Colombia es buena: es tiempo de liderar para cuidarla
Dejar de ser espectadores y asumir el compromiso que el país reclama
Colombia no necesita más discursos encendidos, ni más diagnósticos lapidarios. Lo que necesita con urgencia es algo mucho más poderoso y escaso: compromiso colectivo. Y en particular, necesita un nuevo tipo de liderazgo que ya no puede delegarse solo en la política, los partidos o el Estado. Porque el país, así como está, no se va a arreglar solo.
Y porque lo que está en juego no es únicamente el resultado de una próxima elección, sino el alma misma del contrato social que nos sostiene como nación.
Es desde esta conciencia crítica pero constructiva, que un grupo creciente de empresarios ha comenzado a abrir un espacio inédito en Colombia: un movimiento de liderazgo colectivo de largo plazo, que no pretende reemplazar a los partidos, pero sí inspirar y movilizar nuevas formas de compromiso empresarial, ciudadano, inclusivo y ético.
Hoy escribo este blog para utilizar simbólicamente este espacio, para invitar a muchos más a sumarse, y compartir algunas convicciones que, en mi experiencia, pueden marcar la diferencia entre repetir el pasado, o superar el presente y construir un futuro.
El momento de la verdad
Estamos viviendo un momento extraordinario de la historia nacional. Pero no en el sentido que muchos creen. Lo extraordinario no es solo el gobierno de turno, ni su narrativa polarizadora, ni sus ataques a la institucionalidad, ni los vergonzosos espectáculos como el del lunes de esta semana. Lo extraordinario —y peligroso— es la crisis profunda de confianza, cohesión y sentido compartido que atraviesa a toda la sociedad.
Y lo más preocupante es que aún no hemos entendido la magnitud cultural y emocional de lo que enfrentamos.
Esto no es un problema técnico, ni siquiera ideológico. Es un problema adaptativo, como diría Ronald Heifetz profesor de Liderazgo de Harvard. Es decir, un problema que no tiene soluciones claras ni manuales de respuesta, y que requiere transformaciones profundas en nuestros modelos mentales, emociones y prácticas sociales. En otras palabras: no estamos ante un reto que se resuelve con marketing político, sino con liderazgo genuino y corresponsabilidad histórica.
Dejar de ser espectadores
Durante décadas, el empresariado colombiano ha sido señalado —a veces con razón, a veces con prejuicio— por su distancia de los asuntos públicos. “Nosotros producimos, empleamos, pagamos impuestos”, hemos dicho, como si eso bastara para cumplir nuestro rol en la sociedad. Y además, hemos adaptado históricamente la postura de pasar por debajo del radar y ser lo menos visibles posibles.
Pero ese paradigma ya no sirve y es muy equivocado. Hoy el país necesita algo más. Nos necesita presentes, visibles, valientes y comprometidos. Nos necesita no como mecenas, sino como ciudadanos activos y modelos de rol positivos. Nos necesita no para defender privilegios, sino para defender el bien común. Y eso empieza por reconocer una verdad incómoda: nos hemos quedado cortos y el momento histórico nos cogió muy mal preparados para enfrentarlo . Hacer esa declaración colectiva no es fácil pero es esencial para avanzar.
El acto de cuidar lo que nos importa
Una cultura no se cambia con leyes ni con decretos. Se transforma con conversaciones, ejemplos y compromisos visibles. Por eso, más allá de los modelos teóricos, lo que necesitamos es volver a lo esencial y cuidar lo que nos importa: Colombia
Y eso comienza por otra declaración. Una que debe hacerse con honestidad y humildad:
“No sabemos exactamente cómo enfrentar este momento. Pero sí sabemos que no podemos seguir esperando que otros lo hagan por nosotros.”
Porque Colombia es buena. Y vale la pena cuidarla. Cuidarla con nuestras acciones, con nuestras empresas, con nuestras redes de influencia. Cuidarla desde las regiones, desde los territorios, desde cada comunidad donde operamos. Y sobre todo, cuidarla desde el ejemplo.
Colombia se cuida entre todos
Una parte esencial de este movimiento que hoy comienza es entender que nadie va a salvar a Colombia desde una torre de marfil. El cuidado requiere colaboración, escucha profunda, y la disposición a trabajar con quienes piensan distinto. Porque este país no es propiedad de nadie. Pero es responsabilidad de todos.
