nos ha afectado en Colombia. 


Otro ejemplo patético es Nicaragua, donde los Ortega montaron una dictadura familiar. La libertad de expresión y las garantías ciudadanas, en estos países no existen sino en la imaginación de los déspotas que hoy detentan el poder. 


En Perú, via las elecciones, llegó finalmente a la presidencia el Sendero Luminoso después  de causar con actos terroristas más de 300.000 muertos. Y lo hizo, por interpuesta persona de Castillo, un sindicalista desconocido que irrumpió en la escena pública al dirigir una huelga de maestros en el 2017. Hoy tiene en marcha un proceso de desmantelamiento de la democracia peruana, que fue el vehículo utilizado para llegar al poder.  El propósito:  implantar un régimen de corte marxista leninista a pesar de los resultados desastrosos que muestra la historia de esta forma de gobierno. El mejor ejemplo es Cuba en la región. 


No se puede desconocer que, los resultados presentados por The Economist, muestran una crisis de la democracia, que podríamos llamar sistémica, caracterizada por la desconfianza y la indiferencia en la región, con la excepción de Uruguay y Costa Rica. Pero lo más preocupante, es que las alternativas populistas y dictatoriales de izquierda, que han dejado en bancarrota a países como Venezuela y Cuba, se vean como más atractivas y lleven al poder a personajes ineptos como Castillo en el Perú.


Si vemos nuestro caso en Colombia, no se puede tapar el sol con las manos: fallas de nuestra democracia son muchas, pero también los avances que hemos tenido como nación. El problema es que, en es este entorno polarizado y de desconfianza que nos envuelve como una nube negra, mucha gente magnifica las falencias y se niega a reconocer los logros. Y si todo se ve negro, la desesperanza se vuelve la peor consejera para elegir a los dirigentes políticos y por esta razón nos equivocamos. Esa es la realidad que enfrentamos para las elecciones del 2022. 



Mientras en Venezuela, Cuba y Nicaragua, las protestas se suprimen a la fuerza, se persigue a la oposición, la libertad de expresión no existe y se violan sistemáticamente los derechos humanos, en países como Colombia la situación es bastante diferente. 


La gente tiene la libertad de  expresarse, e inclusive de abusar de esa libertad. La evidencia:  los excesos  que vimos durante las marchas sociales que se salieron de madre. Ejemplos como la  toma de Cali, la tercera ciudad más importante y el cierre del principal puerto del país, así lo demuestran. Y si, es evidente que hubieron excesos por parte de la Policía, cuyo desprestigio ha alcanzado niveles históricos, pero estos fueron denunciados y hay procesos condenatorios en marcha. La prensa los publica, y la oposición se puede expresar libremente condenándolos. 


A pesar de que en esta crisis de desconfianza, en que hoy nos movemos como sociedad, hayamos perdido la capacidad de reconocer y valorar los avances que hemos tenido, la solución inteligente no parece llevar al abismo y botar por la borda nuestra democracia, ni los muchos logros  que hemos tenido como sociedad. Nos quejamos de lo que tenemos hasta que lo perdemos y entonces lo lamentamos pero ya es tarde.  ¿Entonces que debemos hacer?


La respuesta contundente: defender nuestra democracia y no abandonar como ratas el barco como sucedió en Venezuela, actitud que la hundió como nación. Despertar la fuerza  del liderazgo colectivo que existe en muchos niveles de nuestra sociedad, para propiciar los cambios que se necesitan, promoviendo una nueva generación de líderes políticos, sociales y empresariales que los orienten y dinamicen el sistema democrático corrigiendo sus fallas.


También, hay  que reconocer el problema. La indignación y el resentimiento se han venido acumulando a lo largo de los años, donde las estructuras que sostienen el sistema democrático, se han  quedando cada vez más atrás del incremento exponencial de las expectativas de la gente. Y cuando hay el vacío de liderazgo que hoy tenemos, el resultado es una sociedad desorientada que es muy vulnerable a los cantos de sirena populista que hoy llegan desde los extremos de los dos espectros políticos. 


