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sábado, 29 de agosto de 2020

Las universidades enfrentan un tsunami de cambios.



El sector de la Educación Superior está enfrentando un tsunami de cambios como se vio en el blog anterior. La crisis actual va aumentar aceleradamente la presión para controlar, y aún bajar, los costos de la carreras profesionales, presionados por la inconformidad de los estudiantes, y sus familias, que cuestionan cada vez más la relación beneficio costo de su inversión. 


Pero también hay tendencias que aumentarán la velocidad de otros cambios. El problema es que estos se están moviendo mucho más rápido que la capacidad de adaptación de muchas universidades para enfrentarlos. Veamos cuál es el panorama hacia adelante.


Hay una realidad: las fronteras entre el mundo físico, biológico y digital se están esfumando. Nuevas ramas del saber, como la Inteligencia Artificial, la robótica, la biotecnología, la computación cuántica, las energías limpias, muestran el impacto que están teniendo la ciencia y la tecnología para enfrentar los múltiples retos de una sociedad, cada vez más compleja e inter  relacionada.



Estas nuevas tecnologías y avances científicos, están generando una demanda creciente de personas con capacidades diferentes que no existían hace pocos años. Las proyecciones muestran que hoy, más del 60% de los estudiantes que inician su edad escolar, tendrán trabajos en actividades que no existen en la actualidad. 


Según un informe reciente de la OECD 2030 Futuro de la Educación, “es necesario remplazar los estándares tradicionales de educación por un marco que combine el conocimiento con las habilidades del siglo XXI : creatividad, pensamiento crítico, comunicación y colaboración”. Esto implica unos cambios radicales que van más allá de la educación virtual.


Sin embargo, quienes están viendo el impacto que está teniendo la pandemia en la Educación Superior,  le están apostando a que  se aumentará el uso de los programas virtuales, que en la actualidad vinculan a más de 110 millones de estudiantes en el mundo. Hoy, universidades como MIT, Harvard y Stanford, ofrecen acceso a los mejores profesores sin costo, salvo que se quiera una certificación. 


Estos cambios en marcha, están obligado a las universidades a desarrollar muy rápidamente los cursos virtuales, y la utilización de nuevas tecnologías pedagógicas. Esta dinámica va a permitir cada vez más, la personalización de la oferta al estudiante, y así responder a las necesidades de las empresas y la competencia que viene de afuera del sector.


Estas dinámicas han abierto al sector de la educación a más cambios. Así, como las nuevas empresas FinTech, están produciendo grandes disrupciones en el sector bancario tradicional, las EduTech, son nuevas startups que lo están haciendo en el sector de la educacion a todos los niveles, respondiendo a nuevas demandas del mercado. 


Empresas líderes como Google, desde hace ya algunos años para contratar nuevas personas comenzaron a poner el énfasis  en lo que la persona sabe hacer y lo que es, más que los títulos que tenga. Esta tendencia está siendo adoptada por muchas más organizaciones. 


Según un rector, a quien consulté para este artículo, la tendencia anterior se verá reflejada en los currículos muy flexibles, tipo Netflix, hechos a la medida del interés del estudiante y con énfasis específicos. Y esto se va a traducir en una tendencia cada vez mayor hacia los micro grados y las nano certificaciones específicas, que se harán de manera virtual. Esta posibilidad impactará a la educación continuada.


Estos cambios flexibles, también van orientados a facilitar la educación dual como sucede en Alemania, donde el estudiante puede trabajar mientras estudia simultáneamente. Esto responde al cambio de preferencias de las nuevas generaciones, que buscan tener experiencia mientras están estudiando, pero además, que les permite sufragar el costo de su educación.


En un artículo de la revista INC: “Google tiene planes para generar la disrupción en los grados de las universidades”, muestra cómo este gigante de la tecnología, comienza a ofrecer certificados que solo toman seis meses para obtenerlos y a una fracción del costo de un título universitario tradicional. Es una oferta, de una serie de cursos profesionales, que buscan  enseñar a los estudiantes a desempeñarse rápidamente en cargos que están en gran demanda.




Ofertas como las de Google, se podrían implementar para dar respuesta a una necesidad que tenemos en países como el nuestro, donde hay mucha gente que trabaja en pequeñas empresas, y  que hoy en día no reciben ninguna capacitación. Son personas que no pueden tener educación presencial porque tienen que trabajar para comer. La formación, con módulos cortos y muy económicos, sería la respuesta para atender a este gran mercado laboral que hoy no tiene una oferta, usando el Extensionismo Tecnológico, para aprender haciendo en el terreno.


