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viernes, 24 de diciembre de 2021

La indiferencia y la complacencia perdieron en Chile


 Los resultados contundente de las elecciones  en Chile muestran que Boric, un joven de 35 años, derrotó a Kast su contrincante de manera contundente y en contra todas las expectativas. Esta elección y la Asamblea Constituyente que hoy está deliberando, son el resultado de un procesos de desmantelamiento del sistema imperante en Chile desde 1991. 

En un país tan conservador como se pensaba que era Chile, la victoria de Kast, es la del Partido Comunista que muy seguramente va a tener un papel muy protagónico en el devenir de ese país en los próximos años. Es la victoria de la extrema izquierda desde donde viene el nuevo presidente de los chilenos.



Y es la victoria del movimiento de jóvenes que se manifestaron contra el sistema en el 2011,  donde Boric era un dirigente estudiantil, y que en el 2019 lideraron las marchas que destruyeron una buena parte del Metro de Santiago, como protesta por un incremento mínimo en el costo del pasaje. Este último evento, sirvió de telón de fondo para los movimientos sociales muy complejos que afectaron a otros países de la región incluyendo el nuestro, con unas consecuencias muy graves en el orden público y la economia.


El impacto de las elecciones de Chile, se va a sentir muy fuertemente en toda America Latina. Y en mi opinión, va a ser la antesala de lo que veremos en Colombia en marzo y mayo, cuando se conocerán los resultados de las votaciones para el Congreso y la Presidencia de Colombia.  Por lo tanto, estos resultados merecen unas reflexiones más profundas porque marcan una tendencia muy clara hacia los regímenes de izquierda cuyo impacto no va a ser menor.


Para comenzar, voy a compartir con mis lectores, un mensaje que me escribió un empresario chileno amigo mío al día siguiente de conocerse los resultados de la victoria de Boric.    



Y termina



Al discurso al que hace referencia mi amigo,  es el que publiqué en el blog de la semana pasada. Y como se puede leer en su respuesta, la reacción del resultado de las elecciones que el comenta tiene dos puntos que vale la pena resaltar. 


El primero, es que no se lo esperaban y es evidente  el impacto de los resultados. Y es comprensible, porque un presidente de extrema izquierda y una nueva Constitución que va a estar ampliamente influenciada por los resultados electorales del pasado domingo, apuntarían a unos cambios muy significativos en Chile.


El segundo punto que quiero mencionar, lo relaciono a la a última parte del mensaje de mi amigo. Buscar responder con unas iniciativas tarde “que se debieron hacer hace un año y medio” o mucho más diría yo. Y su frase final es para enmarcar: “una indiferencia de los empresarios a la crisis de la pandemia, que da rabia”, y yo añadiría mucha indignación.


Me sospecho que este mensaje está reflejando el estado de ánimo de muchos chilenos de la derecha del espectro político de ese país. Deberán estar meditando, desde el observador que representan, sobre cómo fue posible llegar a esta situación que los tomó con los pantalones abajo.



Una posible respuesta nos la brinda mi amigo en su chat: es la indiferencia, que se suma a la complacencia,  reflejadas en el discurso del presidente saliente Piñera, una semana antes de que le estallaran en la cara las protestas en el 2019, cuando manifestó que Chile era un oasis en AL. La sumatoria de estas dos actitudes  fueron una combinación letal. 


Los resultados de la indiferencia y la complacencia  productos de la ceguera colectiva de la élite política y empresarial, demuestran una característica que hoy son un común denominador de los gobiernos de la región y  sin distinción de su color político. 


El  caso emblemático de Venezuela es el primero que salta a la vista, y donde sería una payasada que Maduro se atreviera a ponerla como un oasis y referente para los demás países. 


La extrema izquierda representada por este dictador y su soporte cubano, es un ejemplo de la indiferencia que produce la soberbia del poder despótico y absoluto, y también que genera complacencia porque se siente intocable. No se por cuánto tiempo más va a durar esta situación tan aberrante, que ha producido la migración masiva más grande de la historia en AL, pero como dice el refrán popular: no hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista. 


