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viernes, 27 de noviembre de 2015

Los retos de cambio para las universidades

Para seguir la serie relacionada con el impacto de la tecnología, en la competitividad y la productividad, el Dr. Leonardo Pineda, Director de Investigación, Creatividad e Innovación de la Universidad Jorge Tadeo Lozano, me hizo llegar una información muy pertinente. Tiene que ver con el papel que debe de jugar la Universidad, en el contexto de un mundo cada vez más cambiante, en cuanto a la formación  que le brinda al estudiante para enfrentar esta realidad.

El tema es de una inmensa relevancia, porque las universidades tienen la responsabilidad de preparar a sus alumnos, para ser unas personas valiosas en la sociedad. Pero ya no es suficiente que salgan con el conocimiento de su especialidad, sino que es fundamental que  puedan enfrentar los cambios cada vez más rápidos que se están produciendo, una vez salgan al mundo laboral.


En razón a estas exigencias, la Universidad tiene la responsabilidad de ser un centro de pensamiento y de experimentación activa alineado con estas nuevas realidades . Desde esta óptica, debería de ser un laboratorio vivencial para sus alumnos, que los prepara para aprovechar las oportunidades que surgen de los cambios del entorno. Pero también, porque sirve de faro que ilumina las posibilidades que ofrecen estos cambios generados, a su interior como consecuencia de las investigaciones que hacen, o por los que  provienen del exterior.

Me pregunto si, en el entorno universitario tradicional, se están dando las condiciones necesarias, que preparan al alumno para enfrentar estas nuevas realidades. O si por el contrario, la teoría va por un lado, pero la experiencia individual no está alineada con esta necesidad.

La reflexión anterior implica revisar la coherencia que tienen las instituciones de educación superior, cuando forman a sus alumnos. Es decir, lo que se enseña al interior del claustro universitario es lo que se vive en el, y está en sintonía con las necesidades y demandas del entorno. Yo tengo la sospecha de que esto no es así, porque el cambio no es la característica  que define las organizaciones universitarias.

Y esto me lleva a hacer la siguiente afirmación: se está desperdiciando el componente vivencial, que es cada vez más importante en la educación y formación de un individuo. Sé que esta afirmación no me va a hacer muy popular entre muchos académicos, pero es la realidad que manifiestan los mismos estudiantes y quienes los contratan posteriormente al ingresar al mundo del trabajo.

Cuando se menciona la necesidad de hacer cambios para alinear el discurso con la acción, en función de las nuevas realidades, no me deja de sorprender la respuesta que he le escuchado de personas que vienen del mundo académico: las universidades son distintas a otras organizaciones, por aquello del "ethos universitario", lo cual las hace muy difíciles de cambiar. Traducción: para estas personas, las universidades son las únicas organizaciones inmunes a los cambios del exterior. Lo inverosímil es que, ni la Iglesia Católica, ni las Fuerzas Armadas, representantes de las organizaciones más conservadoras del mundo, hoy pueden hacer esta afirmación. Y si no, que le pregunten al Papa Francisco, cabeza de la Iglesia, o al General Alberto Mejía, cabeza de las FA en Colombia.

Sin embargo, el sector de la educación superior tiene su modelo de negocio muy expuesto a los cambios, gracias al papel de la tecnología, y al ataque de nuevos emprendedores que no se han amedrentado para aprovechar las tendencias mundiales y la inmovilidad que caracteriza  a las universidades.

Las señales están por todas partes. Y mucho me temo, que a ellas les va a pasar lo mismo que  a otros sectores como el de la música, la fotografía, los automóviles, la industria petrolera, los periódicos, la TV, para solo citar algunas. Todos ellos están sufriendo cambios profundos en  sus modelos de negocio. Y como siempre, estos sorprenden porque  han venido de la periferia,  o provienen de otras industrias,  y no los vieron venir. El convencimiento de que su paradigma no podía cambiar los cegó e inmovilizó.

Las universidades venden un servicio a la sociedad. Y si no responden a los cambios, siempre habrá alguien que tendrá un modelo diferente con una mejor propuesta de valor. El Director de Singularity University, lo decía de manera descarnada. El problema para muchas organizaciones que se resisten a transformarse, es que los cambios que tomaban décadas, hoy se producen mucho más rápidamente. Esto significa que hay muy poco margen de error y un tiempo muy corto para reaccionar.