Estos nuevos modelos de negocio, serán necesarios para dar una mejor respuesta a las necesidades de formación del capital humano, que requiere la sociedad en general y el sector real en particular. Pero también, permitirán ofrecer una propuesta más atractiva de valor al estudiante, que le genere un diferencial en el mercado laboral, y que se vea reflejado en unos mejores ingresos. La pandemia ha desnudado una realidad: el sistema actual se ha quedado muy corto para enfrentar estas necesidades, lo que explica la creciente insatisfacción y deserción estudiantil.


Los cambios que están en marcha, abren nuevas oportunidades para las universidades tradicionales en países como el nuestro. La tecnología va a permitir la internacionalización del modelo de negocio de las universidades locales, para unirse a la oferta de títulos con entidades internacionales. 


El modelo pedagógico universitario también va a cambiar. Veremos cómo la educación más formal presencial, se concentrará cada día más en ofertas más cortas como respuesta a la competencia de empresas como Google, y en la formación de personas en temas como la cultura ciudadana, valores, competencias blandas, etc. Mientras que la  educación continua, va a complementar el proceso de formación con las otras habilidades y conocimientos específicos, en respuesta a la demande del mercado laboral. 


Todos estos cambios que están en marcha, son una señal de alerta para las universidades, pero también para los profesores, que tienen que replantear su labor. Se necesita que respondan a las necesidades apremiantes de la sociedad, y del sector productivo en particular, que es el responsable de soportar el desarrollo económico del país. 


La crisis sistémica que se está produciendo, es una oportunidad para el sector universitario, que en su conjunto, juega un papel tan importante. Pero a su vez, es un gran peligro para las instituciones que sean menos ágiles, ya que no van a poder competir, si no cambian muy rápidamente su modelo de negocio. El nombre del juego es la flexibilidad y la personalización, acompañados de experiencias relevantes a un costo razonable, a medida que el estudiante va avanzando a su ritmo de formación. 


Como lo veíamos en el blog anterior, la pandemia ha tenido un impacto muy significativo en las finanzas de las instituciones universitarias. Para el segundo semestre de este año, han visto reducciones importantes en las matrículas, lo cual va afectar especialmente a las más pequeñas. Como va a ocurrir en otros sectores de la economía, lo que era impensable es posible que comience a suceder. 


Forzadas por la situación, es factible que se vengan fusiones y se hagan alianzas, para ofrecer al mercado lo que está pidiendo, pero también, para optimizar las plantas físicas de muchas universidades donde se ha invertido mucho dinero en los últimos años. 





Pero habrá otro cambio muy importante: la vinculación de las universidades tradicionales en  el campo de la formación técnica para el trabajo, para complementar la educación conceptual. Esto ya está sucediendo en Colombia y en otros países de la región como, es el caso muy exitoso  de la U Católica de Chile, calificada como la mejor de America Latina. Es una oportunidad de complementar los esfuerzos de otras entidades, como el SENA en Colombia, quien hasta ahora ha dominado este campo. 


Otro cambio que se deberá reforzar hacia adelante, es la relación entre las universidades y las empresas, alrededor de proyectos que contribuyan a mejorar la competitividad productiva nacional. Los gremios, deberían de orientar mucho más esfuerzos para ayudar a apuntalar de manera más visible los esfuerzos de formación del talento, y las dinámicas de relacionamiento requeridas de sus afiliados con las universidades.


Pero también, el Estado tendrá que asumir una posición mucho más flexible, para facilitar normativamente la transformación del sector de Educación Superior y apoyar su relación con las empresas. Estas nuevas dinámicas, deberían ser entendidas  y reflejadas en políticas y recursos, entre los ministerios del Educacion, Industria y Comercio, Ciencia y Tecnología, y Comunicaciones.


En nuestro país, el nuevo Marco Nacional de Cualificaciones laborales, busca acelerar la tendencia hacia una formación más pertinente para el trabajo. Pero a su vez, es una oportunidad que implica aprender a hablar un nuevo idioma, alrededor de los catálogos formativos para cada tema. Es el reconocimiento, de que cada cargo en un sector productivo, tiene rutas formativas diferentes de aprendizaje, que requieren de unas certificaciones de competencias. 


Producto de los movimientos sociales y el impacto económico de la pandemia, en Colombia ha ganado momento la presión por tener el acceso a las universidades públicas de manera gratuita. Ya no es solo un grupo de estudiantes los que están empujando el tema, sino un número importante de miembros del Congreso que la respaldan. En la medida que la crisis continúe , estas dinámicas van a aumentar y tener un impacto significativo en todo el sistema de Educación Superior.


