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viernes, 19 de enero de 2018

En homenaje a una gran mujer



Este es el blog más difícil que he publicado desde que inicié esta práctica hace diez años. Lo hago después de enfrentar muchas emociones muy fuertes y encontradas, de derramar muchas lágrimas, y al mismo tiempo, de tratar de pensar con alguna claridad para escribir algo que estuviera a la altura del reto que me había impuesto: hacerle un homenaje a la vida de mi esposa.

Hoy, escribo con el corazón arrugado por el dolor de haber perdido a mi compañera de cinco décadas. No es una tarea fácil sacar el valor para compartir las lindas memorias familiares y personales, pero que a la vez han sido muy dolorosas, del proceso que culminó con el fallecimiento de mi compañera de toda una vida. Rosita mi querida esposa, finalmente descanso en paz en la tercera semana de Diciembre, después de una larga y valiente lucha contra el cáncer que le duró más de dos años.
Después de meditarlo mucho, y a pesar del inmenso dolor que siento por su partida, decidí escribir estas líneas como un homenaje público a la vida de una persona excepcional, que dejó una profunda huella en todos los que tuvimos la fortuna de conocerla, admirarla y tenerla cerca. Son innumerables las lecciones que nos dejó a lo largo de su vida y durante su larga enfermedad, que bien vale la pena compartir fuera de nuestro círculo familiar.

Pienso que al usar el espacio de este blog,  al que ella tanto contribuyó con sus correcciones y sugerencias, honro un deseo profundo de Rosita que me manifestó antes de morir. Quería  compartir su experiencia, con otras personas en situaciones similares, con el ánimo  de que su ejemplo les pudiera ser de alguna utilidad. 

De hecho, antes de ponerse ya muy enferma, quiso dar algunas charlas sobre su vivencia a varios grupo de amigas y personas de mis empresas. Con su interés de dar y de servir a los demás, actitud que siempre la caracterizó, se había hecho un propósito en caso de salir con vida:  ayudar a otros que estuvieran pasando por un proceso similar de cáncer, y que quisieran derrotar  esta enfermedad. 


Para cumplir con el difícil cometido que me dejó Rosita, quisiera devolverme en el tiempo cuando esta aventura de nuestra vida comenzó. Hace dos años y medio, que hoy me parecen una eternidad, escribí por primera vez sobre la experiencia que enfrentamos como pareja y con la familia,  de encontrarnos con una nueva realidad. En marzo del 2015, tuvimos la noticia de que Rosita tenía un cáncer en el pulmón, el cual debía ser operado para evitar que este se extendiera a otras partes del cuerpo. 

Recuerdo como si fuera ayer, cuando el médico nos informó que era un tumor pequeño que afortunadamente estaba en una etapa muy temprana. Esto nos dio la esperanza de que íbamos a superar esta nueva prueba, como ya lo habíamos hecho juntos, cuando yo tuve un cáncer en el 2006, y que tuve la fortuna  de vencer con su apoyo incondicional y el de toda mi familia. 

Estábamos seguros que la esperanza estaba bien fundamentada.  Contábamos con la mejor ayuda médica que podíamos conseguir, la fé inmensa que siempre la acompañaba, el amor de su familia, y el inmenso cariño de todas las  personas que la conocían. No iba a ser fácil el camino que había que recorrer, pero estábamos convencidos de que no sería imposible salir adelante de esta dura prueba que nos ponía la vida. 

Sin embargo, nunca nos imaginamos la aventura que íbamos a tener que recorrer y que literalmente nos cambió la vida. De haber sido pesimistas, y abandonado la esperanza que siempre nos acompañó, habría sido mucho más difícil caminar juntos hacia adelante con nuestra familia.

Al año de su primera operación, y después de una quimioterapia preventiva, comenzó el verdadero calvario para Rosita y para todos nosotros. Fue operada en el 2016 de dos tumores en la cabeza en el curso de cuatro meses, con radioterapia, quimio e inmunoterapia  incluidas,  cuando se le descubrió una nueva metástasis en el pulmón en febrero del 2017. Estas fueron las sorpresas que Rosita  enfrentó con  inmenso valor y una entereza ejemplar. 

A lo largo de este doloroso camino, que finalmente culminó con su fallecimiento, quiero compartir algunas de las lecciones que nos dejó, muchas de ellas imborrables, y que se sumaron a los innumerables recuerdos que nos había dejado a lo largo de toda su vida.