El comentario anterior tiene profundas implicaciones. La primera de ellas, es que la Universidad que quiera mantenerse relevante hacia adelante, debería de ser un laboratorio vivencial para quienes pasan por sus claustros. Es cada vez más claro, que el aprendizaje verdadero se da cuando la teoría y la práctica se encuentran, se confrontan, y se interiorizan las lecciones aprendidas. Este tema es fundamental cuando nos preguntamos sobre el rol de la Universidad en la formación de emprendedores y el cultivo de una cultura de innovación en sus alumnos.

Con el contexto anterior, adquieren una gran importancia las notas de la octava conferencia internacional de la Red de a Tecnología de Sur África este año,  donde el Profesor Deresh Ramjugernath, Vice Canciller de la Universidad  de  KwaZulu-Natal en Sur Africa, desafío a la audiencia con sus comentarios en el contexto del tema central de la reunión: "Entrepreneurship Education for Economic Renewal".

Para este  académico, las universidades deben ayudar al desarrollo y a la construcción de la Nación, focalizando sus esfuerzos en el emprendimiento y la innovación. Sin embargo, según sus palabras: " las universidades están tan motivadas por fórmulas de subsidio, su posición en los rankings mundiales, el ser las primeras o segundas en términos de investigación, que han perdido la perspectiva de lo que significa ser una universidad y su rol en la construcción de una nación". Puedo escuchar el rechinar de los dientes de muchos académicos ante semejante afirmación.

La velocidad de cambio pasmosa que hoy vemos, fue el  telón de fondo de la charla del profesor sur africano. Hoy, un celular inteligente, tiene más capacidad de computación que la disponible por quienes pusieron el primer hombre en la Luna en 1969. Y su comentario de fondo es muy disiente: "tan pronto nos demos cuenta que, como universidades tenemos que cambiar, también nos daremos cuenta de que no es una opción seguir parados, como lo hemos hecho hasta ahora".

Hasta no hace mucho, las universidades jugaban el papel de "proveedores de entrenamiento académico" para unas élites privilegiadas. Hoy, y hacia adelante, su papel debe ser el de "entrenar a la gente" para que sean relevantes en la fuerza laboral de un país. Evidentemente, cada vez más se escuchan los reclamos desde las empresas, sobre la calidad de la formación de los estudiantes que salen de las aulas universitarias. Hay un consenso, de que los egresados, no salen preparados para enfrentar las nuevas realidades nacionales ni globales. Es necesario hacer  posteriormente un gran esfuerzo, para suplir las deficiencias que dejan las universidades.

El punto anterior ha quedado una vez más evidenciado en el informe del Concejo Privado de Competitividad de este año, presentado hace dos semanas, en el cual el 47% de los empleadores reportan dificultades, para encontrar talento humano acorde a las necesidades actuales.

Según lo explicaba el conferencista: " hemos perdido el guión. ¿Cuántos de los graduados están preparados para ingresar de manera efectiva en la fuerza laboral? Hemos exagerado el medir el éxito por el número de ingresados y de graduados. No estamos preocupados por la calidad porque los subsidios que recibimos se pueden disminuir". En el criterio del conferencista, las universidades no están respondiendo a la altura de los retos de la economía del conocimiento. Sus currículos y métodos no están alineados con los desafíos nacionales y globales. Ante esta realidad, la universidad debe ser mucho más emprendedora en el desempeño de su rol en la sociedad actual.

Para lograr este cambio en la mentalidad universitaria emprendedora, el Profesor  Deresh Ramjugernath, propone seis elementos: liderazgo y gobernanza, capacidad de incentivos, vincular el emprendimiento en la enseñanza y el aprendizaje, asociación con los actores relevantes, y la internacionalización.

El liderazgo y la gobernanza se logran, cuando los conceptos de emprendimiento e innovación dejan de ser buenos discursos, y se convierten en temas centrales de la agenda universitaria a todos los niveles, lo que permite que se vivan a su interior. Para lograrlo, se debe de contar con un portafolio de proyectos que convoquen a todas las áreas y carreras a su alrededor. En ese contexto, la universidad también debe de ejercer el liderazgo para promover una agenda común en estos temas con el sector público y empresarial .