En este blog he querido mostrar una buena lista de los cambios que van a afectar al sector de Educación Superior que tiene un impacto muy grande en el desarrollo hacia adelante de nuestro país, cuando el panorama económico se ve muy complejo, y cuando es evidente que Colombia no puede seguir dependiendo del petróleo y del carbón para sostener su desarrollo. La apuesta más inteligente es contar con un capital humano mucho más fuerte que lo sustente..





sábado, 22 de agosto de 2020

La tormenta perfecta

 


Las universidades norteamericanas han sido un referente para la educación superior, y son consideradas las mejores del mundo. El sueño de miles de estudiantes de varios continentes, es el de recibir su formación universitaria en alguna de las mejores instituciones en los Estados Unidos. Lo que sucede en Harvard, MIT, Stanford , Universidad de Pennsylvania, Purdue, y muchas más que ofrecen excelentes programas, es observado con mucho cuidado por sus pares en otros países.

Por la razón anterior, es muy interesante ver con cuidado lo que le está sucediendo en ese país a muchísimas universidades, que han sido afectadas por el COVID-19, y cuyo impacto puede ser profundo. Dinámicas similares se están produciendo en otras partes del mundo y donde Colombia no es la excepción. 


El título de un artículo en el NY Times de hace una semana es muy disiente : “A medida que las universidades se mueven online, las familias se rebelan contra los costos”,  muestra el tsunami que se está encubando y que va a acelerar tendencias que ya estaban mostrando señales de alerta en el sistema de educación superior.  Ya era evidente que había una brecha creciente entre el valor de las matrículas y lo que los estudiantes percibían como valor del proceso formativo. Para no hablar, del endeudamiento creciente y muy preocupante para pagar los costos de la educación universitaria.


La pandemia ha abierto la Caja de Pandora que las universidades hubieran querido evitar: tener que dar descuentos al costo de las matrículas cuando se estaban preparando para el segundo semestre de este año. El problema se evidenció cuando los casos de contagio se dispararon en varios estados como sucedió en California, obligando a abandonar los planes de volver a la normalidad de la vida en el campus universitario.  


La realidad del coronavirus, ha obligado a las instituciones a continuar con el mundo de la virtualidad y tratar de convencer a los estudiantes de que el costo del semestre se justifica en estas condiciones. Los reclamos de los estudiantes y los padres de familia no se han demorado en surgir con muchísima fuerza en las redes sociales.


Se ven comentarios como: “nos merecemos una devolución” o “ estamos pagando mucho dinero por la matrícula , pero nuestros estudiantes no están obteniendo lo que pagamos” . Otra persona decía: “no tengo nada contra los cursos online , pero si me molesta mucho es que me cobren el mismo precio”. Estos comentarios muestran el descontento que el costo de las matrículas está generando. Para no hablar  de los costos adicionales que se están incurriendo, como es el caso de una familia que yo conozco, que tuvo que pagar la renta del apartamento para su hijo por anticipado pero que no pudo ocupar porque la universidad no se abrió.



El problema del cierre de los campus universitarios se ha venido propagando como el virus en las últimas dos semanas. Instituciones como las universidades de Maryland, Pennsylvania, California, Virginia y Princeton con otras de menor calibre, anunciaron su decisión de mantener la virtualidad para no exponer a los estudiantes, profesores y empleados a un mayor contagio. Menos del 25% de las 5000 instituciones censadas, piensan volver a la “nueva normalidad” en el 2020.


Como resultado de estas decisiones, el artículo del NY Times muestra que la presión ha venido aumentando para lograr descuentos, solicitud de apoyo financiero o disminución significativa del costo de las matrículas. Hay una percepción de que hay una brecha creciente entre el valor pagado y el valor recibido, que no compensa la experiencia obtenida por el estudiante, cuando la educación se volvió virtual.


La ola del tsunami va creciendo. En Rutgers University, 30.000 personas firmaron una petición de la eliminación de unos pagos y la reducción del 20% de la matrícula. En la U de Carolina del Norte, más  de 40.000 personas hicieron lo mismo exigiendo la evolución de los costos de alojamiento. En las universidades del sistema público en California, el más grande del país, también están demandando rebajas.