Pero volviendo al caso chileno, gracias a los consensos que se generaron en 1991 entre los partidos de centro e izquierda, que se conoció como la Concertación, se sentaron las bases  del desarrollo notable que tuvo Chile durante dos décadas y que convirtió a ese país un ejemplo de madurez política y estabilidad para el resto de la región.  


En esa época, los partidos ganadores, tomaron la decisión política de no desmantelar algunas de las principales decisiones de política económica, como las privatizaciones y la apertura del país a los mercados globales. Haciendo un balance, vieron que habían tenido un impacto positivo para el país, que había que complementar, acelerando otras transformaciones más orientadas a las necesidades sociales de la población. 


Los indicadores de Chile durante esos años, mostraron avances notables del impacto positivo que tuvo el pragmatismo político de los políticos de centro e izquierda, en ese momento histórico de la transición. Se apuntaló la democracia, dejando atrás las consecuencias de la historia de 16 años de la dictadura de Pinochet, sabiendo que había cosas pendientes, pero que era lo mejor posible dado el entorno del momento, especialmente con los militares.


Pero la complacencia que se generó, después de 20 años de la Concertación en el poder, sentaron las bases para las protestas de los estudiantes en el 2011, donde el hoy presidente electo, hizo sus primeros pinitos en la arena política como dirigente estudiantil. Esto condujo a que en los siguientes años hubieran cambios reflejados en dos gobiernos de derecha y otro de izquierda. 


Lo interesante de este periodo de tres décadas de la historia de Chile, es que se mantuvieron los pilares centrales que se habían planteado en 1991: una economía de mercado, la privatización de muchos servicios, pero sin una red de protección social, que reconociera las necesidades y expectativas cambiantes y crecientes de una masa de la población, que se sintieron excluidos  de los avances de su país. 


Para esta masa, que votó con el 55% a favor del cambio extremos que representa Boric, Chile estaba lejos de ser el oasis que veía Piñera cuando hizo esa afirmación. El estallido social del 2019, tuvo el efecto de correr el velo que mostró la cara oculta de otra realidad. 


La indiferencia y la complacencia de los dirigentes chilenos, les había impedido ver y reaccionar con más rapidez y oportunidad. Se había perdido el pragmatismo que les había servido tanto para tomar las decisiones que impulsaron el crecimiento de Chile durante dos décadas. 


Pero lo interesante del caso chileno, es que desde las dos orillas del espectro político, se hubieran creído el cuento de que Chile ya era un país del primer mundo, y que los avances logrados eran unánimemente apreciados por toda la población. Esto generó la complacencia que manifestó Piñera hasta que estallaron las protestas sociales en septiembre del 2019. En ese momento ese bonito sueño les estalló en la cara a la dirigencia política y empresarial chilena. 



Un nuevo paradigma del desarrollo había nacido en medio de la destrucción, la violencia y el miedo del 2019, y que han sido las parteras de la Historia. La indiferencia y la complacencia, habían sembrado las semillas de un movimiento liderado por jóvenes y partidos como el Comunista, que había estado agazapado, a la espera de una nueva oportunidad para reivindicar la vigencia de sus propuestas hechas en la época de Allende.


Independiente de las consideraciones anteriores , y que el 55% de la población hubiera votado por un cambio profundo que puede tener consecuencias impredecibles, hay una realidad que los chilenos no pueden ignorar. Chile representó por más de cuatro décadas, el ejemplo de un país exitoso que supo sortear una dictadura y tuvo un manejo pragmático desde el centro y una izquierda moderada. Durante las dos décadas de la Concertación, se logró desarrollar una cultura política de acuerdos, que le brindó estabilidad y prosperidad al país. 


