sábado, 16 de agosto de 2014

El arte de contar historias, recurso del liderazgo

A medida que he venido profundizando en el proyecto de Innovación para la Paz y la Educación, que busca aportar nuevas perspectivas en este momento histórico que vive el país, ( ver blogs anteriores relacionados), hay un tema particularmente interesante de la propuesta, que ha venido atrayendo, la atención de la gente con la que he interactuando: como construir una nueva narrativa para Colombia en un eventual post conflicto.

¿Pero qué es una nueva narrativa y cómo se construye?. ¿Porqué es que el tema resuena tanto en la gente, sin distinción de sus niveles socioculturales, experiencia, género o edad?. ¿Cómo se debería utilizar para movilizar a una comunidad hacia una visión colectiva y un propósito superior?.

La tradición oral es tan vieja como la humanidad misma. Esta se ha transmitido de generación en generación a través de las historias de los pueblos. En la propagación de las religiones, las historias, o narrativas, han sido la manera de conectarse con la gente en todos los tiempos. Basta con recordar el uso de las parábolas para transmitir la palabra de Dios, en el caso del Cristianismo. Este es un recurso muy efectivo para narrar una historia corta, de manera sencilla de comprender, que contiene un mensaje y una enseñanza  fácil de recordar.



Durante siglos, el uso de las fábulas y de las historias épicas, han sido una manera de enseñar. En la edad moderna, esta práctica continuó con el uso de las historietas ilustradas, o cómics, cuya lectura ha capturado la imaginación de la gente y los ha hecho soñar. Hoy, las telenovelas y el cine, son los medios utilizados para reforzar las narrativas, con unos valores determinados.

De los comportamientos de los personajes de las historias, se aprende el significado de los principios y valores de una sociedad.  Por ejemplo, el contraste del amor con el odio, la valentía y el miedo, la lealtad y la traición, la justicia y la arbitrariedad, la compasión y la indiferencia, la generosidad y la envidia, el perdón y el rencor. Más allá de los significados abstractos que cada una de estas palabras tiene, su comprensión se facilita por las acciones concretas que acometen los personajes, en el curso del desarrollo de la trama de la narrativa.

Ahora bien, cuando se construye bien una historia, que sirve para motivar los cambios positivos que se necesitan en el comportamiento de la gente, se requieren varias cosas. Lo primero, la historia debe de mostrar la necesidad de aprender a hacer buenas escogencias en la vida, especialmente cuando se enfrenta la persona a lo desconocido o lo inesperado. Lo segundo, que estas decisiones implican el asumir riesgos. Y lo tercero, que se puede fallar pero el fracaso no es nada distinto que una linda oportunidad de aprender, para luego levantarse y continuar en el camino de la vida.

Quiero enfatizar el tema de saber hacer buenas escogencias en la vida. Los colombianos nos hemos acostumbrado, en el marco de la narrativa actual, a culpar a otros por lo que nos pasa. Esperamos que "esos otros" sean los que nos solucionen todos nuestros problemas. Sin embargo, desconocemos un hecho irrefutable: somos lo que somos como consecuencia de las buenas o malas escogencias que hacemos  en la vida. Punto.

En resumen, las historias son unos vehículos muy poderosos para darle un significado claro, a conceptos que son complejos. Son unos mecanismos muy importantes para enganchar la imaginación y la emocionalidad de la gente. Las historias muestran un camino, y una esperanza, que le permite a una comunidad actuar dentro de un marco de valores compartido, que los hace sentir valiosos e inspirados. En estas condiciones es más fácil  la búsqueda de un propósito superior que los una y les da una identidad.

¿Quién no recuerda los cuentos que escucho en su niñez?. Escribiendo estas líneas, pasan por mi memoria como si fuera hoy,  los momentos mágicos con mi abuelo cuando me contaba sus historias en los Llanos Orientales. También, me veo sentado con mi abuela cuando era niño, escuchándole los cuentos que me dejaban una enseñanza y me invitaban siempre a preguntarle : ¿ abuela y qué más?

