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sábado, 30 de enero de 2021

Enseñanza de la Historia sobre la Democracia




                                                 “Las protestas son el leguaje de quienes no han sido escuchados” Martín Luther King


No hay duda que la democracia está siendo atacado desde adentro y desde afuera. Los sucesos recientes en los Estados Unidos, son la última manifestación de esta realidad, siendo este caso el de mayor gravedad porque fue en este país donde se le dio vida al sistema de gobierno democrático. 


Por esta razón, me ha parecido muy interesante profundizar sobre estas dinámicas, que han puesto a tambalear la democracia, aún en ese país. Trump, abusando de su posición y de la Constitución, convirtió las protestas sociales en unas turbas violentas, para presionar a los congresistas a anular las elecciones que perdió. Es otro ejemplo de la historia, donde se busca quebrar las instituciones legítimas, recurriendo a los instintos más bajos de las masas azuzadas y embravecidas  


Con el comentario anterior, es importante entender el papel de las protestas sociales pacíficas que representan las voces de quienes no han sido escuchados por el sistema. Muchas veces estas son necesarias siempre y cuando, no sean manipuladas, para convertir la rabia reprimida, en turbas violentas como sucedió en Washington el 6 de enero. ¿Qué nos enseña la historia al respecto?


El historiador Timothy Snider, profesor en Yale, en un ensayo reciente publicado en el NY Times titulado “El abismo americano”, insiste en “la importancia de tener una mayor comprensión del pasado, para poder conceptualizar los elementos del hoy, que de otra manera se podrían ignorar, para poder pensar mejor sobre posibilidades futuras. Es una manera en que el pasado ilumine al presente”. 


En otras palabras ¿qué nos puede enseñar la Historia para entender mejor estos ataques contra la democracia?



La invitación de Snider, no solo es necesaria sino pertinente, en estos momentos críticos de su país. Especialmente, cuando los comportamientos fascistoides de Trump, han generado situaciones tan graves, como el intento de golpe de estado propiciado por este individuo con la toma del Capitolio.


Snider nos recuerda que, para los filósofos griegos, los comportamientos políticos  del ser humano, habían  sido un tópico de constante preocupación. Por ejemplo, Platón, en su obra “La Republica”, advertía el riesgo de que los tiranos se rodearan de personas  que los adularan y no los contradijeran. Hoy vemos las consecuencias de esta afirmación en el ejemplo de Trump quien atacó a todo aquel que lo contradecía durante su mandato.



En su obra, Platón también hace unas consideraciones sobre el peligro de las turbas dentro de la democracia y la posibilidad de su deterioro en anarquía. Cuando esta sucede, aparecen los tiranos que apelan a las emociones  y los instintos  más primarios de las masas, reflejando a su vez, sus peores pulsión es personales. De nuevo, lo sucedido este 6 de enero, es la mejor demostración de este peligro, con el comportamiento de Trump incitando a una respuesta violenta de sus áulicos.


Para Aristóteles, discípulo de Platón, había tres formas de gobierno: monarquía, aristocracia y democracia. Cada una de ellas con sus aspectos negativos: tiranía, oligarquía y la influencia de las turbas. Y explicaba que en este último caso, la democracia se deteriora cuando los ricos atesoran la riqueza a costa de los demás. También le preocupaba que, los demagogos adinerados y talentosos, podían manipular con facilidad a la gente en una democracia para convertirlos en una turba sin control. 


Al igual que Platón, Aristóteles también tenía razón. La acumulación de riqueza en el 1% de la población y las desigualdades que se han amplificado, han sido una poderosa razón para que Trump haya podido manipular este resentimiento a su antojo. La respuesta violenta que promovió, hizo necesario movilizar a más de 20.000 efectivos militares, para proteger a Washington durante la posesión de Biden, hace tres semanas.


Pero también, como lo mencionaba Edmund Burke, en su obra “Reflexiones sobre la Revolución Francesa”, el escritor mostraba como la psicología colectiva de la turba puede ser muy peligrosa. Cuando se sale fuera de control, como sucedió en esa época a finales del siglo XVIII, las masas enardecidas, dieron origen al periodo del Terror, donde perdieron la vida miles de personas en la guillotina, arrancando por la cabeza de los reyes de Francia. Y después predijo con exactitud lo que seguiría: la aparición del dictador para restablecer el orden y la ley en cabeza de Napoleón.


Como lo recuerda Snider, lo sucedido durante y después de la Revolución Francesa, estableció una secuencia que se repetiría en la historia más adelante: protestas sociales convertidas en turbas, violencia, y finalmente la dictadura. Así pasó con la revolución rusa al principio del siglo XX, la revolución cubana a mediados del mismo siglo y en otras situaciones de levantamientos populares menos emblemáticas, en diferentes partes del mundo.


Para este historiador, las misma preocupaciones seguramente estuvieron en la mente de James Madison y Alexander Hamilton, cuando en varios escritos mencionaban la importancia de un buen diseño institucional para evitar que los ciudadanos se convirtieran en una  masa enfurecida.. 


Madison, considerado como uno de los padres de la Constitución americana, propuso el sistema de frenos y balances entre las tres ramas del poder, que le dieron viabilidad a la democracia,  y la convirtieron en el modelo a seguir en otras latitudes. Este diseño, fue la forma en que se buscó un equilibrio que impidiera los abusos del poder, y se pudieran incorporar diferentes visiones para evitar el gobierno con rabia de las masas sin control. En contraprestación, se les dieron muchos derechos constitucionales a los ciudadanos en “The Bill of Rights”


Alexis de Tocqueville, una pensador y agudo observador francés, que recorrió los Estados Unidos en la primera mitad del siglo XIX para entender mejor el sistema político y social norteamericano, también se refir al peligro de las turbas para la democracia de ese pais. Mencionaba que no era suficiente tener una buena constitución. Debía venir acompañada de una cultura cívica vigorosa, basada en la experiencia de autogobierno de pequeñas comunidades, como las que encontró en New England. Se necesita una población educada y autónoma y una élite responsable de “educar para la democracia” como su primer deber fundamental.