La buena noticia es que, ante la alternativa de una dictadura de izquierda o de derecha, y como respuesta a la crisis que hemos tenido después de la pandemia y que ha afectado tan profundamente  a la sociedad, se están comenzando a despertar una serie de iniciativas en todo el país que apuntan en esa dirección. 


Este es el caso en el Valle del Cauca, donde micro, medianos y grandes empresarios, han estructurado un programa de respuesta a la situación social de la región y reunido un fondo inicial de $ 50.000 millones para atender varios frentes prioritarios. Se ha vuelto a despertar el espíritu cívico que caracterizó al sector privado en los años 70 y 80 y que volvió a Cali un referente nacional e internacional. 


En Bogotá, han nacido iniciativas como Colombia cuida Colombia y Motores de Esperanza con el fin de promover nuevos liderazgos y la unión de esfuerzos para generar un mayor impacto colectivo. Con el concurso de importantes empresas, universidades y fundaciones, este último caso busca identificar, visibilizar, conectar y apoyar a muchos líderes que hoy hay en nuestro país para que colectivamente aporten a su transformación. 



El informe del Economist, muestra una realidad que no se puede ignorar por más tiempo. Es una llamada a la acción para que desde diferentes sectores de la sociedad, se pellizquen y movilicen para corregir el rumbo. Hay que atender los temas urgentes que ha destapado la pandemia, pero también hay que enfrentar un tema más urgente aún: contar en el mediano plazo, con unas comunidades de liderazgo colectivo, que desde lo local, se unan en una gran red para sembrar las verdaderas bases de un desarrollo sostenible y de gran impacto, que dinamicé nuestra democracia y beneficie de manera incluyentes a la sociedad.


Sobre este tema seguiré escribiendo, ya que formó parte de un grupo de empresarios, rectores y otras personas, que hemos tomado la decisión de aportar con creatividad a la solución de formar estas comunidades de liderazgo. No queremos ser parte del coro, de quienes se quejan, o están pensando abandonar al país a su suerte. 


Nos merecemos un futuro mejor que Venezuela, Nicaragua, Cuba o Brazil, pero para lograrlo, hay que unirnos y ponernos a trabajar. Los enemigos de la democracia, desde los dos extremos del espectro político, ya lo están haciendo para llevarnos por el camino de la polarización y el odio, que perpetúa una historia de violencia que el famoso acuerdo de paz de Santos, no logró superar.


Si no queremos que tengan existo,  necesitamos ofrecerle a la sociedad, una contra narrativa basada en el ejemplo del liderazgo colectivo,  que promueve la esperanza y la confianza, para  enfrentar la otra  narrativa que nos quieren imponer para nuestro país. 


sábado, 9 de octubre de 2021

Los cambios en los puestos de trabajo después de covid-19

 


A pesar de los avances en la vacunación de la población, la amenaza del covid-19 se sigue presente en el mundo entero. La realidad es que hoy hay un porcentaje mayoritario de países que no han podido acceder, con la velocidad y profundidad necesaria, a esta solución. La puerta sigue abierta, para que la mutación  de nuevas variedades de virus, sigan generando otros ciclos de contagios. Y mientras tanto, su impacto continúa produciendo grandes disrupciones en varias áreas, como es el caso del sitio del  trabajo, y la forma en que la gente interactúa en su vida laboral. 


No es de extrañar que, ante esta realidad que va cambiando todos los días, estén surgiendo varias preocupaciones  sobre la sostenibilidad en el largo plazo del trabajo virtual. Esta ha sido una de las características distintivas de esta época tan compleja. Esta posibilidad se aceleró cuando la gente tubo que confinarse en sus hogares para seguir su vida laboral, si es que no habían perdido su trabajo. 


Durante más de 19 meses, las personas se han visto obligadas a no tener una interacción física en su vida laboral, y ver cómo se desdibujaba la línea divisoria entre el trabajo y la familia. El impacto ha afectado las relaciones, y también la salud mental de los trabajadores y de sus miembros cercanos. Para no hablar de un aumento muy importante de horas de trabajo, sin que esto haya significado un incremento en los resultados. Sobre este punto hay posiciones encontradas.


