En mi blog anterior, hice mención al nuevo paradigma empresarial que está surgiendo debido a las consecuencias sociales producidas por el impacto del covid -19, situación que está obligando a las empresas, sin distinción de su tamaño, a comprometerse mucho más con las comunidades donde actúan y con el entorno en general. En este blog voy a profundizar sobre este tema y sus consecuencias.
El paradigma que está emergiendo es el resultado de una nueva lógica social, cuyo impacto también se debe de tener muy en cuenta para tomar decisiones, con la lógica económica. Esta ha predominado en el desarrollo del capitalismo a lo largo de la historia, orientada a la maximización de las utilidades. También, hay que sumarles una nueva lógica política, que proteja el sistema democrático, cuyo entorno es vital para las empresas y para la sociedad en general y una lógica ambiental que protegía el medio ambiente
Estas cuatro lógicas deberían estar en la agenda estratégica de la mayoría las organizaciones contemporáneas y no lo están. Y las consecuencias las estamos viendo hoy, cuando estas lógicas están totalmente desequilibradas. La mayoría de las empresas le han puesto el foco exclusivamente en el desempeño económico y han descuidado irresponsablemente las otras lógicas. El resultado: una sociedad tambaleando y con unas profundas brechas que se hicieron muy visibles en estos últimos 18 meses.
Estas lógicas, que deben estar balanceadas, se tienen que apoyar en una cultura que permita un rol de liderazgo y colaboración de las empresas, con otros actores del ecosistema donde actúan, pero también en conexión con otros ecosistemas, para que su impacto se escalable y mucho mayor. Es una nueva forma de pensar, dada la complejidad e incertidumbre que claramente desbordan las capacidades individuales de cada actor.
Gracias a los cambios que se están viendo y que se van a seguir acelerando hacia el futuro, solo si se juntan las competencias de muchas organizaciones y personas, desde la gran diversidad de los actores que deben de participar, será posible equilibrar el la estructura que soporta la sociedad para responder a los tremendos retos que enfrentamos.
El concepto de Impacto Colectivo, al cual me he referido en varias oportunidades en otros blogs, responde a la pregunta que surge con mucha fuerza: ¿cómo lograr generar una red de nodos de comunidades de liderazgo, donde las empresas, las universidades, y otros actores sociales y dirigentes políticos, puedan sumar sus capacidades para multiplicar los resultados y su impacto en sistemas complejos?
Como sucedió a principios de los 90, con el surgimiento de la lógica de “la calidad total”, o una década más tarde con la de “la innovación”, y que hoy forman parte obligada de las conversaciones estratégicas de cualquier organización, la lógica “del ejercicio del liderazgo colectivo”, debe de sustentar hoy el nuevo paradigma empresarial e institucional.
El reto está en involucrar a otros actores claves como las universidades, dirigentes políticos y líderes sociales, que también tienen su responsabilidad hacia la sociedad. Todos están llamados a jugar un papel fundamental en esta época de grandes cambios y de tremenda volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad (VICA)
Este es el nuevo paradigma que debe de estar sustentado en las lógicas ya mencionadas. Representa unos cambios profundos en la mentalidad, las creencias y los valores de nuestra cultura. Implica modificar los modelos mentales que nos han acompañado a lo largo de nuestra historia, que si no se modifican, no podremos avanzar. Se pone en peligro nuestro sistema democrático, que a pesar de muchas imperfecciones, es mejor que el populismo autoritario que hoy avanza con mucha fuerza.
¿Y qué pasa si no lo hacemos? El riesgo es inmenso, pues la tremenda desorientación y polarización que hoy muestra la sociedad colombiana, es el resultado de un profundo vacío de liderazgo que hoy se evidencia.
Este vacío, hoy está siendo aprovechado por los dirigentes políticos caudillistas, como ha sucedido en otros países latinoamericanos, independientemente de la bandera ideológica que utilicen, para cubrir sus verdaderas intensiones. Y una vez conseguido su objetivo, proceden a desmantelar los fundamentos de la democracia, hoy atacada por todos lados, pero que es el vehículo que les permite llegar al poder para luego quedarse con él como ha sucedido en Venezuela y Nicaragua.
Pero ¿cuáles son los elementos que deben de sustentar el nuevo paradigma del Impacto Colectivo que permita un ejercicio del liderazgo muy distinto al que existe hoy?
Para iniciar, es fundamental que los empresarios entiendan, que es de su interés estratégico, garantizar un entorno sano donde puedan desarrollar sus actividades de negocios. La inversión y el talento fluye hacia aquellas regiones donde hay instituciones sólidas, reglas de juego confiables, y el progreso social no se queda atrás. Cuando no existen estas condiciones, el panorama es insostenible como lo han comenzado a entender los empresarios en Cali después de la toma violenta de su ciudad. Para evitar esta situación hay varias tareas que realizar.
La primera de ellas es conseguir construir “un propósito común y compartido”, que inspire y permita la alineación de las capacidades, recursos o y esfuerzos, de los actores institucionales y las personas que pueden ayudar a crear los cambios requeridos. Vivimos en una sociedad sin un norte común y esto explica la tremenda desorientación de tanta gente, su desesperanza y desconfianza en las instituciones y quienes tienen posiciones de dirección en la sociedad. Las encuestas recientes así lo indican y son contundentes.
