sábado, 12 de marzo de 2022

Lo que está en juego

 


Perder una elección en una democracia es normal, lo que no lo es normal es perder la democracia en una elección. 


¿Qué es lo que está en juego este domingo? Esta sencilla pregunta hecha por un joven en una reunión en esta semana, me obligó a reflexionar y a escribir este blog. En los que he publicado las últimas semanas, he mencionado que, lo que está en juego es la sostenibilidad de nuestra democracia, y que a pesar de sus falencias, permite el ejercicio de la libertad. Solo cuando esta se pierde, es que  se entiende su valor. 



Lo que está sucediendo hoy en Ucrania, es un clarísimo ejemplo de un pueblo defendiendo su libertad contra el ataque criminal de Putin y sus secuaces. Los ucranianos están defendiendo su democracia, que a pesar de sus imperfecciones, la valoran más porque ya han padecido la dictadura en el pasado reciente y saben lo que se pierde. Arriesgando sus vidas, están rechazando el modelo autoritario que Putin ha instalado en Rusia y que quiere imponer en Ucrania por la fuerza.


Lo que está en juego en las elecciones de este domingo y las de mayo próximo, cuando cada persona va a depositar su voto, es una decisión y una apuesta a la vez. Es una decisión porque debería haber el convencimiento personal de que “mi voto cuenta”. Es una apuesta, porque la elección de candidato se hace con una pobre información y en un entorno emocional muy complejo, distorsionado por la polarización existente, altamente vulnerable a la manipulación y la mentira.



Pero las apuestas se ha subido considerablemente por los efectos colaterales globales del ataque a Ucrania. Los precios del petróleo, los fertilizantes y los alimentos, entre otros productos, están disparados cuando la inflación ya estaba golpeando fuertemente el bolsillo del votante como resultado de los efectos de la pandemia y los paros, con altas posibilidades de frenar de nuevo la economía . 


Lo más grave es que, cuando hoy enfrentamos una tremenda incertidumbre, los niveles de desconfianza de la gente en las instituciones y los políticos, son los más altos registrados desde que se llevan estas estadísticas. 



Dentro de las reglas de nuestra democracia,  este domingo está en juego el votar por quienes nos van a representar en el Congreso. En las consultas, por los finalistas en  la contienda por la presidencia. Una ves elegidos y posicionados estas personas en agosto, tendrán en sus manos la inmensa responsabilidad de tomar unas decisiones muy difíciles para enfrentar la acumulación de problemas generados por los eventos de los últimos dos años, más los temas muy delicados que se han pateado hacia adelante y que no dan más espera. 


Pero mire el lector la paradoja. Con nuestros votos este domingo, vamos a depositar la responsabilidad en estos políticos, en los que nadie confía, de decisiones trascendentes y de la orientación de las mismas instituciones, que como votantes igualmente desconfiamos.



No recuerdo otras elecciones, en un entorno tan complejo,  donde la incertidumbre y la rabia de muchos haya sido mayor. Tampoco, donde lo que está en juego, vaya a ser tan trascendente para el futuro de todos. Este domingo, veremos de que magnitud es realmente el estado emocional del votante contra el sistema y su dirigencia política, que hasta aquí hemos elegido, y que han conducido a nuestro pais. 


No hay duda de que nuestra frágil democracia hoy muestra señales complejas de deterioro. No es gratuito  que hayamos llegado hasta aquí, con un cuestionamiento profundo de la institucionalidad política en Colombia. Hay que entender que es el resultado de varios factores convergentes muy preocupantes. Lo que está en juego en estas elecciones, es si cambiamos esta tendencia o la reforzamos. Veamos.


Las contradicciones y los inmensos vacíos de liderazgo, de los dirigentes políticos tradicionales, tienen una inmensa responsabilidad. Sus egos, personalismo, egoísmo y miopía, acabaron con los partidos políticos que son esenciales para el funcionamiento en cualquier democracia. Esta demolición de la institucionalidad  política explica el porqué , desde la Constitucién del 91, es la primera vez donde las coaliciones y los movimientos, han remplazado a los partidos y las ideologías. Hoy no estamos viendo unas elecciones políticas sino una feria de vanidades que a mi personalmente me indigna. 



En estas condiciones, no es de extrañar que se hayan abierto las puertas de para en par, para los planteamientos populistas irrealizables, como los de Petro, y sus discursos incendiarios que agitan las pasiones más bajas. Estas posturas se han convertido en el tiquete preferido para llegar al Congreso y a la Presidencia, y remplazan las propuestas serias que necesita Colombia. 


Y lo que es peor: mucha gente se traga el cuento y va a votar por estos personajes, pero lo hace por la razón equivocada. Es un voto castigo porque sienten que el sistema les ha fallado y piensan que peor no les puede ir, así sean absurdas las propuestas e impagables los riesgos de estas posturas, como lo evidencia el caso de Venezuela que mucha gente quiere  ignorar.



