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domingo, 27 de junio de 2021

Nación con Esperanza

 




En estos días volví a leer  un informe publicado  por el Aspen Institute en los Estados  Unidos sobre la relación del aprendizaje social y emocional con el desempeño académico. Lo hice porque he estado participando en el procesos “Dialogos de Futuro” donde 38 organizaciones diversas, estamos explorando ideas distintas para darle una nueva mirada al rol de la Educacion Superior en el desarrollo del país.


El informe de este prestigioso instituto, es el resultado de la investigación realizada a nivel nacional en ese país, con la participación de un grupo muy selecto y diverso de expertos en las áreas de la neurociencia, psicología y educación, motivados por un movimiento que busca el bienestar socio-emocional y académico de los niños y los jóvenes norteamericanos. Es una tendencia que tiene  cada vez más fuerza, y que está redefiniendo el concepto del aprendizaje, con un tremendo impacto presente en la vidas de los estudiantes y  para el futuro para esa sociedad. 


Es muy notorio que en los Estados Unidos, donde es cada día más difícil lograr un consenso sobre temas críticos para su población, esté emergiendo una visión común sobre la importancia del desarrollo socioemocional y académico, vistos como un proceso holístico y fundamental para la educación.  De este consenso documentado, es que surge el nombre del informe publicado: “Una Nación con Esperanza”.



Que exista una visión común,  es la gran conclusión de este informe, que recogió comentarios y testimonios a nivel local a lo largo y ancho de los Estados Unidos. Definitivamente, hay una conciencia creciente de la relación íntima de las dimensiones socioemocionales y académicas aplicadas a la educación básica pero también a la educación superior. Nueve de cada diez entrevistados, estuvieron de acuerdo con su importancia para cambiar el rumbo de la educación en los Estados Unidos. 


También, se está entendiendo que el éxito o fracaso de una sociedad, que está experimentando cambios cada vez más rápidos y profundos, necesita de individuos capaces de construir relaciones sanas y productivas, para contrarrestar la división y fragmentación que se observa hoy en día. Sin estas capacidades no es posible formar ciudadanos que resistan las tremendas tensiones a las que está expuesto el tejido social, producto de estas grandes transformaciones. Este comentario ha adquirido una tremenda relevancia en este año y medio de pandemia y de convulsiones sociales.


Ya no vasta que se transmita el conocimiento, como se ha hecho por siglos, ni  con formar profesionales competentes.  El concepto de la clase magistral, el tablero y la tiza, están cada vez más llamados a desaparecer como los únicos vehículos para el aprendizaje. El saber leer y escribir, es necesario pero ya no es suficiente. Esta es la razón por la cual, los temas que cobijan el desarrollo socioemocional, mal llamados ”blandos”, están adquiriendo cada vez más importancia.  


Un maestro entrevistado para el informe del Aspen Institute, decía: “yo no enseño matemáticas , yo le enseño a los niños matemáticas”. Esta frase sintetiza algo que parece obvio, pero que se pierde con mucha facilidad en el proceso de educar: los niños aprenden más fácilmente cuando se les trata como seres humano, atendiendo sus necesidades socioemocionales y académicas”. Ahora, igualmente los profesores universitarios, están entendiendo que este mensaje también es válido  para lograr una formación de profesionales  más integral de sus alumnos.


Un estudiante entrevistado, le daba aún más luz al significado del verdadero sentido que debe de tener la educación cuando se aborda desde los aspectos socioemocionales y no únicamente  académicos: “ el éxito en la escuela o en la universidad, no debe estar definido solo por los resultados de unas pruebas ...sino también por la habilidad de pensar por si mismos, trabajar con otros, y contribuir a nuestra comunidad”. 


Y el informe menciona algo muy importante, que se olvida con mucha facilidad. La formación del ser humano es un tema muy complejo. Se necesita un espectro muy amplio de habilidades, actitudes y valores, además de unos conocimientos, que hay que ir adaptando y ajustando, a medida que el entorno va cambiando con más velocidad. Esto implica entender la educación como un proceso tremendamente dinámico .


Vale la pena repasar algunos de los aspectos que están en juego en el proceso de formar a un individuo para que sea un ser feliz, productivo y útil para la sociedad. Y también subrayar , que  son aspectos que cada vez más están siendo evaluados como fundamentales, en el mercado laboral, que hoy experimenta unas grandes transformaciones producto de la automatización. 


Lo anterior significa, que las dimensiones humanas del desarrollo de un individuo, son las que van a ser más demandadas, porque en los próximos años, los robots se encargarán cada vez más de los trabajos rutinarios. El poder trabajar en equipo, resolver problemas complejos, y adaptarse rápidamente a nuevas realidades, serán críticos en el mundo del trabajo y para actuar en la sociedad.


Veamos algunas de las habilidades más importantes que son cada vez más necesarias hoy y hacia adelante: el saber poner atención a lo que sucede alrededor; tomar buenas decisiones y no procrastinar;  fijarse objetivos y metas en función de la visión de lo que se quiere alcanzar; planear las acciones que van a materializar esa visión; colaborar con otros porque la complejidad actual hace imposible ser un Llanero Solitario; ejecutar con flexibilidad lo que se ha planeado y  demostrar resultados; ser recursivo para superar obstáculos; saber rodearse de otras personas que puedan ayudar.


Pero también, se necesitan unos valores esenciales que le permiten a la persona tener un marco de decisión ético para actuar correctamente como miembro de una comunidad: integridad, lealtad, honestidad, responsabilidad,  entre otros. 


Además son igualmente importantes las actitudes que se desarrollen, como el pensar de manera crítica, la apertura a diferentes puntos de vista, la curiosidad para explorar varias alternativas, la empatía,  la flexibilidad para adaptarse a cambios rápidos,  el recuperarse de los fracasos y aprender de ellos,  y el perseverar sin terquedad. Todas ellas, serán cada vez más críticas para que una persona pueda prosperar. 


Si se lee con cuidado lo anterior, seguramente surge una paradoja, en relación a lo que se le pide al sistema educativo vs lo que se necesita hoy en día. Es muy común que el énfasis esté a nivel escolar  en el aprendizaje de las matemáticas,  la historia, o a leer y escribir, o a nivel universitario en las materias relacionadas con las carreras.  Es decir, la parte puramente académica. Pero es muy extraño que las solicitudes se concentren en las dimensiones socioemocionales, las cuales, van a hacer la diferencia.



Veamos un ejemplo, de un caso real, donde se practica lo planteado por el informe del Aspen  Institute a nivel escolar. Mi hija es cofundadora de una Comunidad de Aprendizaje para niños y jóvenes que está rompiendo con varios de los paradigmas establecidos. En Kalapa, que es el nombre de esta comunidad, se busca hacer énfasis en crear espacios seguros y amorosos, donde las dimensiones mencionadas, más la dimensión espiritual, se traten de manera holística. A esta apuesta educativa, innovadora y diferente, van padres de familia que no están satisfechos con el sistema educativo convencional. Perciben con claridad, que hay un vacío, el mismo identificado en el informe mencionado. 