Lo que nadie discute es que ha habido una profunda disrupción en temas como la vida urbana de las ciudades y posiblemente en la productividad de las organizaciones, entre otros factores que hoy se comienzan a evaluar y cuestionar en todo el mundo. Hoy se ven muchos espacios de oficinas vacíos que están para vender o arrendar. Y los negocios que surtían las necesidades de estas oficinas con servicios varios, han sufrido un gran impacto. 


En este blog quiero  abordar las consecuencias para los espacios de trabajo. Entrevistando a una mujer en estos días, me mencionaba la sensación tan extraña que sentía, al no poder conocer en persona a los miembros del equipo en su nuevo trabajo. Y el tema la impactó más, cuando le pidieron que fuera el primer día en su nuevo cargo, a las oficinas de la empresa donde la esperaba otra sorpresa. 


Esta  compañía había tomado la decisión de devolver una parte importante del área que tenía arrendada antes de que la golpeara la pandemia. Después de 18 meses, la gerencia tomó la decisión  de abrir de nuevo las oficinas, para que los empleados comenzaran a volver al trabajo de manera semi presencial y en un espacio más reducido. 


Como millones de personas que están regresando al trabajo presencial, mi entrevistada me comentaba como estaba enfrentando la “nueva normalidad” en su nueva vida laboral. Iba a tener un trabajo híbrido presencial y digital que no esperaba. El confinamiento la había afectado mental y físicamente y añoraba volver a estar todos los días con sus compañeros de trabajo. 



Extrañaba mucho el contacto humano que la virtualidad le había robado. Me comentaba que ella había sufrido las consecuencias durante el tiempo de pandemia, del trabajo virtual en un apartamento, donde vio como su vida laboral y familiar se desfiguró completamente.  No le había sido nada fácil  trabajar en un espacio muy apretado de 50 m2, compartiendo el internet con su esposo y los hijos, además de tener que responder por las labores de su hogar. 


Pero también, me mencionó que había encontrado más  sorpresas en su nuevo trabajo. Dada la nueva modalidad, no le iban asignar un puesto de trabajo fijo. Esto significaba que no podía tener cosas personales, como fotos, reconocimientos, etc. que le daban un sentido de pertenecía. Además, si quería ir más días a la oficina, de los que la compañía le había asignado, tenía que separar un nuevo escritorio, usando una aplicación especial. Esta flexibilidad en la distribución física de los puestos de trabajo ya se venía desarrollando antes de la pandemia. 


Esta aceleró la tendencia pero las consecuencias, como me lo explicaba mi entrevistaba, comienzan a hacerse más evidentes. Especialmente, sale afectado el sentido de pertenecía y el de tener un lugar propio con un impacto que puede ser importante en los resultados de cada empleado. En una encuesta hecha por la firma Workthere dedicada a espacios de “co-working”, mostró que el 56% de los entrevistados sentían que eran menos productivos al no tener puestos de trabajo fijos.



Para resolver esta situación, algunas empresas han comenzado a experimentar con la asignación de espacios de trabajo a equipos y no a los individuos. La idea es que  todos los miembros del equipo se reúnan, por lo menos dos veces por semana, para compartir, coordinar actividades y socializar.


Es interesante que el día más atractivo para estar en la oficina sea el jueves y el menos popular el viernes, según lo evidenció otra encuesta realizada a 10.000 oficinas en todo el mundo hecha por la plataforma laboral Robin. En otra encuesta hecha por CBRE Research a 77 firmas en diferentes países, el 56% anticipaban que el uso flexible de las oficinas iba a ser “el nuevo normal”. Esto significa que va a haber cientos de miles de m2 de oficinas que van a tener que ser reconvertidas a la fuerza.  


Estas nuevas realidades de asignación de puestos de trabajo, han motivado el desarrollo de software especializado, para el planeamiento de la asignación y monitoreo de los puestos de trabajo en espacios más reducidos de oficinas. La empresa consultora Bain en Austin, ha desarrollado sistemas de apps para que los empleados separen días de trabajo presencial con una semana de anticipación. Estas dinámicas implican ajustes importantes para quienes son incapacitados o simplemente no les gusta su nueva situación.