La  falta de liderazgo, orientación y de pedagogía política que ha existido en Colombia, me temo que nos va a pasar una factura muy costosa en estas elecciones. Espero equivocarme pero no soy muy optimista. Este vacío hace que el votante decida con el hígado y no con la cabeza. 


Se podría argumentar que siempre ha sido así, pero dada la coyuntura actual, seguir por ese camino es simplemente suicida. Lo que está en juego es demasiado importante, para no pensar antes de votar y buscar que ojalá, quienes lleguen, fueran los más capaces. 


El gran problema del desprestigio de la política en Colombia, es que precisamente hace que personas muy capaces no quieran exponerse a participar en política. Muchos de los que si se lanzan, no lo hacen con el espíritu de servir a la sociedad, sino de servirse de la gabelas del poder político, como lo demuestra el reciente escándalo de los Char en Barranquilla. 


Asociado a lo anterior, parecería que a nadie le interesa saber con seriedad, cuáles son los antecedentes profesionales, personales y de experiencia, que califican a los candidatos que aspiran llegar a las más altas posiciones del estado. En este sentido, recomiendo leer el excelente artículo de Moisés Wassermann este viernes en el Tiempo sobre este tema. 


Estas dinámicas, que caracterizan nuestras elecciones en la actualidad, pueden explicar el porqué hoy tenemos  un proceso electoral que desorienta y es muy confuso para los potenciales votantes. Las posturas basadas en principios, se han cambiado por el oportunismo de la coyuntura. Los  planteamientos serios han brillado por su ausencia en los debates entre la mayoría de los candidatos a la Presidencia, así como también han estado ausentes, propuestas para construir un propósito colectivo para unir a los colombianos.


Lo que ha brillado han sido los ataques personales, entre los mismos miembros de las coaliciones, para no hablar entre los oponentes de otros movimientos. Se siente la ausencia de propuestas orientadas a unir a los colombianos para enfrentar los inmensos retos de una época tan turbulenta y compleja. En esta campaña política, me parecen que la mayoría de los aspirantes no han estado a la altura que se requiere, para enfrentar lo que está en juego en estas elecciones. 



Por toda las razones expuestas en este blog y por lo que está en juego,  hay que partir del convencimiento de que cada voto cuenta y hay que cuidarlo. Propongo  que para darle nuestra confianza a alguien con el voto, se tengan un mínimo de criterios y el convencimiento más objetivo posible para evaluar nuestra decisión. Estos serían mis sugerencias: 


    • Nos trate como unos adultos responsables y no como descerebrados manipulables.
    • Haya propuesto un propósito superior que inspire y oriente a los colombianos, que nos devuelva la esperanza en nuestro país y en nosotros mismos, y la confianza en que unidos salimos adelante, porque en Colombia hay mucha gente extraordinaria. Solo que no la vemos ni las conectamos y apoyamos, cuando son verdaderos Motores de Esperanza.
    • Soporte con programas serios y realizables su visión y no venda meros sueños y espejismos. No hay soluciones milagrosas ni respuestas fáciles para los problemas complejos que enfrentamos. 
    • Busque  sanar heridas y no ahonde más la lucha de clases y las divisiones. Colombia no aguanta más peleas, odios y descalificaciones. Necesita respeto por la diversidad de opiniones y visiones.
    • Demuestre una experiencia de logros importantes. Ver lista de Wasserman en su artículo.
    • Tenga una trayectoria de manejo ético que sirva de faro moral para cambiar  la cultura del atajo, donde  los fines justifican los medios, que ha encubado un ambiente nauseabundo de corrupción. 


Antes de votar, preguntarse que evidencias se tienen que soporten la decisión en función de estos criterios u otros similares . Se que no es tarea fácil porque la información no está disponible para muchos, que hoy se encuentran desorientados, o porque la que se recibe puede estar manipulada. A pesar de estas limitaciones, por lo menos si hay que pensarlo dos veces antes de votar, porque lo que está en juego es muy grande: la libertad y la democracia que la cobija.


PD: muy importante recodar que los problemas que enfrentamos los colombianos nos comprometen a todos. No podemos esperar que un iluminado nos haga el milagro porque quien llegue a ser presidente de Colombia, deberá liderar una transformación mental y cultural en nuestra sociedad, al tiempo que despierte un liderazgo colectivo en diferentes  niveles para que, entre todos, encontremos las mejores salidas posibles a los inmensos retos que enfrentamos. Estoy seguro que este es el mensaje que millones de colombianos queremos oír.



Alguien con quien compartí este blog antes de publicarlo me preguntaba que bajo los parámetros propuestos yo por quien iba a votar. Mi respuesta la voy a dar. El la consulta y con la información que dispongo, por Sergio Fajardo cuya trayectoria y ejecutorias de más de 20 años y la entrevista que le diera al Tiempo hace dos semanas, es el que más de acerca a mis criterios. Por el senado voy a votar por Humberto de la Calle también por su trayectoria y la apuesta personal que hizo por la paz. Para la Cámara no tengo claro mi voto en el momento que estoy escribiendo el blog. 






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