El problema del éxito, es creer que es eterno, y no darse cuenta que el cambio es la constante de la historia. Pero más grave aún, no tener la capacidad de leer los cambios que hoy generan situaciones de alta volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad, y que requieren de una gran flexibilidad para sortear los grandes retos que enfrentan las sociedades contemporáneas. 


Esta es una inmensa dificultad que tienen los dirigentes políticos, sin distinción de su color político, y las instituciones que soportan al Estado en sus diferentes niveles. Parecería que los hechos los sorprenden y atropellan cada vez con mayor facilidad.


El punto anterior, explica el porqué, los avances logrados con mucho esfuerzo, se comenzaron a desmoronar desde el 2011. La complacencia, como ya lo he mencionado, fue en buena medida responsable de lo que sucedió. En los siguientes diez años, la indiferencia y la ceguera de la clase dirigente, terminó por minar las bases que sustentaron los logros del país.



¿Que escenarios se podrían  esperar?.


¿Será posible que se repita de nuevo el milagro del pragmatismo del 91? ¿Ganará la sensatez de los chilenos, del nuevo gobierno y de los partidos de oposición, que les permita tomar las  mejores decisiones y no demoler los logros para construir sobre ellos y que fueron conseguidos gracias  a décadas de esfuerzo?.  Si lo lograran, esta  postura tendría que aceptar  los cambios y ajustes que seguramente se tendrán que realizar para incluir a la población que se siente hoy excluida. 


Si lo lograran, le permitiría  a Chile avanzar y volver a ser un ejemplo de madurez política  para los demás países latinoamericanos. Estarían demostrando que el desarrollo económico no riñe con el desarrollo social. De hecho, el cambio más grande que se ha dado desde el 91 en el mundo, es que las brechas de desigualdad, son un inmenso freno para lograr una prosperidad incluyente que beneficie a la población. Y sin ella, no es posible el desarrollo sostenible, como un gran propósito colectivo,  porque no contaría con el apoyo de la población. Esa es la principal lección de los resultados electorales en Chile. 


¿Pero como podrían volver a conseguir el milagro de una nueva concertación?. Evidentemente reconociendo la necesidad de balancear el desarrollo económico con el social, para corregir  los desajustes y cerrar las brechas existentes,  que la complacencia e indiferencia generaron.


 ¿Que modelo podrían tomar como referencia? Para desarrollar un paradigma  más equilibrado entre lo económico y lo social,  el nuevo gobierno podría inspirarse en el ejemplo de países como Dinámica, Suecia o Noruega, donde el capitalismo consiente, es el motor económico, pero el Estado es el encargado de brindar una red de protección social.  


Esta arquitectura  implica liderar un   un acuerdo entre las dos partes , para tener como norte un propósito superior que responda por un desarrollo más equitativo para todos. Sería la base de una prosperidad sostenible e  incluyente  porque contaría  con un amplio  respaldo popular.


Un segundo escenario posible tendría un sello  típicamente latinoamericano. El gobierno de Boric, deslumbrado por la victoria obtenida, y asesorado por el Partido Comunista, resuelve ignorar los avances obtenidos tras varias décadas. De manera ciega o posiblemente muy consciente, porque era lo que buscaban, desconocen una vez más las condiciones que hoy tiene el entorno, y toman como referente el ejemplo de Venezuela, Peru, Argentina, Nicaragua, y Salvador. Deciden desmantelan la institucionalidad, espantar la inversión extranjera, y promover una fuga de capitales y de talento que drena al país.


¿Qué camino escogerá el nuevo presidente y cuáles serán los resultados?  Solo el tiempo y la historia nos los dirá. 


