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sábado, 4 de octubre de 2014

Las armas son el fracaso de la palabra: sentémonos a conversar

En mi empeño por liderar la iniciativa de Innovacion para la paz desde hace dos años, cada vez mas estoy convencido de que en Colombia se debaten dos modelos de sociedad y que la brecha entre ellos, es cada vez mayor. La campaña política pasada es una fehaciente demostración de que esto es así. Y lamentablemente, no es fácil mantener la llama del optimismo prendida, cuando suceden casos como el que voy a compartir a continuación.

En esta semana vi la película cuyo título en Ingles es "The Railroad Man" ( Pasado Imborrable), basada en una historia de la vida real. Al igual que la película " Invictus" , ambas deberían ser vistas por todos los colombianos, empezando por quienes están en la Habana, el Senador Uribe y sus seguidores.



En ambas películas se muestra el profundo significado del perdón, y de la necesidad imperiosa de lograrlo, para avanzar colectivamente y a nivel personal. Las recomiendo de todo corazón para que podamos entender, que el esfuerzo actual del proceso con las FARC, es una cuota inicial, que es fundamental si no queremos, seguir bañando de sangre la geografía colombiana.

Tuve el honor de conocer al sacerdote Leonel Narvaez no hace mucho tiempo, a raíz de la iniciativa de Innovacion + Educacion = Desarrollo + Paz. Además, tuve la fortuna de poder escuchar su trayectoria de vida por el mundo entero, aportando a la comprensión del significado profundo del perdón y la reconciliación. También, lo escuché exponer magistralmente el marco conceptual que hay detrás de su trabajo como apóstol de la PAZ, que el utiliza para ayudar a la gente a entender el inmenso reto que enfrentamos en nuestro país.

Por todo lo anterior, me duele en el alma tener que compartir un correo y un artículo que Leonel nos ha remitido a un grupo de personas. En medio de sus palabras  valientes, yo escucho un grito de dolor y un llamado profundo a la reflexión: "Nos enseñaron a resolver los problemas eliminando al otro con las armas. Charlando, entenderemos que las armas son el fracaso de la palabra".  A continuación el correo que recibí y el articulo de Leonel, que nos debe invita a pensar profundamente sobre el momento histórico que vivimos y nuestra participación en el.

"Le comparto esta columna-reflexión que quincenalmente escribo para RECONCILIACIÓN COLOMBIA. En esta ocasión me refiero a las amenazas de muerte que he recibido de Los Rastrojos porque juzgan que promover el perdón es defender a las FARC,  al  ELN y a los que ellos acusan de ser falsos defensores de Derechos humanos. Si llegara a suceder algo, dejo constancia que les perdono de corazón. Hoy, día de Francisco de Asís pedimos que podamos seguir siendo instrumentos de paz para Colombia y para el mundo!  Un saludo de mucho aprecio".

Su artículo:

Es paradójico que te amenacen de muerte porque trabajas por el perdón y la reconciliación. Pareciera crimen atroz reivindicar el derecho a la justicia restaurativa tanto para ofensor como para ofendido reclamando la infinita dignidad  humana que los encarna a los dos.

En ocasiones como estas, no puedes dejar de pensar y de vivir en la fe que ha inspirado tu vocación de servicio y fraternidad. A los que me amenazan les ofrezco anticipado mi perdón y mi comprensión. ¿Para quién más que para un sacerdote católico pueden cobrar especial fuerza las palabras del Redentor en la cruz, cuando se dirige al Padre diciendo "Perdónalos porque no saben lo que hacen"?

Los perdonamos porque entendemos que ustedes no son totalmente responsables de su  equivocación, de su rabia. Alguien en algún lugar les ha infectado su rencor. Ustedes son también victimas como posiblemente lo seremos también nosotros. Nos une la misma suerte del dolor compartido. Sabemos que les han robado el derecho al amor pero jamás podrán quitarles el derecho que tienen a la misericordia y a la ternura de un Dios-Padre-Madre que les ama sin fin más allá de sus fallas y limitaciones. Los perdonamos porque no tenemos miedo a la muerte, mucho más cuando somos hijos de la cruz, llamados a ser ofrenda, corderos que quitan los pecados del mundo.

Ustedes no saben lo que hacen porque las reivindicaciones del respeto a los Derechos Humanos no pararán jamás en el futuro de los pueblos, y porque quienes a hierro matan niegan el futuro de paz para sí mismos y para los suyos; porque las muertes físicas de las personas cuando son violaciones al derecho a la vida, son semillas que encienden más antorchas por la dignidad que las que apagan; porque la verdad de los crímenes demora en constituirse en materia de violaciones a Derechos Humanos, pero no logra ocultarse por siempre. La historia reciente de Colombia así lo muestra.

