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sábado, 25 de marzo de 2017

Lo que los economistas no pueden explicar...

Nos encontramos en un momento en el cual la credibilidad en las instituciones anda por el suelo. Las encuestas recientes en Colombia, muestran que los niveles de pesimismo, han venido aumentando sistemáticamente en las últimas encuestas. Hay una percepción creciente, acerca de la incapacidad del sistema democrático, para responder a las expectativas de la gente. Esto ha aumentado los niveles de desconfianza, apatía y cinismo, que hoy ya son muy altos en la sociedad. ¿Qué está pasando? ¿Cómo explicar estas tendencias?

Cuando el entorno está tan enrarecido, y las dinámicas que afectan la confianza de la gente en las instituciones del Estado, vienen creciendo diariamente, vale la pena analizar la pertinencia  de las aproximaciones tradicionales para enfrentar los problemas de nuestra sociedad.


Situaciones como las que se han presentado recientemente en Gran Bretaña y los Estados Unidos, muestran claramente que las aproximaciones tradicionales agotaron su capacidad para explicar, y proponer soluciones efectivas, a los problemas percibidos por la gente común. El tema se vuelve más urgente, ante el impacto de los cambios acelerados, a los que me he referido en blogs anteriores.

A la luz de la reflexión anterior, me llamó mucho la atención un artículo reciente de Neil Irwing en el NY Times ( Whar if sociologist had as much influence as economist?), sobre la necesidad de vincular otras miradas para explicar el malestar creciente que se ve en la sociedad contemporánea. Ya no es suficiente la perspectiva que ha sido predominante de los economistas, cuya visión del mundo, ha definido las políticas públicas en las últimas décadas.

Las personas  que han sido formadas desde el mundo de la Sociologia, la Antropología, la Historia, la Neurolingística, y la Sicología, son cada día más importantes para entender los problemas actuales que afligen a la sociedad. Sus miradas pueden ser muy útiles para iluminar los puntos obscuros que los economistas no pueden ver, porque su foco está en estudiar la forma como esta y sus miembros funcionan.

Los efectos colaterales del malestar que hoy siente la gente, se ven reflejados en aumentos de las tasas de stress, ansiedad, depresión, drogadicción, suicidios,  enfermedades en sistema inmunológico, etc. Esto a su vez, tiene un impacto creciente en el comportamiento de la gente, y la manera en que se relacionan con los demás. Como resultado, la salud mental y física se ven afectadas, con un inmenso costo para todos.

Y no es solo un problema de salud pública, como podría pensar mucha gente, sus efectos van más allá. La realidad es que tienen un impacto cada vez más creciente en el desempeño general de la sociedad. De nada sirve tener un aumento espectacular en el PIB, si la apatía, la baja productividad y asociatividad, la dificultad creciente para manejar los conflictos sin recurrir a la violencia, son las manifestaciones crecientes de comportamientos que reflejan un malestar general.

Como se puede observar, los problemas más amplios que hoy enfrentamos como sociedad, van mucho más allá de los que tienden a mirar los economistas, y que se suelen ver reflejados en los indicadores tradicionales. Las respuestas que vienen de estos profesionales, si bien son útiles,  son muy parciales para enfrentar la complejidad multidimensional de los problemas que enfrentamos colectivamente.

Como referencia histórica de un cambio en este campo, el articulista del NY Times mencionaba a Walter Mondale, cuando en 1967, propuso que se instaurara el Concejo de Asesores Sociales, para balancear el Concejo de Asesores Económicos, que han sido muy influyentes en la definición de políticas públicas por parte del Presidente de los Estados Unidos. La mirada económica ha sido el paradigma predominante desde los años treinta después de la Gran Depresión

Para ilustrar mejor el tema, un ejemplo interesante que me llamó mucho la atención,  es la aproximación tan diferente que se tiene por parte de un economista y un sociólogo, en relación  a la creación de trabajo en la sociedad. Para el primero, esta  se traduce en un intercambio de dinero por trabajo. Mientras que para el segundo, el foco está en el sentido de identidad y  propósito cuando son rechazados y no encuentran empleo..

Hoy en día, se ve cada vez más claro el papel que juega la cultura en el desarrollo de la sociedad contemporánea. Esta se define como las creencias, modelos mentales y valores, que las personas colectivamente utilizan para filtrar e interpretar la realidad. Bajo esta perspectiva, el desempleo no es solo un tema de ingresos perdidos, pero también, de impacto en la auto imagen y la inseguridad, temas que afectan la dignidad de las personas afectadas. Quien no logra emplearse después de muchos meses, tiende a sentirse impotente y de poco valor como persona y profesional.

Después de la crisis financiera del 2008, se dispararon las tasas de desempleo, especialmente entre los jóvenes en países como Grecia y España. Este fenómeno les generó mucha  inseguridad en temas vitales para sus vidas.  Se generalizó la sensación de impotencia, ante las decisiones que estas personas tienen que tomar, en temas como las relaciones de pareja, la compra de una vivienda, o el permanecer en un puesto de trabajo.

