Entrada destacada

A veces SI a veces NO...

Finalmente se firmó el acuerdo con las FARC. Por esta razón, en  las próximos semanas, me propongo oír la letra de la canción de Julio Igles...

sábado, 12 de julio de 2025

  


¿Cuál es el país que se tiene que gobernar después del 7 de agosto del 2026?

En medio de la confusión, la desorientación y la avalancha diaria de escándalos y malas noticias, comienzan a movilizarse numerosos grupos ciudadanos provenientes de distintos orígenes y trayectorias. Son personas que están despertando y comprendiendo que permanecer como espectadores ya no es una opción válida frente al proceso de destrucción del país promovido por el presidente Petro y su círculo más cercano.

Quienes venimos dedicando tiempo y esfuerzo a preparar estrategias de cara a las elecciones de 2026 empezamos a dimensionar el tamaño real del desafío que enfrentamos como sociedad. Por eso, he querido hacer una pausa en la serie de blogs que estoy desarrollando sobre el país de las emociones tristes, para compartir algunas reflexiones sobre los principales retos que, en mi criterio, deben ser abordados con urgencia.

Primer reto: derrotar la fragmentación

El primer gran reto consiste en dejar en la puerta los egos, los juicios mal fundados, el escepticismo y la desconfianza. Todos los grupos que ya están trabajando —o comenzando a organizarse— deben entender que el pecado capital que no podemos cometer es la fragmentación de esfuerzos.

No hay tiempo ni recursos que perder, especialmente cuando nos enfrentamos a un gobierno que, financiado con nuestros impuestos, ha montado una maquinaria sistemática de desinformación. Un régimen que ha demostrado no tener límites éticos ni morales, y que actúa con una frialdad criminal frente al costo institucional, social y económico de su gestión. 

Este desafío nos interpela desde lo más profundo: necesitamos reencontrarnos como sociedad y construir una causa común que nos inspire a sumar fuerzas. La estrategia que articule este propósito debe tener, al menos, tres pilares vitales:

1. Escuchar y amplificar la voz de millones de colombianos que hoy sufren por decisiones que les han arrebatado la salud, la vivienda, la educación y la seguridad.

2. Reconocer y celebrar a miles de compatriotas que, contra toda adversidad, siguen siendo faros de esperanza y dignidad con su ejemplo de vida.

3. Desarrollar el ejercicio del liderazgo colectivo corresponsable para enfrentar el inmenso reto de deconstruir a nuestro país y sembrar las bases que corrijan los que nos llevó a Petro.


La tarea es inédita y pondrá a prueba nuestras fortalezas —y debilidades— culturales. No se trata solo de actuar; se trata de actuar bien, actuar juntos y actuar ya. 

Segundo reto: construir equipos y estructura de gobernanza anticipada

Será indispensable conformar equipos técnicos de tiempo completo, apoyados por voluntarios organizados en áreas temáticas claves. Esto requiere diseñar un esquema de gobernanza eficiente, que permita coordinar tareas y hacer seguimiento tanto a nivel regional como nacional.

No estamos frente a una campaña convencional. Estamos ante una operación estratégica de reconstrucción nacional. Y esto implica preparación, organización y capacidad operativa desde ahora.

Tercer reto: anticipar y mapear los riesgos que enfrentará  el nuevo gobierno

Uno de los errores más costosos sería subestimar el campo minado que recibirá el próximo presidente o presidenta. Por eso, es urgente construir un mapa explícito de riesgos, alimentado desde ya con inteligencia técnica y política.

Cinco desafíos críticos sobresalen:

  • Desminar las instituciones del Estado, muchas de las cuales quedarán capturadas, paralizadas o desmanteladas, como ocurrió al final del mandato de Petro en Bogotá. Este proceso exigirá reconstruir desde cero memorias institucionales y las capacidades que han sido borradas deliberadamente.
  • Con Petro, la idea del “cambio” quedó mancillada y los avances del país fueron desdibujados. El desafío ahora será resignificar ese cambio, visibilizar y reconocer lo que sí se ha logrado, y gestionar las expectativas frustradas de una ciudadanía que se siente traicionada y la cultura del inmediatismo de los jóvenes..
  • Conformar grupos de trabajo para temas estratégicos como finanzas, salud, seguridad y justicia. Estos equipos deberán comenzar cuanto antes a identificar el estado real en que quedarán las instituciones y proponer líneas de acción viables. Es previsible que el gobierno actual intentará dejar amarradas muchas decisiones para dificultar la transición.
  • Tener un nuevo Congreso a la altura de los inmensos retos que tendrá Colombia cuando salga Petro del poder. Este es un tema crítico al que hay que ponerle toda atención y prioridad
  • Impedir que hagan fraude el las elecciones como sucedió en Venezuela.

