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sábado, 12 de junio de 2021

SOS: se nos está acabando el oxígeno para la economía, la salud y la sociedad


Colombia, despierta ya!!”, se nos está acabando el oxigeno, ya no podemos respirar. Esta frase no es retórica barata, es la manifestación de una cruda realidad. Ojalá los medios tomaran este grito para recordarnos donde deben de estar nuestras prioridades cuando la pandemia de salud y social han llegado a su máximo nivel .

Hay que reconocer que el país había venido acumulando una gran cantidad de frustraciones por situaciones incumplidas por todos los gobiernos durante muchos años, de lo que somos responsables todos. Y por no haber leído bien la situación exacerbada por el covid, de manera absolutamente irresponsable, el gobierno de Duque con su pésimo manejo de una reforma tributaria de espaldas a la realidad social, prendió la mecha de una insurrección sin antecedentes en la historia contemporánea del país, por la violencia y destrucción generada, así  como por su duración. 



El pulso de machos, entre el gobierno y los dirigentes de paro, está asfixiado al pais en su economía  y en su salud física y mental. Y para rematar la tragedia, por  efecto de su tozudez e incompetencia, las dos partes parecen que se les olvidó que hay un problema mucho más grave que la reforma tributaria, que fuera el pretexto que disparó las protestas. 


Hoy, la irresponsabilidad de las dos partes, está dejando literalmente sin oxígeno, no solo a los hospitales y a sus pacientes, cuando se está enfrentando el peor pico del covid~19 desde que se inició la pandemia hace más de un año en Colombia, sino también a la sociedad.



Es una tragedia que las marchas se hayan degenerado en asonada y vandalismo, precipitando actos de violencia por parte de la Policía y agitadores profesionales financiados por el narcotráfico y desde el exterior. A Mayo 28, han dejado 61 muertos reportados y 129 desaparecidos, cifras que podrían ser aun mayores. Desde el 28 de abril, cuando se inició el paro, la atención nacional se centró en las marchas que degeneraron en bloqueos, vandalismo e inclusive quién lo hubiera creído, el cerco a Cali la tercera ciudad del país.  Y se nos perdió del radar lo más importante: nuestra salud.



Entre gritos, gases lacrimógenos y disparos, a los colombianos, y especialmente a los dirigentes del paro, se les olvidó el impacto del covid cuando iba a llegar la pandemia a su pico más alto.  Y sin embargo, consciente y deliberadamente, promovieron de manera criminal las aglomeraciones de la gente en las marchas. 

Miles de manifestantes salieron a la calle de manera irresponsable sin cuidarse. Estas personas decidieron que era mejor protestar, porque pensaron erróneamente que no tenían más que perder. Hoy el disparo de las cifras por muertes de COVID les debería de estar mostrando la verdadera realidad, en especial a los jóvenes cuyos casos se han aumentado peligrosamente. Se habían creído inmortales y no lo son.


A pesar de la la validez  de los reclamos de mucha gente que salieron a la luz, cuando se destapó la Caja de Pandora con el paro, a estas personas no les preocupo  que pudieran ser utilizados  como idiotas útiles. De hecho, la estupidez de Duque y su ministro de Hacienda, facilitó el accionar de grupos crimínales de todas las pelambres,  para que se  vandalizara el espacio público, se cerrarán muchos pequeños negocios y miles personas se quedaran sin trabajo, agravando aún más el desempleo que hoy está en el corazón de la protesta.


Para no mencionar la otra realidad que para muchos es mejor ignorar: la injerencia de Venezuela en el juego geopolítico regional, donde Colombia es la joya de la corona por lo que su desestabilización es fundamental. No es solo un discurso del partido de gobierno que en esto les hallo razón, porque Maduro y la mafia que lo acompaña, ya lo habían anticipado hace dos años.  Peru ya sucumbió y ahora nos puede tocar a nosotros.


El resultado era previsible y hoy estamos pagando a un altísimo costo las consecuencias.



Más que las marchas, que son un derecho dentro de nuestra constitución, los bloqueos y la violencia han tenido un impacto desbastador en la actividad económica y en la psicología del país. Esta situación  ha tenido un efecto muy negativo en el estado en la salud mental y anímico de millones de colombianos.  

Como resultado, hoy hay mucha gente que ven con mucho miedo, ira, desconfianza, desesperanza, el futuro del del país. Y esto es lo que precisamente están buscando quienes quieren minar desde la base la democracia en Colombia. Y lo van a lograr, si no reaccionamos inteligentemente la mayoría de los colombianos, que no hemos salido a marchar y a vandalizar nuestras ciudades pero que tampoco hacemos valer nuestros derechos a la movilidad, el trabajo, y sobre todo la salud. ¿Porqué esta indolencia?