Las historias son un vehículo  muy importante para uso del lenguaje. Como lo afirma Rafael Echavarría en su libro "Ontologia del Lenguaje", todo fenómeno social es un fenómeno lingüístico . De hecho, desde mucho antes que los griegos inventarán el alfabeto en el 700 AC, se reconocía el poder del lenguaje para lograr que sucedieran cosas, que de otra forma, no hubieran pasado, pero que sucedieron porque alguien lo dijo. De hecho, después de la aparición del alfabeto, el costo que se tuvo fue la desaparición del orador y el desplazamiento del lenguaje de acción, a un lenguaje de las ideas.

Pero el mensaje fundamental que quiero transmitir es clave: lenguaje es acción. Y es mediante su uso, que los seres humanos somos capaces de narrar, de construir historias del pasado o del futuro, de capturar la imaginación y la atención de quien escucha, e inclusive, de inspirarlo a actuar. Este es  el poder de las historias y el porqué la gente se conecta tanto con ellas.

Ahora bien, el papel de construir una nueva narrativa, tiene más sentido en el contexto de los procesos de cambio que experimenta una comunidad. Cuando esto sucede, hay valores que es necesario cuestionar, y deben de ser remplazados por otros más alineados con el futuro que se quiere construir. Las historias son la manera más efectiva para comunicar estos nuevos valores y las consecuencias del cambio que se puede esperar.

El punto anterior es crítico en el ejercicio del liderazgo. Como lo explicara muy bien Ronald Heifetz, profesor de esta materia en Harvard, el reto está en mostrar la incoherencia entre los valores profesados y los comportamientos reales de una sociedad. Pero también, evidenciar la necesidad de adoptar otros valores más acordes con las nuevas realidades de una comunidad. ( invito al lector a leer un blog anterior sobre los retos de liderazgo de Santos).

Quien lidera, además de demostrar mucho valor para generar esa tensión dentro de una comunidad, requiere tener la habilidad de contar la historia del futuro que quiere lograr. Debe de enganchar la parte emocional e inspirar a los demás para que lo sigan. Esta es otra de las razones de la importancia de las historias en una sociedad.

Y aquí vale la pena mencionar la reflexión de Marshall Ganz, otro profesor de Harvard, quien escribía:

El desafío para liderar el cambio está en romper la inercia de los hábitos pasivos de la gente para que presten atención. El sentido de urgencia es el gatillo que mueve a la gente a actuar porque hay una necesidad que atender. Pero también el sentimiento profundo de la indignación ante las contradicciones e incoherencias que se ven. Estas dos posibilidades ayudan a romper la inercia y la apatía del status quo.

La gente responde ante la urgencia y la ansiedad de manera diferente. La reacción puede ir del entusiasmo a la depresión, de la esperanza a la desesperanza. La combinación de ansiedad y desesperanza genera miedo . Este inmoviliza o dispara una reacción violenta. Los resultados no son buenos. Pero si hay esperanza y entusiasmo, hay una actitud de curiosidad que invita a hacer las preguntas necesarias para abordar el problema, para aprender y enfrentar lo desconocido.

Y yo añadiría : es la única manera de superar el miedo y la inacción porque la esperanza es mucho más poderosa que el mismo miedo. Gracias a ella, la historia de la humanidad muestra hazañas impresionantes. Un ejemplo: los cuarenta años de Moisés en el desierto con la esperanza de encontrar la tierra prometida. Otros ejemplos: el descubrimiento de América con la esperanza de encontrar una ruta más corta con el Asia, y la llegada de los españoles a nuestras tierras en busca del "Dorado", porque tenían la esperanza de conseguir mucho oro. En todos estos ejemplos, la esperanza fue el combustible para superar el miedo de lo desconocido, y motivar a la acción a gente normal, para  lograr cosas extraordinarias.