Y mientras tanto en Colombia, espero que este blog nos sirva de espejo para hacer nuestras propias reflexiones…¿En qué escenario nos moveremos nosotros y con quién será en los próximos meses?




sábado, 18 de diciembre de 2021

Devolverle la esperanza a Colombia


 Lo que cuenta en la vida no es el simple hecho de haber vivido, es la diferencia que hemos logrado en la vida de los demás, lo que le da el verdadero significado a nuestra vida”. Mandela


En este blog quiero compartir con mis lectores las palabras que les dirigí a un grupo de 82 personas provenientes de diferentes partes del país, quienes tuvieron la oportunidad de vivir por cuatro meses,  el proceso LIDERAZGO TRANSFORMADOR Y DIVERSIDAD, dirigido por la Fundación Orígen y patrocinado por la empresa Amarilo. Fueron 82 personas cuidadosamente seleccionadas por su trayectoria de liderazgo en diferentes regiones de Colombia


Estamos cerrando un año histórico con momentos muy complejos en la sociedad colombiana. Ya es un lugar común hablar, que la crisis de la pandemia, ha puesto en la agenda nacional,  los graves problemas de miles de colombianos que hoy se han empobrecido más, y que inclusive muchos de ellos están pasando hambre. Estos eran aspectos en los cuales el país había hecho avances importantes en los últimas dos décadas . 


Pero hay algo más grave aún: hay una inmensa crisis de confianza en las instituciones y de desesperanza y miedo, que como unas nubes negras, que anuncian tormentas aún mayores, está obscureciendo el ambiente, impidiendo a mucha gente,  ver la posibilidad de un futuro mejor. Esta situación es especialmente crítica en los jóvenes, quienes en estas últimos  meses, han sido los protagonistas mas visibles en las movilizaciones que paralizaron al país.


Hoy, Colombia necesita urgentemente contrarrestar estas dinámicas que se degeneraron en manifestaciones violentas, acompañadas de una creciente intolerancia y confrontación. Para mantener la analogía con la vacuna del covid-19, necesitamos vacunar el espíritu para evitar que el odio, la violencia y la ira, carcoman el alma de la nación. 


Ese es el abismo hacia el cual  nos quisieron  conducir algunos, durante los meses de convulsión social que hemos tenido, con el pretexto de defender el derecho a la protesta, pero sin importarles que, al hacerlo utilizando la violencia, atropellaron otros derechos igualmente consagrados en nuestra Constitución, como son la vida, la movilidad, la alimentación, el trabajo y el acceso oportuno a la salud.


Yo se que todavía, seguimos viviendo unos momentos con muchas dificultades que afectan a millones de nuestros conciudadanos. Pero se también, que dependiendo de cómo los manejamos, podemos tener en nuestros manos un problema aún mayor o una inmensa oportunidad. 


Para demostrarlo, quiero compartir  una pequeña historia que ilustra la invitación que quiero hacerles hoy, y que he utilizado en otras oportunidades en Origen. Pienso que les puede inspirar hacia adelante, para sacarle más provecho al afrontar los retos que les presente el camino de la vida.



Víctor Frankl , fue un psiquiatra y filósofo austriaco que en 1942, cuando los Nazis habían invadido su país, terminó en dos de los peores campos de concentración: Auschwitz y Dachau, donde exterminaron la vida de millones de judíos. 


Pues bien, para no dejarse destruir física y psicológicamente durante los tres años de cautiverio que padeció, se propuso tres cosas:  aprender, ayudar a otros y poder contar su experiencia. Estas fueron las bases que le dieron un propósito superior,  que mantuvo viva su esperanza  de poder sobrevivir, cuando tanta gente, incluyendo toda su familia, no lo logró. Más tarde escribió su famosísimo libro: “El hombre en busque de sentido” 


El caso de Frankl me parece muy oportuno recordarlo en estos momentos, porque trae a la memoria la inmensa capacidad que tenemos los seres humanos de superar las condiciones más complejas. También, deja varias lecciones muy importantes para enfrentar la época turbulenta en que vivimos y para sacarle un mayor provecho a lo aprendido con Origen:


    • Tener un propósito superior que nos permita no dejarnos invadir por la desesperanza, el miedo o la desesperación, para darle sentido a los que somos y hacemos. No intentarlo es resignarse a estar muertos en vida
    • Mantener una actitud siempre abierta al aprendizaje, porque como Frankl nos lo demostró, siempre, lo podremos hacer aún en las peores momentos de nuestra existencia.
    • Superar la tentación al aislamiento en momentos de crisis, para conectarse con la voluntad de servir a los demás. Esto da sentido y alegria, y es un gran antídoto para la depresión y la desesperanza .
    • Compartir con otros las experiencias difíciles vividas, para mostrar que siempre tenemos la posibilidad de superarlas y poder beneficiar a otras personas que estén en circunstancias similares.
    • Pararse como observador diferente de su propia vida, para abrir las puertas a muchas posibilidades, que si no lo hacemos, se nos cierran en nuestras narices. 
    • Resaltar el poder del buen ejemplo para contrarrestar,  en la balanza de la vida, el de los malos ejemplos que nos impiden crecer como seres humanos y que nos enturbian la razón.


Afortunadamente hoy estamos muy lejos en Colombia, de pasar por una situación tan dramática como la que experimentó Frankl en los campos de exterminio de la Alemania Nazi, donde millones de personas perdieron la vida. Pero en estas épocas difíciles que se han producido por la pandémica, y otras que vendrán, si podemos aprender de su ejemplo, para superarlas, y crecer en el proceso.


No se puede minimizar la crisis económica y social que generó la pandemia. Tampoco se pueden minimizar los riesgos que enfrentamos hacia adelante como sociedad. Tenemos en los próximos meses un entorno electoral muy complejo donde se va decidir el futuro de nuestro país. Es un proceso que va a enfrentar a la sociedad colombina,  con sus miedos, sus creencias y sus preocupaciones, pero también, con las oportunidades de crecimiento que se podrían  encontrar.


Lamentablemente, si algo ha evidenciado la pandémica y las dinámicas que hemos visto en estos últimos años, en el mundo y en nuestro país, es un profundo vacío de liderazgo político. Es una realidad que se quiere aprovechar por algunos dirigentes, que desde los extremos del espectro político, buscan capitalizar ofreciendo el oro y el moro, con soluciones mágicas a los problemas muy complejos que tenemos, en momentos donde hay una gran desesperanza y desorientación en la sociedad. 


El punto anterior señala la urgencia  de encontrar un norte común, un propósito superior que le dé sentido a nuestra existencia, que nos devuelva la esperanza y la energía para superar los múltiples obstáculos que vamos a seguir encontrando en el camino, especialmente, si vamos a ejercer el liderazgo que es la razón por la cual ustedes vivieron la experiencia de Origen. 


Pero el mensaje que espero que les haya quedado muy claro, es que las verdaderas soluciones a nuestros problemas como país, a nivel regional y local,  solo se podrán conseguir si las trabajamos colectivamente, y no cada uno por su cuenta. Vivimos un mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo, donde no hay posibilidad alguna, de que las soluciones las tenga un individuo o una organización.  


Como los desafíos en el ejercicio del liderazgo son tan grandes, independientemente del contexto donde  se  realicen, necesitamos pararnos en valores trascendentes como son: la solidaridad, la inclusión, la colaboración y el respeto a los demás. Y también, que tengamos la capacidad empática para poder tenderle la mano a otros que nos encontremos en el camino. 


Con el comentario anterior, debemos entender que las propuestas que promuevan la cultura del sálvese el quien pueda, la polarización, la descalificación del otro, la indiferencia y la desconexión con nuestro entorno que debemos de cuidar, no nos va a permitir superar la crisis actual. Tampoco podremos mejorar significativamente como sociedad. 


Y para lograr que el mensaje cale en lo más profundo del alma de nuestra sociedad, vamos a necesitar personas que se conviertan en modelos de rol positivos a todos los niveles, para que con sus acciones en beneficio de los demás, ayuden a liderar el proceso de cambio que requerimos hacer. 