Un caso muy disiente se dio en estos días, cuando 340 estudiantes del primer semestre en varias carreras en la U de Harvard ( 20% del total de ingresados), tomaron la decisión de suspender su admisión a la universidad. Hay una solicitud formalmente presentada a la Administración, para que se reduzca la matrícula, y que se modifiquen las reglas para que estos estudiantes tengan una suspensión temporal.


Para las universidades no es nada fácil la situación creada. Especialmente cuando argumentan que los costos de la educación virtual es más alta. Además, afirman que estas solicitudes de reducción de matrículas, llegan en un momento de debilidad financiera de muchas instituciones, que en los últimos años han visto caer significativamente el número de estudiantes inscritos. Y como en Colombia, cuando muchas instituciones habían emprendido programas muy cuantiosos de expansión de su planta física.


Pero la realidad es tosuda: con más de 40 millones de norteamericanos recurriendo al seguro del desempleo ofrecido por el Gobierno Federal, cientos de miles de familias están en serios aprietos económicos y necesitan ayuda para enviar a sus hijos a la universidad. 


Como lo mencioné al principio de este blog, el COVID-19 aceleró varias tendencias que estaban afectando al sistema universitario norteamericano: costos disparados, una caída en el crecimiento poblacional en varias partes del país y un cuestionamiento de la relación precio beneficio. El resultado: más del 30% de las universidades gringas mostraban déficits crecientes en los últimos años. La calificación crediticia del sector, por parte de  Moody, la puso en negativa.


Y cuando las fuentes de ingreso se esfuman, las necesidades financieras aumentan. Hay un consenso de que la buena educación virtual es costosa por la tecnología, el contenido y la formación de profesores. Unos cálculos preliminares para el sistema universitario sobrepasa los US 70.000 millones. Los medios han denominado toda la situación: “la tormenta perfecta”


Y como lo menciona el NY Times: “el futuro de la educación superior es lo que está en juego” cuando además, enfrenta una realidad. Hay una brecha que tiene el sistema, con excepciones por supuesto, entre la velocidad de los cambios externos y la de la capacidad de las instituciones que lo componen, para andar a la par con la sociedad. 


En el próximo blog me referiré a los posibles cambios que se pueden esperar en un sector que es clave para la formación del capital humano de un país. Porque si en los Estados Unidos llueve, en nuestro país no escampa. De hecho, la tormenta ya llegó.


viernes, 14 de agosto de 2020

¿Cómo suegirá hacia adelante la educación escolar?


El aislamiento forzoso que ha producido esta pandemia, ha obligado al cierre de los colegios y a repensar la manera en cómo continuar el proceso educativo utilizando la virtualidad. Esto ha significado una aceleración al cambio de paradigma que ya se venía venir. 


El proceso de adaptación ha sido más duro para los maestros y los padres de familia. Para los niños, que hoy son parte de la generación digital, ha sido un cambio que no los había afectado tanto, salvo para aquellos que no han tenido los medios para conectarse al internet. Pero a medida que se ha ido extendIendo el confinamiento, y hay un alto riesgo de nuevos brotes, los efectos del aislamiento social  comienzan a tener varias consecuencias, unas positivas y otra no tanto.


Dado el confinamiento que está en proceso, los padres han podido estar mucho más cerca de sus hijos y observar lo que está sucediendo con la educación virtual, lo que les están enseñando y la forma de hacerlo. Un posible cambio que está emergiendo, va a girar alrededor de la pertinencia de lo que necesitan los hijos aprender para la situación actual, como para lo que viene. Y posiblemente se va a valorar más lo que significa el espacio escolar para los padres que tienen que trabajar.


A pesar de las dificultades que hoy viven los papás, la pandemia ha sido un llamado para hacerse cargo de manera más cercana del proceso educativo de sus hijos. Antes de la crisis, los colegios y las escuelas, eran los lugares donde muchos padres se descargaban de sus responsabilidades compartidas. Dejaban al niño en ellos y se desentendían del proceso educativo. 


También, llegó el momento de hacerse las preguntas difíciles que el sector ha venido rehuyendo por mucho tiempo. La razón, porque hay que aceptar la necesidad de alinear los esfuerzos del proceso educativo, con las nuevas realidades que la crisis está evidenciado y acelerando.


Me comentaban unas fuentes consultadas, que a pesar de algunos avances conseguidos, esta época ha sido particularmente difícil en el caso de los niños entre 3 y 5 años, para quienes mantenerlos atentos durante periodos largos en frente de un computador, si los tienen, es todo un reto para la institución educativa. Y también para los padres de familia, que necesitan trabajar. Para ellos el problema es más grave, cuando tienen que quedarse en casa cuidando a sus hijos, y sin ayuda.