Hay que aceptar que este torbellino social, cuyo impacto no fueron capaces de dimensionar en este gobierno, nos despertó a una realidad que no habíamos visto o querido ver.  Lo que está sucediendo, es el resultado de un proceso de desatención de muchos años a problemas estructurales y de promesas incumplidas. Pero también, de un deterioro creciente de la capacidad de nuestra democracia y sus instituciones, de darle una salida adecuada a muchas reclamaciones justas acumuladas y sin atender por mucho tiempo.




Para mi , todo lo que he comentado hasta este punto es incuestionable, y me podría extender aún más. Pero no lo voy a hacer porque el llamado de este blog quiere llamar la atención en otra dirección. Necesitamos volver a enfocar de nuevo la atención  a la situación que teníamos antes del 28 de abril de este año. En solo seis semanas desde esa fecha, el covid ha llegado hoy a su pico máximo mientras en las calles protestan contra todo, pero no contra la irresponsabilidad de miles de personas que han descuidando su salud contaminando a otros incluyendo a sus familias. 

Hoy, las consecuencias de la pandemia, son un  problema mucho más grave en términos de vidas humanas y de dolor para miles de familias, que los reclamos que pueden ser justos pero que no podrán ser atendidos si no se controla rápido el contagio que está  disparado, con la ayuda de todos. Este debería ser el principal propósito para unirnos a todos los colombianos, pero que la lamentablemente  no lo es. Las estadísticas no mienten: ayer se registraron 569 muertes, la cifra más alta hasta ahora en 15 meses y va en aumento. 


En días pasados tuve la oportunidad de tener una conversación con el Dr Julio César Castellanos, Director del Hospital San Ignacio sobre la situación de los hospitales y clínicas en Bogotá. La realidad que se está viviendo no pude ser más dramática. La ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos UCI, está al 100%. No hay espacios disponibles para atender a pacientes con otras enfermedades o hacer cirugías que se llevaban posponiendo por meses. 


Pero hay algo más alarmante aún. Gracias a los bloqueos criminales, porque qué hay que llamarlos como son, no hay oxigeno para atender a los enfermos del covid, ni para poder hacer otras intervenciones que lo requieren. Pero además, el bloqueo de las vías y de los puertos, está produciendo una escasez de  drogas que son críticas para muchos pacientes. El resultado: gente que es devuelta en la puerta de los hospitales porque no hay forma de atenderlos. Muy seguramente, muchos de ellos fallecerán en sus casas por falta de atención. 



El panorama se pone aún peor. Me comentaba el Dr Castellanos, que debido a la presión que está experimentando el cuerpo médico, están pasando situaciones muy graves. Hay médicos y enfermeras que están renunciando porque no pueden aguantar más presión. Pero también, me mencionaba, que han tenido que desplegar un esfuerzo muy grande de atención mental al personal médico como resultado de lo anterior. 


Pero en este país del Sagrado Corazón, el video que se filtro del presidente de Fecode, que es el sindicato de maestros más importante del país, destapó la verdadera intención política de los promotores del paro. Las marchas no fueron para retirar la reforma tributaria ni descabezar al ministro de Hacienda que sirvieron de pretexto. Tampoco fue para defender el derecho de los niños y niñas a estudiar después de haber tenido que recluirse en sus casas por muchos meses. 


No, para el representante de los maestros hay una motivación mucho más importante que el protestar por el deterioro académico producido por la pandemia, y por la beligerancia con la que este sindicato solo ha defendido en el pasado sus intereses y privilegios pero no mejorar la calidad de la educación. En una declaración reciente que se filtró en un vídeo, este señor desnudó la verdadera realidad del paro promovido por él y otros sindicalistas:  “ esto es de largo aliento, esto es para derrotar al Centro Democrático y a la ultra derecha, estos es para llegar al poder en el 2022 y más allá“. 


Para este señor Alarcon, y para otros como él, no importa que literalmente el país se quede sin oxigeno, no importa que en un día como hoy haya 12 veces más muertos, que todos los registrados oficialmente por el paro en 45 días. Tampoco importa que miles de pequeños y medianos empresarios estén siendo obligados a cerrar su puertas y dejar sin empleo a muchísima gente cuando las tasas de desempleo están disparadas. 



Y claro, aún menos les importa, la economía del país, que gracias a la pandemia tuvo su peor desempeño de la historío en el 2020 con una caída del PIB al -6.8%. Para estos dirigentes sindicales blindados por gabelas millonarias, era una oportunidad que había que explotar al máximo y pasarle la cuenta de cobro a Uribe y sus pupilos, quienes deben de asumir su responsabilidad de lo que está pasando.  