Vamos a necesitar un nuevo concepto de liderazgo colectivo, sustentado por el ejemplo de muchas personas con capacidad de orientar a otros en función de un bien comun que permita construir ciudadanía y que soporte el sistema democrático, que hoy se encuentra atacado por varios frentes. 


Necesitamos personas que se constituyan en comunidades de liderazgo, conectadas entre sí, para lograr que el buen ejemplo le haga el contrapeso, a una narrativa de desesperación y miedo que hoy nos invade. 


Necesitamos construir una nueva historia, que nos devuelva a todos la confianza y la esperanza, de que unidos, podemos más que divididos, y que somos más los que queremos construir y no destruir. 


Para terminar esta palabras en el día de hoy, es la invitación a una aventura donde van a poner a prueba lo aprendido en Oriegen. Es un viaje para muchos de ustedes que va a significar un antes y un después. En épocas de tanto escepticismo, es una invitación a soñar. Por esta razón, quiero que cierren los ojos y se dejen transportar en el tiempo hacia el futuro en una década. 


Están ustedes leyendo un artículo en diciembre  del  2031 con el título: Motores de Esperanza, un movimiento social que está transformando a Colombia. En él se  recoge la experiencia de una red a nivel nacional , conformada por más de mil nodos en todo el país de comunidades de liderazgo, que ya cuenta con más de 100.000 personas, que están  liderando 50.000 iniciativas de alto impacto en sus regiones. Ha sido un proceso donde todos han aprendido de las experiencias de los demás. 


En ese artículo se describe como logró Origen, en alianza con otras muchas organizaciones, jugar un papel muy relevante en el proceso. Es la historia de una comunidad que decidió tender puentes en sus áreas de influencia, donde han actuado para neutralizar la polarización que había sido la marca de la década.  


En resumen, la invitación y el reto que les quisiera hacer hoy es a contestarnos la siguiente pregunta: ¿Será que ese sueño lo podemos todos volver una realidad? ¿Queremos que en diez años esta  sea la historia que nos quisiéramos creer y poder contar? 


Les puedo garantizar que si transformamos la narrativa actual de desesperanza, miedo, odio y polarización, aprovechando las lecciones que nos deja la experiencia de  Víctor Frankl en un campo de concentración, estaremos haciendo colectivamente un gran aporte a la transformación del país.  


Ese sería su aporte  para cambiar el pesimismo actual que nos invade, y la creencia de que alguien nos va a hacer el milagro, por una visión colectiva  mucho más esperanzadora y positiva, que capitalice lo que tenemos y podemos aportar entre todos. Para lograrlo, necesitamos despertar el liderazgo colectivo, que es el gran propósito que tiene Oriegen al movilizar la red de más de 2500 personas, que como ustedes, han tenido la vivencia que hoy están concluyendo. 


Solo si adoptamos colectivamente este cambio de mentalidad, les repito que es posible volver el sueño una realidad, que haga brillar  los ojos  de millones de colombianos, porque han recuperado la esperanza, el orgullo de un futuro mejor y los ha hecho creer de nuevo en su pais. Está en sus manos decidir aportar y sostener a este gran propósito que necesita Colombia


Con las palabras anteriores en sus mentes, nuestra tarea en Origen es aportar a construir  esta nueva realidad de un gran movimiento de liderazgo colectivo en el país. Al  cerrar el proceso de formación y potencialización para ejercer el liderazgo, su siguiente paso con nosotros es participar muy activamente para fortalecer  nuestra  comunidad,  ampliar la red e inspirar a otras personas a sumarse a esta aventura para transformar a nuestro pais.


domingo, 12 de diciembre de 2021

El poder de las historias para reimaginar el futuro.

 



En un blog de hace un mes, escribí sobre el poder de las historias. Fue un aporte muy bien recibido que entró en sintonía con muchos de mis lectores. El tema lo he vuelto a retomar con motivo de una presentación que voy a hacer mañana en una ceremonia para celebrar una década de la Corporacion Connect Bogotá. 