La gran pregunta que muchas instituciones se están haciendo hoy, ante la incertidumbre de cuánto más tiempo va a durar esta situación tan compleja, se relaciona con las secuelas que van a quedar. Las alertas están prendidas por el impacto psicológico que el aislamiento social está teniendo en muchos niños y adolescentes. Hacia adelante, enfrentamos potencialmente una pandemia más difícil. Estos factores han aumentado la preocupación de muchos padres de familia sobre el impacto de estas dinámicas en el proceso de aprendizaje de sus hijos. 


Pero como le ha sucedido a muchas organizaciones en esta época tan compleja, los colegios se han visto forzados a innovar. Han tenido que experimentar nuevos métodos pedagógicos, usar plataformas tecnológicas más avanzadas, capacitar a los maestros, pero también innovar en la manera de relacionarse con los padres de familia y con sus estudiantes. El mundo de la virtualidad llegó para quedarse. ¿Que tanto? Nadie lo sabe, pero no hay duda que será parte del nuevo panorama educativo que está emergiendo.



Pero la pandemia también va atraer otras cosas positivas. Ha obligado a las entidades educativas a acelerar procesos innovadores en muchas otras dimensiones de su hacer educativo. Una de estas, es la escucha activa de las necesidades de los niños y niñas que se están formando. El reto es capitalizar los aprendizajes y sostenerlos. Y para los padres, que han tenido la oportunidad de estar tan cerca del proceso virtual de sus hijos, hoy deberían tener mejores elementos para entender a sus hijo, acercarse a ellos, y evaluar la calidad del proceso educativo que están recibiendo. 


Otras de las cosas interesantes que están surgiendo en estos meses, es el espacio que se ha abierto para la personalización del proceso educativo. Estas dinámicas están siendo aprovechadas especialmente por los modelos no convencionales de educación como Kalapa, apoyados en tecnologías como Progenti y Khan Academy. Según la opinión de algunas personas del sector educativo que consulté para este blog, están surgiendo muchas innovaciones que promueven la solidaridad y la democratización de la educación,


La personalización como la virtualización que lo facilita, llegaron para quedarse. Esta conversación también la están teniendo muy seriamente las entidades de educación superior. 


Después de las reflexiones anteriores, que apuntan a los cambios que se pueden esperar en la educación escolar, hay una afirmación que se puede hacer hoy con muy poca probabilidad de equivocación. Sin saber por cuánto tiempo más va a durar el confinamiento, que ha puesto patas arriba al sistema de educación escolar en este periodo, el coronavirus dejará una marca indeleble en todos los involucrados: los niños, los maestros, los padres y en general todo el sistema educativo. 



sábado, 8 de agosto de 2020

El papel de la cultura en el desarrollo: una mirada diferente


En estos últimos meses, con un grupo de amigos,  nos hemos venido interesando en el papel que juega la cultura en el desarrollo de un país, una región o una comunidad. Este interés nos ha llevado a entender mejor los componentes que la determinan y la manera como estos condicionan la percepción de la realidad y el comportamiento humano en esos contextos. Este tema, que debería de despertar mucho más interés en la agenda nacional, lamentablemente no lo genera. 

En este contexto, tuve la oportunidad de leer en estos días, un artículo reciente con un título sugestivo: “Que sucede con América del Sur?” publicado en Project-Syndicate y en que se inicia el siguiente comentario:

sábado, 1 de agosto de 2020

Los cambios en el sistema de salud

En blogs anteriores he tratado el tema de los cambios que se podrían esperar en áreas como el liderazgo, la cultura, la geopolítica, la economía, la política y en este blog voy a tocar el area de la salud. Yo pienso que como nunca en esta generación, su importancia se ha hecho evidente para todos y a una escala mundial. El coronavirus es el responsable de que esto haya sucedido.

Ha sido tal el impacto de esta pandemia, que se debe de esperar, que haya un cambio significativo del papel estratégico del sistema de salud, y que hoy está al frente de la batalla para derrotar esta enfermedad. Es muy posible que haya un cambio en la valoración, de esta área tan fundamental, para el bienestar y progreso social. Hoy, se han hecho evidentes las debilidades de los sistemas de salud, aún en los países mucho más avanzados que el nuestro, que han sido desbordados por la velocidad y el impacto de la pandemia. 