En la segunda parte del siglo XIX, la democracia como tendencia se fue consolidando y aceptando por quienes tenían el poder. Se entendió que para evitar los movimientos sociales violentos convertidos en turbas sin control, era necesario darle voz a la gente y así nació el voto. Este era el mecanismo para que el pueblo se sintiera partícipe y doliente del sistema que los iba a representar ejerciendo sus derechos democráticos. Esto fue un avance, que sin embargo, no cobijó a las mujeres sino mucho más tarde.


Es interesante ver, que las élites  en Inglaterra en la segunda mitad del siglo XIX, veían con preocupación la dinámica democrática que estaba en boga, si está no se hacía por etapas. Consideraban que el derecho al voto responsable debería ser ejercido por las clases medias y altas mejor educadas y propietarias de casas. Había una relación entre el derecho a la propiedad y el derecho al voto. Quienes no eran propietarios, se percibían como incapaces de ejercer con responsabilidad su  derecho al voto y a ser escuchados.


Como lo muestra un artículo reciente sobre estos temas en The Economist, después de la II Guerra, los Estados Unidos lideraron la implementación de la democracia como forma de gobierno. Muchas de las colonias que quedaron libres en los 50, optaron por ese camino. Sin embargo, en esa época seguía la preocupación de algunas personas, del papel disrruptivo de los movimientos sociales convertidos en turbas, en la medida en que se descuidara la cultura cívica , la salud y la capacidad de las instituciones, para responder a las necesidades de la gente.


Pensadores, como el sociólogo americano Seymour Martin Lipset, escribía sobre la importancia de contar con una base amplia de prosperidad para sustentar una democracia  robusta. El filósofo político Harvey Mansfield, al igual que Tocqueville, también llamó la atención del peligro de corrupción que tenía la democracia por la degradación de la cultura cívica.


Otro famoso pensador y politólogo contemporáneo, Samuel Huntington, autor de la obra “ El Choque de las Civilizaciones”, menciona que su mayor preocupación es el secuestro del Estado, por las demandas de muchos grupos de interés, que desbordarán su capacidad,  frustrando las expectativas, generando resentimiento y gran desconfianza de la población. Para este pensador, el remedio está en tener unas Instituciones fuertes. Sin ellas, la democracia no funciona, o lo hace solo en beneficio de unos pocos privilegiados con acceso directo al poder.


Si analizamos las dinámicas que hoy amenazan la democracia, están relacionadas con la percepción de desigualdad creciente que afecta a la mayor parte de la población. Y esto sucede porque el sistema y sus instituciones, no tienen la capacidad de responder a unas expectativas crecientes , cómo está sucediendo en Chile. 




Las protestas en este país a finales del 2019, son un ejemplo de lo que sucede, cuando la rabia acumulada no encuentra vías institucionales adecuadas, los políticos responsables no han escuchado, y las protestas se convierten en turbas manipulables que destruyeron bienes públicos. Esto sucedió en el país que era el referente democrático en nuestra región. 


El reto más grande es encontrar medios más constructivos para canalizar esa rabia. Esto requiere de nuevos liderazgos que han estado ausente en las democracias que están siendo atacadas por populistas sin escrúpulos como Trump.


Después de este recorrido deshilvanado de algunos comentarios interesantes hechos por varios  pensadores a lo largo de los siglos sobre la democracia, y del análisis que he querido hacer en los blogs de las últimas tres semanas,  de lo sucedido en los Estados Unidos, debería ser claro para mucha gente que está siendo atacada desde adentro del propio sistema contando con la indiferencia de la gente. 


En Colombia estamos viendo cada vez más pasos de animal grande y estamos jugando con fuego de manera muy irresponsable. Este año, en medio de la pandemia que se va a prolongar, los riesgos van a aumentar exponencialmente para nuestra democracia. Se dice que nadie aprende con la experiencia ajena, pero lo que ha sucedido en el país que le dio luz a esta forma de gobierno, nos debería generar una inmensa preocupación y movilizarnos para defender el sistema , que a pesar de sus debilidades, es mejor que el totalitarismo y la dictadura.

sábado, 23 de enero de 2021

Un análisis final del legado de Trump

 





Los sucesos de los últimos cinco años que han afectado la democracia en los Estados Unidos demuestran qué hay unas dinámicas muy preocupantes que están afectando su sistema político, su supervivencia y liderazgo en el mundo.


Veamos algunas de las grandes distorsiones que hoy se ven:  la llegada al poder de un mitómano, abusador y racista que se hizo popular maltratando a los participantes de su show de TV; Fox, un medio de información, que hizo millones difundiendo mentiras y propiciando la división del país; un sistema político cooptado por el poder del dinero de multimillonarios y grandes corporaciones; un movimiento cristiano apoyando a un amoral: el enriquecimiento obsceno de unos pocos y el marginamiento de millones de personas. La pregunta es si este sistema  es sostenible. La opinión cada vez más generalizada es un rotundo NO.


Pero esta respuesta se vuelve más contundente después del intento de golpe de estado propiciado por el mismo Trump. Lo que ha demostrado el proceso de degradación creciente de la la democracia norteamericana, es que es fundamental fortalecer y nutrir las instituciones, darle acceso a los votantes a información objetiva, limitar la influencia del dinero en la política, y reforzar los frenos y balances del sistema

Si no se logra corregir el camino, se tiene el gobierno de la turba, que fue lo que pretendió Trump el 6 de enero con la toma del Capitolio, conformada por una masa fácilmente manipulable. Pero aún más grave, sería el fin de la democracia que se impulsó después de la II Guerra, tomando el ejemplo de los mismos Estados Unidos. Ironías de la historia. 