Esta tendencia al uso flexible del espacio de oficinas está obligando a las firmas  a planear con más cuidado las áreas para socializar. Pero también, monitorear muy de cerca las señales de desbalance mental y emocional, que hoy son una secuela del covid-19, y una epidemia oculta con un tremendo impacto en el largo plazo en el trabajo.


A pesar de qué hay personas, como mi entrevistada, para quien el trabajo virtual ha tenido una alto impacto, hay otras que aprecian como una bendición, la mayor flexibilidad que les permite esta modalidad laboral. 


Ya son 19 meses de disrupción en muchos aspectos de la vida de las personas producida por el covid-19. En los meses y años venideros esteremos presenciando las consecuencias y los cambios que esta pandemia produjo, no solo en la salud, sino en dimensiones tan significativas como el trabajo. 


Es difícil predecir cómo se va a ir dibujando “el nuevo normal”. Lo que sí es seguro, es que tendencias que se venían desarrollando, han aumentado significativamente su velocidad e impacto. Mirando hacia adelante, el futuro de los puestos de trabajo como los conocimos, seguramente va a ser muy distinto.


domingo, 3 de octubre de 2021

Nadando contra la corriente



 En mi blog anterior, hice mención al nuevo paradigma empresarial que está surgiendo debido a las consecuencias sociales producidas por el impacto del covid -19, situación que está obligando a las empresas, sin distinción de su tamaño, a comprometerse mucho más con las comunidades donde actúan y con el entorno en general. En este blog voy a profundizar sobre este tema y sus consecuencias.

El paradigma que está emergiendo es el resultado de una nueva lógica social, cuyo impacto también se debe de tener muy en cuenta para tomar decisiones, con la lógica económica. Esta ha predominado en el desarrollo del capitalismo a lo largo de la historia, orientada a la maximización de las utilidades. También, hay que sumarles una nueva lógica política, que proteja el sistema democrático, cuyo entorno es vital para las empresas y para la sociedad en general y una lógica ambiental que protegía el medio ambiente



Estas cuatro lógicas deberían estar en la agenda estratégica de la mayoría las organizaciones contemporáneas y no lo están.  Y las consecuencias las estamos viendo hoy, cuando estas lógicas están totalmente desequilibradas. La mayoría de las empresas le han puesto el foco exclusivamente en el desempeño económico y han descuidado irresponsablemente las otras lógicas. El resultado: una sociedad tambaleando y con unas profundas brechas que se hicieron muy visibles en estos últimos 18 meses. 


Estas lógicas, que deben estar balanceadas, se tienen que apoyar en una cultura que permita un rol de liderazgo y colaboración de las empresas, con otros actores del ecosistema donde actúan, pero también en conexión  con otros ecosistemas, para que su impacto se escalable y mucho mayor. Es una nueva forma de pensar, dada la complejidad e incertidumbre que claramente desbordan las capacidades individuales de cada actor. 


Gracias a los cambios que se están viendo y que se van a seguir acelerando hacia el futuro, solo si se juntan las competencias de muchas organizaciones y personas, desde la gran diversidad de los actores que deben de participar, será posible equilibrar el la estructura que soporta la sociedad para responder a los tremendos retos que enfrentamos. 


El concepto de Impacto Colectivo, al cual me he referido en varias oportunidades en otros blogs, responde a la pregunta que surge con mucha fuerza: ¿cómo lograr generar una red de nodos de comunidades de liderazgo, donde las empresas, las universidades, y otros actores sociales y dirigentes políticos, puedan sumar sus capacidades para multiplicar los resultados y su impacto en sistemas complejos? 



Como sucedió a principios de los 90, con el surgimiento de la lógica  de “la calidad total”, o una década más tarde con la de “la innovación”, y que hoy forman parte obligada de las conversaciones estratégicas de cualquier organización, la lógica “del ejercicio del liderazgo colectivo”, debe de sustentar hoy el nuevo paradigma empresarial e institucional. 


