En mi blog anterior, propuse unas reflexiones frente al enorme reto de elegir la persona que va a remplazar a Petro, si no hay sorpresas en los próximos meses, lo que es muy poco probable dada desmadrada de Petro el 1 de Mayo ante sus huestes enardecidas.
En este blog voy a concretar unas propuestas de cómo proceder si se aceptan las premisas planteadas la semana pasada. Este es una llamado a la acción porque el tiempo de parálisis se acabó. Hoy estamos perdiendo a nuestro país, que si requiere cambios profundos, pero destruyendo los avances logrados, porque son sobre los cuales tenemos avanzar.
Un nuevo pacto de liderazgo para Colombia
La Presidencia debe dejar de concebirse como el trono de un salvador. En una democracia adulta, el poder presidencial no se ejerce con omnipotencia sino con integridad y visión.
Heifetz propone que los líderes deben ampliar su perspectiva, siendo capaces de estar en el ruedo , o en sus palabras “en la pista de baile”, pero también ser capaces de ver el bosque subiéndose “al balcón” , desarrollando la capacidad de moverse con agilidad y oportunidad entre ambos. Esto les permite ver el sistema con perspectiva, pero también en este momento, estando cerca para sentir su pulso, e interpretar y darle voz a quienes han sido victimas de las desastrosas decisiones de gobierno de turno.
Ese tipo de liderazgo necesita formación, carácter, pero también mucho valor , y la capacidad de inspirar en la sociedad la corresponsabilidad de encontrar entre todos el mejor camino, y la indignación para rechazar las decisiones que les impacten su calidad de vida. La ignorancia, y la incompetencia, alimentadas por el miedo, habilitan la llegada al poder de dirigentes irresponsables como Petro. Este tema lo ampliaré en el próximo blog.
La corresponsabilidad ciudadana requiere una capacidad de elegir bien, para llevar al poder a un dirigente político a la Presidencia, que tenga la capacidad de liderar la reconstrucción de Colombia. Este es un perfil muy exigente, que se debe tener en cuenta en el momento de evaluar a los candidatos que pretenden llegar al más alto, puesto del Estado.
Nuestro país no requiere más líderes mesiánicos, porque el daño es enorme. Y mucho menos drogadictos. Necesita que el siguiente Presidente, tenga la capacidad de liderar para facilitar cambios profundos, uniendo al país alrededor de un propósito superior, que Petro ofreció pero que no cumplió, y sin destruir su tejido social e institucional . La teoría del liderazgo adaptativo de Ronald Heifetz, ofrece un marco poderoso para pensar los desafíos del país y para construir una nueva narrativa y cultura política.
La campaña electoral, no es solo una competencia por el poder; debería ser un laboratorio de pedagogía ciudadana. Hoy cómo van las cosas, se está convirtiendo en un laboratorio para incrementar la violencia desde la más alta posición de Estado. Las consecuencias pueden ser funestas.
Y el ejercicio de llegar a la Presidencia, no es solo es para la administración de las instituciones del Estado a nivel central; requiere de una conducción - orientación - ética y pedagógica de una nación en proceso de reconstrucción y de transformación, cuando atraviesa tal vez el momento más crítico de su historia contemporánea .
En este proceso, los alcaldes, de las cuatro principales ciudades del país, como figuras de autoridad muy visibles, tienen un rol y una gran responsabilidad de orientar y liderar. Y lo deben hacer de la mano de otros actores importantes de la sociedad, como el sector privado, universitario y social. Especialmente, porque todos deben de tener aspiraciones presidenciales. Pero si no hacen nada, no tendrán una Colombia viable ni gobernable.
Elegir bien, es el primer acto de liderazgo colectivo. Gobernar bien, el mayor acto de liderazgo republicano. Lamentablemente en estas dos dimensiones, la sociedad colombiana está muy débil.
Escuchar el dolor del país: dar voz a los afectados como estrategia adaptativa
Una campaña presidencial que aspire a ejercer un liderazgo transformador en estos momentos, no puede basarse exclusivamente en cifras, diagnósticos técnicos o debates ideológicos. Se necesita humanizar los efectos del desgobierno, darle mucha visibilidad y voz, a quienes han padecido el sufrimiento, la frustración y la esperanza de quienes más han perdido durante el desastroso gobierno de Gustavo Petro. Este es su gran telón de Aquiles y la forma de romper su capa de teflón. Y debe de ser la base de una gran estrategia nacional que una a quienes hoy repudiamos profundamente la destruccion de nuestro país.