A la luz de estas consideraciones y las planteadas  en el blog anterior, el historiador Timothy Snider, profesor en Yale, en su ensayo “ El abismo americano” publicado por el NY Times, da una explicación del porqué del comportamiento del partido republicano de apoyar los despropósitos de Trump y permitir finalmente su control. 


Hoy, cómo está estructurado el sistema electoral y de representación en su país, le permite a ese partido que es minoritario, tener un poder desproporcionado que no le interesa soltar. De ahí su resistencia a que se modifique temas como el Colegio Electoral, mecanismo obsoleto, que hoy permite el absurdo de poder elegir a alguien en la Presidencia, perdiendo el voto popular,


Según Snider, el fenómeno de Trump en la era de la post verdad, es el ejemplo del pre fascismo. Y como lo advertía Aristóteles, cuando la verdad deja de ser relevante, el poder puede ser fácilmente manipulado por quienes tienen el dinero, que sumado al carisma,  expone a la sociedad a momentos como los actuales en los Estados Unidos. 


Pero se preguntarán algunos: ¿cuál es el problema de que haya una división tan profunda como la que se observa hoy en ese país?. Para que una sociedad pueda operar con la menor fricción posible, es necesario que sus miembros se puedan poner de acuerdo en unos hechos básicos y en unos objetivos comunes. Sin estos acuerdos, es imposible que la sociedad pueda prosperar o defenderse. 


Para ejecutar esos acuerdos existe la institucionalidad que soporta la democracia. Esta es la fuente de muchos hechos que son pertinentes y el medio para lograr las metas comunes. Sin estos mecanismos funcionando, es muy fácil la desorientación y el caos. De ahí su importancia y el peligro cuando la institucionalidad pierde la confianza de la gente o se cuestiona su legitimidad.


Cuando las instituciones están bajo ataque o sospecha, y pierden credibilidad, la primera victima es la verdad. En la era de la post verdad de Trump y otros populistas como él, los medios de información y las figuras de autoridad, han dejado de ser los puntos de referencia y la fuente creíble de los hechos que orienten a la gente.


Con el deterioro de los medios escritos, y la proliferación de fuentes no verificables que permiten las redes sociales, la gente queda expuesta a una manipulación de información, que solo busca disparar la respuesta emocional de la gente. Se pierde una distinción fundamental entre lo que uno siente que debe ser, en función de las creencias, y lo que es la verdad soportada por datos y análisis serios. 


Cuando sucede lo anterior, se llega al extremo en el que hoy se encuentra la democracia norteamericana. Esto se debe en buena parte porque no es suficiente tener una buena constitución, los gringas se sienten orgullosos de la que tienen. Esta debe venir acompañada de una cultura cívica vigorosa como lo mencionaba Tocqueville en su libro “La democracia americana” escrito en mediados del siglo XIX.


Trump contribuyó a desmantelar esa cultura durante sus nefastos cuatro años en el poder. En su gran final, mintió sobre los resultados de la votación de manera descarada y sin ninguna prueba. Lo hizo con la complicidad de su partido, para convencer a millones de griegos de que hubo fraude en las elecciones. 


Las mentiras de este personaje nefasto, fueron amplificadas por las redes sociales, que reaccionaron muy tarde para quitarle el megáfono a este pirómano político. También fueron cómplices  para que se propagaran toda suerte de teorías conspiratorias descabelladas, que que ha reforzado unas creencias muy fuertes, contrarias a las que necesita una cultura vigorosa como la planteada por Tocqueville. 

Pero hay que advertir que estas dinámicas son de vieja data.  Se habían ido sembrando hace mucho tiempo  por los políticos republicanos en contra de  sus opositores los demócratas, especialmente durante los ocho años de Obama en la presidencia.


Se ha ido creando una cultura de ver los del partido contrario, no como unos opositores, que sería lo normal en una democracia, sino como unos enemigos qué hay que liquidar.  Es tan grave esta situación, que para los fanáticos de Trump, ya no les  importa  los fallos negativos del sistema judicial contra las demandas por fraude electoral. Esto sucedió aún en sitios de mayoría republicana donde la votación fue muy reñida.


Hoy, estos veredictos institucionales ya no  son creíbles para los millones de seguidores de Trump que los tiene hipnotizados. Como resultado,  el sistema de justicia pierde credibilidad y confianza, minando uno de los pilares de la democracia propuesta por Madison. Según Snider, esto explica el porque los mitos se han vuelto más poderosos que los hechos. En este entorno de una cultura de confrontación y violencia, la primera victima es la democracia donde la verdad desaparece.


Para este historiador, la orientación fascista de Trump refleja situaciones del pasado, como en el caso de Mussolini o Hitler, que se posicionaron como la única fuente de verdad. Para estos manipuladores, la prensa era una enemiga de la gente y no había que creerle. Los Nazis trataron de eliminar el pluralismo informativo recurriendo a la radio. Trump utilizó la tecnología de Twitter y su talento para mentir sin compasión a sus seguidores. 


Miles de pequeñas a o medianas mentiras, repetidas muchas veces como lo practicaba Goebbels en la Alemania Nazi, convirtieron al pirómano de Trump en el faro de millones de personas, que le dieron la autoridad para hacer impunemente lo que se le antojó, y así definir a su capricho la realidad de su país. 


Mientras estas mentiras reforzarán las creencias de sus seguidores, le daban credibilidad y poder a Trump. ( invito al lector a leer mi blog sobre el papel de las creencias en la construcción de la cultura ). Como lo menciona Snider, “se requiere mucho trabajo para educar a los ciudadanos a resistir sus creencias, o las que otros a su alrededor ya tienen, y que le dan sentido a sus escogencias hechas”.


El punto anterior es el que explica el poder de una gran mentira, como el fraude de las elecciones contra Trump, que refuerza unas creencias preestablecidas, basadas en la desconfianza sembrada del papel de las instituciones y los expertos. Sobre estas bases, es muy fácil cimentar teorías absurdas de conspiraciones sin sustento, porque no se necesitan hechos verificables, sólo apoyar esas creencias. 