En los paises desarrollados, el desempleo se filtra a través la creencia de la culpabilidad, que lleva a buscar la responsabilidad de la situación personal, en factores que no se entienden, como ha sido recientemente la Globalización. Esta situación es fácilmente explotable por los políticos sin escrúpulos, como es el caso de Trump,  para su propio beneficio, y sin reparar en los inmensos costos que incurre la sociedad.

A partir de la reflexión anterior, se puede comprender mejor la frustración y la ira de los trabajadores blancos que perdieron su empleo, y que con sus votos, sacaron a la GB  de la CE, y pusieron a Trump en la Presidencia de los Estados a Unidos. También,  sirve para explicar el porqué los "expertos economistas", las encuestas y los analistas, no pudieron anticipar el tsunami que ha afectado la estabilidad mundial.

Es evidente que faltó un análisis más multidisciplinario, para explicar el malestar de los votantes en la democracias más avanzadas, y que tomara en cuenta los aspectos sociológicos, históricos, antropológicos, y sicológicos, que estaban detrás de las dinámicas de rechazo a los emigrantes, la globalización, la CE,  etc. Estos problemas no pueden ser explicados solamente desde una visión del PIB, o de las tasas de interés, la inflación, o la devaluación.

Desde la Sociologia y la Sicología, una buena pregunta es si el malestar de la gente en los Estados donde ha habido más destrucción de industrias tradicionales, por el impacto de la tecnología, tiene que ver con la perdida del ingreso, o si además, porque este tipo de economía industrial le daba al trabajador mayor sentido de identidad, que la que ofrecen las economías del conocimiento y el servicio.

En un artículo reciente de Edmund S Phelps en El Tiempo , sobre el impacto de la pérdida de puestos de trabajo en manufactura en los USA, se mencionaba lo siguiente  : " Al perder sus ‘empleos buenos’, estos hombres se quedaron sin la fuente central que les daba significado a sus vidas. El aumento de suicidios y muertes relacionadas con las drogas entre estadounidenses que se halló en el estudio conducido por Anne Case y (el nobel de economía) Angus Deaton es evidencia de dicha pérdida.

Otro ejemplo interesante lo leí en el NY Times, donde se busca analizar desde la siquiatría, el fenómeno de Trump en su pais. Cuando un paciente tiene problemas para enfrentar la realidad parcialmente se dice que padece de neurosis, pero si es total, se dice que padece de psicosis. Desde esta perspectiva, el negar lo hechos en esta época de "post verdad y de hechos alternativos" de Trump, es un fenómeno psicológico social donde hay un ataque sistemático y deliberado para negar la realidad.

Y para completar este análisis, es interesante ver una dimensión diferente para explicar la pobreza. El sociólogo de Harvard Matthew Desmond en su libro "Evicted", muestra como el riesgo permanente de perder el trabajo o la vivienda, genera un sentimiento de inseguridad y dependencia en la población de más bajos ingresos. Con esta óptica, las posibles soluciones a este problema, serían muy diferentes a las propuestas por los economistas de solamente dar subsidios y bajar las tasas de interés, que no atienden el sentimiento de inseguridad de la gente pobre. Para no hablar de los problemas de estigmatización y discriminación que generan esta condición.

Al final, lo importante es preguntarse sobre los cambios en las políticas públicas, que se verían hacia el futuro, si se tuvieran también en cuenta las visiones de las profesiones que analizan a la sociedad, desde una perspectiva cultural y de comportamiento social. Es más fácil cambiar la tasa de interés, que modificar la psicología, la percepción de la realidad e identidad de la gente. Sus efectos ocurren en tiempos muy diferentes. Y sin embargo, estos temas se están volviendo cada vez más críticos para la formulación e implementación de las políticas públicas.

Es cada día más evidente que la solución de los problemas sociales complejos, que tienen un alto impacto en la economía y el desempeño en general de la sociedad, no se pueden abordar solamente desde la perspectiva fría de los indicadores macroeconómicos. El riesgo es tener a un Trump en el poder y una sociedad fragmentada y desorientada, que cada vez cree menos en las instituciones y sus dirigentes.

Hacia adelante,  será cada vez más crítico que haya una compresión más profunda de los fenómenos sociales, para definir e implementar  las políticas públicas, en entornos de grandes cambios y creciente incertidumbre.

PD: dada la pérdida de gobernabilidad que tenemos hoy en Colombia, producto de los escándalos de corrupción y de una sociedad fracturada por un proceso de paz mal liderado, me pregunto ¿cuál sería el análisis sociológico, antropológico y psicológico, que deberíamos tener de nuestra situación de caras a las elecciones del 2018?



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