sábado, 16 de julio de 2022

Los tiempos políticos y los tiempos de cambio

 


Un país se construye conectando los tiempos políticos con su agenda de cambio.

Estamos a menos de un mes para que asuma el cargo el nuevo presidente de los colombianos. El CAMBIO fue el lema de su campaña que lo llevó al poder, con una muy ambiciosa agenda que toca temas estructurales  en sectores como el petróleo,  la salud, las pensiones, los  impuestos, las relaciones internacionales, un posible acuerdo con el ELN, y otros temas que seguramente se destaparán durante la elaboración  del Plan de Desarrollo. 



Dado el impacto y el alcance de la agenda, que pretende ejecutar Petro, en “solo cuatro años” si le creemos que no aspira a eternizarse en el poder, se han generado en sus seguidores unas expectativas  muy altas, como también una gran desconfianza en quienes no votamos por él. El cumplir con sus promesas de campaña va a depender del manejo político que pretende montar con su propuesta del Acuerdo Nacional, pero aún más importante, de la capacidad de gestión institucional que van a estar a cargo de las personas afectas al nuevo régimen. 


Dado el comentario anterior,  la pregunta que me ha rondado en estos días, tiene que ver con los retos que va a enfrentar este gobierno, para lograr cambiar a un país tan complejo como el nuestro en un periodo que en la práctica es muy corto. Los tiempos políticos muy posiblemente no van a coincidir con los tiempos requeridos por la agenda de cambios propuesta por Petro. Su capacidad de gestión se va a poner a prueba como nunca y la tentación para quedarse va a ser muy grande.



Lo anterior me llevó a recordar los retos que enfrentó Santos tratando de implementar el proceso de negociación con las FARC.  Una agenda  mucho más focalizada, pero igualmente compleja, sobre la que escribí extensamente durante los ocho años de su gobierno. Hoy veo que a Petro, en un entorno igualmente dividido de país, y desde un gobierno de izquierda por primera ves, va a enfrentar unos retos similares pero pisando muchos más cayos y en  más frentes a la vez. 

En el 2016, cuando Santos  ya llevaba  la mitad de su segundo mandato, yo escribí lo siguiente


La lección que nos deja el proceso para llegar a unos acuerdos con las FARC, es que estos toman mucho más tiempo de lo previsto, y necesitarán aún más para su implementación. Sin embargo, los tiempos políticos de los periodos presidenciales, eliminada la posibilidad de la reelección, no están alineados con esta realidad.


Tal vez, la gente no se da cuenta de lo que implica tener solo cuatro años de un periodo presidencial para lograr los cambios que la sociedad necesita, y que hoy está definido en nuestra constitución. Mientras se asienta la persona en su cargo, entiende lo que le entregaron, y define lo que va lograr, pasan entre seis a doce meses. Y al final de su periodo, en los últimos seis a ocho meses, la capacidad de gestión se ve muy limitada. Los cuatro años legales, son en la práctica solo dos años y medio para ejecutar un plan de gobierno.


Ahora pregunto: ¿es creíble que solo en un periodo tan corto, se puedan desarrollar e implementar las transformaciones de envergadura en una sociedad como la nuestra, como los que nos esperan en el post conflicto?


Los tiempos de nuestra democracia generan varios problemas. No hay sostenibilidad de las apuestas hacia adelante. Y esto es más grave aún, cuando no existe una visión compartida por la sociedad y liderada por los dirigentes políticos de turno. Por otro lado, la rotación en cargos críticos de responsabilidad es muy alta. Como consecuencia, existe una gran dificultad  para sostener  políticas en el largo plazo. Y mas grave aún, cuando  por principio lo que dejó  el antecesor  no sirve .


Como resultado, cada cuatro años nos reinventamos la rueda; las experiencias anteriores y las lecciones aprendidas no se usa para construir sobre ellas; la atención de la gente está condicionada por las agendas de corto plazo. No se entiende que una agenda de cambio importante toma tiempo consolidar.


Las consecuencias de esta dinámica política son funestas, porque están asociadas a tiempos que están desfasados con los que se requieren para desarrollar e implementar políticas de largo aliento. Cuando esta dinámica se rompe, se logran unos resultados que son muy distintos. El ejemplo fue el acuerdo de paz que tomó 16 años para lograrlo incluyendo “el articulito ” que permitió la seguridad democrática de Uribe, y la negociación de Santos con las FARC.