 Esta dinámica refuerza un tema muy grave: si se siente que algo no es así, aunque las pruebas indique lo contrario, se le da más peso a ese sentimiento que al análisis de los hechos , especialmente si es es una creencia compartida con otros.


Trump ha sido un astuto manipulador y promotor de creencias que debilitan muchísimo la cultura cívica que sustentaba la democracia de su país. Y es más peligroso, porque no tiene ideología alguna. Su interés de demoler la institucionalidad es porque era una barrera para su personalidad esquizofrénica

El sistema había que romperlo para sus propios intereses. Y sin una visión más estructurada, su trabajo de demolición fracasó aunque el daño que hizo fue muy profundo. No logró vincular a los militares, ni tampoco logró corromper las instituciones a nivel estatal, que fueron las que sacaron la cara para evitar la reelección de Trump. 


El problema de haber vendido una gran mentira con el apoyo de su partido, es que esta termina por adueñarse de quienes se la creyeron. Personas como los senadores Cruz y Hawley, por su ambición de poder, le vendieron su alma al diablo. Fueron cómplices de Trump en su intento de golpe de estado. Este comportamiento aberrante los perseguirá durante su carrera política. Y es una señal de alerta máxima sobre el peligro de los supremacistas blancos a los que Trump quiso legitimar.


El mensaje de todo lo anterior es muy claro: la Historia nos muestra como la violencia política se dispara cuando los dirigentes políticos más prominentes, de manera abierta aceptan la paranoia. Y cuando no ven a los de otros partidos como contrincantes sino como enemigos qué hay que desaparecer. La agenda urgente de Biden y de quienes lo apoyan, es restablecer una cultura cívica que valore la diversidad y la pluralidad de visiones, basada en hechos verificables, que propicie el bien común. 


Lo anterior significa no sólo el rechazo a las grandes mentiras de los políticos, ni su intento por quebrar el sistema, también el aceptar que en la democracia todos somos iguales donde cada voto cuenta. Por lo tanto, debe ser un derecho ejercido responsablemente por cada ciudadano. Y las instituciones que la soportan deben de reforzarse para poder atender las voces de todos, no solo de los más poderosos.


El legado de Trump ha sido desastroso para la democracia en general. Lo positivo de esta debacle, es que debe despertar un muchísimo mayor interés para defenderla y reforzarla. Esta lección se aplica para todos los países donde el sistema es democrático. Para nosotros en Colombia, es una alarma roja que nos debe de invitar a actuar ya antes de que sea muy tarde, porque nuestra democracia es muy débil, y nuestra cultura cívica es casi inexistente

viernes, 15 de enero de 2021

El dilema ético que enfrenta Biden y su partido


En mi blog anterior “El costo de pactar con el Diablo”, me referí a la posición de los empresarios y altos ejecutivos de las más importantes empresas norteamericanas, de cerrar los ojos a las gravísimas y protuberantes fallas de carácter y acciones destructivas de Trump. Las consecuencias de la decisión de anteponer sus propios intereses, por encima de los nacionales, han puesto a tambalear el sistema democrático de su país.

La toma del Capitolio y el golpe de estado promovido por Trump, es sólo el último capítulo de esta saga, que continuará con unos efectos muy serios para el país, que era el referente del sistema democrático en el mundo. Por esta razón, los análisis que se hagan sobre estos hechos deben de ser de mucha importancia para democracias mucho más vulnerables, como la nuestra.

 

En este blog me voy a referir a algunas consideraciones éticas y políticas, que me surgieron después de la lectura de varios artículos y ensayos que han sido publicado, despues del fallido golpe del pasado miércoles, contra el Capitolio en Washington. En un blog posterior, me voy a referir a algunas reflexiones de un extraordinario ensayo, escrito por Timothy Snyder profesor de historia de Yale, publicado por el NY Times, titulado el Abismo Americano, que amplía aún más el análisis de este episodio histórico.

 


Este jueves, la Cámara  votó a favor del juicio político contra Trump, por su papel de propiciador del golpe del miércoles de la semana pasada. Esta decisión presupone un dilema ético, pero también político, muy complejo. De su manejo, se van a derivar unas consecuencias trascendentales para la gobernabilidad hacia adelante de Biden, así como para el futuro de la democracia en su país.

 

A diferencia del juicio anterior contra Trump, que bloqueó el Senado de mayoría republicana, cuando fue acusado del chantaje que trató de hacerle al presidente de Ucrania, para conseguir información contra Biden y su hijo, en esta oportunidad el tema es mucho más grave. El dilema ético y político, que se ha evidenciado en esta ocasión, se puede sintetizar a continuación:

 

Los dirigentes políticos y empresariales, que fueron cómplices de la situación por acción u omisión, y desde ambos partidos, deberán tomar unas decisiones muy difíciles que reflejarán sus prioridades y el marco ético con el que actúan.

 

La partitura que siguieron los republicanos, muchos empresarios y millones de norteamericanos, se tuvo en cuatro actos: una breve resistencia, una sumisión abyecta, completa complicidad, y ahora un agrio arrepentimiento (no de todos lamentablemente).


Sin embargo, cuando la magnitud y el impacto del asalto promovido por Trump es cada vez más evidente, la decisión que enfrentan los demócratas es comprar, en el corto plazo, algo de gobernabilidad para Biden, a cambio de la total impunidad para Trump y sus cómplices. El dilema ético está muy claro: conveniencia política y algo de normalidad, a cambio de la impunidad y de dinamitar los principios de la democracia de ese país.

 Los republicanos que todavía no han perdido completamente la razón están aduciendo que el juicio a Trump es una decisión que va a dividir y polarizar aún más al país. Y que, por lo tanto, es más conveniente pasar la página y seguir adelante, que responder por las consecuencias de las decisiones y acciones promovidas por Trump, con la total complicidad del partido que controlaba hasta hace una semana.