Sin embargo, aun si son conscientes de este vacío que ellos mismos vivieron como estudiantes y al cual se han enfrentado como profesionales, romper con la aparente tranquilidad que da transitar por un sistema que tiene más de 200 años, no es nada fácil. 


Las fundadoras de Kalapa han descubierto que el mayor reto es acompañar a los padres en el miedo, que legítimamente se  genera, cuando se enfrentan con la incertidumbre de los resultados de un proceso que no es convencional. Es un gran reto adaptativo que requiere valor porque implica cambiar los esquemas mentales existentes, tener paciencia y, no solo confiar en la institución, sino en el potencial que sus hijos tienen como “aprendices naturales” . 


Al liderar este proyecto, han descubierto la importancia de brindarles boyas a estas familias , para que puedan navegar hacia paradigmas desconocidos y habitar la transición en medio de un mar que les parece que no tiene orillas ni un fondo percibidos, mientras se experimentan nuevas maneras de formación integral. 



Hay otro gran reto adaptativo cuando se rompe el paradigma de la educación tradicional: el manejo de la tensión que se genera al enfrentar la dimensión socioemocional y espiritual con el valor de lo académico. La Academia es el espacio en el cual diferentes tipos de estudios han sido desarrollados, para transmitir el conocimiento adquirido por el ser humano a través del tiempo. Esto sigue teniendo un gran valor, como lo identifica el estudio de Aspen Institute. Tal vez la pregunta no es si lo tiene, sino desde donde puede aportar la academia, dados los desafíos actuales de la humanidad.


Como lo demuestran ejemplos como el de Kalapa, si es posible acompañar a los estudiantes para que aprendan las habilidades, los valores y las actitudes, que se requieren en el siglo XXI. Pero se necesita la participación activa y el soporte emocional de las familia, para lograrlo. En el caso de Kalapa, el proyecto los invita para que vivan con sombrero de aprendices el proceso de formación de sus hijos. 


Cuando la apuesta educativa se enfoca de esta manera, se cambia la vida de los estudiantes y de sus familias. Se les ayuda a ir encontrando un propósito en sus vidas, y estar mejor preparados para los retos que deben de afrontar hacia el futuro . 


Como bien lo expresa el informe del Aspen Institute: “la promoción de la visión holística del aprendizaje socioemocional y académico, no es una moda, es la esencia de la educación como debe ser. No es una aproximación ideológica, está basado en la experiencia de maestros, padres y estudiantes, apoyados por la mejor investigación en educación de las últimas décadas”. 


Más adelante se explica: “es un grave error ver el aprendizaje socioemocional como algo “suave”. Al contrario, un énfasis en estas capacidades no significa un sacrificio en el rigor; es una fuente para este. Mientras que muchos elementos del estudiante mejoran al cultivar estas habilidades y valores, uno de los principales resultados es un mejor desempeño académico, y mayor apreciación del estudiante por su institución educativa”. 


En un entorno seguro y respetuoso del ser humano, que es cada estudiante, se le motiva a  tener foco, persistir ante las dificultades, y responder positivamente al proceso formativo. El caso de Kalapa demuestra , como es posible poner en práctica todo lo anterior,  y es un ejemplo de lo que podría ser la educación que determine el futuro de nuestro país. 



Para que esta visión suceda, se requiere de una nueva mentalidad que permita la experimentación en la educación, en temas tan vitales como son el manejo de las emociones y las relaciones en un entorno social complejo, para formar no solo profesionales sino también ciudadanos. Esto no significa el sacrificio de la excelencia académica, que debe ser manejada en función de las nuevas realidades, donde el conocimiento se hace obsoleto muy rápidamente. 


Si lo lográramos, también podríamos tener en Colombia, una “Nación con Esperanza”, como es el título del informe al que me he referido en este blog, porque habría  formado personas que pueden ser “los motores de Esperanza” que nos permitan construir una nueva narrativa como sociedad. 






  

sábado, 19 de junio de 2021

Se nos está haciendo tarde para despertar



Después de más de 45 días de marchas, bloqueos, destrucción y muerte, son muchas las preguntas difíciles que hoy  nos deberíamos estar haciendo millones de colombianos. Hemos visto el resultado de la acción, que hoy se sabe fue premeditada y coordinada con fines electorales,  por parte de un puñado de dirigentes sindicales, políticos de izquierda, vándalos, narcotraficantes y guerrilleros, para desestabilizar al país. Había una agenda fríamente calculada que muchos colombianos no querían ver, que se basaba en una premisa elemental : en rio revuelto, ganancia de pescadores


Después de cinco semanas en que generaron el caos, el miedo, la desorientación y la desesperanza, como no había pasado ni siquiera cuando las FARC se habían crecido a finales de los 90, los dirigentes del paro resolvieron buscar otra ruta ante el Congreso, al fracasar en forzar un diálogo, con unas demandas imposibles. ¿Tenían que destruir al país para ahora tramitar sus pretensiones utilizando los mecanismos institucionales que querían desacreditar?


En medio de un problema monumental de salud pública, y cuando se dieron cuenta que estaban perdiendo apoyo ante el rechazo abrumador a la violencia, la destrucción  y a los contagios disparados, resolvieron levantar el paro  porque sus consecuencias estaban desligitimizando las protestas válidas, relacionadas con los problemas sociales, acumulados por muchos años y sin resolver, que la pandemia evidenció. Pero también, les tocó reconocer que no pudieran doblegar a Duque a negociar, sin antes parar los bloqueos y la destrucción que habían propiciado, y sobre los cuales perdieron el control.


A la luz de lo anterior, como ya lo mencionaba, son muchas las preguntas por las cuales estos dirigentes criminales deben responder ante la opinión pública y que todos las debemos formular:



¿Valió la pena exponer a miles de personas a contagiarse y disparar las muertes por el covid - 19 al más alto nivel desde que comenzó la pandemia; la destrucción del transporte masivo; la pérdida de cosechas; el sacrificio de millones de pollos;  la muerte de manifestantes y de policías? ¿Se Justificó el cierre de miles de  pequeñas empresas que ya venían muy golpeadas y que no podrán volver a funcionar, mientras se pretendían diálogos con demandas imposibles de cumplir?


Y una pregunta de mucho fondo que no ha tenido en estos días un pronunciamiento por parte de las Altas Cortes : ¿El derecho a la protesta, a cualquier costo, tiene prevalencia sobre otros derechos tan importantes como el de la movilidad, la salud, o el trabajo? ¿Hay en Colombia unos derechos humanos de primera y otros de segunda categoría ? 