Mi aporte como Presidente del a Concejo de esta organización, va a ser una propuesta para construir el siguiente capítulo de la historia, sobre el papel que debemos tener para seguir aportándole al ecosistema de Ciencia, Tecnología , Innovación y Emprendimiento de la región y al país. 


Mi propuesta busca invitar a las empresas y universidades que nos apoyan, a incorporarse muy activamente al desarrollo  de esta iniciativa que debe continuar. Con este fin, me pareció interesante hacer algunos comentarios adicionales, a los que ya hiciera en el blog anterior sobre este tema, en relación al papel de las historias como herramientas para el liderazgo que facilitan el inspirar, pero también alertar cuando son utilizadas para confundir y desorientar. 


Desde esta perspectiva, es una invitación para hacernos una pregunta muy importante: ¿cuál es la historia que nos queremos creer como sociedad que sirve de marco para el aporte que queremos hacer desde Connect?



Las historias que nos contamos pueden tener un papel muy positivo e inspirador, tanto si nos referimos al pasado, como si lo hacemos para proyectarnos al futuro. Pero tienen su lado negativo, que si no se tiene en cuenta, el resultado puede propiciar decisiones e interpretaciones erróneas sobre la realidad. Veamos algunos puntos que se deben de tener en cuenta a los ya anotados hace un mes en mi blog sobre el tema 


Yo parto de un supuesto, que cada vez lo veo  con mayor claridad y validez. No hay conciencia por parte de  millones de colombianos, que la historia que se cuentan de su país,  les define su identidad y la realidad que quieren ver. También,  que condiciona sus posibilidades de avanzar. 


Para estas personas,  la  historia que tienen de Colombia es muy negativa. Define su realidad, sin entender  que es solo eso: una historia que es producto de su imaginación, y por lo tanto está hecha de ficciones. Estas son el producto de los filtros constituidos por supuestos, creencias y valores que han  adoptado, a través  de los cuales, de manera consciente o inconscientemente, interpretan su realidad pero que no se atreven a cuestionar su validez.  Otros colombianos tenemos una historia posiblemente más positiva y esperanzadora pero realista de nuestra realidad .


De cualquier manera, ya sea una historia positiva o negativa, al no cuestionar o no ver con escepticismo sus fuentes, ni los filtros que la sustentan, reforzamos y generamos un círculo vicioso  muy complejo que distorsiona la forma de percibir esta realidad.  Esto permite explicar, porque para muchos colombianos, la historia que se cuentan, se ha convertido en un ancla que llevan en el cuello, y que los mantiene rumiando el pasado, imposibilitando tener conversaciones de futuro que son tan necesarias para avanzar. 



La inclinación natural a darle más credibilidad a las noticias negativas, que pueden ser falsas, es explotada por quienes utilizan las redes sociales para propagar las “fake news” que tanto daño han generado. Se han vuelto un arma de desinformación para atacar el buen nombre de las personas, cambiar la dinámica electoral, y generar pánico o miedo. Así se manipula más fácilmente la opinión pública con mucha efectividad.



Ahora veamos el uso positivo de las historias. ¿ Porqué  es tan importante promover este tipo de narrativas innovadoras, esperanzadoras y compartidas, que sean fáciles de comprender? Por una razón muy poderosa que hoy en día se utiliza cada vez más:  los seres humanos nos entendemos y comunicamos mejor a través de ellas. No tienen que ser ciertas pero son más creíbles si involucran realidades o verdades  reconocidas. Son el medio para crear una identidad común y cohesión social.  En muchas ocasiones, estas son prioridades por encima de la de buscar la realidad. 