Evidentemente el responder por lo sucedido, tiene que tener un costo muy alto, pero lo es aún mucho mayor si no se enfrenta. Hay personas dentro del partido de Trump que ven a la democracia, no como un fin sino un medio para detentar el poder y los privilegios, generando en el camino un culto a un individuo amoral, usando los instrumentos y las instituciones que están a su disposición. Esta postura está comprometiendo la integridad del sistema, y debe ser aislada para evitar que la infección se extienda y mate al paciente.

 

Estos dilemas generan grandes preguntas para el nuevo mandatario que ha manifestado su prioridad, en buscar construir puentes, y cerrar las heridas que hoy afectan a su país.


 

Veamos algunos de estos grandes interrogantes.

 

• ¿Se deberá pasar la página, sin costo alguno para Trump, con el fin de que Biden pueda iniciar su periodo de una manera menos turbulenta?

• O debido a la gravedad de los hechos ocurridos, ¿es imperativo proceder con el juicio para sentar un precedente histórico muy fuerte, a pesar de que esto posiblemente genere más actos violentos, promovidos por los fanáticos de Trump?

• ¿Cuál sería el costo de cada opción hacia adelante?

• ¿Primarán la defensa de los principios, que sustentan la democracia norteamericana, sobre la conveniencia política del corto plazo?

• ¿Hasta dónde se puede seguir transando estos principios, sin que se derrumbe el sistema sobre el cual se construyó la democracia de ese país?

• ¿Tendrá Biden la capacidad de liderar este proceso de transición, dentro de un marco ético muy claro, para sentar las bases que permitan corregir las fallas protuberantes que facilitaron la llegada de un Trump al poder?

 

Estas preguntas no solo tocan el corazón del problema, que hoy afecta a los americanos, sino también a otras sociedades que defienden los principios y valores democráticos: la poca importancia que se le da a la ética, para la toma de las decisiones que tienen efectos profundos, a nivel individual y colectivo. Por esta razón, quiero volver a referirme el tema en este blog.

 

En noviembre del 2017, yo traía una definición de Adela Cortina, catedrática y autora sobre temas de ética: “es un tipo de saber que busca orientar la acción humana en un sentido racional, es decir, pretende que obremos racionalmente". Por lo tanto, es algo muy práctico dirigido a la acción, que nos invita a discernir lo que debemos de hacer para orientar nuestra conducta. Esto implica el deliberar antes de tomar buenas decisiones, lo que significa elegir bien, actuar consecuentemente y asumir sus costos ”

 

Y ya en referencia a su aplicación yo mencionaba: “una persona utiliza los valores éticos para tomar las mejores decisiones, cuando enfrenta los dilemas que se encuentran en cada bifurcación que hay en su camino. Con la práctica, lo interesante de este proceso de formación de carácter, es que permite incorporar los valores en las conductas diarias. Cada vez hay menos esfuerzo y desgaste con las decisiones difíciles que uno toma en la vida”.

 

Los Estados Unidos están viviendo un punto de quiebre histórico, donde las consecuencias de pactar con el Diablo están a la vista, por haber perdido el norte, y cuyos efectos se sentirán por muchos años. Y como lo plantea la Dra Cortina,  ahora les llegó el momento de tomar decisión fundamentales, que deben de estar orientadas por un marco ético que proteja la democracia, y que van a definir su futuro como nación y su influencia en el mundo.

 

El ejercicio del liderazgo democrático presupone un marco ético sustentado en unos principios y unos valores, que le dan sentido a la Democracia y la diferencia del Autoritarismo. Lamentablemente, la dirigencia política y empresarial gringa no estuvo a la altura del problema y dejaron salir al genio del mal de la botella, perdiendo su norte ético en el camino.

 

El comentario anterior explica la tremenda importancia que tiene la ética, para manejar más coherente y acertadamente las coyunturas que enfrentamos en la vida. Y es en momentos como los que están viviendo los norteamericanos, cuando se va a poner a prueba los principios y valores, que sostienen la democracia del país, y que han sido atropellados por Trump y sus áulicos, durante cuatro años.

 

Y hablando del marco ético que se basa en una serie de principios y valores, no deja de sorprenderme el papel que han jugado los movimientos cristianos evangélicos, en cimentar el culto a Trump, a pesar de que sus comportamientos demuestran que es un personaje amoral, narcisista, racista, despreciativo de las mujeres, mitómano compulsivo, y sin ningún escrúpulo para actuar. Estos movimientos se han convertido en la cara más visible de la extrema derecha blanca de su país.

 

La mezcla que sale, al unir el sentimiento de marginalización de unos grupos de blancos y con baja educación, que sienten que perdieron el control de su país, con el fervor religioso aprovechado por predicadores también sin escrúpulos como Trump, sirve para explicar mejor lo sucedido en Washington la semana pasada. Me refiero a la respuesta de miles de partidarios al llamado de Trump por Twitter, a participar en una guerra santa contra los “satánicos y pedófilos” del partido demócrata.

 

Quienes han respondido a este llamado, se ven como unas víctimas, para ellos el slogan “Make America great again” los motiva y los representa. Y les da la credibilidad a todas las mentiras difundidas por Trump, como la del fraude electoral, a pesar de la contundente evidencia en contra, en las elecciones más observadas y concurridas de la historia electoral en los Estados Unidos.

 

Una mujer que la entrevistaron durante la toma del Capitolio decía: “estoy aquí por orden de el pastor de mi comunidad en Texas, para evitar el robo de la elección. Estamos en una lucha del bien contra el mal, de la luz contra la oscuridad” Manifestaba que se veía como la reina bíblica Esther que fue una heroína que salvó a su comunidad de la muerte.

 

El investigador Andrew Whitehead de Purdue University, afirmaba en otra entrevista, que el Nacionalismo Cristiano promovido por los evangélicos blancos, es el que le ha dado por mucho tiempo, las bases políticas e ideológicas al extremismo de derecha. Esta realidad, fue capitalizada políticamente de manera astuta por Trump, para movilizar a sus bases que se identifican con él. Lo increíble, es que este movimiento religioso, haya tolerado comportamientos que contradicen éticamente las bases del cristianismo del cual se derivan. El resultado es la anarquía que se vio en Washington.