Y asociado a estas preguntas: ¿Cuál es la posición de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en esta materia ?, institución que es tan ágil para condenar los abusos del Estado, que sin duda los ha habido, pero que es mucho más ligera para hacerlo en relación a esos otros derechos. 


Lo que me lleva a dos preguntas finales: ¿Quién protege los derechos de quienes no creemos en el uso de métodos violentos, pero que somos conscientes  que hay problemas muy serios en el país que hay mejorar? ¿Se impondrá la impunidad una vez más, tanto para quienes promovieron este caos, como para quienes cometieron actos violentos incluyendo a miembros del ESMAD?


El presidente del sindicato de maestros (FECODE), nos queda debiendo su respuesta a muchas estas preguntas, pero sus acciones demuestran sus verdaderas intenciones, cuando destapó finalmente las cartas al afirmar que todo era parte de una estrategia política con miras al 2022,  en contra de Uribe y de su partido. 



Para este individuo y quienes se aliaron con él para incendiar al país, es claro que el fin justificaba los medios. Y no les importó que su irresponsabilidad criminal, llevara al sector salud al borde del colapso y que hoy hayamos llegado a 590 muertes diarias, el pico más alto desde que comenzó la pandemia, para no hablar de la inmensa destrucción económica y del desempleo, que sus acciones produjeron.


Este destape de cartas, que mostró  las verdaderas intenciones políticas de  los sindicatos y dirigentes de izquierda, ha permitido también evidenciar  el apoyo que han recibido de Venezuela, de  los  dineros del narcotráfico y de las células urbanas del ELN y de los disIdentes de la FARC. 


El concurso activo de estos actores, que provocó en estas cinco semanas, tanta destrucción y muerte,  nos obliga a quienes rechazamos sus fines últimos, disfrazados de reclamos legítimos, a despertar y decodificar la verdadera agenda estratégica política, que han puesto en marcha para tomarse el poder y que hoy es evidente, salvo para muchos ingenuos que terminan siendo “idiotas útiles” que los hay y que piensan lo contrario, . 


Al ver el panorama general de todos los eventos que han sucedido, y no solo su impacto mediático individual, comienza a aparecer un cuadro muy claro y preocupante, que nos debe de obligar a reaccionar y actuar porque como dice el dicho popular:  “camarón que se duerme se lo lleva la corriente”. De no hacerlo, el escenario del Perú será el futuro que por ingenuos nos merecemos en  Colombia en un año, para en cuatro ser el clon de Venezuela pero a una mayor escala.


A la luz de las reflexiones anteriores, quiero compartir apartes de una reunión, donde se hizo una presentación de una posible decodificación de esta estrategia que está en marcha, y cuyo objetivo es muy claro: un ataque frontal contra el sistema democrático que tenemos en Colombia, y que a pesar de sus imperfecciones, que las tiene y muchas, es infinitamente mejor al que se ha asentado en Venezuela, Nicaragua y posiblemente el que gobernara en Perú en los próximos años. 



En 1990 nació el Foro de Sau Pablo promovido por Fidel Castro y Lula da Silva, después del derrumbe de la Unión Soviética. En Wikipedia lo definen así: 


“ Es un foro de partidos y grupos políticos de izquierda, centroizquierda y extrema izquierda latinoamericanos, desde reformistas hasta colectividades políticas  de izquierda revolucionaria ( traducción los movimientos guerrilleros)” con el fin de combatir las consecuencias de neoliberalismo en la región.


A lo largo de tres décadas, este grupo ha venido desarrollando una agenda, que de acuerdo con lo que me explicaron, tiene varios objetivos:


  • La desestabilización y desistitucionalización de las democracias en países como Colombianos, Chile y Ecuador, quitando legitimidad a los gobiernos para ejercer su rol.
  • Impulsar el liderazgo político revolucionario , creando estructuras paralelas en los órganos de control, infiltrando las FFMM, eliminar los partidos con visiones distintas, etc.
  • Controlar medios de comunicación, atacando a los periodistas e influenciadores en las redes sociales que no apoyan la causa.
  • Incitar a la respuesta violenta de la Policía, para volver sus actos en causas célebres de violencia represiva y violatoria de los DDHH,  a los ojos de la opinión pública nacional e internacional. 
  • Mantener una sensación de descontrol del Estado, bloqueando las propuestas sociales que les quiten o debiliten sus banderas. El empobrecimiento favorece el control social.
  • Desacreditar las religiones y hacer de la equidad de género un motivo de lucha.. 
  • Cambiar la escala de valores sociales: lo que favorezca sus intenciones sin importar los costos es bueno, todo lo demás es descalificado.
  • Cambiar la constitución cuando se acceda al poder eliminando límites para la reelección del Caudillo y debilitando los partidos de oposición.
  • Crear milicias urbanas para devolverle al pueblo el poder.
  • Culpar al Estado de todos los asesinatos de líderes sociales para mostrar y denunciar la violación sistemática  de los DDHH.
  • Asfixiar la economía de mercado y el señalamiento y expropiación  a los empresarios no afectos a sus intereses.
  • Usar todos los métodos de lucha, incluyendo el narcotráfico, para financiar sus intereses
  • Generar una narrativa de confrontación y desesperanza para tener un alto impacto cultural, desacreditando las FFMM, capturando la justicia, copando los medios, adoctrinando en las escuelas y trastocando valores.
  • Aprovechar las debilidades e imperfecciones del sistema democrático, para generar descontento social y llegar al poder, mimetizando las verdaderas intensiones detrás de propuestas atractivas, aunque sean irrealizables .


Si se observa con cuidado, la lista anterior es la partitura que ha impulsado Cuba en Venezuela, utilizada por Correa en Ecuador, Evo Morales en Bolivia, Ortega en Nicaragua, y la que se vé reflejada en el Plan de Gobierno del nuevo presidente marxista del Perú. 



Pero a la lista anterior, se está sumando una nueva estrategia, anunciada en Venezuela por Maduro y Cabello hace dos años, apoyando al plan del ELN cuyos dirigentes están protegidos en ese país. La idea es muy simple: llevar la guerra de guerrillas a las ciudades. De manera menos directa, fue lo que Petro prometió cuando dijo que llevaría al pueblo a las calles, después que  fuera vencido en el 2018, en su aspiración presidencial.


Esta agenda siniestra adquirió mucha más fuerza, gracias a varios factores. La desconexión de los gobiernos y los partidos tradicionales de las angustias y necesidades de la población. Y recibió un impulso muy grande con el covid - 19 que ha postrado los sistema de salud y las economías de los países afectados, donde  Colombia, no es la excepción


Para no dejar de mencionar también los errores del Gobierno de Duque, como el de la reforma tributaria, que hoy ya es claro, que fue un pretexto utilizado por los organizadores del paro  para prender la hoguera. También sus errores en la comunicación, que sumados a la polarización causada por su partido, el Centro Democrático, han desplomado los niveles de confianza en el presidente, los políticos, el Congreso, la Justicia, la Policía, los empresarios. Si a esto se suma la crisis social producida por la pandemia,  el plato estaba servido para lo qué pasó.