Cuarto reto: definir el perfil del liderazgo que Colombia necesita

La magnitud del reto por venir exige repensar el tipo de liderazgo que debemos promover. No se trata simplemente de buscar un buen candidato o candidata, sino de identificar a una persona capaz de liderar un proceso colectivo de reconstrucción.

Propongo ocho condiciones fundamentales para ese perfil:

  1. Reconocer su vulnerabilidad. No necesitamos un salvador solitario, ni un mesías o un caudillo, sino alguien consciente de que solo con un equipo de excelencia y el respaldo mayoritario de la población, podrá enfrentar y liderar el desafío..No es solo su problema, es el llamado a todos los colombianos. 
  2. Tener una extraordinaria capacidad de escucha e interpretación de la sociedad, para construir un programa que responda al sentir profundo de la ciudadanía.
  3. Ser un líder que no solo gobierne, sino que resignifique el ejercicio de la política. Alguien que inspire desde la palabra y el ejemplo, que convoque a partir de un propósito superior y que transforme la pedagogía ciudadana en una herramienta para despertar el sentido de pertenencia y corresponsabilidad. En un país que, desde 2026, descentralizará buena parte de su presupuesto hacia las regiones, el próximo presidente deberá saber interpretar esta nueva Colombia: más diversa, más territorial y más exigente en su democracia.
  4. Tener conciencia de sus limitaciones, especialmente del corto período de cuatro años para una tarea titánica. Debe verse como parte de un equipo de relevos, más que como el protagonista absoluto.
  5. Tener la madurez para rodearse de personas más preparadas en temas clave, manejar con humildad su ego y controlar el de sus colaboradores, para hacer florecer lo mejor de su equipo de alto rendimiento y ponerlo al servicio del país
  6. Tender puentes entre actores de un país diverso profundamente polarizado, y entre generaciones,  aprovechando la diversidad regional y la demografía, como un activos y no como un obstáculos. El próximo líder deberá ser un tejedor de confianza para Colombia
  7. Valorar los avances logrados como sociedad, para construir sobre lo construido, liderar los cambios necesarios, apoyándose en procesos pedagógicos que expliquen, den sentido, convoquen y movilicen.
  8. Saber modular las expectativas y la cultura del inmediatismo que imponen las redes sociales es una condición esencial. El próximo liderazgo deberá comprender que lo que está en juego es una apuesta de largo plazo, donde la sostenibilidad será crítica. Esto exige una profunda madurez emocional para afrontar las tensiones inherentes al proceso. Como afirma Ronald Heifetz, director de la Escuela de Liderazgo de Harvard: “Liderar procesos complejos de cambio es como caminar sobre el filo de una navaja.

  9. Necesitamos volver a encender el alma de un país que muchos sienten apagado. Recuperar un sentido de identidad que toque el corazón de quienes ya no ven futuro aquí, que han perdido la esperanza y piensan en irse —o ya se han ido. Más de dos millones de colombianos han migrado, y cada día son más. A nuestros jóvenes debemos ofrecerles una razón que les hable al alma, que los conmueva, que los inspire a quedarse y ser parte de la reconstrucción de Colombia. No por obligación, sino por convicción.

Quinto reto: formar ciudadanos emocionalmente maduros

Este último reto lo retomo de un blog anterior: la gran apuesta ética y emocional del presente es sembrar las semillas de una política distinta, que solo será posible si formamos ciudadanos emocionalmente maduros y corresponsables.

Una ciudadanía capaz de indignarse sin odiar, de oponerse sin destruir, de soñar sin delirar. Porque el cambio político no será sostenible si no viene acompañado de una transformación cultural profunda. Y esa tarea no se le puede delegar a un candidato. Es tarea de todos.

¿Queremos un país gobernable? Entonces debemos empezar hoy a construir la gobernabilidad desde la base social, emocional y ética del poder. Lo que hagamos —o dejemos de hacer— entre hoy y el 7 de agosto del 2026 será determinante.

No se trata solo de ganar unas elecciones. Se trata de reconstruir el alma de una nación.

PD: sugiero

 al lector ver el blog a de la última semana, que por razones que no he podido identificar, parece que no se subió a la Web y no quedó publicado

Los comentarios en este blog son personales y no comprometen a las organizaciones en las que yo participo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Favor colocar aquí sus comentarios