 

Las creencias apocalípticas religiosas de los evangélicos, hoy se mezclan con las teorías de conspiraciones promovidas por movimientos como QAnon. Según este grupo, el Estado está dominado por una burocracia oscura, por pedófilos y judíos

 


El dilema ético que tiene que enfrentar Biden, su partido y millones de norteamericanos, deberá de tener en cuenta que, buscar la unidad sobre unas bases tan débiles, y con una mezcla tan explosiva, no va ser posible ni sostenible en el tiempo. Y que el curar la infección, que hoy invade al sistema político de los Estados Unidos, requiere de un proceso inevitablemente doloroso. Solo así, se podría retomar el camino y aprovechar este momento histórico, para enviar un mensaje muy contundente que ilumine los principios fundamentales sobre los cuales se construyó esta gran nación del norte.

 

Muchos de los puntos tratados en este blog, tienen pertinencia, para el proceso de deterioro político que hemos vivido en Colombia. Las lecciones que deje el caso norteamericano nos pueden servir de alguna forma, para iluminar nuestro camino. ¿Será que si entendemos y podemos hacerlo?

 


sábado, 9 de enero de 2021

Con el Diablo no se puede pactar

 


“Cuando la gente toma decisiones políticas por razones de negocios, se obtienen unas consecuencias desastrosas” Darren Walker Ford Foundation 


Durante los últimos cinco años, Trump ha copado los espacios informativos en los medios tradicionales y las redes sociales. Y lo ha hecho, porque este despreciable personaje, se ha atrevido a romper con absoluta impunidad, todas las reglas que habían sido respetadas por quienes llegaron antes que él a la presidencia de su país 



Como resultado del desastroso comportamiento de Trump, y de los Republicanos que se plegaron a él, los Estados Unidos dejaron de ser el faro de la democracia en el mundo, para convertirse en el ejemplo de lo que se debe evitar. La toma del Capitolio, con la muerte de cinco personas el pasado miércoles, es el último capítulo que faltaba de una tragedia que se veía venir.


El problema más serio que tienen los Estados Unidos hacia delante, y el más grande reto que enfrentará Joe Biden como Presidente durante su mandato, es que los sucesos de esta semana son la culminación de un proceso de deterioro muy grande del sistema que sostiene la democracia de su país. 


No hay que olvidar que Trump, contó con el apoyo de  78 millones de gringos enfurecidos, en las pasadas elecciones que perdió. Miles de estos seguidores, que representan la extrema derecha y a quien él les dio su voz,  se reunieron en Washington este miércoles. De todo el país atendieron su llamado, para desconocer los resultados electorales aduciendo el  fraude sin prueba alguna. Marcharon hacia el Capitolio, para presionar a los congresistas que tenían que confirmar los resultados del Colegio Electoral.


Esta incitación  de Trump culminó en la toma del Capitolio, un hecho sin antecedentes y en una tragedia que tiene sorprendido al mundo entero y abochornados a millones de norteamericanos. Por haber incitado a esta turba por Twitter, Trump enfrenta la posibilidad de una destitución en tiempo récord, a solo 10 días de dejar la Casa Blanca, además de que esta empresa le canceló su cuenta por considerarla peligrosa al ser un vehículo para incitar a la violencia.

Sobre estos hechos se han escrito muchas opiniones y se seguirán haciendo más comentarios, a medida que el drama continúe mientras Trump siga en el poder, y si se le hace un juicio de responsabilidad que está por verse. Lo que suceda confirmara o no su afirmación: “puedo matar a alguien en la 5a Avenida en NY y a mi no me pasa nada”, premisa que utilizo para violar todas las normas de conducta y buen gobierno durante su mandato.


 Pero hay un aspecto que no ha recibido la suficiente atención y es la complicidad de los ejecutivos de las grandes empresas y sus accionistas, que hicieron un pacto con el Diablo para defender sus intereses y beneficios, y cuya cuenta su país la está pagando hoy a un altísimo costo para todos. Como lo describe David Gelles en el NY Times,  (After riot, Business Leaders reckon with their support for Trump), estas personas se hicieron los de la vista gorda  ante los comentarios incendiarios, las mentiras y el comportamiento aberrante, de quien representaba la más alta posición de la nación. 



La decisión de apoyar a Trump fue motivada por su ofrecimiento de recortes de impuestos, donde él fue el primer beneficiario. También, por la eliminación de regulaciones onerosas, que habían venido pidiendo en el pasado, para favorecer sus propios intereses pero en detrimento de la sociedad.

Esas medidas de Trump fueron aplaudidas y suscitaron inclusive comentarios elogiosos de varios altos ejecutivos sobre el extraordinario liderazgo de Trump, a pesar de su comportamiento aberrante como presidente. El apoyo de estos directivos empresariales, le dio credibilidad política a un empresario que tenía una estela de escándalos en su vida de negocios. Este sello fue una patente de corso que Trump utilizo para dividir y desistitucionalizar su país.


El presidente de la Fundacion Ford lo expresó claramente: “esto es lo que sucede cuando se subordinan los principios por lo que nosotros percibimos ser intereses de negocios. Al final termina siendo algo malo para estos y para la sociedad”.


Cuando este cambio de prioridades se dan, quienes lo hacen tienen que hacer un acto muy complicado de equilibrismo, para apoyar la agenda económica que los favorece, pero aparecer rechazando  los perores comportamientos del presidente.


El NY Times recuerda como muchos de estos dirigentes empresariales aceptaron con gusto pertenecer a unas comisiones para ayudar a Trump. En ese momento, muchos de ellos dejaron a un lado las reservas que les generaba este señor, porque veían la oportunidad de diseccionar unas políticas que los favorecían. 