Para estos dirigentes sindicales no era prioritario inyectarle oxígeno a la economía para reactivarla, y así comenzar a generar más  empleo que es lo que con urgencia se necesita.  Como su interés es otro, lo mejor era agravar aún más la situación. Especialmente para todas  aquellas personas que lo han perdido todo durante la pandemia, y  que paradójicamente  estos señores dicen representar y defender. Con esos amigos quien necesita enemigos dirán algunos.  


No, el nombre del juego hoy es otro : el PODER a cualquier costo así esto signifique asfixiar al país. Lo que no deja de ser una gran ironía para Uribe, Duque y sus muchachos, defensores del orden y la confianza inversionista, que pueden terminar entregándole en bandeja de plata las riendas del estado colombiano a quienes hoy quieren demolerlo por dentro. 


¿Que si es posible? Pues si alguien piensa que estoy loco, lo invito a mirar a nuestro vecino del sur: Perú. Allí lo impensable pasó y también en medio del desastre de salud de la pandemia. Este ejemplo debe de tener muy envalentonados a nuestros dirigentes sindicales criollos. 


Estamos advertidos: sin una solución de fondo a los problemas  de la salud producidos porque el covid, tampoco la habrá para atender los reclamos en lo social y de desempleo en lo económico. Y recordemos, ya no hay camas para atender a 48 millones de colombianos que por acción y omisión , estamos a punto de dejar que nuestro país entre a una USI colectiva  pero  sin O2 


PD: espero que estas reflexiones las lean muchos jóvenes que hoy forman parte de la primera línea de las marchas y que ven con desesperanza su futuro. El problema no es solo cuestión de ideología, como algunas personas quieren hacer ver la realidad actual. Es un problema mucho mayor: estamos en una sociedad a la deriva que no tiene un propósito nacional que debería de ser su salud. 


Sobre este punto, es que deberían basarse los diálogos o “negociaciones”, para poder sustentar los compromisos qué hay que acordar y que permitan atender los justos reclamos sociales que hemos dejado acumular por muchos años. Pero que sin una economía recuperada y con una mayor consciencia social de todos, no serían posible lograrlo. 


Destruir es fácil, es mucho más difícil construir, como nos lo recuerda el desastroso caso de Venezuela en manos de unos mafiosos incompetentes que dejaron sin oxígeno y asfixiaron a las empresas, la economía, la política y postraron la sociedad para perpetuarse en el poder: más de cinco millones de venezolanos que votaron con sus pies y huyeron de su país, son testigos de esa triste realidad. 


El pulso de machos, entre el gobierno y los dirigentes de paro, está asfixiado al pais en su economía  y en su salud física y mental. Y para rematar la tragedia, por  efecto de su tozudez e incompetencia, las dos partes parecen que se les olvidó que hay un problema mucho más grave que la reforma tributaria, que fuera el pretexto que disparó las protestas. 


Hoy, la irresponsabilidad de las dos partes, está dejando literalmente sin oxígeno, no solo a los hospitales y a sus pacientes, cuando se está enfrentando el peor pico del covid~19 desde que se inició la pandemia hace más de un año en Colombia, sino también a la sociedad.


Es una tragedia que las marchas se hayan degenerado en asonada y vandalismo, precipitando actos de violencia por parte de la Policía y agitadores profesionales financiados por el narcotráfico y desde el exterior. A Mayo 28, han dejado 61 muertos reportados y 129 desaparecidos, cifras que podrían ser aun mayores. Desde el 28 de abril, cuando se inició el paro, la atención nacional se centró en las marchas que degeneraron en bloqueos, vandalismo e inclusive quién lo hubiera creído, el cerco a Cali la tercera ciudad del país.  Y se nos perdió del radar lo más importante: nuestra salud.


Entre gritos, gases lacrimógenos y disparos, a los colombianos, y especialmente a los dirigentes del paro, se les olvidó el impacto del covid cuando iba a llegar la pandemia a su pico más alto.  Y sin embargo, consciente y deliberadamente, promovieron de manera criminal las aglomeraciones de la gente en las marchas. 


Miles de manifestantes salieron a la calle de manera irresponsable sin cuidarse. Estas personas decidieron que era mejor protestar, porque pensaron erróneamente que no tenían más que perder. Hoy el disparo de las cifras por muertes de COVID les debería de estar mostrando la verdadera realidad, en especial a los jóvenes cuyos casos se han aumentado peligrosamente. Se habían creído inmortales y no lo son.