Pero también, las historia son muy importantes para generar preguntas que no se hacen y desarrollar conversaciones sobre los temas importantes que no tienen la atención requerida


El contar una buena historia es el instrumento más persuasivo para inspirar y mover a la gente, por lo que es una herramienta esencial en el ejercicio del liderazgo.  Por esta razón, en un ambiente de pesimismo y desesperanza, como el que hoy tenemos, es imperativo el construir historias diferentes, que nos devuelvan la confianza en nosotros mismos y nuestras instituciones, 



Una historia inspiradora nos habilite para ser los autores de nuestro propio destino, sin esperar los milagros ofrecidos por charlatanees y caudillos, que creen poder tener  las soluciones a los grandes retos del país. Porque, como ya lo he explicado en blogs anteriores , en esta época de tanta complejidad, volatilidad y cambios, estas promesas simplemente no son creíbles ni realista de lograr por una persona o una institución. Se requiere de la inteligencia y el liderazgo colectivo para lograr construir una nueva realidad.


Al estructurar nuevas historias, hay que entender que estas deben de ser adaptables y compatibles con unas realidades que cambian todos los días. Las que fueron relevante antes , pueden no serlo hoy y mucho menos proyectables hacia el futuro, especialmente por los cambios tecnológicos. 


Hay que comprender que, las historias que nos contamos y no cuestionamos, generan confort y seguridad. Esto explica el porque son tan difíciles de cambiar. El problema es que muchas de ellas se fundamentan en la nostalgia de un pasado que se percibe como mejor. Otro peligro que existe es el de confundir las historias con la realidad


También, hay otro peligro: algunas  historias que sirvieron en el pasado hoy ya no se sintonizan con los cambios en el entorno.  Dejaron de ofrecer una visión realista y positiva de lo que es posible lograr para enfrentar los retos actuales. 


Por ejemplo, el historiador e investigador Yuval Noha Harari, en su libro: “21 lecciones para el siglo XXI”  afirma que algunas  historias que sustentaron el desarrollo del siglo XX, relacionadas con la religión, el nacionalismo, los derechos humanos y el liberalismo, que han soportado la historia de la democracia en este periodo, están colapsando y se necesita con urgencia otras que las reemplacen.


A la luz de lo anterior, es indudable qué hay una necesidad para construir una nueva narrativa de país. Una donde por ejemplo, se han generado grandes innovaciones sociales, como son las redes de comunidades de liderazgo colectivo, pero también nuevos modelos de negocios más incluyentes. Es necesario utilizar la creatividad y la imaginación para poder innovar en la construcción de esta nueva narrativa. Ver mi blog de la semana pasada. 



En países como el nuestro, se necesitan muchas más historias esperanzadoras, ancladas en los resultados positivos que deberíamos de reconocer, como fundamento para cambiar la realidad que hoy nos agobia y así, aprovecharlos. Si lo logramos,  podremos cambiar la narrativa que hemos construido, que nos impide avanzar, haciendo un tremendo aporte al fortalecimiento de  la  Innovación como palanca para el desarrollo,  en lo social, lo económico, y lo político. 


Con estos comentarios, espero haber podido aportar a contestar la pregunta que formule sobre la historia que nos queremos cree. Veo que la innovación y las organizaciones como a Connect, tienen que evolucionar para aportar con nuevas historias donde  se desarrollen nuevos espacio de relacionamiento. En la actualidad, es lo que vamos a comenzar a hacer desde enero para ayudar al despegue de un gran proyecto de redes de comunidades de liderazgo colectivo, apalancadas por la ciencia, la tecnología, la innovación y el emprendimiento. 


Este tipo de iniciativas, formuladas a partir de una narrativa diferente,  deben de motivar la participación activa  de muchas  instituciones de educación superior, empresas y otros actores, que se han comenzado a unir al rededor de un propósito superior.  


Buscamos construir una nueva historia que nos habilite para identificar las oportunidades inmensas de transformación innovadora que podemos lograr, y que responde a la historia que nos queremos creer para nuestro país . Sería una demostración del poder de las historias para reimaginar el futuro. Si lo conseguimos, es posible soñar que Colombia sea vista como un referente de vanguardia a nivel internacional.