La administración de Gustavo Petro ha profundizado la crisis en varios frentes fundamentales y afectado a millones de colombianos :
- Seguridad y orden público: la expansión territorial de grupos armados ante la parálisis operativa del Estado, ha dejado cientos a comunidades rurales y urbanas a merced de la violencia. Preguntarle a los 65000 desplazados del Catatumbo.
- Sistema de salud: la desfinanciación, la incertidumbre y la fragmentación del sistema, han deteriorado el acceso y la calidad de los servicios, afectando la salud y la vida de millones de colombianos, especialmente de las poblaciones más vulnerables. Preguntarle a quienes han petdido sus seres queridos por dentro de acceso postulo a los servicios de salud.
- Educación superior: la eliminación de becas para estudiantes de bajos ingresos ha cerrado oportunidades vitales para jóvenes con talento, pero sin recursos que no pudieron acceder o continuar sus estudios universitarios. Pregúntale a los estudiantes que no pudieron ingresar a las universidades, porque no tuvieron las becas que les habían ofrecido.
- Política de vivienda: el desmonte de subsidios frena el sueño de miles de familias que aspiraban a salir de la pobreza a través de una vivienda digna. Perdieron la oportunidad de acceder a una nueva vivienda y en muchos casos, quedarse sin los ahorros de toda una vida. Preguntarle a las personas que se quedaron sin acceso a la vivienda, por falta de subsidios, y que además perdieron sus ahorros en proyectos que se cerraron.
- Desmantelamiento institucional: la desarticulación de entidades técnicas del Estado debilita la gobernabilidad, la gestión pública y el contrato social. El nuevo gobierno se va a encontrar con organizaciones minadas por dentro con miles de empleados fantasma. Preguntarles a los miembros de las fuerzas armadas que hoy están desmoralizados y con las manos amarradas.
- Son millones de voces de colombianos, que Petro buscará impedir que se oigan con la potencia que se merecen. Quienes estamos conscientes del daño, que este señor le está haciendo a Colombia, no lo podemos permitir.
Frente a este panorama, que no es exhaustivo, lamentablemente , una campaña exitosa deberá crear espacios para que esas voces silenciadas se expresen con fuerza e indignación. No para instrumentalizarlas con fines electorales, sino para devolverles la centralidad que nunca debieron perder en la narrativa pública. Pero también, se necesita una pedagogía ciudadana que nos devuelva la esperanza y nos empodere corresponsablemente. Su impacto puede ser muy significativo, como lo demostraron Antanas Mockus y Paul Bromerg como alcaldes de Bogotá hace treinta años.
Ronald Heifetz nos recuerda:
“La gente no cambia solo por argumentos lógicos. Cambia cuando se enfrenta a realidades que le hablan al corazón, cuando reconoce su propia historia en la historia de los demás.”
Cómo integrar esas voces en la estrategia electoral
- Testimonios públicos y narrativas vivenciales: crear piezas comunicacionales breves (video, audio, texto) donde personas reales compartan su experiencia con nombre propio, rostro y contexto. Estas voces humanizan el debate y lo anclan en la realidad.
- Encuentros territoriales y foros ciudadanos: no solo recorridos de campaña, sino espacios genuinos de escucha en zonas afectadas. El líder no llega con respuestas, sino con disposición a entender y recoger aprendizajes.
- Equipos de escucha y documentación: un cuerpo técnico y ciudadano que sistematice las problemáticas emergentes por sectores y regiones. Esto fortalece el diseño programático, dándole profundidad y legitimidad.
- Redes de corresponsabilidad narrativa: invitar a líderes comunitarios, estudiantes, madres cabeza de familia, defensores de derechos humanos y víctimas a co-construir el relato de país que se quiere recuperar. Esta estrategia no reemplaza al candidato, sino que lo amplifica.
- Uso ético del dolor: toda exposición de sufrimiento debe ser consentida, contextualizada y utilizada con responsabilidad. El objetivo no es la indignación pasajera, sino la movilización ciudadana madura y mucho más consciente de su poder, pero también, de su corresponsabilidad.