A pesar de la la validez  de los reclamos de mucha gente que salieron a la luz, cuando se destapó la Caja de Pandora con el paro, a estas personas no les preocupo  que pudieran ser utilizados  como idiotas útiles. De hecho, la estupidez de Duque y su ministro de Hacienda, facilitó el accionar de grupos crimínales de todas las pelambres,  para que se  vandalizara el espacio público, se cerrarán muchos pequeños negocios y miles personas se quedaran sin trabajo, agravando aún más el desempleo que hoy está en el corazón de la protesta.


Para no mencionar la otra realidad que para muchos es mejor ignorar: la injerencia de Venezuela en el juego geopolítico regional, donde Colombia es la joya de la corona por lo que su desestabilización es fundamental. No es solo un discurso del partido de gobierno que en esto les hallo razón, porque Maduro y la mafia que lo acompaña, ya lo habían anticipado hace dos años.  Peru ya sucumbió y ahora nos puede tocar a nosotros.


El resultado era previsible y hoy estamos pagando a un altísimo costo las consecuencias.


Más que las marchas, que son un derecho dentro de nuestra constitución, los bloqueos y la violencia han tenido un impacto desbastador en la actividad económica y en la psicología del país. Esta situación  ha tenido un efecto muy negativo en el estado en la salud mental y anímico de millones de colombianos.  


Como resultado, hoy hay mucha gente que ven con mucho miedo, ira, desconfianza, desesperanza, el futuro del del país. Y esto es lo que precisamente están buscando quienes quieren minar desde la base la democracia en Colombia. Y lo van a lograr, si no reaccionamos inteligentemente la mayoría de los colombianos, que no hemos salido a marchar y a vandalizar nuestras ciudades pero que tampoco hacemos valer nuestros derechos a la movilidad, el trabajo, y sobre todo la salud. ¿Porqué esta indolencia?


Hay que aceptar que este torbellino social, cuyo impacto no fueron capaces de dimensionar en este gobierno, nos despertó a una realidad que no habíamos visto o querido ver.  Lo que está sucediendo, es el resultado de un proceso de desatención de muchos años a problemas estructurales y de promesas incumplidas. Pero también, de un deterioro creciente de la capacidad de nuestra democracia y sus instituciones, de darle una salida adecuada a muchas reclamaciones justas acumuladas y sin atender por mucho tiempo.


Para mi , todo lo que he comentado hasta este punto es incuestionable, y me podría extender aún más. Pero no lo voy a hacer porque el llamado de este blog quiere llamar la atención en otra dirección. Necesitamos volver a enfocar de nuevo la atención  a la situación que teníamos antes del 28 de abril de este año. En solo seis semanas desde esa fecha, el covid ha llegado hoy a su pico máximo mientras en las calles protestan contra todo, pero no contra el descuido irresponsable de miles de personas que han descuidando su salud contaminando a otros incluyendo a sus familias. 


Hoy, las consecuencias de la pandemia, son un  problema mucho más grave en términos de vidas humanas y de dolor para miles de familias, que los reclamos que pueden ser justos pero que no podrán ser atendidos si no se controla rápido el contagio que está  disparado, con la ayuda de todos. Este debería ser el principal propósito para unirnos a todos los colombianos, pero que la lamentablemente  no lo es. Las estadísticas no mienten: ayer se registraron 569 muertes, la cifra más alta hasta ahora en 15 meses y va en aumento. 


En días pasados tuve la oportunidad de tener una conversación con el Dr Julio César Castellanos, Director del Hospital San Ignacio sobre la situación de los hospitales y clínicas en Bogotá. La realidad que se está viviendo no pude ser más dramática. La ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos UCI, está al 100%. No hay espacios disponibles para atender a pacientes con otras enfermedades o hacer cirugías que se llevaban posponiendo por meses. 


Pero hay algo más alarmante aún. Gracias a los bloqueos criminales, porque qué hay que llamarlos como son, no hay oxigeno para atender a los enfermos del covid, ni para poder hacer otras intervenciones que lo requieren. Pero además, el bloqueo de las vías y de los puertos, está produciendo una escasez de  drogas que son críticas para muchos pacientes. El resultado: gente que es devuelta en la puerta de los hospitales porque no hay forma de atenderlos. Muy seguramente, muchos de ellos fallecerán en sus casas por falta de atención. 


El panorama se pone aún peor. Me comentaba el Dr Castellanos, que debido a la presión que está experimentando el cuerpo médico, están pasando situaciones muy graves. Hay médicos y enfermeras que están renunciando porque no pueden aguantar más presión. Pero también, me mencionaba, que han tenido que desplegar un esfuerzo muy grande de atención mental al personal médico como resultado de lo anterior.

