“Una vez desaparecido el miedo, también desaparece la oportunidad de tomar conciencia”
La primera parte del título de este blog, no hace referencia al desempeño de la selección de fútbol de nuestro país y las grandes dificultades que tienen sus jugadores para meter goles al equipo contrario. Lo que quiero aportar es una reflexión relacionada con la metáfora de patear la bola hacia adelante, convertida en un característica distintiva de la sociedad colombiana.
La segunda parte del título del blog, es una invitación a “tomar conciencia” de cómo actuamos, con una disposición a no enfrentar los grandes problemas que tenemos para resolverlos de manera estructural.
Los temas anteriores se reflejan también en la tendencia de echarle la culpa a los demás de lo que nos sucede. Hay una muy baja capacidad de auto reflexión sobre el papel que hemos tenido colectivamente. Esto se traduce en no asumir la responsabilidad que nos corresponde en estos problemas, que se derivan muchas veces de nuestros comportamientos inapropiado como ciudadanos.
Son el producto de unas creencias, supuestos y valores, que no tenemos el valor de permitir su revisión periódica o su cuestionamiento. Esto nos genera una tara mental y emocional, que bloquea cualquier posibilidad de cambio, para poder progresar a nivel individual y colectivo como sociedad.
“Deje así” es la expresión más ilustrativa que implica no cumplir con el dicho popular: “no dejar para mañana lo que puedes hacer hoy”. Esta actitud es muy típica de los funcionarios públicos y dirigentes políticos, que muchas veces no actúan por miedo a las entidades de control. Su reacción natural es la de empujar los problemas hacia adelante. La expectativa es que sus sucesores, tengan el valor de responder , venciendo el temor que los paralizó a ellos.
El resultado de este rasgo cultural nuestro, que no es exclusivo de nuestro país pues también caracteriza a otras naciones en la región, es la acumulación de problemas sin resolver de todos los tamaños. En estas condiciones, comienza un bucle muy negativo, que dispara un incremento cada vez más exponencial de expectativas frustradas en la población, y que conducen a altos niveles de desconfianza y de desesperanza.
Esta dinámica tan negativa, aumenta aún más las brechas de lo que se espera del Estado y sus dirigentes, en relación a las capacidades que este tiene para responder, y aleja a los sectores más vulnerables de la población de los procesos e instituciones formales. Cuando no hay confianza en los dirigentes y las instituciones, se crea un caldo de cultivo muy peligroso para que aparezcan los Petro de este mundo, que saben como atizar y canalizar el resentimiento acumulado, para subirse al poder y quedarse con él.
En estas condiciones, la gente se siente engañada e irrespetada. Cuando esto pasa, la frustración acumulada estalla como un volcán. Fue lo que sucedió durante las marchas de abril a agosto y cuya dinámica sigue vigente hoy, esperando volver a manifestarse en los próximos meses, en un año electoral muy complicado y sin antecedentes en nuestra historia reciente.
En una charla de Eduardo Lora con Alejandro Gaviria que escuché en estos días, para presentar el último libro del primero sobre la situación actual de la economía colombiana, el Dr Lora inició el análisis de su obra, citando a un poeta italiano quien escribió: “Una vez desaparecido el miedo, también desaparece la oportunidad de tomar conciencia”.
Tanto Lora como Gaviria estuvieron de acuerdo en afirmar que, la mayor oportunidad perdida de la crisis de la pandemia, era que no había habido el liderazgo político de Duque y su equipo, para venderle al país una visión de futuro que le diera un norte inspirador y esperanzador a la sociedad.
Pero lo más preocupante, es que pasado el miedo que nos invadió en en los últimos 20 meses, se perdió la oportunidad, para que millones de colombianos, tomaran conciencia de la realidad que los afecta y del rol que juegan o pueden jugar.
Si queremos generar cambios importantes en la sociedad colombiana, se necesita despertar la capacidad de ejercer un liderazgo colectivo a todos los niveles y de manera incluyente. Es la forma de capitalizar la gran diversidad que ofrece la población de nuestro país. Esta capacidad hoy está ausente del debate público.
En el contexto planteado en los primeros párrafos de este blog, por el contrario, se refuerza el esperar que aparezca el mesías o el mago, que con su canto de sirena, responda a las expectativas crecientes de la gente. Esto sucede, independientemente de que las capacidades institucionales, no estén a la altura de los problemas y necesidades que tiene el país.
Pero aún más importante, no hay conciencia de que la complejidad de la época actual desborda de lejos las capacidades individuales. Situación aún más difícil, cuando somos incapaces de colaborar,. Esto explica el porqué un personaje como Petro, experto en sembrar cizaña, es tan peligroso porque su intención es fragmentar y dividir, en lugar de de sumar para multiplicar. Su talante no se lo permite.
Se necesita que la gente “tome conciencia” de esta realidad. Este es un requisito sin el cual seguiremos reforzando la actitud de esperar que alguien nos haga el milagro. Sin la comprensión que genera la toma de conciencia, será imposible que se entienda que no podemos seguir jugando el papel de espectadores que actuamos como idiotas útiles, esperando lo que no va a pasar.
Lo que les sucedió a los venezolanos, los nicaragüenses, y ahora a los peruanos, son ejemplos patéticos de las consecuencias de “no tomar conciencia a tiempo” y votar con el hígado dejando a un lado la evidencia y la razón.
La toma de conciencia implica una compresión más madura de la naturaleza de los problemas que nos afectan. Como lo plantea el profesor Ronald Heifetz de Harvard: el peor error es tratar problemas que requieren de procesos de adaptación y apropiación individual y colectiva, como si fueran unos problemas técnicos para los cuales hay una solución conocida y garantizada, cuando en la realidad no la hay.
El tomar conciencia, también implica un papel mucho más activo para asumir la responsabilidad compartida que tenemos, de muchos de los problemas que nos afectan como sociedad, pero que buscamos culpables afuera de nosotros mismos. Es más cómodo pero profundamente irresponsable, como lo pueden atestiguar 6 millones de venezolanos que abandonaron el paraíso de su país.
Actitudes cómo estás, que niegan la realidad o buscan en otra parte las respuestas que no las hay, son resultado de una cultura inapropiada que se evidencia en comportamientos como el anotado al principio de este blog, de patear la bola hacia adelante y esquivar nuestra responsabilidad.
Dado el momento electoral tan complejo que vamos a vivir, reflexiones cómo estás son esenciales para sacudir a la gente para que despierte antes de que sea tarde. Esto no significa que se desconozcan los inmensos retos que enfrentamos, como tampoco que ignoremos los grandes avances que hemos conseguido como sociedad. Si nos quedamos solo viendo el vaso medio vacío nos vamos a tener que arrepentir cuando ya sea muy tarde.
Y para lograrlo, es imperativo que se promueva la capacidad del ejercicio del liderazgo colectivo, que inspire y oriente, pero que motive a que la gente tome conciencia de lo que está en juego y de los inmensos costos que vamos a pagar si no lo hacemos.
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