Para personas que presiden empresas tan importantes como Apple, Walmart, J P Morgan, Merck, y Ford, las fallas desastrosas de carácter de Trump, no pesaron en sus decisiones de apoyarlo.  Sus escándalos sexuales y empresariales, su racismo y desprecio por el emigrante no blanco, así como su convencimiento de que estaba impunemente por encima de la ley, fueron detalles menores para quienes sólo veían sus propios beneficios. 


Pero estos comités colapsaron cuando Trump alabó a los racistas y nacionalistas blancos que utilizaron la violencia en Charlottesville en Virginia. Muchos de los dirigentes renunciaron porque algo de conciencia les quedaba y no podían seguir apoyando a quien estaba deshonrando la primera posición de su país. Pero esta buena, aunque tardía decisión, no duró mucho porque “el dinero no tiene memoria”,  como nos los recuerda el periodista Gelles en su artículo sobre este tema.


La posición de muchos de estos ejecutivos volvió a cambiar y alinearse  con Trump, cuando  logró pasar en el Congreso una rebaja muy significativa en los impuestos, que les representó a sus empresas y accionistas, miles de millones de dólares. Se volvieron a formar comisiones de trabajo donde muchos dirigentes se peleaban por estar allí. 


Estos espacios  los acercó a un más a un presidente, que por la misma época, tomó medidas tan vergonzosas como el separar a niños de sus padres en la frontera, muchos de los cuales nunca se volvieron a ver después. O cuando logro evitar su destitución, con la complicidad de los republicanos, y así evitar su responsabilidad por la interferencia rusa en las elecciones del 2016, donde Trump salió electo a pesar de haber perdido el voto popular. (una de las aberraciones del obsoleto sistema electoral norteamericano)


Con el recorte de impuestos y la eliminación de regulaciones costosas, Trump literalmente compró la conciencia de quienes deberían de haberla puesto, no al servicio de un truhán, sino de su país. La historia los juzgará porque no lo hicieron. 


En la ceremonia donde se volvieron a instalar los comités en el 2017, personajes como el presidente de Apple agradeció a Trump, considerando un honor poderle servir. Y en esa misma reunión, los presidentes de Visa y de IBM, reconocía en público “ el excelente e incuestionable liderazgo del presidente de su país” 


Lo sorprendente, es que muchas de estas grandes corporaciones, han sido reconocidas por sus proceso de formación de liderazgo en un marco de principios y valores. Sin embargo, el soborno de los impuestos, le permitió a Trump que les facilitara la amnesia en estos temas. Oír a estos señores hablar de liderazgo, con semejante manifestación de incoherencia, da náuseas de verdad.


Para estos dirigentes del sector empresarial, que representan muchas de las principales organizaciones de su país, el acto de malabarismo que ha tenido que hacer, les permitió olvidar la importancia de defender sus principios. Lo hicieron  para proteger  sus utilidades en el corto plazo, pero al costo de vulnerar la sostenibilidad del sistema democrático, que les ha permitido prosperar en el largo plazo. 


Lo increíble es el apoyo que le dieron a Trump estos “titanes del sector empresarial norteamericano” el año pasado, a pesar del desastroso manejo que hizo del COVID-19 a un costo inmenso en términos de vidas humanas y retroceso económico. Peor aún, cuando se taparon los ojos para no ver  el trabajo de demolición que hizo este individuo,  del sistema democrático de su país de cara a las elecciones del 2020.



Pero como sucede muchas veces en la vida, cuando se subordinan los principios a los intereses egoístas, la cuenta cuando llega,  tiene un altísimo costo para la sociedad. Y esto fue lo que sucedió este miércoles con la toma salvaje del Capitolio de una extremistas nacionalistas blancos. 


Este miércoles se abrió la caja de Pandora y el genio malévolo se salió sin control. Los gringos están viviendo una verdadera pesadilla, que ni la más afiebrada imaginación, se hubiera podido soñar. Pero la verdad, es que si era fácil de verlo venir al sumar todos los abusos de poder de Trump durante su mandato. 


La complicidad de los directivos empresariales, de las más reputadas compañías,  y del partido republicano, ha permitido que la pus haya afectado la democracia de los Estados Unidos. La pregunta es si Biden lograra pararla, ¿o será que ya es muy tarde porque invadió el cuerpo y nadie la puede parar?. 


Pero lo más preocupante es que la tragedia que afecta la democracia norteamericana y que hoy sorprende al mundo, puede continuar si Trump no responde por su insensatez y amoralidad. Esta señal marcará el principio del fin del papel de los Estados Unidos como guardianes de la Democracia en el mundo.


Este caso es una advertencia de que con el diablo no se puede pactar. Sucedió en Venezuela con Chávez y ahora con asombro, vemos una versión más avanzada en inglés. Increíble!! Ojo en Colombia en el 2022 ...


domingo, 3 de enero de 2021

El reencuentro con la libertad



Para un viajero como yo, para quien viajar es una pasión, no fue nada fácil el haberme visto forzado a permanecer recluido en el 2020 por la pandemia, y no haber podido ir a visitar  tantos sitios exóticos que hay en el mundo. Por esta razón, al estar planeando el primer viaje de turismo fuera de la frontera patria, después de tantos meses, venciendo todas las limitaciones y obstáculos que todavía persisten, el destino tenía que ser muy especial. 


Después de darle muchas vueltas al tema, con mi novia escogimos viajar a Galápagos en el Ecuador. Era el sitio que reunía, aislamiento, exotismo, y aventura, en un solo paquete. A 1000 km de la costa de nuestro vecino Ecuador, se encuentran estas islas también conocidas con el nombre del archipiélago de Colón.


Se calcula que estas formaciones tienen cinco millones de años, y que se formaron como consecuencia de una intensa actividad tectónica ya que estas islas están ubicadas en encima de la placa de Nazca que se desplaza 4 cms al año en dirección oeste a este. Las Galápagos están sobre un “punto caliente”, donde brota el magma, formando volcanes sobre el suelo oceánico.  Esta sigue siendo su característica principal, muy parecida a Hawái, islas que tuvieron los orígenes similares. 