Pero un propósito superior que inspire y oriente, debe venir acompañado de un marco de valores que lo sustente. Pero algunas personas se preguntarán el porqué son tan importantes los valores en una comunidad. La razón de fondo, es porque son los que guían las decisiones de las personas en la vida, y cuando son compartidos, se constituyen en parte esencial de su cultura, de lo que es aceptado en ella, influenciando en las acciones y los comportamientos de sus miembros,
Pero hay otras razón. Las condiciones actuales y las dinámicas hacia adelante, le están exigiendo a las organizaciones públicas y privadas, generar valor social que aporte a subir la calidad de vida de todos los miembros de una comunidad. Esto implica buscar un equilibrio entre las lógicas económicas, sociales y políticas que la afectan. El nivel de confianza y legitimidad va a depender cada vez más de que esto se logre.
Este enfoque es fundamental para amortiguar las condiciones crecientes de un entorno VICA. El propósito superior, acompañado de unos valores claros y explícitos en el día a día, inspiran a la gente a dar lo mejor de sí, y también, ayudan a construir una identidad y un significado común.
La siguiente tarea está en lograr vender la realidad de una transformación que requiere una visión de largo plazo, pero con resultados inciertos. Eso significa prepararse para navegar en aguas tormentosas sin desfallecer, para lo cual se necesita atreverse a experimentar y fallar. La resiliencia y la persistencia, deberán ser la marca que distinga a quienes se han comprometido a liderar colectivamente el proceso de cambio. Esto significa posiblemente sacrificios en el corto plazo, y hacer inversiones sin esperar retornos inmediatos.
La tercera tarea es entender el papel que juega el factor emocional de un proceso de cambio tan grande. En estas circunstancias la racionalidad queda en un segundo lugar. Los estados de ánimo positivos o negativos de una comunidad, son afectados fuertemente cuando este tema se ignora porque sus efectos son tan contagiosos como una pandemia. Este es un aspecto central en ejercicio del liderazgo colectivo. Si se minimiza su impacto, los riesgos de fracasar son exponenciales y los costos impagables. Las protestas sociales de los últimos meses son una demostración patética de esta realidad.
Es importante tener en cuenta el papel que juegan un propósito superior compartido y unos valores, en el clima emocional de una comunidad. Cuando se logra su comprensión y compra, la energía emocional consigue que la gente realice tareas imposibles de lograr, que si solo se apela a la racionalidad. Contribuyen a darle significado a la existencia y a responder a la gran pregunta que surge en estas circunstancias de cambio: ¿porqué y para qué me debo sacrificar y dar lo mejor de mi?
Una cuarta tarea es darle cada vez más valor al compromiso y alineación de los intereses de las empresas con lo asuntos públicos. Esto implica desarrollar capacidades individuales y colectivas de relacionamiento con audiencias muy diversas, bajo una mirada incluyente de respeto a esa realidad.
Es necesario tener muy presente las necesidades de los diferentes actores que intervienen, y que antes se ignoraban sin un costo grande. Hoy ya no es así. La realidad es que la presión se venía acumulando, y en Colombia terminamos con la toma violenta de Cali, su tercera ciudad más importante, y con el cierre por dos meses de Buenaventura, el puerto más grande, con inmenso costo económico para el pais.
Esta tarea implica participar activamente en la construcción de una agenda pública que mejore las condiciones de todos los asociados. También significa qué hay que monitorear su implementación, para garantizar unos resultados a la altura de las expectativas cada día más crecientes, de una población que se siente ignorada y marginada.
Lograr el compromiso hacia lo público no es tarea de una sola persona en una organización. Se requiere el concurso de muchos, porque construir relaciones de confianza con una comunidad, es muy complejo. El promover el voluntariado institucional deberá ser una tarea cada vez más importante, para lograr la comprensión de la situación de otros, e impulsar el cambio hacia una cultura más empática y conectada, con la realidad del entorno donde está inserta la organización.
La quinta tarea consiste en asignar recursos de tiempo, dinero y talento a la construcción de las comunidades de liderazgo colectivo, así como también, para los proyectos que se realicen en alianza con otros actores. Para garantizar su impacto, hay que estar igualmente dispuesto a innovar y a aprender de los errores y aciertos cometidos, para lograr avanzar en función del propósito superior que une a la comunidad. Hay que hacerlo con la mirada de largo plazo y sin buscar resultados o beneficios inmediatos.
Coordinar procesos de impacto colectivo, exige una sexta tarea que no es fácil de lograr. Se requiere confiar en la capacidad que tienen los miembros de la comunidad de liderazgo colectivo, para lograr generar sistemas de autogobierno sostenible en el tiempo y financieramente.
En esta cultura. la confianza es fundamental, pero también lo es, asumir la responsabilidad de obtener los resultados. Esto exige tener una serie de reglas compartidas por quienes están en la comunidad. También, evitar la rigidez que ahoga la creatividad y la innovación. Estas redes deben ser muy flexibles y adaptables a los cambios en su entorno.
Esta tarea es esencial si se quiere formar una red de comunidades de liderazgo colectivo que se extienden por la región y el país. Cuando esto se logra, estas de convierten en un instrumento muy importante de cambio social y político, con efectos económicos muy positivos. Y además, son las bases de un proceso de apropiación desde la base, y por lo tanto, de su sostenibilidad y capacidad de comunicación y actuación
En resumen, forzadas por las circunstancias y los cambios en el entorno, las empresas y en genral todas las instituciones, van a tener que andar contra la corriente y adoptar el nuevo paradigma emergente de las redes de comunidades de liderazgo colectivo, para responder al creciente descontento y desconfianza de un grupo mayoritario de la población, que hoy se siente marginado y desorientado. Y en el fondo, lo que está en juego es la supervivencia del sistema democrático que, a pesar de sus imperfecciones, es el menos peor de todos los sistemas, como decía Churchill.