Pero como estamos tan enfocados en solo ver lo malo de nuestro entorno, y no reconocemos nuestros logros para aprender de ellos, estas  realidades no se ven ni se aprecian en su justo valor. Y como no la hacemos, no las defendemos, y aceptamos cambios sin medir las consecuencias. 


Procesos como lograr la Paz son por definición, unas apuestas de largo plazo que requieren continuidad de políticas y apoyarse en los logros pasados, si no queremos frustrar las expectativas y sembrar las semillas de nuevos conflictos.


Pero resulta que ya no hay reelección, y por lo tanto, volveremos a tener un desfase entre los tiempos políticos y los tiempos de cambio. La eliminación de la reelección, se basó  en sus  aspectos negativos, pero no se mencionaron los puntos positivos cuando se trata de afianzar las bases de los cambios propuestos. El ejemplo  de Santos, después de seis años, demuestra la validez de esta afirmación.


Este proceso muestra las dificultades para afianzar cambios estructurales en una sociedad como la nuestra. Este va a ser un tema de especial relevancia para el post conflicto, dada la debilidad institucional que tenemos. Definitivamente, no es el mejor panorama para lo que se nos viene, especialmente si es elegido un gobierno contrario con el proceso. (Este comentario fue premonitorio con la llegada de Duque al poder)


En este caso del acuerdo con las FARC, hay una lección muy importante para lo que pretende Petro con su agenda de cambio. El tiempo y la capacidad de gestión del Estado han sido factores limitantes muy importantes para implementar exitosamente una decisión política muy polémica que dividió al país en dos. 



Han sido 20 años, buscando la paz y el proceso ha tomado mucho más tiempo de lo esperado. Ocho años de Uribe para aumentar la capacidad militar, ocho años de Santos para firmar un acuerdo y cuatro años de Duque para su implementación que quedó muy incompleta. Y a pesar de todo, la violencia sigue imperando en muchas partes de este país donde el Estado sigue ausente.


Pienso que las reflexiones anteriores  siguen siendo muy válidas hoy en día, no solo porque Petro pretende profundizar el proceso  de paz, sino porque quiere también abrir una negociación con el ELN, cuyas dificultades son ampliamente conocidas. Pero además, porque en este periodo, se pretenden otros cambios de gran envergadura: incrementar significativamente los impuestos, revolucionar la Salud, las pensiones, y la industria energética, todos temas de un inmenso impacto para la sociedad colombiana



Es una agenda de cambios que muy posiblemente va a generar mucha resistencia. Va a requerir de una capacidad sobresaliente de liderazgo de  parte de Petro y su equipo de gobierno, porque implica construir muchos puentes y respetar la diferencia. Pero además, va a necesitar de una gran capacidad de gestión  institucional del Estado. Es el reto de pasar de una agenda política a una agenda pública apoyada por la sociedad


Hasta ahora Petro a demostrado una extraordinaria habilidad para dividir y agitar la confrontación de clases sociales. También una incapacidad de gestión muy grande cuando fue Alcalde de Bogotá de donde salió con el 68% de desfavorabilidad. Demostrar lo contrario para implementar su agenda, ya requeriría un inmenso cambio de su parte, pero que es absolutamente necesario, si quiere tener la credibilidad que le permita mover las propuestas hechas durante su campaña.


Termino este blog con otra reflexión que hiciera hace seis años   y cuya vigencia se mantiene.


Cuando se buscan unos acuerdos que pretenden tener efectos de largo plazo, porque proponen introducir cambios significativos en una sociedad como la nuestra, hay que tener muy presente el nivel de incertidumbre que se genera, y un sentido realista de los resultados que  se pueden conseguir. El reto es lograr que los tiempos políticos coincidan con los tiempos de cambio sin destruir la institucionalidad. 


Y como siempre pasa en estas circunstancias, también hay que tener en cuenta los efectos no esperados, que nos pueden sorprender, porque se busca intervenir un sistema complejo, donde hay una gran resistencia al cambio y no hay una visión común.


PD: las reflexiones expuestas en este blog estoy seguro que Petro y sus amigos las han debido hacer. Por lo tanto, no descartó que dado su carácter autoritario y tendencias populistas, decida pasarse por la faja su promesa de no buscar un cambio constitucional para hacerse reelegir, como lo hicieron  Chávez , Correa y Evo Morales. 


Lamentablemente en todos esos casos los resultados para sus países fueron desastrosos. Y esa es la paradoja: se necesita más tiempo para lograr cambios estructurales, y sin embargo, el tenerlo no garantiza los resultados porque no ha habido el liderazgo requerido ni las capacidades de gestión institucional.


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