El reto está en involucrar a otros actores claves como las universidades, dirigentes políticos y líderes sociales, que también tienen su responsabilidad hacia la sociedad. Todos están  llamados a jugar un papel fundamental en esta época de grandes cambios y  de  tremenda volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad (VICA)


Este es el nuevo paradigma que debe de estar sustentado en las lógicas ya mencionadas. Representa unos cambios profundos en la mentalidad, las creencias y los valores de nuestra cultura. Implica modificar los modelos mentales que nos han acompañado a lo largo de nuestra historia, que si no se modifican, no podremos avanzar. Se pone en peligro nuestro sistema democrático, que a pesar de muchas imperfecciones, es mejor que el populismo autoritario que hoy avanza con mucha fuerza.


 ¿Y qué pasa si no lo hacemos? El  riesgo es inmenso, pues la tremenda desorientación y polarización que hoy muestra la sociedad colombiana, es el resultado de un profundo vacío de liderazgo que hoy se evidencia. 


Este vacío, hoy está siendo aprovechado por los dirigentes políticos caudillistas, como ha sucedido en otros países latinoamericanos, independientemente de la bandera ideológica que utilicen, para cubrir sus verdaderas intensiones. Y una vez conseguido su objetivo, proceden  a desmantelar los fundamentos de la democracia, hoy atacada por todos lados, pero  que es el vehículo que les permite llegar al poder para luego quedarse con él como ha sucedido en Venezuela y Nicaragua.


Pero ¿cuáles son los elementos que deben de sustentar el nuevo paradigma del Impacto Colectivo que permita un ejercicio del liderazgo muy distinto al que existe hoy? 


Para iniciar, es fundamental que los empresarios entiendan, que es de su interés estratégico, garantizar un entorno sano donde puedan desarrollar sus actividades de negocios. La inversión y el talento fluye hacia aquellas regiones donde hay instituciones sólidas, reglas de juego confiables, y el progreso social no se queda atrás. Cuando no existen estas condiciones, el panorama es insostenible como lo han comenzado a entender los empresarios en Cali después de la toma violenta de su ciudad. Para evitar esta situación hay varias tareas que realizar.



La primera de ellas es conseguir construir “un propósito común y compartido”, que inspire y permita la alineación de las capacidades, recursos o y esfuerzos, de los actores institucionales y las personas que pueden ayudar a crear los cambios requeridos. Vivimos en una sociedad sin un norte común y esto explica la tremenda desorientación de tanta gente, su desesperanza y desconfianza en las instituciones y quienes tienen posiciones de dirección en la sociedad. Las encuestas recientes así lo indican y son contundentes.  


Pero un propósito superior que inspire y oriente, debe venir acompañado de un marco de valores que lo sustente. Pero algunas personas se preguntarán el porqué son tan importantes los valores en una comunidad. La razón de fondo, es porque son los que guían las decisiones de las personas en la vida, y cuando son compartidos, se constituyen en parte esencial de su cultura, de lo que es aceptado en ella, influenciando en las acciones y los comportamientos de sus miembros,


Pero hay otras razón. Las condiciones actuales y las dinámicas hacia adelante, le están exigiendo a las organizaciones públicas y privadas, generar valor social que aporte a subir la calidad de vida de todos los miembros de una comunidad. Esto implica buscar un equilibrio entre las lógicas económicas, sociales y políticas que la afectan. El nivel de confianza y legitimidad va a depender cada vez más de que esto se logre. 



Este enfoque es fundamental para amortiguar las condiciones crecientes de un entorno VICA. El propósito superior, acompañado de unos valores claros y explícitos en el día a día,  inspiran a la gente a dar lo mejor de sí, y también, ayudan a construir una identidad y un significado  común.


La siguiente tarea está en lograr vender la realidad de una transformación que requiere una visión de largo plazo, pero con resultados inciertos. Eso significa prepararse para navegar en aguas tormentosas sin desfallecer, para lo cual se necesita atreverse a experimentar y fallar. La resiliencia y la persistencia, deberán ser la marca que distinga a quienes se han comprometido a liderar colectivamente el proceso de cambio. Esto significa posiblemente sacrificios en el corto plazo, y hacer inversiones sin esperar retornos inmediatos.