Esta campaña debe estar acompañada por las voces de millones de colombianos que tienen historias extraordinarias de superación, tesón y resiliencia; verdaderos Motores de Esperanza. Sus relatos de vida pueden mostrarnos una Colombia habitada por gente excepcional. Entre todos, no solo podemos reconstruir lo que Petro ha destruido, sino también recuperar nuestra autoestima y demostrarnos que somos el verdadero activo para construir un país mucho mejor que el que nos quieren imponer desde la polarización, la lucha de clases, el odio y la destrucción institucional.
Incorporar estas voces permite que la campaña no sea una cátedra desde el púlpito, sino una conversación horizontal con un país que ha sido afectado e invisibilizado . Le devuelve al liderazgo en estos momentos tan críticos, su función más noble: ser puente entre la herida y la esperanza.
Para terminar este segundo blog , voy a transcribir un aparte de un diálogo de la película “ El sobreviviente designado” extraordinaria serie de Netflix que fue lanzada hace ocho años. Tiene unos mensajes muy valiosos, y relevantes para el momento actual. El protagonista de la película llega a la Presidencia, después de un atentado que mata al presidente elegido, sus secretarios y todo el Congreso. Recomiendo ver la serie, especialmente la primera temporada.
En esta transcripción de un guion magistral, podemos ver a una persona que no estaba buscando llegar a la más alta posición del Estado, pero que se crece para liderar a su nación en el momento de la mayor crisis de su historia.
Estamos en tiempos inciertos que nos dejan con más preguntas que respuestas. Esta noche, espero que volvamos al camino de la confianza y la fuerza. Yo no creo que podamos sobrevivir como nación si no somos transparentes. Sin la verdad, no puede haber confianza. Como su presidente, les aseguro que mi administración y yo seremos honestos y abiertos en todo asunto, independientemente de cómo la verdad me afecte a mí.
En tiempos de crisis, no debemos sucumbir ante el escepticismo y la desconfianza. Por el contrario, debemos mantener la fe y abrazar la razón y la verdad, no la especulación y los rumores. Y eso solo se puede lograr a través de la transparencia. Confíen en mí. Sé lo que la gente de mi país ha estado sintiendo. Sé que reinan la confusión y el miedo. Sé que hay algunos que no se sienten seguros incluso saliendo de sus casas. El presidente Lincoln proféticamente advirtió una casa dividida contra sí misma no puede sostenerse. Nosotros estamos en una encrucijada similar. Pero Lincoln no esperaba que su casa cayera y honestamente, yo tampoco. El pueblo estadounidense ahora debe tomar la decisión más importante que haya tenido que tomar en generaciones. ¿Estaremos todos unidos en la búsqueda de la verdad y la razón? ¿O nos dividiremos gracias a las conjeturas y la desconfianza? Confío en que esta nación, mi nación, tomará la decisión correcta.
El candidato o la candidata que merezca mi voto debe tener la capacidad de unirnos como colombianos, de sanar las heridas abiertas por la confrontación y de interpretar, con respeto y sensibilidad, el clamor de millones de personas que hoy sufren las consecuencias de una administración desconectada de la realidad. Pero también debe reconocer y darle voz a esos colombianos anónimos, extraordinarios por su constancia y valentía, que han sostenido a este país con el sudor de su frente, el amor por su familia y una fe inquebrantable en un futuro mejor. Ellos son el alma de Colombia. Y merecen ser escuchados, reconocidos y respaldados.
La persona que llevemos a la Presidencia debe tener experiencia real, valor y carácter, para enfrentar la reconstrucción del Estado. Recibirá un país fracturado, con instituciones debilitadas y una ciudadanía profundamente herida. No hay margen para la improvisación ni para los aprendizajes sobre la marcha. Se requiere carácter, sabiduría y una visión clara de reconstrucción nacional.
Estoy convencido de que esta urgencia la comparten millones de colombianos, hastiados del desorden, el pésimo ejemplo, la polarización y la pérdida de rumbo. La crisis que enfrentamos puede ser, si actuamos con responsabilidad y esperanza, el punto de partida para un renacer ciudadano.
Es momento de elevarnos por encima del caos, de reconocernos como ciudadanos empoderardos y corresponsablesen, alrededor de lo que nos une y compartimos, y no en lo que nos divide. Es esa oportunidadde demostrar que sí somos capaces de construir una Colombia digna, justa y solidaria. Tomemos esta decisión por nosotros, y para las futuras generaciones, que van a enfrentar unos inmensos retos en el futuro
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