En relación a los incentivos, la investigación está motivada por el número de publicaciones indexadas en revistas internacionales. Deben de cambiarse los estímulos para que haya una mentalidad más emprendedora e innovadora. Ahora bien, nunca se debe de perder de vista que esto implica inversión y una visión de mediano y largo plazo para poder cosechar los resultados. En el proceso, se debe romper la cultura de silos uniendo diferentes disciplinas, para que, quienes salen de la Universidad, tengan la flexibilidad  de moverse en cualquier contexto.

La Universidad de  MIT hace tiempos entendió que el emprendimiento no puede enseñarse por personas que no lo han practicado. A investigadores, que han sido exitosos convirtiendo sus ideas, fruto de la investigación en nuevas empresas, les autorizan seguir vinculados a la universidad, y los apoyan en los nuevos emprendimientos. También, promueven la colaboración entre diferentes disciplinas y proyectos de investigación. El mensaje es muy poderoso por el ejemplo que dan.

Pero igualmente el espíritu emprendedor debe de permear la organización universitaria, incentivando la toma de riesgo, la resiliencia, la persistencia, la pasión por lo que se hace. Son valores que tradicionalmente no se encuentran en la cultura conservadora de las universidades. Esto se debe de traducir en aproximaciones innovadoras y nuevos emprendimientos para cambiar los métodos de enseñanza en un mundo donde la tecnología tiene un gran impacto. Es el reconocimiento al cambio en la forma en que hoy los estudiantes aprenden. Pero también, porque se entiende que el ambiente y la cultura que se respira al interior de la universidad, debe ser coherente con la formación que se quiere transmitir.

Bajo las premisas anteriores, la universidad debe buscar establecer las relaciones, y las alianzas necesarias con actores externos, que le permita acelerar los cambios en la organización y en su mentalidad, usando la colaboración y el intercambio de conocimiento. Es una decisión, que busca combatir la cultura tradicional de torre de marfil, y que impera por lo general en los centros universitarios.

Finalmente, una agenda de innovación y emprendimiento, se puede acelerar abriendo la universidad al mundo, propiciando la movilidad de estudiantes, académicos e investigadores.

El último mensaje que dejó el profesor Ramjugernath: "las universidades deben de evolucionar de la enseñanza , el aprendizaje, y la investigación, para ser impulsoras de la innovación y el emprendimiento. De esta manera las instituciones de educación superior estarían ayudando a los desafíos socioeconómicos de su comunidad".


3 comentarios:

  1. Muy buen articulo y dolorosamente cierto.

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  2. Creo que el Profesor Sudafricano que promueve el desarrollo de innovación y emprendimiento, lo cual es absolutamente válido, está demasiado concentrado en su objetivo meta y por ello trata de minimizar la importancia de la investigación en la Universidad. En ese momento en el análisis se olvida que la innovación en la universidad resulta de la creación de conocimiento, esto es de la investigación. Por ello no es indicado pedirle a la U que evolucione de la enseñanza el aprendizaje y la investigación a la innovación y el emprendimiento. Por el contrario, hay que pedirle más investigación y de mayor calidad y mejor ambiente académico para que florezca la innovación. Hacia allí es que debe apuntar la universidad colombiana.

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  3. La INNOVACION y el EMPRENDIMIENTO son consecuencias de la INVESTIGACION la cual que genera CONOCIMIENTO. Lo que debe fomentarse es como aplicar ese CONOCIMIENTO en la vida diaria aportando nuevas formas y modelos de hacer las cosas que sean adoptadas por los usuarios y que esten dispuestas a pagar por ellas (INNOVACION) para hacerlas sostenibles mediante la creación de EMPRENDIMIENTOS dentro de las empresas existentes o con nuevas empresas.
    Para esto deben desarrollarse estructuras de interfaz (EDI) que mejoren las Relaciones con el Entorno Socioeconòmico Universidad / Empresa / Estado mediante el empoderamiento a los stakeholders con competencias y capacidades que permitan llevar lo investigado (CONOCIMIENTO) para que se aplique de manera innovadora a travès de nuevos emprendimientos.

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