Los invito a que nos sentemos a conversar. Conversemos primero sobre las armas como el fracaso de la palabra. Pensemos en estos últimos 60 años de historia de Colombia que son posiblemente los que mejor recordemos. Nos impresionará darnos cuenta que de nada han servido las armas y que somos producto manipulado de economías políticas del odio y de miedo, que nos han infectado otros por décadas. Y lo peor de todo, nos daremos cuenta que hay  élites en Colombia (de todo tipo) que nos han trasmitido esta infección de rabia y de odio, que inconscientemente seguimos pasando a otros.

Nos enseñaron a resolver los problemas eliminando al otro con las armas. Charlando, entenderemos que las armas son el fracaso de la palabra. Llegaremos a aceptar que las armas reflejan nuestros cerebros arcaicos y cavernarios y entonces, nos animaremos a hacer esos ascensos históricos y civilizatorios que nos llenan de progreso y de paz.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                              

Segundo: conversaremos sobre lo sublime de la dignidad humana que nos une. El gran Nelson Mandela nos recordará que en mí habitas TÚ y que por tanto debo respetarte y amarte como a mí mismo. En el otro estoy yo y en mi yo habita el otro. Esta suprema dignidad del otro queda superada por cualquier ideología que profesemos. No he dejado de recordar en estos días, al protagonista de la novela “Crimen y Castigo”, Raskolnikov, joven estudiante que consideró que podía quitar la vida de otros para fundamentar sus ideas. El premio de Raskolnikov a su violencia fue el remordimiento sin fin, la trágica crueldad que se vuelve contra el autor de un crimen. He encontrado en las cárceles de Colombia una constante similar a la de Raskolnikov: quien mata a otro ser humano, queda perseguido por la pregunta eterna y angustiante del por qué, cómo y cuándo cayeron en esa tristísima oscuridad del crimen, en el laberinto de la criminalidad compulsiva. Al final, no les queda más que aceptarse como asesinos de sus propias vidas.
Tercero: conversando les comentaré que somos y hemos sido inmensamente ricos al contar como interés fundamental de vida con una desproporcionada ambición por la alegría y por el bienestar en dignidad de uno a uno, todos y cada cual de los hermanos que habitamos el planeta. Hemos vivido la vida en la tranquila sensación del servicio, hemos hecho votos de pobreza, de castidad y de obediencia. Hemos sabido compartir secretos oyendo a quienes requieren, como ustedes, confesar los dolores del alma debidos al maltrato hacia otros y de otros hacia ustedes. Somos ricos, inmensamente ricos en paz y en agradecimiento de muchos a quienes hemos acompañado en horas de dolor e indigencia.
Hoy, gracias al perdón, nos hemos puesto en paz con el Dios y estamos convencidos de que la sangre de muchos como nosotros, tarde o temprano, se convertirá en semilla de paz y felicidad para los colombianos. ¡Les ofrecemos con cariño este evangelio del amor!


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4 comentarios:

  1. Uffff que dolor!!!! Como decia en mi columna pasada 'sin perdon no hay futuro' no podemos seguir pensando ue hay buenos y malos y claro que hay crimenes terribles pero ptobablemente todos hemos tenido algo de responsabilidad tambien en estos. Para perdonar necesitamos primero aceptar que todos somos parte del problema y como dice el Padre reconocernos en el otro como seres humanos. La polarizacion y la radicalizacion solo traeran mas violrncia. Que el Señot proteja y bendiga al Padre en su magnifica labor.

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  2. http://www.youtube.com/watch?v=cT_BX8I_kdw

    este corto refleja de la manera mas elocuente como una sociedad termina concluyendo lo que es la vision de un futuro compartido, y yo la sumaria a las peliculas que deberiamos ver todos los Colombianos, incluso los que estan en la Habana...incluso los que no estan subidos en el tren de la paz

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  3. El deseo y la voluntad de perdonar esta subyacente en todo Colombiano. Que mejor que vivir en armonía!!!. El Estado debe hacer su parte y es lograr la confianza de la ciudadanía, en especial sobre el sistema judicial. Cuando a los ladrones que la policía captura "infraganti" los jueces los liberan por no tener antecedentes, se pierde fe en el Estado. Cuando el porcentaje de castigo a delincuentes es menor del 5%, resulta mejor negocio "ser listo"que ser honrado y la sociedad desarrolla formas alternas al Estado para poder vivir. Se pide mucho a los ciudadanos....creo que es el momento de exigir mas gestión al Estado.

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  4. Supongamos que en el momento en que esten perdonando a Timoshenko esten condenando a los 6.000 mese que pide el fiscal al chofer del bus que se incendio en Fundacion. Usted como resuelve esa contradiccion. Confiese lo que hay en su subconciente: PORQUE ES PODEROSO. Eso es lo que hay en el subconciente de los millones de imbeciles que repiten: SOY CAPAZ.

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