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viernes, 17 de enero de 2014

Un viaje al sentido de la tercera edad en el sur este asiático


En este fin de año, tuvimos con mi señora la oportunidad de viajar por varios países del Sur este asiático. En esta ocasión,  queríamos conocer la parte rural de Tailandia, Laos, Birmania y Vietnam. Hubo muchas cosas que me llamaron la atención y sobre las cuales voy a compartir con mis lectores. En este blog, me voy a referir a algunas reflexiones que nos surgieron de la visita a muchas aldeas de las minorías étnicas, sobre el sentido de "los adultos mayores" en su comunidad.

El tema es de especial interés para mi señora, porque desde hace muchos años, apoya un hogar de ancianos enfermos, abandonados por sus familias. Por esta razón, en cada sitio que visitamos en este viaje, ella se acercaba a conversar con personas similares.  Con la ayuda del traductor que nos acompañaba, nos pudimos enterar de su modo de vida y del papel que juegan en sus núcleos familiares.

En estas culturas, las personas que llegan a edad avanzada, son cuidadas y respetadas como parte de una tradición familiar.

Mientras la tendencia de los jóvenes en las zonas urbanas, es a demorarse cada vez más en casarse y tener una relación estable, en estos países, mayoritariamente rurales, los campesinos se casan muy jóvenes cuando tienen  apenas 16 a 17 años.




Con niveles educativos muy bajos, el control natal es nulo, y por lo tanto, es muy común  ver niñas muy jóvenes con sus trajes multicolores y un hijo envuelto como un bulto a sus espaldas. Acostumbrados a trabajar en el campo desde niños, siguen en esta actividad y dejan a sus hijos en manos de sus abuelos. Estos asumen una labor muy importante en la educación de sus nietos mientras sus padres están fuera del hogar durante el día.

Por ejemplo en Vietnam, por tradición cultural, el hijo mayor, normalmente se encarga de sus padres, y es común encontrarse bajo un mismo techo, a abuelos, bisabuelos y hasta tatarabuelos. Los otros hijos visitan la casa de sus padres en ocasiones especiales llevándoles un regalo en un sobre rojo que lo llaman "el dinero de la suerte", para desearles una larga vida y recordarles la importancia que tienen sus padres para ellos y la unidad familiar.

En una aldea en el norte de Vietnam, en la frontera con la China, pudimos conversar con una anciana de 101 años, lúcida y muy bien conservada. Al parecer, este no era un caso insólito en la región. Cuando indagamos como lograban mantenerse en buena salud personas como ella, teniendo en cuenta las condiciones muy precarias sanitarias que en general pudimos observar, la respuesta nos sorprendió. Parece ser que la receta para una vida larga y con buena salud consiste en caminar todo el día, comer principalmente arroz y vegetales, y contar con el respeto y cuidado de sus familiares más cercanos.

Lo interesante de esta experiencia es que nos recordaba el caso de campesinos en Colombia. Al igual que sus homólogos de Vietnam, estas personas, pueden llegar a edades avanzadas viviendo una vida muy austera. La madre de una de nuestros empleados que vive en Boyacá , a los 94 años, camina varias horas todos los días, para ir al pueblito más cercano a vender la leche  que ella misma ordeña. La diferencia en este caso, es que ella vive sola, ya que sus hijos están en Bogotá.

En países como Laos y Birmania, alrededor de  75% de la población es rural, al contrario de lo que hoy está pasando en Colombia. Por esta razón, el papel de los adultos mayores en esta región del mundo, es clave en la formación de la unidad familiar. Como ya lo mencionaba anteriormente, normalmente asumen la responsabilidad de cuidar a sus nietos y bisnietos, mientras los padres están afuera en el campo, arando, pescando o cuidando el ganado.

