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viernes, 11 de septiembre de 2015

Bangkok y Kula Lumpur ejemplos para Bogotá

Hace muchos años, el socio de mi suegro solía decir: cuando comienzo a ver la carrera séptima en Bogotá como una vía ancha, había llegado el momento de viajar al exterior". En la actualidad yo cambiaría esa frase por otra mas actualizada: "cuando pensamos que no hay solución a los problemas de nuestra ciudad, se vuelve imperativo viajar".

En estas ultimas semanas he tenido la fortuna de estar viajando por varios países del sureste asiático. En esta oportunidad volví a visitar a Bangkok después de mi última visita hace catorce años. En esa época, la capital de Tailandia tenía 6.3 millones de habitantes. Hoy, la ciudad cuenta con 8.5 millones. En su área metropolitana viven 14 millones de personas. En términos de tamaño, se podría hacer un buen paralelo con Bogotá aunque en nuestro caso la población del área extendida es menor.


En mi memoria estaba la imagen de una ciudad caótica por el desorden del tráfico y el caos de las motos que eran ya en esa época un gran problema, como el que pude observar en Saigón y en Hanoi. También, venia prevenido por la situación política de Tailandia y el efecto de un reciente ataque terrorista, en un templo muy concurrido por turistas extranjeros.

A pesar de que el país ha estado muy afectado económicamente en estos últimos meses, y que los militares hoy tienen nuevamente el control absoluto del poder, la ciudad de Bangkok sigue mostrando un gran dinamismo, los centros comerciales llenos de gente, y los turistas, de muchas nacionalidades, se ven por todas partes. El control militar le puso orden al desmadre de las manifestaciones que tuvieron paralizado al país, el año pasado.

Pero si hay algo que me sorprendió tremendamente, fue la manera en que en menos de quince años, resolvieron el problema de la movilidad, de esta fascinante ciudad. La inversión que ha hecho el Gobierno, para enfrentar este problema, hoy se ve reflejada en un sistema combinado de  metro y una red vial que circulan por encima de la ciudad,

La consecuencia de este esfuerzo, es que la gente utiliza menos el automovil y las motos para movilizarse. Las congestiones que yo me recordaba con horror, han mermado de manera notable. Hay zonas más congestionadas, pero la velocidad en estos puntos críticos de la ciudad, es tres veces superior a la que hoy vivimos en Bogotá. Esta fue mi experiencia después de movilizarme por Bangkok durante una semana y de comparar con el caos que hoy vivimos en nuestra ciudad.

Al esfuerzo de infraestructura del Metro, se ha sumado la inversión de mucho dinero para construir autopistas elevadas, que atraviesan la ciudad en todas las direcciones. Esto les ha permitido descongestionar el centro de Bangkok y acelerar la construcción de estas vías. Es mucho más fácil generar corredores viales aéreos, ya que los costos de adquisición de predios se reducen dramáticamente. Pero también, evitan obras muy costosas de viaductos subterráneos, que elevan significativamente el riesgo, el tiempo y la inversión requerida.

El comentario anterior también se aplica para el sistema de transporte masivo del Metro. Con unas estaciones aéreas, que están impecablemente mantenidas, como las de Medellin, el desarrollo de estas obras de infraestructura se acelera, se reduce su  costo y tiempo de ejecución.

Al viajar a Kuala Lumpur, capital de Malasia, me encontré con una situación muy similar a la de Bangkok. Es una ciudad impresionante, dominada por las torres Petronas de 88 pisos y 452 mts de altura. A su alrededor se levantan muchos edificios de cincuenta y mas pisos en un despliegue de arquitectura, que me recordaba a Singapur, Shanghai y Hong Kong.

El ejemplo de Kuala Lumpur es interesante por varios aspectos. Al tomar la decisión de permitir la construcción en altura con alta densidad, buscan combatir el problema de altos costos de la tierra. En algunos casos, estas mega edificaciones son apabuyantes como  sucede en Nueva York. El efecto es especialmente mas impactante por el poco ancho de las vías, donde se desarrollan estos proyectos.

