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sábado, 7 de noviembre de 2020

El cinismo, el legado de Trump



Hace dos décadas Robert Sampson, un académico, hizo un experimento de sociología en la ciudad de Chicago. Dejó miles de cartas con estampillas y una dirección, en diferentes barrios de la ciudad, con el fin de observar el comportamiento de la gente. Lo que descubrió fue muy interesante. Había barrios donde la gente recogía las cartas y se preocupaba por depositarlas, porque entendían que era lo correcto, mientras que en otros, la gente las ignoraba, o las botaba en la basura.

En su investigación descubrió que había una correlación, entre la disposición de entregar las cartas en el correo, con el nivel de “cinismo moral” de la gente, en estos diferentes sectores de la ciudad. Este término se refiere a la disposición a aceptar o no, las leyes y las normas informales de comportamiento, como temas esenciales de convivencia en una sociedad. Según Sampson, cuando el cinismo define el marco de actuación en una sociedad, “se destapa el lado más oscuro de la naturaleza


En el diccionario también se define al cinismo, como la actitud de la persona que miente con descaro y defiende, o practica de forma descarada, impúdica y deshonesta, algo que merece general desaprobación”


Las investigaciones, hechas por el Dr Sampson, demostraron que el cinismo moral, está asociado con niveles de pobreza y de aislamiento racial. En los barrios pobres de Chicago, donde la policía ha usado la violencia contra los negros, o donde hay blancos con muy bajos niveles de educación y el sistema no parece responderles, se puede entender la actitud cínica de la gente que vive en estas circunstancias.

 

Sin embargo, esta actitud también se observa en personas que han sido privilegiadas y extremadamente ricas, como es el caso de Trump, y otros multimillonarios en su país. En este grupo de personas, hay la creencia de que las leyes y las reglas de buen comportamiento, no les aplican a ellos: están por encima de la ley. Y en el caso de Trump, también se le aplica la definición del diccionario: un mentiroso descarado y deshonesto que debería haber merecido una desaprobación general pero que los resultados electorales demuestran que hay cerca de 70 millones de norteamericanos que se identifican con este señor. ¡Increíble! l,

 



En los Estados Unidos, parecería que el cinismo moral, definido por Sampson, se volvió el punto de encuentro entre estos polos opuestos de la sociedad y que Trump los ha unido e interpretado, en detrimento de la estructura moral de la sociedad norteamericana. Pero también, el cinismo ha puesto en evidencia el gran reto de la sociedad contemporánea que se mueve en un entorno tan cuestionable: “la tensión entre las prerrogativas individuales y el bien común”.

 

Para medir el nivel de cinismo, el Dr Sampson utilizó un cuestionario donde le pidió a la gente contestar si, se estaban de acuerdo o en desacuerdo, con afirmaciones como: “las leyes están hechas para ser irrespetadas” , “para hacer dinero hoy en día  ya no hay unas formas correctas o incorrectas, solamente  caminos fáciles o difíciles”, y “es correcto hacer lo que uno quiera mientras no le haga daño a los demás”  

 

Los resultados encontrados se anticiparon, a lo que en estos últimos cuatro años ha sucedido bajo la perversa influencia de Trump. Como presidente, ha dado patente de corso a una cultura donde está bien “el todo vale”, el mentir descaradamente genera millones de adeptos, y donde se ha legitimado desde el más alto cargo, el surgimiento de grupos paramilitares que usan la fuerza para amedrentar a quienes no piensan igual.

 

Pero el nivel de cinismo ha llegado al extremo:  quien se preocupa por otros es un imbécil, las leyes están para romperlas, las normas informales de buen comportamiento no valen y mis mentiras son la verdad. El resultado es un proceso de demolición sin antecedentes en la confianza de la gente en las instituciones y sus dirigentes, y la siembra de la desconfianza en los demás.

 

Pero hay algo más profundo que está sucediendo en la actualidad, y que lo menciona la articulista del NY Times Jennifer Senior sobre estos temas: el inmenso costo que ha generado la pérdida de la confianza en la sociedad norteamericana donde ha desaparecido la generosidad: “Como nación, hemos perdido el sentido de altruismo y de un propósito moral, la voluntad colectiva de hacer lo que es correcto y decente. Vivimos en un estado donde prevalece el nihilismo y donde la corrupción se derrama desde la cúspide. Trump ha normalizado el egoísmo extremo en nuestra sociedad”  

 

El efecto más lamentable que ha dejado Trump en el contexto anterior es el pésimo ejemplo de sus cuatro años en la presidencia de los Estados Unidos. Ha logrado normalizar temas que son aberrantes para una persona en su posición:  el no pagar impuestos, ridiculizar el uso del tapabocas durante la pandemia, el obstruir la justicia con impunidad, el fomento de la violencia por parte de los grupos extremistas de derecha, el irrespeto de las mujeres, la descalificación de las minorías, etc. Estos comportamientos han ido minando las bases de la cultura que hizo de su país, un referente mundial.

 

Y al violar valores como los de la generosidad y el respeto a los demás, ha vulnerado gravemente la capacidad social de enfrentar más efectivamente la pandemia que ha costado más de 230.000 vidas humanas en los Estados Unidos.

 

Los comentarios anteriores, tienen especial importancia en momentos en que se define el resultado de las elecciones norteamericanas, las más votadas y reñidas de la historia de ese país. Los datos que, no son finales, muestran que Trump obtuvo 70 millones de votos, lo cual es sorprendente, porque esas personas votaron por la personificación del cinismo descrito por Sampson. Pero el resultado a la fecha es más alarmante, si se tiene en cuenta que 74 millones de norteamericanos, que habrían podido participar,  decidieron no votar.


 


¿Estados Unidos perdió su alma? Esta pregunta hecha por Peter Singer, profesor de bioética de Princeton, en un artículo publicado este sábado en El Tiempo, resume muy bien el dilema que enfrentará Biden, si finalmente ganaba el poder.  Pues bien esa será la realidad porque los medios acaban de anunciar que ha sido elegido como el nuevo presidente de su país derrotando a Trump. Tendrá que buscar acercar a una nación fracturada y sin rumbo que es el legado que le deja su antecesor. Una victoria histórica y un repudio al cinismo que personificó Trump durante sus cuatro años en el poder.

 

Como puede observar el lector, al leer este blog, y unirlo con el anterior, en el corazón del debate electoral norteamericano, está el rol que juega la cultura y cuáles van a ser sus principales rasgos que van a emerger de la confrontación entre dos visiones y modos de actuación, que hoy se encuentran irremediablemente separados por un gran abismo.

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