Los resultados desastrosos de los gobiernos de izquierda muestra una realidad muy diferente a las falsas promesas con las que llegaron al poder para quedarse en él. Usaron los instrumentos de la democracia para abrirle la puerta a las dictaduras populistas más corruptas y sin ningún control. Ha sido tal el éxito en el caso de Venezuela, que más de 5 millones de sus ciudadanos han votado con los pies, huyendo del hambre y el horror de su país. Ahora Colombia está en la mira, y la pregunta es: ¿lo vamos a permitir?


Esta es la realidad que nos debe de despertar a millones de colombianos que nos hemos visto amedrentados por los desmanes de las últimas semanas y que han dominado la narrativa en los medios de comunicación y en las redes sociales, generando miedo, desesperanza y una gran desconfianza a todos los niveles. La agenda para desarmar la democracia lleva muchos años, y si no nos damos cuenta ya, va a ser muy tarde para reaccionar. 


Es necesario despertar el liderazgo colectivo para devolverle al país la esperanza y la confianza de que si podemos cerrar las brechas sociales que hoy dividen al país. E invitar a los jóvenes a que se sumen a este propósito, de manera activa y constructiva, porque lo que está en juego es su futuro, si lo quieren ayudar a construir y no destruir.  


sábado, 12 de junio de 2021

SOS: se nos está acabando el oxígeno para la economía, la salud y la sociedad


Colombia, despierta ya!!”, se nos está acabando el oxigeno, ya no podemos respirar. Esta frase no es retórica barata, es la manifestación de una cruda realidad. Ojalá los medios tomaran este grito para recordarnos donde deben de estar nuestras prioridades cuando la pandemia de salud y social han llegado a su máximo nivel .

Hay que reconocer que el país había venido acumulando una gran cantidad de frustraciones por situaciones incumplidas por todos los gobiernos durante muchos años, de lo que somos responsables todos. Y por no haber leído bien la situación exacerbada por el covid, de manera absolutamente irresponsable, el gobierno de Duque con su pésimo manejo de una reforma tributaria de espaldas a la realidad social, prendió la mecha de una insurrección sin antecedentes en la historia contemporánea del país, por la violencia y destrucción generada, así  como por su duración. 



El pulso de machos, entre el gobierno y los dirigentes de paro, está asfixiado al pais en su economía  y en su salud física y mental. Y para rematar la tragedia, por  efecto de su tozudez e incompetencia, las dos partes parecen que se les olvidó que hay un problema mucho más grave que la reforma tributaria, que fuera el pretexto que disparó las protestas. 


Hoy, la irresponsabilidad de las dos partes, está dejando literalmente sin oxígeno, no solo a los hospitales y a sus pacientes, cuando se está enfrentando el peor pico del covid~19 desde que se inició la pandemia hace más de un año en Colombia, sino también a la sociedad.



Es una tragedia que las marchas se hayan degenerado en asonada y vandalismo, precipitando actos de violencia por parte de la Policía y agitadores profesionales financiados por el narcotráfico y desde el exterior. A Mayo 28, han dejado 61 muertos reportados y 129 desaparecidos, cifras que podrían ser aun mayores. Desde el 28 de abril, cuando se inició el paro, la atención nacional se centró en las marchas que degeneraron en bloqueos, vandalismo e inclusive quién lo hubiera creído, el cerco a Cali la tercera ciudad del país.  Y se nos perdió del radar lo más importante: nuestra salud.



Entre gritos, gases lacrimógenos y disparos, a los colombianos, y especialmente a los dirigentes del paro, se les olvidó el impacto del covid cuando iba a llegar la pandemia a su pico más alto.  Y sin embargo, consciente y deliberadamente, promovieron de manera criminal las aglomeraciones de la gente en las marchas. 

Miles de manifestantes salieron a la calle de manera irresponsable sin cuidarse. Estas personas decidieron que era mejor protestar, porque pensaron erróneamente que no tenían más que perder. Hoy el disparo de las cifras por muertes de COVID les debería de estar mostrando la verdadera realidad, en especial a los jóvenes cuyos casos se han aumentado peligrosamente. Se habían creído inmortales y no lo son.


A pesar de la la validez  de los reclamos de mucha gente que salieron a la luz, cuando se destapó la Caja de Pandora con el paro, a estas personas no les preocupo  que pudieran ser utilizados  como idiotas útiles. De hecho, la estupidez de Duque y su ministro de Hacienda, facilitó el accionar de grupos crimínales de todas las pelambres,  para que se  vandalizara el espacio público, se cerrarán muchos pequeños negocios y miles personas se quedaran sin trabajo, agravando aún más el desempleo que hoy está en el corazón de la protesta.


Para no mencionar la otra realidad que para muchos es mejor ignorar: la injerencia de Venezuela en el juego geopolítico regional, donde Colombia es la joya de la corona por lo que su desestabilización es fundamental. No es solo un discurso del partido de gobierno que en esto les hallo razón, porque Maduro y la mafia que lo acompaña, ya lo habían anticipado hace dos años.  Peru ya sucumbió y ahora nos puede tocar a nosotros.


El resultado era previsible y hoy estamos pagando a un altísimo costo las consecuencias.



Más que las marchas, que son un derecho dentro de nuestra constitución, los bloqueos y la violencia han tenido un impacto desbastador en la actividad económica y en la psicología del país. Esta situación  ha tenido un efecto muy negativo en el estado en la salud mental y anímico de millones de colombianos.  

Como resultado, hoy hay mucha gente que ven con mucho miedo, ira, desconfianza, desesperanza, el futuro del del país. Y esto es lo que precisamente están buscando quienes quieren minar desde la base la democracia en Colombia. Y lo van a lograr, si no reaccionamos inteligentemente la mayoría de los colombianos, que no hemos salido a marchar y a vandalizar nuestras ciudades pero que tampoco hacemos valer nuestros derechos a la movilidad, el trabajo, y sobre todo la salud. ¿Porqué esta indolencia?


Hay que aceptar que este torbellino social, cuyo impacto no fueron capaces de dimensionar en este gobierno, nos despertó a una realidad que no habíamos visto o querido ver.  Lo que está sucediendo, es el resultado de un proceso de desatención de muchos años a problemas estructurales y de promesas incumplidas. Pero también, de un deterioro creciente de la capacidad de nuestra democracia y sus instituciones, de darle una salida adecuada a muchas reclamaciones justas acumuladas y sin atender por mucho tiempo.




Para mi , todo lo que he comentado hasta este punto es incuestionable, y me podría extender aún más. Pero no lo voy a hacer porque el llamado de este blog quiere llamar la atención en otra dirección. Necesitamos volver a enfocar de nuevo la atención  a la situación que teníamos antes del 28 de abril de este año. En solo seis semanas desde esa fecha, el covid ha llegado hoy a su pico máximo mientras en las calles protestan contra todo, pero no contra la irresponsabilidad de miles de personas que han descuidando su salud contaminando a otros incluyendo a sus familias. 