Hay otro cambio grande que se avecina: la lucha por obtener la vacuna cuando finalmente llegue al mercado, probablemente a finales de este año o principios del 2021. Como lo han venido mostrando las noticias durante estos largos meses de cuarentena y parálisis sobre esta materia, hoy hay una competencia muy desigual a nivel mundial por conseguir recursos tan sencillos como máscaras, o más complejos como las pruebas o los respiradores. Pero el  problema va ser aún peor por la vacuna. 

La dificultad que se ha tenido para conseguir estos recursos básicos pero esenciales para defenderse contra el COVID-19. Esta situación, que fue particularmente crítica en los primeros tres meses de la pandemia, está exponiendo una profunda debilidad estratégica que tenemos como país, por la total dependencia de pocos proveedores a nivel mundial. Esta realidad va a generar un cambio hacia la autosuficiencia en el campo de la salud en ciertos productos y equipos. 

En estas últimas semanas, se están adelantando negociaciones multimillonarias entre gobiernos y las distintas empresas farmacéuticas, que están adelantando trabajos a marcha acelerada por la vacuna, para asegurar estar de primeros para obtener la vacuna y beneficiar a sus ciudadanos. En países como el Brasil y Mexico, se están adelantando trabajos propios de investigación y negociaciones para la producción de las vacunas.

Dada la crisis, un cambio importante será el fortalecimiento de las áreas de atención de emergencias y desastres. Así como también, la producción de vacunas en tiempos mucho más cortos. Y para evitar el traslado de virus de los animales como los murciélagos, posibles responsables del Covid-19, la prohibición de la tenencia y consumo de especies salvajes. Y en nuestro medio, se impulsará la formalización laboral de los médicos que hoy muchos  de ellos no  tienen en su trabajo.

Otro cambio muy claro, es el aumento de la valoración que juega la ciencia y la investigación en el manejo de la salud. A diferencia de pandemias anteriores, como la Peste Negra o la Gripa Española, donde millones murieron por ignorancia, o por superstición, solo gracias a los avances científicos, que se están acelerando notablemente en estos meses, va a ser posible encontrar la vacuna y tener unas bases mucho más sólidas para prevenir y enfrentar nuevas epidemias.

En el contexto anterior, se aumentará la inversión y la atención sobre el conocimiento y control preventivo de los virus y las epidemias que pueden causar. Se está acelerando de manera dramática, la velocidad con la que se están desarrollando nuevas pruebas, y se busca una vacuna contra el Covid~19. Los efectos en biogenética y otros campos, así como en la producción de aparatos como el respirador mecánico, tendrán unos efectos muy positivos en  otros campos de la medicina.

Otro cambio que se va a dar es el desarrollo de nuevos métodos de diagnóstico, que sea tan fáciles como la detección temprana del embarazo. También, se esperan unos avances importantes en la construcción de una librería de drogas antivirales, que puedan ser movilizadas muy rápidamente cuando aparezca un nuevo virus.

Después de la epidemia de 1918, se crearon muchos de los servicios nacionales de salud en Europa. La crisis del 29 y la II Guerra sentaron las bases para la consolidación de estado de bienestar y dieron oriegen a nuevas instituciones a nivel internacional como la OMS. Es muy posible, que como consecuencia de esta crisis, surgen nuevas instituciones en el sector salud como lo pronostica Bill Gates en una entrevista reciente. 

Un cambio, que en la crisis ha demostrado sus inmensas ventajas para el paciente y los médicos, es la consolidación de telemedicina, que permite consultar virtualmente la opinión de varios especialistas a la vez, y evitar el desplazamiento de los pacientes. La atención virtual vendrá acompañada de medidas de seguridad y el seguimiento por medios no invasivos, usando los celulares y algoritmos avanzados de IA, orientados a evitar los riesgos de enfermar o las crisis crónicas. Pero además se retomará la importancia de la evaluación clínica para decidir qué hacer con el paciente. 

Otro cambio que se está dando es el uso de los celulares para rastrear a las personas que pueden tener el virus. Un acuerdo entre Apple y Google, para conectar los aparatos que tienen sistemas operativos distintos, manteniendo la información descentralizada, finalmente ha sido aceptado por Alemania, Austria y otros países de la CE. Este acuerdo permite respetar la privacidad de las personas y evitar el abuso de los gobiernos como el caso chino, pero a la vez, ayudar a controlar la epidemia.

En resumen, como en otros sectores afectados por el COVID-19, en de la salud los cambios se acelerarán notablemente. Los costos de no hacerlo hoy se están viendo de una manera dramática en la economía mundial.