Al escuchar a los candidatos en las entrevistas y debates que se han tenido en las últimas semanas, hay muchas cosas muy preocupantes que por acción y omisión, pintan un panorama muy complejo para la gobernabilidad del país en los próximos cuatro años.
Para comenzar, quiero señalar que el foco en estos debates ha estado concentrado principalmente en los problemas recurrentes que seguimos pateando hacia adelante como nación y que no hemos podido resolver. Pero también, hay omisiones que son muy protuberantes. Veamos
Por ejemplo, la mayoría de los candidatos han fallado en explicar el por qué no hemos sido capaces de encontrar soluciones de fondo y que sean apoyadas por un sector muy amplio de la población. Tampoco, se han referido al porqué nos cuesta tanto trabajo reconocer los logros que hemos construido como sociedad en las últimas décadas y que son muchos, además de ser fundamentales como bases para avanzar.
Pero hay algo más particular. En mi concepto, ninguno de los candidatos ha demostrado una capacidad para inspirar a los colombianos alrededor de los temas que deberían unirnos y hacernos sentir orgullosos como colombianos. No hay propuestas para construir una narrativa más optimista y motivadora del país, distintas a las pesimistas y negativas que nos están vendido los políticos en esta campaña..
Aquí quiero poner la luz sobre una forma de hacer política muy grave para la democracia, que se ha venido entronizando en la actualidad con unas consecuencias impredecibles.
En lugar de inspirar, el énfasis de algunos de políticos, está en mover el capote rojo de las emociones negativas del odio, el miedo y la desesperanza de sus huestes para llevarlos a votar. Los ilusionan ofreciéndoles, que si los eligen, todo va a cambiar y a ser diferente. En cuatro años, van a hacer la magia de solucionar todos los problemas del país. Pero parece que la intención es quedarse en el poder por tiempo indefinido como ha sucedido en otros países de la región.
Es una estrategia premeditada que favorece los intereses electorales de estos políticos, al enfatizar lo negativo, promover la lucha de clases, y así capitalizar el descontento y la desorientación de la gente. El uso enfermizo de la mentira, para crear expectativas incumplibles, no les preocupa ni les ruboriza, si esto ayuda a su causa. Son unos fieles practicantes del “el fin justifica los medios” y por eso hacen un uso intensivo e inteligente de las redes sociales, donde se ha impuesto las noticias falsas como estrategia de movilización.
Para estos políticos sin escrúpulos, que hoy dominan el panorama electoral colombiano, es mucho mejor ganar votos vendiendo solo las lacras que no podemos desconocer, pero sin balancearlas con los logros que también tenemos en nuestra sociedad y el valor de tantos colombianos que trabajan construyendo país.
Para mi es un gran misterio, como tanta gente puede ser tan ingenua, y que se nieguen a ver lo que está pasando al otro lado de la frontera en el paraíso del totalitarismo venezolano. Y no lo hacen, a pesar de que muchos de ellos, pueden estar sufriendo las consecuencias de más de 2 millones de venezolanos que han huido hacia nuestro país. ¿Qué puede explicar esta ceguera?
Pero hay una realidad: siembra vientos y recoge tempestades. Sobre la polarización extrema y el odio no se construye una nación. Para quien llegue a la Presidencia de Colombia, le va a quedar imposible gobernar un país fracturado hasta los tuétanos y sin la capacidad del estado y la sociedad, para asumir la corresponsabilidad en encontrar las mejores soluciones a los problemas que tenemos que resolver juntos.
No es difícil pronosticar lo que nos va a suceder. Los problemas sin resolver, se seguirán acumulando y patentando hacia adelante. Las expectativas no cumplidas irán aumentando exponencialmente el descontento de la gente. Las marchas sociales, como las que sufrimos el año pasado, se volverán cada vez más numerosas y violentas, atizadas por los grupos armados y los dineros del narcotráfico, que son los más beneficiados de esta situación.
Ahora analicemos con más cuidado otras omisiones en esta campaña política y sus consecuencias.
