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sábado, 1 de mayo de 2021

¡ O paradoja !


En medio de la tercera ola de la pandemia que ha azotado nuestro país, el Gobierno Nacional decidió presentar una reforma tributaria más profunda que las anteriores, que con el pomposo
  nombre de Ley de solidaridad sostenible, golpea fuertemente los bolsillos de  la clase media en Colombia. La respuesta de repudio general fue inmediata y no pudo se más contundente: los principales partidos políticos, si es que se pueden denominar como tales, le voltearon la espalda, incluyendo el partido de gobierno con su mentor  a la cabeza. 

Dirigentes políticos como Petro, no iban a dejar pasar esta oportunidad para azuzar  aún más a las masas. Nada más fácil, para un agitador profesional sin escrúpulos,  que exacerbar los ánimos de personas muy golpeadas por las consecuencias económicas del covid-19, para lanzarlas de manera irresponsable a la calle, corriendo altísimos riesgos de contagiar o ser contagiadas, cuando estamos en el pico más alto de la pandemia. 




Para no hablar de la orquestación de actos de violencia que fueron promovidos en diferentes puntos de la ciudad y en otras ciudades del país. El caso de Cali fue bochornoso: las imágenes de los vándalos que irrumpieron en las oficinas de la DIAN, son escalofriantes pero no inesperadas. En un ambiente tan caldeado y complejo, estas son las consecuencias que Duque y su ministro Carrasquilla, han debido de anticipar, pero de manera ciega, claramente no lo hicieron. Aún más insistieron en su proyecto. 


Las razones para hacerlo, eran poder sostener la caña de programas asistenciales para ayudar a la gente de menos recursos tan perjudicada en esta pandemia. Pero también, que si no lo hacían, íbamos a ser castigados por las calificadoras de riesgo. Lo primero claramente tiene sus méritos, lo segundo no. La verdad es que la ortodoxia fiscal saltó por la borda a nivel mundial en estos últimos meses. La impresión de billete y el alto endeudamiento sin mayores miramientos, se convirtieron en el nuevo paradigma del manejo económico, forzados por las circunstancias.


Lo que me lleva al corazón de este blog: ¿en qué mundo se están moviendo los dirigentes políticos que tenemos?, y en especial Ivan Duque, quien se ganó la lotería de ser jefe del estado, por escogencia de su padrino Uribe, y sin experiencia previa, le tocó enfrentar la crisis económica y de salud más grande de nuestra historia. Decisiones como la reforma tributaria presentada ,  era como lanzar gasolina a una hoguera que se estaba saliendo ya de control. 



A mi si me genera mucha curiosidad saber en que estaban pensando Duque y Carrasquilla, cuando evaluaron  la oportunidad de exprimir mas a las empresas y sacarle dinero a la clase media, en las condiciones económicas actuales. De verdad, ¿pensaron que era factible su aprobación en la situación actual, y que iba a primar la urgencia de obtener más recursos para el fisco, para que fuera bien recibida?. ¿Porqué no oyeron a quienes les advirtieron del desastre, incluyendo a Uribe quien intervino cuando ya era tarde?


Desde hace mucho tiempo, se ha reconocido por parte de los expertos nacionales e internacionales, que el sistema tributario colombiano requiere de un rediseño profundo, para enfrentar los retos, necesidades y expectativas crecientes de nuestra sociedad. Esta pandemia no solo rompió la ortodoxia en el manejo de las finanzas públicas, sino que desnudó brutalmente esa realidad, que ni los políticos, ni la sociedad en general, han querido enfrentar. 


Esta incapacidad de coger el toro por los cuernos, y buscar una solución que actualizara al sistema tributario colombiano, para enfrentar las nuevas realidades económicas, políticas y sociales del país, le está pasando una factura con un inmenso costo, durante la peor crisis económica de nuestra historia. 



Para un país con tasas de informalidad superiores al 50%, una cultura tramposa cada vez más asentada, y una situación tan compleja como la actual, buscar arreglar el problema sin ninguna pedagogía, ha sido una insensatez, que demuestran una insensibilidad impresionante, una falta de oportunidad irresponsable, y una incapacidad de tomarle el pulso al momento histórico que atraviesa el país. 


El ministro Carrasquilla y sus técnicos de Hacienda, no supieron escuchar las voces de la comisión de expertos que les entregó un informe muy completo con recomendaciones muy serias. Las afugias por conseguir plata los cegó. Este no era el momento para enmendar una plana histórica que tiene pendiente el país. Y mucho menos, cuando se perdió un año muy valioso para ir preparando al país para entender los costos que se iban que tener que pagar. ¿Porqué no lo hicieron, en el 2019 al iniciar el gobierno, y cuando podían invertir mejor el capital político que tenían? 


Lo que es una ironía de la vida, y que demuestra una gran torpeza, de Duque y de su partido con Uribe a la cabeza, es  que una decisión inoportuna y tardía para resolver un problema de fondo, nos termine costando  la llegada de  Petro al poder. Parece que el campanazo de nuestro vecino Ecuador no los inmutó, ni tampoco el desastre que enfrenta el Perú, como lo mostré en mi blog anterior. 


Pero hay algo todavía más preocupante, que ya lo he mencionado en otros blogs. La pandemia ha dejado al descubierto otro gran problema que enfrentamos como sociedad: el profundo vacío de liderazgo de la dirigencia política de nuestro país, tanto de derecha como de izquierda. De este comentario, en mi concepto  no se salva nadie.  Pero resulta que el ejercicio del liderazgo es esencial cuando una sociedad enfrenta grandes crisis, como lo hizo Churchill, cuando llegó a ser Primer Ministro al iniciar la II Guerra en 1940. 


Es en estos momentos, se necesita que exista esta capacidad de liderazgo en las cabezas de quienes toman las decisiones, y que afectan a toda la sociedad. Se requiere, como lo hizo Churchill, que todos entiendan que deben de hacer sacrificios y asumir una cuota de responsabilidad para salir adelante. En ese caso, fue el llamado que hizo este líder político : “sangre , sudor y lágrimas”, y un llamado a defender su nación, lo que inspiró a los británicos a enfrentar a Hitler y superar la debacle de Dunkerque en las costas francesas. 


Al igual que Santos con su proceso de paz, Duque está cometiendo el mismo error. No era un problema técnico de buscar más recursos, lo que ha debido de abordar primero, ha debido ser enfrentar el reto  adaptativo que implica aceptar pagar impuestos, cuando venimos de  una cultura que se acostumbró a que solo lo hace una ínfima minoría en cabeza de las empresas, sin asumir la responsabilidad tributaria que nos debería competer a todos. Así sucede en otros países similares a los nuestro, para no hablar de los más avanzados de la OECD, club al cual pertenecemos, pero que estamos muy lejos de igualar. 


Y retomando el caso del Reino Unido en la década de los 30 del siglo pasado, un monumental error de juicio y de de decisiones equivocadas por parte de Chamberlain, Primer Ministro de esa época, al no leer las verdaderas intenciones de Hitler, cambio la historia y el mundo se sumergió en un holocausto que costó más de 70 millones de vidas. En nuestro caso, !o paradoja! , nos puede conducir de la mano del Centro Democrático, a repetir la historia de Venezuela. Ese sería un escenario posible con un costo inmenso, que habríamos pagado por esa falta de sensibilidad y liderazgo político de Uribe, Duque y su grupo .


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