Hoy, las consecuencias de la pandemia, son un  problema mucho más grave en términos de vidas humanas y de dolor para miles de familias, que los reclamos que pueden ser justos pero que no podrán ser atendidos si no se controla rápido el contagio que está  disparado, con la ayuda de todos. Este debería ser el principal propósito para unirnos a todos los colombianos, pero que la lamentablemente  no lo es. Las estadísticas no mienten: ayer se registraron 569 muertes, la cifra más alta hasta ahora en 15 meses y va en aumento. 


En días pasados tuve la oportunidad de tener una conversación con el Dr Julio César Castellanos, Director del Hospital San Ignacio sobre la situación de los hospitales y clínicas en Bogotá. La realidad que se está viviendo no pude ser más dramática. La ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos UCI, está al 100%. No hay espacios disponibles para atender a pacientes con otras enfermedades o hacer cirugías que se llevaban posponiendo por meses. 


Pero hay algo más alarmante aún. Gracias a los bloqueos criminales, porque qué hay que llamarlos como son, no hay oxigeno para atender a los enfermos del covid, ni para poder hacer otras intervenciones que lo requieren. Pero además, el bloqueo de las vías y de los puertos, está produciendo una escasez de  drogas que son críticas para muchos pacientes. El resultado: gente que es devuelta en la puerta de los hospitales porque no hay forma de atenderlos. Muy seguramente, muchos de ellos fallecerán en sus casas por falta de atención. 



El panorama se pone aún peor. Me comentaba el Dr Castellanos, que debido a la presión que está experimentando el cuerpo médico, están pasando situaciones muy graves. Hay médicos y enfermeras que están renunciando porque no pueden aguantar más presión. Pero también, me mencionaba, que han tenido que desplegar un esfuerzo muy grande de atención mental al personal médico como resultado de lo anterior. 


Pero en este país del Sagrado Corazón, el video que se filtro del presidente de Fecode, que es el sindicato de maestros más importante del país, destapó la verdadera intención política de los promotores del paro. Las marchas no fueron para retirar la reforma tributaria ni descabezar al ministro de Hacienda que sirvieron de pretexto. Tampoco fue para defender el derecho de los niños y niñas a estudiar después de haber tenido que recluirse en sus casas por muchos meses. 


No, para el representante de los maestros hay una motivación mucho más importante que el protestar por el deterioro académico producido por la pandemia, y por la beligerancia con la que este sindicato solo ha defendido en el pasado sus intereses y privilegios pero no mejorar la calidad de la educación. En una declaración reciente que se filtró en un vídeo, este señor desnudó la verdadera realidad del paro promovido por él y otros sindicalistas:  “ esto es de largo aliento, esto es para derrotar al Centro Democrático y a la ultra derecha, estos es para llegar al poder en el 2022 y más allá“. 


Para este señor Alarcon, y para otros como él, no importa que literalmente el país se quede sin oxigeno, no importa que en un día como hoy haya 12 veces más muertos, que todos los registrados oficialmente por el paro en 45 días. Tampoco importa que miles de pequeños y medianos empresarios estén siendo obligados a cerrar su puertas y dejar sin empleo a muchísima gente cuando las tasas de desempleo están disparadas. 



Y claro, aún menos les importa, la economía del país, que gracias a la pandemia tuvo su peor desempeño de la historío en el 2020 con una caída del PIB al -6.8%. Para estos dirigentes sindicales blindados por gabelas millonarias, era una oportunidad que había que explotar al máximo y pasarle la cuenta de cobro a Uribe y sus pupilos, quienes deben de asumir su responsabilidad de lo que está pasando.  


Para estos dirigentes sindicales no era prioritario inyectarle oxígeno a la economía para reactivarla, y así comenzar a generar más  empleo que es lo que con urgencia se necesita.  Como su interés es otro, lo mejor era agravar aún más la situación. Especialmente para todas  aquellas personas que lo han perdido todo durante la pandemia, y  que paradójicamente  estos señores dicen representar y defender. Con esos amigos quien necesita enemigos dirán algunos.  


No, el nombre del juego hoy es otro : el PODER a cualquier costo así esto signifique asfixiar al país. Lo que no deja de ser una gran ironía para Uribe, Duque y sus muchachos, defensores del orden y la confianza inversionista, que pueden terminar entregándole en bandeja de plata las riendas del estado colombiano a quienes hoy quieren demolerlo por dentro. 


¿Que si es posible? Pues si alguien piensa que estoy loco, lo invito a mirar a nuestro vecino del sur: Perú. Allí lo impensable pasó y también en medio del desastre de salud de la pandemia. Este ejemplo debe de tener muy envalentonados a nuestros dirigentes sindicales criollos. 


Estamos advertidos: sin una solución de fondo a los problemas  de la salud producidos porque el covid, tampoco la habrá para atender los reclamos en lo social y de desempleo en lo económico. Y recordemos, ya no hay camas para atender a 48 millones de colombianos que por acción y omisión , estamos a punto de dejar que nuestro país entre a una USI colectiva  pero  sin O2 


PD: espero que estas reflexiones las lean muchos jóvenes que hoy forman parte de la primera línea de las marchas y que ven con desesperanza su futuro. El problema no es solo cuestión de ideología, como algunas personas quieren hacer ver la realidad actual. Es un problema mucho mayor: estamos en una sociedad a la deriva que no tiene un propósito nacional que debería de ser su salud. 


Sobre este punto, es que deberían basarse los diálogos o “negociaciones”, para poder sustentar los compromisos qué hay que acordar y que permitan atender los justos reclamos sociales que hemos dejado acumular por muchos años. Pero que sin una economía recuperada y con una mayor consciencia social de todos, no serían posible lograrlo. 


Destruir es fácil, es mucho más difícil construir, como nos lo recuerda el desastroso caso de Venezuela en manos de unos mafiosos incompetentes que dejaron sin oxígeno y asfixiaron a las empresas, la economía, la política y postraron la sociedad para perpetuarse en el poder: más de cinco millones de venezolanos que votaron con sus pies y huyeron de su país, son testigos de esa triste realidad. 


El pulso de machos, entre el gobierno y los dirigentes de paro, está asfixiado al pais en su economía  y en su salud física y mental. Y para rematar la tragedia, por  efecto de su tozudez e incompetencia, las dos partes parecen que se les olvidó que hay un problema mucho más grave que la reforma tributaria, que fuera el pretexto que disparó las protestas. 


Hoy, la irresponsabilidad de las dos partes, está dejando literalmente sin oxígeno, no solo a los hospitales y a sus pacientes, cuando se está enfrentando el peor pico del covid~19 desde que se inició la pandemia hace más de un año en Colombia, sino también a la sociedad.