Para muchos urbanistas criollos, esta no es una forma válida  de desarrollar una ciudad. Bajo esta perspectiva, seria valida la crítica de la ausencia de espacios verdes, salvo en contadas excepciones que pude observar. Sin embargo, se ve un especial interés en que la arquitectura de estos edificios generen hitos urbanos, como es el caso de las torres Petronas, que hoy son un símbolo de la ciudad.

Con una población metropolitana de más de 6.5 millones de habitantes, Kuala Lumpur tiene los mismos problemas de urbes de este tamaño y que crecen rápidamente todos los días. La movilidad era un problema tan grave como el de Bangkok. Esta situación se agravó especialmente durante los años 80 y 90, décadas de  crecimiento de la economía por encima del 7%. En ese periodo la ciudad se expandió extraordinariamente, especialmente por la llegada de muchos emigrantes legales e ilegales, atraídos por el éxito económico de Malasia.

Para enfrentar los problemas de transporte generados por el crecimiento, el Gobierno de Malasia tomó dos decisiones muy importantes. La primera fue descentralizar el aparato administrativo del estado, y sacarlo fuera de Kuala Lumpur a una nueva ciudad que está relativamente cerca. La segunda decisión fue desarrollar una infraestructura de transporte masivo de talla mundial. Esta solución cuenta con una combinación de Metro y Monoriel, y una compleja red de vías rápidas de segundo piso que atraviesan la ciudad en todas las direcciones.

Dos países con culturas políticas y religiosas muy diferentes, pero con los problemas similares de crecimiento y desarrollo. En ambos casos, con problemas de disponibilidad de tierra y una historia de informalidad anterior. Y sin embargo, la respuesta al problema de movilidad sigue los mismos patrones: sistemas combinados con infraestructura preferiblemente aérea. El resultado salta a la vista en estos ejemplos de dos ciudades líderes, en esta región tan lejana a nuestro país.

Pienso que los casos de Bangkok y Kuala Lumpur, por su tamaño bastante similar a Bogotá, podrían servir de referente para la discusión que hoy tenemos en la ciudad y que será el tema fundamental para la administración, que inicie su mandato el primero de enero del 2016. En ambos ejemplos, se valida la tesis de Enrique Peñalosa de buscar una solución aérea para el Metro. También se valida la propuesta de Germán Vargas Lleras, de plantear autopistas aéreas para descongestionar los accesos a Bogotá.

Sería excelente que en los debates que faltan antes de las elecciones de octubre, los candidatos a la Alcaldía de Bogotá, nos ofrecieran su visión del mundo y su relevancia para resolver problemas como los de la movilidad. Todos ellos son personas que han viajado, y sin embargo, me llama la atención la falta de referencia a las experiencias en otras partes del mundo,  en sus intervenciones y análisis a los grandes retos de nuestra ciudad.

Termino este blog con la frase con la que lo inicié: "cuando pensamos que no hay solución a los problemas de nuestra ciudad, se vuelve imperativo viajar". No hay que reinventarse la rueda, solo es necesario abrir bien los ojos y ver como se han logrado resolver los complejos problemas urbanos en otras latitudes.

1 comentario:

  1. Como de costumbre es un DELEITE leer a Francisco, no solo por su prosa amigable y sencilla sino por lo acertado de sus análisis. Indudablemente las soluciones combinadas (vías aéreas para autopistas y metro) son la solución más lógica para Bogotá. No se necesita graduarse en Harvard o MIT para saberlo. Basta con observar las soluciones exitosas, PENSAR EN GRANDE y, en especial, tener SENTIDO COMÚN, mucho sentido común, para solucionar tanto los grandes retos que plantea la caótíca movilización en Bogotá, como los cientos de "mangos bajitos", que están a la vista y que podrían ayudar cantidades.

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