Una observación al margen del tema principal. En general en los países que visitamos, encontramos un aseo y un orden impresionante en las aldeas más humildes a donde llegábamos por fuera de las rutas del turismo tradicional. Es especialmente notorio el caso de la gente en Birmania y Laos, que nos llamó la atención porque su ambiente limpio y bien tenido,  le dan un toque muy especial a las condiciones de humilde sencillez, en que viven los campesinos en estos países.

Contrastan mucho estos ejemplos con lo que vimos hace unos años en Cambodia, donde los niños se bañaban con los marranos en medio de un desaseo impresionante.  Lamentablemente, situaciones como estas se viven hoy en varias zonas del Chocó, en Tumaco y Buenaventura en Colombia.  Una reflexión que nos surgió viendo estos pueblitos campesinos: la pobreza manejada dignamente, permite a la gente vivir con una calidad de vida superior, como lo pudimos observar en este viaje. Cuando hay desaseó y desorden, la pobreza se vuelve miseria con un impacto muy dramático en la gente.

Pero el tema de acercarnos a los ancianos en nuestro viaje, también era de especial interés, porque pocos días antes de iniciar nuestro recorrido, una persona muy cercana a mi señora, murió a los 90 años. "Ita", como cariñosamente la llamábamos quienes la conocíamos, fue un ejemplo de servicio y entrega incondicional. Tres generaciones, incluyendo mis nietos, la tuvieron cerca con su ejemplo, humor y sabiduría. De alguna manera, nuestro encuentro con personas de la tercera edad en este viaje, fue un homenaje de gratitud a su entrega incondicional, su fidelidad y a la huella indeleble que dejó en la familia.

Al ver el papel tan importante que juegan los ancianos en estas culturas tan lejanas a las nuestras, siendo un tema tan cercano a nuestra familia, con mi señora hacíamos unas reflexiones adicionales sobre dos palabras que nos estuvieron acompañando en este recorrido maravilloso. La primera de ellas: el legado o la huella que dejan estas personas a las generaciones que las siguen. La segunda: la sensibilidad por el otro, especialmente cuando se trata de personas de la tercera edad
 
Definitivamente lo que uno siembra, se recoge con creces más adelante. Si durante la vida una persona deja una huella de cariño y  de entrega, eso será lo que reciba al final de sus días, como fue el caso de Ita, y claramente de la anciana centenaria que vimos en Vietnam. Por esta razón, la gratitud de los suyos, es tan importante porque fueron personas que entregaron toda una vida de servicio a los demás. Entrega y servicio son dos palabras mágicas que hacen la diferencia y que lamentablemente hoy son cada vez más escasas.

Pero si es lo contrario, los múltiples ejemplos que se ven en el Hogar para Adultos Mayores de mi señora, demuestran que el final de los días de una persona, también pueden ser muy tristes. No debe de haber cosa más dura en la vida que llegar a la tercera edad abandonado como un mueble viejo en cualquier rincon, sin importarle a nadie, sin el cariño de sus hijos, ni el calor de un hogar.

Mientras en los ejemplos que vimos en los países visitados, el anciano es respetado y cuidado como un deber de la familia, al hogar que ayuda mi señora, llegan personas abandonadas por sus familias y en condiciones muy precarias de salud. En algunos casos, se pudo averiguar que cuando estaban más jóvenes, fueron personas con un historial de violencia y malos tratos a sus familiares. En otros casos, estas personas se consideraban que eran una carga para sus hijos, quienes buscaban entregarle a otros la responsabilidad de su cuidado.

Por lo anterior vale una consideración final. No importa cuales hayan sido las razones por las cuales estos ancianos se les haya arrumado como muebles viejos y ya inservibles. Lo que es impresionante es ver la insensibilidad de sus familiares, así como de la gente en general en ayudar a hacer algo de valor por las personas necesitadas de la tercera edad. En otras culturas tan lejanas como las que pudimos visitar, quienes llegan a final de sus días, siguen ocupando un lugar muy importante en la sociedad.

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