Es una tragedia que las marchas se hayan degenerado en asonada y vandalismo, precipitando actos de violencia por parte de la Policía y agitadores profesionales financiados por el narcotráfico y desde el exterior. A Mayo 28, han dejado 61 muertos reportados y 129 desaparecidos, cifras que podrían ser aun mayores. Desde el 28 de abril, cuando se inició el paro, la atención nacional se centró en las marchas que degeneraron en bloqueos, vandalismo e inclusive quién lo hubiera creído, el cerco a Cali la tercera ciudad del país.  Y se nos perdió del radar lo más importante: nuestra salud.


Entre gritos, gases lacrimógenos y disparos, a los colombianos, y especialmente a los dirigentes del paro, se les olvidó el impacto del covid cuando iba a llegar la pandemia a su pico más alto.  Y sin embargo, consciente y deliberadamente, promovieron de manera criminal las aglomeraciones de la gente en las marchas. 


Miles de manifestantes salieron a la calle de manera irresponsable sin cuidarse. Estas personas decidieron que era mejor protestar, porque pensaron erróneamente que no tenían más que perder. Hoy el disparo de las cifras por muertes de COVID les debería de estar mostrando la verdadera realidad, en especial a los jóvenes cuyos casos se han aumentado peligrosamente. Se habían creído inmortales y no lo son.


A pesar de la la validez  de los reclamos de mucha gente que salieron a la luz, cuando se destapó la Caja de Pandora con el paro, a estas personas no les preocupo  que pudieran ser utilizados  como idiotas útiles. De hecho, la estupidez de Duque y su ministro de Hacienda, facilitó el accionar de grupos crimínales de todas las pelambres,  para que se  vandalizara el espacio público, se cerrarán muchos pequeños negocios y miles personas se quedaran sin trabajo, agravando aún más el desempleo que hoy está en el corazón de la protesta.


Para no mencionar la otra realidad que para muchos es mejor ignorar: la injerencia de Venezuela en el juego geopolítico regional, donde Colombia es la joya de la corona por lo que su desestabilización es fundamental. No es solo un discurso del partido de gobierno que en esto les hallo razón, porque Maduro y la mafia que lo acompaña, ya lo habían anticipado hace dos años.  Peru ya sucumbió y ahora nos puede tocar a nosotros.


El resultado era previsible y hoy estamos pagando a un altísimo costo las consecuencias.


Más que las marchas, que son un derecho dentro de nuestra constitución, los bloqueos y la violencia han tenido un impacto desbastador en la actividad económica y en la psicología del país. Esta situación  ha tenido un efecto muy negativo en el estado en la salud mental y anímico de millones de colombianos.  


Como resultado, hoy hay mucha gente que ven con mucho miedo, ira, desconfianza, desesperanza, el futuro del del país. Y esto es lo que precisamente están buscando quienes quieren minar desde la base la democracia en Colombia. Y lo van a lograr, si no reaccionamos inteligentemente la mayoría de los colombianos, que no hemos salido a marchar y a vandalizar nuestras ciudades pero que tampoco hacemos valer nuestros derechos a la movilidad, el trabajo, y sobre todo la salud. ¿Porqué esta indolencia?


Hay que aceptar que este torbellino social, cuyo impacto no fueron capaces de dimensionar en este gobierno, nos despertó a una realidad que no habíamos visto o querido ver.  Lo que está sucediendo, es el resultado de un proceso de desatención de muchos años a problemas estructurales y de promesas incumplidas. Pero también, de un deterioro creciente de la capacidad de nuestra democracia y sus instituciones, de darle una salida adecuada a muchas reclamaciones justas acumuladas y sin atender por mucho tiempo.


Para mi , todo lo que he comentado hasta este punto es incuestionable, y me podría extender aún más. Pero no lo voy a hacer porque el llamado de este blog quiere llamar la atención en otra dirección. Necesitamos volver a enfocar de nuevo la atención  a la situación que teníamos antes del 28 de abril de este año. En solo seis semanas desde esa fecha, el covid ha llegado hoy a su pico máximo mientras en las calles protestan contra todo, pero no contra el descuido irresponsable de miles de personas que han descuidando su salud contaminando a otros incluyendo a sus familias. 


Hoy, las consecuencias de la pandemia, son un  problema mucho más grave en términos de vidas humanas y de dolor para miles de familias, que los reclamos que pueden ser justos pero que no podrán ser atendidos si no se controla rápido el contagio que está  disparado, con la ayuda de todos. Este debería ser el principal propósito para unirnos a todos los colombianos, pero que la lamentablemente  no lo es. Las estadísticas no mienten: ayer se registraron 569 muertes, la cifra más alta hasta ahora en 15 meses y va en aumento. 


En días pasados tuve la oportunidad de tener una conversación con el Dr Julio César Castellanos, Director del Hospital San Ignacio sobre la situación de los hospitales y clínicas en Bogotá. La realidad que se está viviendo no pude ser más dramática. La ocupación de las Unidades de Cuidados Intensivos UCI, está al 100%. No hay espacios disponibles para atender a pacientes con otras enfermedades o hacer cirugías que se llevaban posponiendo por meses. 


Pero hay algo más alarmante aún. Gracias a los bloqueos criminales, porque qué hay que llamarlos como son, no hay oxigeno para atender a los enfermos del covid, ni para poder hacer otras intervenciones que lo requieren. Pero además, el bloqueo de las vías y de los puertos, está produciendo una escasez de  drogas que son críticas para muchos pacientes. El resultado: gente que es devuelta en la puerta de los hospitales porque no hay forma de atenderlos. Muy seguramente, muchos de ellos fallecerán en sus casas por falta de atención. 


El panorama se pone aún peor. Me comentaba el Dr Castellanos, que debido a la presión que está experimentando el cuerpo médico, están pasando situaciones muy graves. Hay médicos y enfermeras que están renunciando porque no pueden aguantar más presión. Pero también, me mencionaba, que han tenido que desplegar un esfuerzo muy grande de atención mental al personal médico como resultado de lo anterior.

Ver https://www.semana.com/nacion/articulo/quebrados-y-con-la-covid-al-cuello-la-sinsalida-de-colombia-en-la-reapertura/202100/


Pero en este país del Sagrado Corazón, el video que se filtro del presidente de Fecode, que es el sindicato de maestros más importante del país, destapó la verdadera intención política de los promotores del paro. Las marchas no fueron para retirar la reforma tributaria ni descabezar al ministro de Hacienda que sirvieron de pretexto. Tampoco fue para defender el derecho de los niños y niñas a estudiar después de haber tenido que recluirse en sus casas por muchos meses. 


