El precio de la ignorancia: cómo la estupidez humana moldea nuestro destino
En mis dos blogs anteriores abordé el tema de la estupidez humana. Lo hice porque hoy somos especialmente vulnerables a este fenómeno, tanto a nivel individual como colectivo. Inicialmente, pensé que dos blogs serían suficientes, pero me equivoqué. La reacción de mis lectores me ha demostrado que toqué una fibra muy sensible en nuestra realidad contemporánea, marcada por una profunda desorientación. Esto nos lleva a una gran pregunta: ¿cómo explicar las decisiones que tomamos y nuestra incapacidad de reaccionar ante ellas?
Una perspectiva interesante para entender la estupidez humana nos la ofrece Baruch Spinoza, filósofo holandés del siglo XVII. Sus ideas, ignoradas durante casi cuatro siglos, hoy cobran relevancia para analizar un fenómeno humano que, aunque siempre ha existido, es más evidente y destructivo que nunca.
En el blog anterior exploramos cómo la educación, la política y los medios de comunicación moldean nuestra interpretación de la realidad, favoreciendo la ignorancia sobre el pensamiento crítico. Pero la cuestión central es: ¿la estupidez es una elección? Este planteamiento puede resultar incómodo, pero es fundamental.
Si queremos cambiar nuestra realidad, debemos reconocerla. Con demasiada frecuencia tomamos el camino fácil: evitamos pensar demasiado y nos refugiamos en ideas cómodas, opiniones prestadas y explicaciones simplistas para problemas complejos.
Spinoza nos ofrece una explicación para esta tendencia:
“Los seres humanos no buscan la verdad, sino aquello que les proporciona más placer o menos dolor. Pensar profundamente sobre la realidad no es algo placentero. Desafiar nuestras creencias, cuestionar lo que nos han enseñado, darnos cuenta de que hemos estado equivocados durante años, todo eso duele. Es incómodo porque nos obliga a replantearnos nuestra identidad y, en muchos casos, a enfrentar miedos que preferiríamos ignorar.”
En otras palabras, es más fácil y tentador creer en mentiras reconfortantes que aceptar verdades incómodas. Por esta razón, muchas personas recurren a la religión, la política, el nacionalismo o las teorías de conspiración como refugios intelectuales. Estos sistemas ofrecen una estructura mental simplificada que no exige demasiada reflexión, brindando seguridad a cambio de conformidad.
El problema es que esta comodidad tiene un costo elevado. Cuando alguien enfrenta a una persona con una realidad que no quiere ver, la reacción puede ser violenta. No solo rechazan la verdad, sino que defienden su ignorancia con fervor. La razón es simple: la estupidez no es solo una falta de conocimiento, sino un mecanismo de autopreservación.
Además, el miedo al rechazo social refuerza este fenómeno. Independientemente de lo absurdo de una idea, muchas personas prefieren aceptarla antes que desafiar el pensamiento colectivo y correr el riesgo de ser marginadas. Por eso vemos a individuos inteligentes defendiendo posturas irracionales. Prefieren ser aceptados antes que tener razón.
Spinoza nos advertiría que este miedo al rechazo es una de las principales cadenas que nos atan a la ignorancia. Para él, la verdadera libertad no consiste en hacer lo que queremos, sino en comprender por qué hacemos lo que hacemos. Sin embargo, pocos se atreven a desafiar al grupo.
La persecución de la inteligencia
Esto nos lleva a otro punto crítico: la hostilidad hacia quienes piensan diferente. La historia nos demuestra que las sociedades no premian a quienes cuestionan el statu quo; al contrario, muchas veces los castigan.
- Sócrates fue condenado a muerte por desafiar las creencias de su tiempo.
- Giordano Bruno fue quemado en la hoguera por cuestionar la visión religiosa del universo.
- El mismo Spinoza fue excomulgado y condenado al aislamiento por atreverse a desafiar las creencias de su comunidad.
¿Por qué ocurre esto? Porque las sociedades prefieren la estabilidad a la verdad. El pensamiento crítico es peligroso porque pone en riesgo las estructuras sobre las que se sustenta la vida de la mayoría.
- Si alguien cuestiona la religión, amenaza el poder de la iglesia.
- Si critica el sistema económico, incomoda a quienes se benefician de él.
- Si desafía las normas sociales, pone en peligro el orden establecido.
Por eso, la sociedad reprime el pensamiento crítico y premia la conformidad. Generación tras generación, la estupidez se vuelve la norma.
¿Podemos romper el ciclo?
Aquí enfrentamos un dilema interesante: si el sistema nos empuja hacia la ignorancia y nosotros mismos elegimos ser ignorantes por comodidad o miedo, ¿hay alguna forma de escapar de este ciclo?
Spinoza nos daría una respuesta clara: solo a través del conocimiento verdadero, aquel que no se basa en la opinión ni en la creencia, sino en la comprensión de las causas que nos determinan. Pero esto exige esfuerzo, valentía y la disposición a enfrentar verdades incómodas.
Hemos visto cómo la estupidez humana no es solo un error del sistema, sino también una elección personal y colectiva. Preferimos la comodidad de la ignorancia antes que la incomodidad de pensar. Seguimos las ideas de la mayoría para evitar el rechazo. Y cuando alguien desafía las normas establecidas, en lugar de escucharlo, lo atacamos.
El autoconocimiento es la clave que nadie quiere usar. Spinoza planteó una idea radical:
“Cada pensamiento que tenemos, cada decisión que tomamos, cada emoción que sentimos, no es un acto de libre albedrío, sino el resultado de causas previas.”
Aceptar esto nos obligaría a examinar las raíces de nuestra ignorancia.
La manipulación de la estupidez colectiva
Este mecanismo tiene consecuencias profundas. La estupidez humana facilita la manipulación individual y colectiva, lo que se traduce en crisis sociales, políticas y económicas.
- Guerra y conflicto: La historia está llena de guerras provocadas por el nacionalismo, la ambición de poder o ideologías fanáticas. La manipulación de las pasiones colectivas ha llevado a decisiones irracionales con consecuencias devastadoras. Hoy lo vemos en el conflicto entre Israel y Palestina.
- Populismo y desinformación: Líderes populistas apelan a emociones primarias—miedo, resentimiento, nacionalismo—para manipular a las masas y alcanzar el poder, incluso en contra de los intereses de la propia población.
- Crisis económicas: Las burbujas especulativas y crisis financieras suelen ser consecuencia de decisiones irracionales impulsadas por la avaricia y la negación del riesgo. Lo estamos viendo con la guerra arancelaria de Trump contra China.
- Destrucción ambiental: La explotación desmedida de recursos y la inacción frente al cambio climático muestran nuestra incapacidad para actuar racionalmente en favor de la sostenibilidad a largo plazo.
Reflexión final
Con este tercer blog completo la serie sobre la estupidez humana. Mi intención no ha sido insultar, sino invitar a la reflexión. Estamos viendo muchos de estos fenómenos en tiempo real.
Entender estas dinámicas a la luz de las ideas de Spinoza puede ayudarnos a enfrentar la desorientación de nuestra época. Pero la pregunta clave sigue en pie: ¿elegiremos la comodidad de la ignorancia o el desafío del conocimiento?
La decisión, al final, es nuestra.