Ver https://www.semana.com/nacion/articulo/quebrados-y-con-la-covid-al-cuello-la-sinsalida-de-colombia-en-la-reapertura/202100/


Pero en este país del Sagrado Corazón, el video que se filtro del presidente de Fecode, que es el sindicato de maestros más importante del país, destapó la verdadera intención política de los promotores del paro. Las marchas no fueron para retirar la reforma tributaria ni descabezar al ministro de Hacienda que sirvieron de pretexto. Tampoco fue para defender el derecho de los niños y niñas a estudiar después de haber tenido que recluirse en sus casas por muchos meses. 


No, para el representante de los maestros hay una motivación mucho más importante que el protestar por el deterioro académico producido por la pandemia, y por la beligerancia con la que este sindicato solo ha defendido en el pasado sus intereses y privilegios pero no mejorar la calidad de la educación. En una declaración reciente que se filtró en un vídeo, este señor desnudó la verdadera realidad del paro promovido por él y otros sindicalistas:  “ esto es de largo aliento, esto es para derrotar al Centro Democrático y a la ultra derecha, estos es para llegar al poder en el 2022 y más allá“. 


Para este señor Alarcon, y para otros como él, no importa que literalmente el país se quede sin oxigeno, no importa que en un día como hoy haya 12 veces más muertos, que todos los registrados oficialmente por el paro en 45 días. Tampoco importa que miles de pequeños y medianos empresarios estén siendo obligados a cerrar su puertas y dejar sin empleo a muchísima gente cuando las tasas de desempleo están disparadas. 


Y claro, aún menos les importa, la economía del país, que gracias a la pandemia tuvo su peor desempeño de la historío en el 2020 con una caída del PIB al -6.8%. Para estos dirigentes sindicales blindados por gabelas millonarias, era una oportunidad que había que explotar al máximo y pasarle la cuenta de cobro a Uribe y sus pupilos, quienes deben de asumir su responsabilidad de lo que está pasando.  


Para estos dirigentes sindicales no era prioritario inyectarle oxígeno a la economía para reactivarla, y así comenzar a generar más  empleo que es lo que con urgencia se necesita.  Como su interés es otro, lo mejor era agravar aún más la situación. Especialmente para todas  aquellas personas que lo han perdido todo durante la pandemia, y  que paradójicamente  estos señores dicen representar y defender. Con esos amigos quien necesita enemigos dirán algunos.  


No, el nombre del juego hoy es otro : el PODER a cualquier costo así esto signifique asfixiar al país. Lo que no deja de ser una gran ironía para Uribe, Duque y sus muchachos, defensores del orden y la confianza inversionista, que pueden terminar entregándole en bandeja de plata las riendas del estado colombiano a quienes hoy quieren demolerlo por dentro. 



¿Que si es posible? Pues si alguien piensa que estoy loco, lo invito a mirar a nuestro vecino del sur: Perú. Allí lo impensable pasó y también en medio del desastre de salud de la pandemia. Este ejemplo debe de tener muy envalentonados a nuestros dirigentes sindicales criollos

Estamos advertidos: sin una solución de fondo a los problemas  de la salud producidos porque el covid, tampoco la habrá para atender los reclamos en lo social y de desempleo en lo económico. Y recordemos, ya no hay camas para atender a 48 millones de colombianos que por acción y omisión , estamos a punto de dejar que nuestro país entre a una USI colectiva  pero  sin O2 


PD: espero que estas reflexiones las lean muchos jóvenes que hoy forman parte de la primera línea de las marchas y que ven con desesperanza su futuro. El problema no es solo cuestión de ideología, como algunas personas quieren hacer ver la realidad actual. Es un problema mucho mayor: estamos en una sociedad a la deriva que no tiene un propósito nacional que debería de ser su salud. 


Sobre este punto, es que deberían basarse los diálogos o “negociaciones”, para poder sustentar los compromisos qué hay que acordar y que permitan atender los justos reclamos sociales que hemos dejado acumular por muchos años. Pero que sin una economía recuperada y con una mayor consciencia social de todos, no serían posible lograrlo. 


Destruir es fácil, es mucho más difícil construir, como nos lo recuerda el desastroso caso de Venezuela en manos de unos mafiosos incompetentes que dejaron sin oxígeno y asfixiaron a las empresas, la economía, la política y postraron la sociedad para perpetuarse en el poder: más de cinco millones de venezolanos que votaron con sus pies y huyeron de su país, son testigos de esa triste realidad. 


Por problemas de plataforma  parece  que se está duplicando el texto. Leer hasta aquí 


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