La tercera tarea es entender el papel que juega el factor emocional de un proceso de cambio tan grande. En estas circunstancias la racionalidad queda en un segundo lugar. Los estados de ánimo positivos o negativos de una comunidad, son afectados fuertemente cuando este tema se ignora porque sus efectos son tan contagiosos como una pandemia. Este es un aspecto central en ejercicio del liderazgo colectivo. Si se minimiza su impacto, los riesgos de fracasar son exponenciales y los costos impagables. Las protestas sociales de los últimos meses son una demostración patética de esta realidad.


Es importante tener en cuenta el papel que juegan un propósito superior compartido y unos valores, en el clima emocional de una comunidad. Cuando se logra su comprensión y compra, la energía emocional consigue que la gente realice tareas imposibles de lograr, que si solo se apela a la racionalidad. Contribuyen a darle significado a la existencia y a responder a la gran pregunta que surge en estas circunstancias de cambio: ¿porqué y para qué me debo sacrificar y dar lo mejor de mi?


Una cuarta tarea es darle cada vez más valor al compromiso y alineación de los intereses de las empresas con lo asuntos públicos. Esto implica desarrollar capacidades individuales y colectivas de relacionamiento con audiencias muy diversas, bajo una mirada incluyente de respeto a esa realidad. 


Es necesario tener muy presente las necesidades de los diferentes actores que intervienen, y que antes se ignoraban sin un costo grande. Hoy ya no es así. La realidad es que la presión se venía acumulando, y en Colombia terminamos con la toma violenta de Cali, su tercera ciudad más importante, y con el cierre por dos meses de Buenaventura, el puerto más grande, con inmenso costo económico para el pais.


Esta tarea implica participar activamente en la construcción de una agenda pública que mejore las condiciones de todos los asociados. También significa qué hay que monitorear su implementación, para garantizar unos resultados a la altura de las expectativas cada día más crecientes, de una población  que se siente ignorada y marginada.


Lograr el compromiso hacia lo público no es tarea de una sola persona en una organización. Se requiere el concurso de muchos, porque construir relaciones de confianza con una comunidad, es muy complejo.  El promover el voluntariado institucional deberá ser una tarea cada vez más importante, para lograr la comprensión de la situación de otros, e impulsar el cambio hacia una cultura más empática y conectada, con la realidad del entorno donde está inserta la organización.



La quinta tarea consiste en asignar recursos de tiempo, dinero y talento a la construcción de las comunidades de liderazgo colectivo, así como también, para los proyectos que se realicen en alianza con otros actores. Para garantizar su impacto, hay que estar igualmente dispuesto a innovar y a aprender de los errores y aciertos cometidos, para lograr avanzar en función del propósito superior que une a la comunidad. Hay que hacerlo con la mirada de largo plazo y sin buscar resultados o beneficios inmediatos.


Coordinar procesos de impacto colectivo, exige una sexta tarea que no es fácil de lograr. Se requiere confiar en la capacidad que tienen los miembros de la comunidad de liderazgo colectivo, para lograr generar sistemas de autogobierno sostenible en el tiempo y financieramente. 


En esta cultura. la confianza es fundamental, pero también lo es, asumir la responsabilidad de obtener los resultados. Esto exige tener una serie de reglas compartidas por quienes están en la comunidad. También, evitar la rigidez que ahoga la creatividad y la innovación. Estas redes deben ser muy flexibles y adaptables a los cambios en su entorno.


Esta tarea es esencial si se quiere formar una red de comunidades de liderazgo colectivo que se extienden por la región y el país. Cuando esto se logra, estas de convierten en un instrumento muy importante de cambio social y político, con efectos económicos muy positivos. Y además, son las bases de un proceso de apropiación desde la base, y por lo tanto, de su sostenibilidad y capacidad de comunicación y actuación 



En resumen, forzadas por las circunstancias y los cambios en el entorno, las empresas y en genral todas las instituciones, van a tener que andar contra la corriente y adoptar el nuevo paradigma emergente de las redes de comunidades de liderazgo colectivo, para responder al creciente descontento y desconfianza de un grupo mayoritario de la población, que hoy se siente marginado y desorientado. Y en el fondo, lo que está en juego es la supervivencia del sistema democrático que, a pesar de sus imperfecciones, es el menos peor de todos los sistemas, como decía Churchill.