En la isla Isabela, donde estuvimos este fin de año con un grupo de amigos, se encuentran cinco volcanes donde el Cerro Azul y el Sierra Negra son los que más actividad tienen, siendo la erupción más  reciente, la del 2018. En la isla Fernandina , a pocos km de donde estábamos, sobresale por su actividad el volcán La Cumbre,  que tuvo su última erupción hace un año. Esta actividad volcánica en todas las islas, ha ido aumentando el tamaño del archipiélago.


De las trece islas que tienen superficies mayores a 10 km2, San Cristobal y Santa Cruz , con unas superficies de 986 km2 y 558 km2 respectivamente, son las más pobladas del archipiélago con 23000 habitantes. Isabela, donde estuvimos una semana, tiene apenas 3000 personas en una superficie de 4500 km2. 


La mayoría de esta isla está cubierta de lava, hay una pequeña porción de su territorio donde se puede cultivar y está la población de Puerto Villamil. Las demás islas del archipiélago están deshabitadas, y solo se pueden visitar en los cruceros, que hacen paradas cortas, para observar el paisaje y a los animales que viven en ellas.


Este archipiélago terminó en manos del Ecuador, pero sólo hasta 1973 se convirtió en una provincia. Antes de la llegada de los españoles en 1535 desde Panamá,  no se han encontrado evidencias de que hubiera habido asentamientos, aunque se han descubierto algunas cerámicas, cuya procedencia no ha sido identificada.


En los siglos XVII y XVIII, Galapagos fue un refugio para los piratas ingleses que las utilizaron de base para atacar los galeones españoles que viajaban cargados de plata y oro del Perú. Por esta razón, los primeros colonos en llegar fueron de esa nacionalidad, atraídos especialmente por las grandes tortugas y la grasa de los cachalotes.



Estas islas son la segunda reserva marítima más importante en el mundo. Son el hábitat de especies terrestres como las tortugas gigantes, las iguanas, los leones marinos, los pingüinos, los piqueros de patas azul y los lagartos. En sus costas se pueden ver las tortugas marítimas, los delfines y tiburones de diferentes tipos. La gran biodiversidad que se encuentra en este espectacular lugar es única en el mundo. La Unesco califico a Galápagos en condición de alto riesgo ambiental del 2007 al 2010.


Charles Darwin visitó a las Galapagos en 1835, como parte de una expedición de investigación de geología y biología, al rededor del mundo. Las especies que encontró en estas islas, y que son únicas ,  lo llevaron a desarrollar la teoría de la evolucion por selección natural como el origen de las especies. Su desarrollo está envuelto en un gran misterio.


En un viaje anterior tuve la oportunidad de visitar a varias de las islas del archipiélago. En esta ocasión estuvimos con mi novia y unos amigos en La Casa de Marita , un hotel muy agradable en la isla Isabela, al frente del mar. Teníamos algunas inquietudes sobre esta isla, que siendo la más grande, es la menos visitada. Pero nos llevamos una muy grata sorpresa al visitar su territorio que resultó de la unión de cinco volcanes que se juntaron hace miles de años y que la convierten en la isla más joven del


Durante la semana que estuvimos en esta isla, pudimos hacer varias actividades muy variadas. Ir a hacer buceo de superficie en Los Túneles donde hay la oportunidad de ver tiburones punta blanca en unas cavernas. Otro paseo interesante es la visita al cráter del volcán Sierra Negra, que es reconocido como la segunda caldera más grande del mundo. Fue además una oportunidad para hacer una caminata de 14 km. Desde la punta de este volcán se pueden observar los demás volcanes que hay en Isabela.

Una mención especial es el paseo de las Tintoreras, tiburones endémicos de la isla, donde se conjuga el mar, con  una caminata en medio de iguanas, leones marinos, tortugas gigantes y los cormoranes, especies no encontradas en otras partes del planeta.  Pero también el lugar da la posibilidad de ponerse una careta y nadar. 


Otro paseo que definitivamente vale la pena es ir al Muro de las Lágrimas. Este fue una penal construido en 1946 y del cual no queda sino un muro de piedra. Pero el entorno para llegar a este sitio, es el que ofrece muchas sorpresas, como el caminar por un túnel de manglares que conducen a un estero que desemboca en el mar, visitar playas solitarias bañadas por un mar cristalino,  de muchos colores y recorrer senderos que permiten divisar flamingos rosados alimentandose de pequeños crustáceos.


Llama mucho la atención el cuidado de los locales por su isla, así como el trabajo que ha hecho Parques Nacionales del Ecuador, por mantener impecables los sitios que están bajo su control. El pequeño pueblo de Puerto Villamil se ve ordenado, muy limpio y la gente es especialmente amable con el turista que los visita.


En el 2019 más de 300.000 turistas de todas partes del mundo  visitaron las Galápagos. Isabela curiosamente fue la menos visitada. En el 2020, el turismo desapareció como consecuencia de la pandemia, con un altísimo costo para los lugareños que dependen de esta fuente de ingresos. En nuestro caso, la ausencia de visitantes fue un doloroso privilegio.


Este viaje a Isabela en las Galápagos se lo recomiendo a quien le guste estar con la naturaleza. El único punto negativo es lo costoso que está el Ecuador para los colombianos y más, si se viaja a una isla en  medio del pacifico, que recibe suministros por vía marítima, una vez al mes. 


Galápagos,  es un destino tan especial que justifica la fama mundial de este archipiélago, y donde Isabela sorprende particularmente por la variedad de sus escenarios naturales. Pero también, porque es un sitio único, donde el tiempo parece haberse suspendido, para inspirar a Darwing sobre la evolución de las especies donde animales exóticos coexisten con los visitantes como si nos dieran su permiso para conocerlos en el hábitat al que cada uno aprendió a evolucionar para sobrevivir. Fue un reencuentro con la libertad.