Por eso debemos manifestar con fuerza : Colombia se cuida entre todos.
Y esa idea no es una consigna bonita, es una estrategia de largo plazo. Queremos promover una narrativa de país que no divida ni culpabilice, sino que convoque. Una narrativa que no niegue los errores del pasado, pero que se enfoque en construir el futuro valorando los logros alcanzados porque son la base para avanzar hacia el futuro. Una narrativa que permita decir: “Podemos estar en desacuerdo en muchas cosas, pero hay una en la que sí podemos coincidir: Colombia es buena y vale la pena cuidarla entre todos.”
Está es la nueva narrativa que nuestro país necesita para enfrentar la nefasta historia que Petro y sus compinches, han querido imponer, con la que han venido dividiendo y polarizando a la sociedad colombiana . Lo único positivo de la estrategia de este individuo es que nos ha hecho reaccionar
Empresas que lideran con propósito
Una empresa es mucho más que una unidad económica. Es un actor cultural y político en el sentido más noble del término: aquel que participa en la construcción de lo público. Cuando una empresa cuida a sus empleados, protege su entorno, respeta las reglas del juego, genera bienestar más allá de su balance, está haciendo política de la buena. Y cuando comparte su narrativa con sus trabajadores, sus familias, sus comunidades, está generando tejido cívico y cultural.
Ese es el tipo de liderazgo que necesitamos hoy: Un liderazgo que no cabe en las urnas, porque no depende del poder, sino del ejemplo. Un liderazgo que inspira desde el hacer.
¿Qué podemos hacer?
Hay muchas formas de cuidar a Colombia desde la empresa:
- Apoyar decididamente las campañas que promuevan el orgullo nacional y la auto imagen de nosotros mismos, y que fortalezcan el sentido de pertenencia e identidad.
- Usar los canales internos de comunicación para hablar con los trabajadores y sus familias e invitarlos a subirse a la nueva narrativa .
- Apoyar procesos de formación ciudadana y liderazgo en las regiones, cuidando especialmente que se haga en las escuelas, los colegios, las universidades y otros centros de formación .
- Visibilizar, conectar , apoyar y darle voz las historias de superación y transformación que existen en nuestros equipos y en el país. Pero también, a las voces de millones de colombianos que han sufrido las desastrosas consecuencias de las pésimas decisiones de Petro
- Establecer compromisos éticos y económicos de largo plazo con el país y con las comunidades. La consigna debe ser : Resistir y persistir y nunca desistir. .
- Y usar los canales que tenemos masivos para divulgar el mensaje. Con ellos podemos llegar muy rápido a millones de colombianos que también quieren cuidar a su país porque Colombia es buena
Y quizás lo más importante: sumarse a una red que ya está en marcha, en la que empresarios, universidades, cajas de compensación, líderes sociales y ciudadanos están comenzando a articular un esfuerzo colectivo de cambio cultural, político y emocional, en una apuesta que trasciende las elecciones porque se debe sostener en el largo plazo
Muchos los llamados…
Esta no es una cruzada de élites ni de tecnócratas. Es una invitación abierta, pero exigente. Una invitación que implica preguntarse: ¿Estoy dispuesto a dejar de ser espectador? ¿Estoy dispuesto a darle volumen a mi voz para hacerla sentir, mi ejemplo, mi empresa al servicio de algo más grande? ¿Estoy dispuesto a actuar , no desde el miedo sino desde la esperanza ? Porque, como dice el viejo refrán: muchos los llamados, pero pocos los comprometidos. Y los comprometidos serán quienes hagan la diferencia, son los verdaderos Motores de Esperanza que nuestro país necesita, porque Colombia es buena. Y necesita que todos la cuidemos
A veces nos preguntamos cómo fue que llegamos hasta aquí y nos invade la desesperanza. Pero la pregunta más importante no es esa. La verdadera pregunta es: ¿qué estamos dispuestos a hacer para que Colombia no siga perdiéndose? Yo creo que hay una respuesta clara:
Volver a liderar. Volver a creer. Volver a cuidar para prender y sostener la mecha de la esperanza . Porque Colombia es buena, es y seguirá siendo el hogar de millosnes de colombianos orgullosos de serlo
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