Cuando la dinámica política imperante premia el foco hacia lo negativo que tenemos como sociedad, entonces no es difícil de entender el comportamiento de nuestros flamantes candidatos. No solo no mencionan los logros obtenidos, si no que invisibilizan los muchísimos ejemplos de gente extraordinaria, que de manera individual y colectiva, han venido trabajando silenciosamente en sus comunidades, ayudando a crear una historia mucho más positiva y esperanzadora de lo que somos, tenemos, y podemos lograr.
Además, los candidatos actuales están cometiendo otro error fundamental. No utilizar los avances y ejemplos positivos que tenemos en Colombia para orientar a la gente, e invitarlos a dejar de fomentar la auto imagen muy pesimista y negativa que tenemos de nosotros mismos. A los ojos de los extranjeros, los colombianos nos castramos mental y emocionalmente de una manera impresionante.
Lo anterior explica que los candidatos están fallando en algo todavía más grave. A ninguno de ellos les he escuchado cuál es su propuesta para construir una visión positiva de futuro, que sea inspiradora, y que nos una y ofrezca una mejor narrativa que nos oriente hacia dónde beberíamos ir como sociedad.
Con estos vacíos tan profundos, es más fácil explicar el por qué la campaña política actual, que no se diferencia mucho de las anteriores aunque tiene unos riesgos posiblemente mayores, no está generando confianza y optimismo. Por el contrario, la dinámica política que se está viendo por parte de quienes aspiran al cargo más alto del país, está fomentando una gran incertidumbre, reforzando la desconfianza sobre el sistema político y sus instituciones y minando aún más nuestra precaria democracia..
La miopía y la soberbia de Santos y Uribe, junto con la clase política que los acompaño, abrieron las puertas para que aparezcan personajes como Petro, que irresponsablemente mienten y ofrecen el oro y el moro, para mover unas agendas qué han demostrado su fracaso en otros países latinoamericanos, capitalizando el tremendo descontento qué hay hoy en Colombia.
El comentario anterior no implica ni mucho menos, desconocer los grandísimos retos que tiene la sociedad colombiana hacia adelante. Retos que además, están enmarcados en un entorno cada vez más complejo, incierto y cambiante, que responde a muchas dinámicas globales que no están bajo nuestro control.
Tampoco implica desconocer el profundo vacío de liderazgo que ha tenido la clase dirigente política y económica de nuestro país. La pandemia y los cambios globales de estos últimos tres años, han servido para correr las cortinas y ver con mayor fuerza esta cruda realidad.
Teniendo inmensos retos, pero también oportunidades por delante, quienes aspiran a gobernar a Colombia parece que no han entendido, que se necesita una mentalidad diferente a la que no se ha conducido a la situación actual en el país. Pero lo que es peor, la gran masa de votantes tampoco lo han entendido, porque ha faltado el liderazgo en la clase dirigente para señalarlo. Este es el verdadero panorama, que hoy estamos observando con muchísima preocupación, en esta campaña crucial para Colombia.
Las reflexiones anteriores las hice, cuado estaba terminando de leer el último libro del profesor James A Robinson, autor de una obra anterior : “ Porqué fallan las naciones “. Robinson público su nuevo libro a finales del 2019 con el titulo: “ El corredor estrecho” donde aborda con una mayor profundidad, el desarrollo del estado y la sociedad. En este libro hace unos aportes conceptuales muy valiosos.
En mi próximo blog, me voy a referir a este libro para dar un marco diferente que permita entender mejor nuestra difícil situación. Pero lo interesante, es que ofrece una luz de optimismo y esperanza, al mostrar hacia dónde deberíamos dirigirnos como sociedad. Voy a demostrar que, hoy ya hay iniciativas muy importantes en la dirección propuesta por Robinson, y que pueden contribuir precisamente, al cambio de mentalidad y de narrativa, que nuestros candidatos no quieren o son incapaces de ver.
Somosimpuy. Con.somostincuy. Con café con vos
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