No, para el representante de los maestros hay una motivación mucho más importante que el protestar por el deterioro académico producido por la pandemia, y por la beligerancia con la que este sindicato solo ha defendido en el pasado sus intereses y privilegios pero no mejorar la calidad de la educación. En una declaración reciente que se filtró en un vídeo, este señor desnudó la verdadera realidad del paro promovido por él y otros sindicalistas:  “ esto es de largo aliento, esto es para derrotar al Centro Democrático y a la ultra derecha, estos es para llegar al poder en el 2022 y más allá“. 


Para este señor Alarcon, y para otros como él, no importa que literalmente el país se quede sin oxigeno, no importa que en un día como hoy haya 12 veces más muertos, que todos los registrados oficialmente por el paro en 45 días. Tampoco importa que miles de pequeños y medianos empresarios estén siendo obligados a cerrar su puertas y dejar sin empleo a muchísima gente cuando las tasas de desempleo están disparadas. 


Y claro, aún menos les importa, la economía del país, que gracias a la pandemia tuvo su peor desempeño de la historío en el 2020 con una caída del PIB al -6.8%. Para estos dirigentes sindicales blindados por gabelas millonarias, era una oportunidad que había que explotar al máximo y pasarle la cuenta de cobro a Uribe y sus pupilos, quienes deben de asumir su responsabilidad de lo que está pasando.  


Para estos dirigentes sindicales no era prioritario inyectarle oxígeno a la economía para reactivarla, y así comenzar a generar más  empleo que es lo que con urgencia se necesita.  Como su interés es otro, lo mejor era agravar aún más la situación. Especialmente para todas  aquellas personas que lo han perdido todo durante la pandemia, y  que paradójicamente  estos señores dicen representar y defender. Con esos amigos quien necesita enemigos dirán algunos.  


No, el nombre del juego hoy es otro : el PODER a cualquier costo así esto signifique asfixiar al país. Lo que no deja de ser una gran ironía para Uribe, Duque y sus muchachos, defensores del orden y la confianza inversionista, que pueden terminar entregándole en bandeja de plata las riendas del estado colombiano a quienes hoy quieren demolerlo por dentro. 



¿Que si es posible? Pues si alguien piensa que estoy loco, lo invito a mirar a nuestro vecino del sur: Perú. Allí lo impensable pasó y también en medio del desastre de salud de la pandemia. Este ejemplo debe de tener muy envalentonados a nuestros dirigentes sindicales criollos

Estamos advertidos: sin una solución de fondo a los problemas  de la salud producidos porque el covid, tampoco la habrá para atender los reclamos en lo social y de desempleo en lo económico. Y recordemos, ya no hay camas para atender a 48 millones de colombianos que por acción y omisión , estamos a punto de dejar que nuestro país entre a una USI colectiva  pero  sin O2 


PD: espero que estas reflexiones las lean muchos jóvenes que hoy forman parte de la primera línea de las marchas y que ven con desesperanza su futuro. El problema no es solo cuestión de ideología, como algunas personas quieren hacer ver la realidad actual. Es un problema mucho mayor: estamos en una sociedad a la deriva que no tiene un propósito nacional que debería de ser su salud. 


Sobre este punto, es que deberían basarse los diálogos o “negociaciones”, para poder sustentar los compromisos qué hay que acordar y que permitan atender los justos reclamos sociales que hemos dejado acumular por muchos años. Pero que sin una economía recuperada y con una mayor consciencia social de todos, no serían posible lograrlo. 


Destruir es fácil, es mucho más difícil construir, como nos lo recuerda el desastroso caso de Venezuela en manos de unos mafiosos incompetentes que dejaron sin oxígeno y asfixiaron a las empresas, la economía, la política y postraron la sociedad para perpetuarse en el poder: más de cinco millones de venezolanos que votaron con sus pies y huyeron de su país, son testigos de esa triste realidad. 


Por problemas de plataforma  parece  que se está duplicando el texto. Leer hasta aquí 


viernes, 4 de junio de 2021

Los empresarios en la crisis


 Hoy vivimos un entorno sometido a muchas distorsiones, estigmatizaciones y juicios de valor. La mayoría de ellos no están bien fundamentados y han sido influenciados, de manera perniciosa, por las redes sociales, donde las etiquetas asignadas marcan la identidad de una persona. Estamos en un mundo, donde las percepciones, definen la identidad de los grupos sociales y se aceptan sin cuestionar. Esta realidad afecta muy negativamente el rol del empresario en nuestro país.

El reto que tenemos los empresarios hacia adelante es muy complejo. Estamos viviendo en un entorno caracterizado por una creciente polarización de la sociedad, donde nuestro rol nos etiqueta y nos estigmatiza. Generamos desconfianza en mucha gente que hoy rechaza el sistema y a quienes somos parte de el. 



Si reconocemos esta situación, hoy más que nunca se necesita que los jóvenes, protagonistas del tsunami social que impacta a Colombia, presten sus anteojos a los empresarios. Solo así  será posible observar de manera empática, la realidad que los afecta, y que tienen a miles de ellos, mirando el futuro con profunda desesperanza y escepticismo. 


Pero también, ha llegado el momento de ofrecerles nuestros anteojos a estos jóvenes, y a otros actores de la realidad nacional, para que puedan apreciar el esfuerzo y los grandes riesgos, que acompañan la gestión empresarial. Es necesario que se reconozca el enorme valor que aporta esta actividad independientemente de su tamaño. No solo genera oportunidades de trabajo para millones de personas, también contribuye con el pago impuestos, al sostenimiento del Estado y al sistema democrático que hoy tenemos. 


Y a pesar de sus evidentes imperfecciones y necesidades de mejora en muchos frentes, y de revisar el rol de los empresarios dentro del mismo que debe ir más allá de ser los motores importantes que mueven la economía, lo que tenemos hoy en Colombia es claramente una opción mucho mejor, que la de los ejemplos totalitarios que han destruido tanta riqueza en varios países, como es el caso de Venezuela. 


Gracias a más de un año de pandemia, se ha acelerado un nuevo paradigma para la participación de los empresarios en la sociedad: “el capitalismo Consciente” , que nos invita a buscar un mayor equilibrio entre nuestra obligación de cuidar los resultados económicos de las empresas, y el desarrollo social de su entorno. Como decía un dirigente gremial hace muchos años: “no es posible tener empresas sanas en un entorno enfermo”. Es una frase que adquiere enorme importancia en  la actualidad.



El asumir un compromiso más sólido con el bienestar de la sociedad, es la tendencia  hacia el cual se mueve rápidamente el mundo empresarial en muchos países, porque la pandemia ha desnudado la cruda realidad de unas brechas enormes en ella, que no hacen sostenible la actividad económica. Y en especial, los estallidos sociales en Chile, Colombia, Ecuador, etc. en AL, demuestran que es una realidad que no es posible seguir ignorando indefinidamente. 


