La política convertida en un circo: el continente seducido por los acróbatas del poder II parte
En mi blog anterior quise traer la reflexiones del escritor y antropólogo colombiano, Carlos Granés en su último ensayo “El rugido de nuestro tiempo “ recientemente publicado. En el, el escritor ofrece una explicación al confuso panorama político latinoamericano.
En este blog voy a entrar en un mayor detalle en las reflexiones del autor, como un aporte para ayudar a mucha gente a entender mejor lo que estamos enfrentando como sociedad, en momentos de gran desorientación colectiva.
Del ciudadano al espectador: la política que perdió el norte
Granés lo dice sin rodeos: la cultura devoró a la política. Las ideas cedieron el espacio a los gestos. Las reformas a los rituales. Y la deliberación a los monólogos.
Los líderes se ven a sí mismos como creadores, no como gobernantes; como artistas de una obra nacional, no como administradores responsables. Petro quiere refundar el país desde su poética personal. AMLO se narra como el cuarto gran transformador de México. Bukele encarna al sheriff digital que reparte justicia desde su smartphone. Milei es un “profeta económico” que combate demonios imaginarios con motosierras simbólicas.
Y el ciudadano, en esta dinámica, deja de ser ciudadano: se vuelve público enloquecido. Espectador. Barrista político. Aplausos para el que rompa más reglas. Aplausos para el que provoque e insulte al adversario. Catarsis para el que el dirigente que diga lo que “ él si me entiende y me representa”.
En resumen: la política convertida en circo. Pero los circos duran poco. Y las consecuencias, pueden ser muy graves y tomar años en reparar.
Cinco países, una misma enfermedad
Argentina: Milei y la utopía de destruir para salvar
Milei gobierna como si fuera la mezcla entre un predicador, un libertario apocalíptico y un gladiador cultural. Su guerra contra “la casta” no es un programa de gobierno: es un espectáculo. Pero debajo de ese show hay una narrativa peligrosa: el país solo se salvará si destruye todo lo que existe. Es la misma partitura de Petro durante su desastroso mandato.
El resultado: un pueblo dividido entre creyentes y herejes. Las soluciones económicas se discuten menos que las metáforas. Es un país gobernado más por un estado emocional que por un Estado real.
Chile: Boric atrapado entre la épica y la realidad
El estallido social prometía dignidad; terminó en frustración. Boric llegó como símbolo generacional, pero no logró gobernar un país que exigía un gesta épica mientras necesitaba institucionalidad. El fracaso de la nueva Constitución demostró que las emociones masivas no producen estabilidad democrática, y que la refundación no es política sino impulso adolescente en manos de adultos.
México: AMLO, el patriarca que transformó la historia en mito
AMLO no gobernó: reinterpretó la historia nacional para justificarse a sí mismo. Su propuesta de elegir jueces “por el pueblo” es un retroceso democrático disfrazado de democratización radical.Dividió a México entre buenos y malos; “conservadores” contra “transformadores”. Su lucha no es contra la corrupción: es contra el disentimiento.
El Salvador: Bukele y la dictadura del aplauso
Bukele es el ejemplo más sofisticado del populismo punitivo. No necesita ideología; le basta la narrativa moral del “bien contra el mal”. Capturó el Congreso, la Corte Suprema, el sistema judicial y la seguridad nacional sin resistencia significativa. ¿Por qué? Porque la gente prefiere un líder que inspire miedo a un Estado que genere confianza.
La democracia salvadoreña ya no funciona como democracia. Funciona como espectáculo. Y el público está feliz.
Colombia: Petro y Uribe, dos espejos deformantes
Granés señala algo que no es fácil de admitir y que puede suscitar mucha controversia : Petro y Uribe son más parecidos de lo que sus seguidores creen. Ambos han construido su legitimidad en relación directa con “el pueblo verdadero el primero o con el constituyente primario el segundo ”. Ambos buscaron manipular a las instituciones cuando servían de contra peso a sus decisiones. Y para el escritor, ambos narran la política como una epopeya personal.
Colombia no tiene un mesías. Tiene dos.Y ambos creen que el problema es el otro.
El enemigo silencioso: la demolición de la democracia liberal
La democracia liberal —la que garantiza derechos, equilibra poderes y limita a los gobernantes— es la gran perdedora de este circo. Los proyectos identitarios, de extrema derecha o de izquierda, tienen un empaque democrático para llegar al poder, pero un corazón iliberal para quedarse en él.
Sus rasgos son claros:
- Rechazan los contrapesos. Ven al Congreso como estorbo. Desprecian las reformas lentas sujetas a negociaciones . Necesitan un enemigo para existir. Se legitiman en la calle o en las redes, no en las instituciones.
Bajo el atronador ruido emocional que hoy tenemos, está ocurriendo algo gravísimo: estamos retrocediendo un siglo en cultura democrática sin darnos cuenta.
4. ¿Por qué este modelo circense está ganando?. La respuestas es dura de asimilar pero real: la desesperación es más fuerte que una institucionalidad débil
Muchos dicen: “El problema es que el electorado es ignorante”. Falso. Una parte muy importante del electorado tiene hambre, miedo, rabia. Tienen urgencias. Y quien las tiene quiere soluciones rápidas. Cuando la democracia no responde a la velocidad de las expectativas creadas, porque no tiene las capacidades para hacerlo, aparece el acróbata que promete saltar todos los obstáculos institucionales. Esos acróbatas se llaman Bukele, Milei, AMLO y Petro.
El nombre del acróbata importa menos que la estructura emocional que encarna con su “performance circense”
5. La única salida: un propósito compartido, no mesías redentor.
Granés plantea que la única forma de interrumpir el ciclo populista es intervenir el debate público con vehemencia y cambiar el eje identitario hacia uno modernizador que invite a la gente a asumir una posición adulta y corresponsable que cuide lo que le importa de su país. Pero esa intervención no puede venir de un nuevo salvador. Las sociedades ya no creen en salvadores. Y cuando creen, terminan entregándoles demasiado. Una sociedad madura democráticamente es es la que la gente hace los milagros y no espera que se los hagan.
Aquí es donde entra la propuesta de Colombia es buena. No como consigna, sino como antídoto estructural:
- No divide entre buenos y malos. No propone guerra cultural. No ofrece milagros de 100 días. No necesita enemigos imaginarios. No seduce con espectáculo, sino con propósito. No concentra el poder: lo distribuye. No llama a la furia: llama al cuidado.
La narrativa del cuidado es más revolucionaria hoy que cualquier narrativa de revancha . Porque mientras el mesianismo destruye, el propósito une. Mientras el histrionismo enciende, el liderazgo colectivo reconstruye. Mientras la política del carnaval agota, el cuidado del país reencanta y produce los verdaderos milagros sostenibles que benefician a la sociedad.
6. Conclusión: o recuperamos la política, o nos quedamos con el show
América Latina está decidiendo su futuro sin darse cuenta. Puede seguir aplaudiendo a los magos del espectáculo político, que prometen orden mientras erosionan la democracia. O puede recuperar la política como proyecto común, no como catarsis colectiva. La política convertida en un circo entretiene, pero no gobierna.. Emociona, pero no transforma. Grita, pero no construye.
Si no recuperamos el sentido de propósito —y si no lo hacemos pronto— el continente terminará gobernado no por estadistas, sino por actores; no por instituciones, sino por impulsos. Y la democracia, como tantas veces en nuestra historia, quedará reducida a un disfraz usado en un carnaval que terminó hace rato.
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