Los párrafos anteriores, son fundamentales para entender la dinámica por la cual está pasando la sociedad colombiana ante la posibilidad de un cambio histórico, que se puede generar por la propuesta de Santos de negociar con las FARC.  Más de dos generaciones no conocen nada distinto que el miedo, el escepticismo y la apartía, ante la debacle de sangre que hemos experimentado durante todos estos años.

Si el liderazgo del proceso no genera la esperanza que invite a la acción, y se continúa con la emoción del miedo que genera la parálisis, difícilmente se va a lograr movilizar a la sociedad alrededor de un futuro diferente. Para esto, se necesita un ejercicio de liderazgo distinto que invite a la construcción de una nueva narrativa colectiva, donde todos nos vemos parte en  la superación de tantas décadas de violencia y de muerte.

¿Pero que está pasando hoy en Colombia?. La guerra de los ratings entre los canales de TV, nos han inundado con telenovelas como el Capo, Pablo Escobar y Sin tetas no hay paraíso,. Estas historias, mitad verdad y mitad ficción, tipifican muy bien lo que hoy caracteriza nuestra cultura. En estos programas transmitidos en tiempo AAA, se muestran la narrativas que ha envuelto a dos generaciones de jóvenes y han definido los marcos éticos de referencia y " los héroes" de nuestra sociedad. No es de extrañar por lo tanto, que tengamos la cultura del atajo, el uso de la violencia, el maltrato a las mujeres, y la permisividad e indiferencia, que mostramos permanentemente ante los actos de barbarie, que se ven todos los días .

En otras palabras, los colombianos tenemos hoy una narrativa inadecuada para enfrentar los cambios, que se proponen con las negociaciones en la Habana. Y mientras esta realidad no sea remplazada por una nueva narrativa, difícilmente podremos ser optimistas de lo que viene. En esto, el papel de los medios es de una responsabilidad inmensa.

Sería muy innovador, que Colombia hiciera una contribución al mundo, demostrando que la tecnología si se puede poner al servicio de la construcción de una nueva historia, menos violenta, más incluyente, donde la diversidad de las regiones se ve como un gran activo, y donde la creatividad y capacidad emprendedora de su gente, es el motor que sostiene el desarrollo de un país que se vuelve referente.

Pasar del capítulo sangriento de nuestra historia, para escribir un nuevo capítulo más esperanzador, es el tremendo reto que enfrenta Santos hacia adelante. Para ello va a requerir de toda la ayuda que pueda sumar. Otra cosa, es que salga de su torre de marfil, se conecte con la gente y se deje ayudar. Hasta ahora, no ha sido así.

En el próximo blog, entraré en más detalle para explicar los elementos que deben de ser tenidos en cuenta para la construcción de una nueva narrativa, desde la perspectiva del liderazgo.

Y no puedo terminar, manifestando mi gran preocupación y desconcierto, porque en el discurso de poseción de Santos, la política de innovación no fue mencionada una sola vez. Como ya lo mencioné en otro blog y fue publicado en las páginas editoriales del Tiempo: la Innovación fue y sigue siendo, la Cenicienta de este gobierno.

Excelente que se ponga énfasis en la Educación. Pero como se puede observar en mis dos blogs anteriores, el proceso de educar, sin un sentido de su contribución al desarrollo, lo que va a generar es una gran cantidad de personas desalineadas con las necesidades de la sociedad y la economía. El resultado: mucha gente mejor educada, pero tremendamente frustrada.

Por eso vuelvo a insistir en mi ecuación como fundamento de una nueva narrativa nacional  : innovación + Educación = Desarrollo + Paz. Mientras no se entienda esta realidad Colombia no va a avanzar. Por esta razón, mientras no se cambie, con tristeza y desesperanza, apuesto doble sobre sencillo a que así será.

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