Por lo anterior, se vuelve un imperativo que los empresarios de nuestro país, le pidan prestados los anteojos a los jóvenes y a otros actores sociales, para entender mejor la gravedad e insostenibilidad de la situación actual de millones de colombianos que hoy están en condiciones muy precarias. Es urgente que, quienes tenemos la responsabilidad de sostener la economía del país, ampliemos nuestras obligaciones con la sociedad donde operamos.. Esta tendencia, que se ha acelerado a nivel global, es el resultado positivo, pero a la vez doloroso, que nos deja la pandemia y el tsunami social actual. 


Este ejercicio de intercambiar las gafas con otros actores en un contexto de empatía, es aún más urgente para poder orientar el movimiento creciente de emprendimiento que se ha desarrollado en Colombia en la última década.  Este camino es el que le está abriendo la puerta a un futuro mejor para muchos jóvenes, que pertenecen a la misma generación de quienes hoy protestan, pero que quieren ayudar a construir y no a destruir nuestro país. 



Estos miles de emprendedores jóvenes son una señal muy positiva de una actitud orientada a generar riqueza y progreso, para que podamos avanzar. Son la base de una nueva generación de empresarios, que se están arriesgando a formar empresas innovadoras en el pais. 


Para quienes ya hemos hecho la tarea de crear empresas en el pasado, nos corresponde la obligación de apoyarlos  y visibilizarlos. Deben servir de modelos de rol para miles de jóvenes que hoy no ven con esperanza su futuro, porque vivimos en una sociedad huérfana de referentes positivos, por estar solo  enfocada en lo negativo, qué claro hay que mejorar.


Como son la base de una nueva generación de empresarios, tienen la obligación de no repetir los mismos errores que cometimos quienes los antecedimos. Deben de aprovechar las lecciones de la coyuntura actual, para montarse de una vez en el nuevo paradigma de un capitalismo mucho más consiente, y el nuevo papel que les demanda hoy la sociedad. 


Es cada día más evidente que hay una estrategia para arrodillar a la sociedad colombiana, y nada mejor para lograrlo, que reforzar una narrativa que desacredite cada vez más a todos los actores que se consideran representativos de las élites de poder  “del aparato corrupto que hoy tenemos” según lo decía un joven entrevistado en la radio. 



Como lo demuestran varias encuestas, los empresarios hemos sido colocado en el mismo saco de la desconfianza, con otros actores del sistema: los políticos, los jueces, los policías, los congresistas, entre otros. Es una señal muy grave que muestra la urgencia de actuar ya, para poder aportar a superar la crisis que vivimos. No va a ser fácil la tarea, porque no contamos con el suficiente capital de confianza que se necesita, para vencer el escepticismo y desesperanza, que como una nube negra, envuelve hoy el estado emocional del país.


Esta afirmación podría ser discutible por algunos, argumentando los resultados de varias encuestas recientes, que muestran una mejora de la credibilidad en los empresarios cercana al 50%. Número que, si se compara con los niveles de desconfianza superiores al 90% del Presidente y el Congreso, aparentemente los empresarios no estaríamos tan mal. 


Sin embargo, hay que enfrentar la cruda realidad: hay otro 50% de personas que desconfían de los empresarios, lo cual demuestra qué hay una percepción negativa muy preocupante. Estos resultados limitan muchísimo el poder construir puentes y abrir espacios constructivos de diálogo, para contribuir desde nuestro rol, a reconstruir la confianza en la sociedad. 


Dicho lo anterior, también es imperativo reconocer una dolorosa y cruda realidad. En el seno de estos actores sociales, incluyendo empresarios, se han presentado situaciones totalmente inadmisibles de corrupción, que han minado la credibilidad del sistema en general.


Hay que aceptar que ha habido laxitud e indiferencia, y ausencia de una fuerte sanción social en estos casos tan reprochables. También, es importante reconocer, qué hay una mayoría de empresarios que han estados desconectados por mucho tiempo de la cruda realidad. Y ahora, forzados por la pandemia y el paro,  están comenzando a entender que su rol en la sociedad les exige asumir una responsabilidades adicionales con su entorno.


Colectivamente los empresarios debemos  aceptar el mea culpa y la responsabilidad por no haber querido ver a tiempo las señales de peligro que eran muy visibles. Las fumarolas del volcán mostraban que por debajo había mucha actividad y energía represada. Pero era más cómodo ignorar estas señales y mirar para otro lado.


Hay que entender que en nuestra sociedad, no se han generado las capacidades ni los liderazgos, para acordar un propósito común que facilitara dirimir las diferencias, canalizar oportunamente las insatisfacciones y las crecientes tensiones.


El tema no es menor, cuando los partidos tradicionales dejaron de operar en su labor de correas transmisoras entre la comunidad y el Estado. Desde hace años, se convirtieron en dispensados de favores y ordeñadores de las finanzas públicas con la complicidad de algunos empresarios y la apatía del resto de la sociedad. Esta actitud los tiene hoy en sótano de la confianza pública y  con un desprestigio que los vuelve casi irrelevantes para ser parte de la solución a la situación actual 



Por lo anterior, no es sorprendente que se escucha el clamor de la voz enardecida de una sociedad indignada, que se siente marginada, y que grita en la calle para ser escuchada,  donde  están pasando la factura en términos de desconfianza en las instituciones y las figuras de poder. Se está pagando un costo inmenso en términos de pérdida de vidas humanas, un retroceso en la urgente necesidad de la  reactivación de la economía y un aumento dramático de la polarización social. Todo lo cual representa un gravísimo riesgo para la sostenibilidad de la democracia colombiana. 


Yo personalmente no comparto el uso de la violencia ni la descalificación institucional. Si creo como ya lo mencioné,  que no supimos leer a tiempo lo que estaba en marcha y nos estalló en la cara. Pero soy optimista del papel que los empresarios pueden jugar, cuando adoptan una postura decidida alrededor del nuevo paradigma del “capitalismo consciente”. 


Este concepto promueve la necesidad de crear espacios de confianza, donde la comunidad y la empresa, trabajan juntos por un bienestar común. Propone balancear este bienestar de las comunidades donde están localizadas, con el crecimiento económico rentable y sostenible.   De esta manera se fomentan polos de desarrollo en los territorios, donde la actividad empresarial, de la mano de líderes sociales y políticos, crean unas bases comunes para progresar. 


Este sería un gran cambio de paradigma para que el empresario colombiano , como ciudadano que también lo es, pueda ejercer la política en el mejor sentido de la palabra, sin ser un político de profesión. Espero que estas reflexiones  sirvan para  aportar a la luz al final del túnel en la que se encuentra Colombia


Hoy la luz está puesta sobre el vaso medio vacío, y no ilumina a los miles de ejemplos que muestran una realidad mucho más positiva de nuestra nación, tanto en el campo público como el privado. Reconocerla es un prerequisito para recuperar la confianza de que tenemos muchos recursos para superar la situación actual, entre ellos los empresarios, y así recuperar la esperanza de un futuro mejor y más incluyente para todos.