Rosita fue el mejor ejemplo del dicho popular que dice: al mal tiempo buena cara. Durante su proceso, jamás la abandonó la sonrisa en su boca. Nunca se quejó, a pesar de que los efectos de las intervenciones en el cerebro la dejaron con mareo permanente, problemas de visión y de memoria de corto plazo. 

Una de las enfermeras que la cuidaron en sus últimas semanas nos hacía el siguiente comentario: “los enfermos que llegan a esta etapa terminal, y que han tenido una vida azarosa, se les manifiesta en su comportamiento antes de morir. En el caso de su señora, se ve que ella era un angelito en la tierra, porque ni en los momentos más difíciles, tuvo una expresión negativa y si mucha gratitud y paz”. 

Este comentario refleja la inmensa fe de Rosita que era su sello distintivo y la acompañó hasta su muerte. Por esta razón, cada día se levantaba dándole gracias a Dios por tener la posibilidad de seguir luchando por su vida, y  no perder la esperanza que iba a salir adelante. Luchar fue siempre una cualidad que le reconocíamos todos, pero en esta última etapa de su existencia,  fue un ejemplo imborrable por su tenacidad para seguir y no rendirse.

A finales de mayo sucedió algo que lo consideramos en ese momento milagroso: la desaparición de un tercer tumor en la cabeza que le habían detectado el mes anterior. Ante este hecho, que no tenía una explicación racional, ya que Rosita había tomado la decisión de suspender todos los tratamientos médicos,  mantuvo viva la confianza y reforzó su decisión de seguir luchando por su vida. A partir de ese momento, con su actitud y ejemplo, nos invitó a todos a “vivir un día a la vez”.y a darle un nuevo significado a la esperanza.

Y vivir cada día como si fuera el último, fue otra lección que Rosita nos dejó. En situaciones como la que ella tuvo que sufrir, “el aquí y el ahora” se volvió el único espacio permitido. Ni el pasado ni el futuro tuvieron cabida en estos últimos meses. Recordar era doloroso, y planear en estas circunstancias no tenía sentido. La esperanza fue nuestra compañera inseparable durante este periodo, que nos dio la fuerza para seguir adelante.

Tengo que confesar que el aceptar esta realidad fue muy difícil para mi. Me sentía atrapado en el presente sin pasado y sin futuro. Tenía que suspender el pensar hacia adelante, y no recordar con nostalgia las innumerables vivencias de la linda relación de tantos años con Rosita. Había que concentrarse en “el aquí y en el ahora” para seguir el ejemplo que ella nos dio, y así permitirle mantener la paz con la que aceptó su difícil situación. 

A nivel anecdótico, en el mes de Julio, cuando vi algunas señales de clara mejoría, decidí  llevarle un registro horario a Rosita de los buenos días que tenía. En esas ocasiones, ella le daba gracias al Señor porque se sentía menos mareada, o veía bastante mejor, y entonces se ganaba una carita feliz. Al final del día, calificábamos las horas buenas, y las celebrábamos como una victoria para los dos. Había sido un día más que le había ganado a la vida en contra de la enfermedad. Esta fue la manera que nos inventamos para “vivir un día a la vez”.

Y a pesar de sus limitaciones que afectaron su calidad de vida, logramos que Rosita nos regalara cinco meses adicionales, durante los cuales tuvimos la fortuna de tenerla con nosotros. Fue un tiempo muy especial para los dos porque disfrutamos  cada minuto  con pequeñas cosas que adquirieron un significado muy personal. Caminar un corto tramo, verla armar un rompecabezas, ganarle una partida de dominó a sus nietos, o ver una serie de TV en la finca de Tabio, eran eventos que los celebrábamos intensamente durante estos últimos meses de la vida de Rosita. Siempre habíamos sido cercanos, pero en este periodo lo fuimos mucho más.

Esta fue una época que me despierta emociones muy fuertes y encontradas. Me convertí en su enfermero de cabecera para darle sus góticas homeopáticas y otros medicamentos.  Esta rutina diaria se  volvió en un lindo ritual que nos unió aún más a los dos. Al cuidar de ella con un inmenso afecto, quise devolverle el amor incondicional que me brindó durante nuestros cincuenta años de casados, y durante mi enfermedad.  

Una de las lecciones más profundas que nos dejó Rosita, fue esa disposición permanente a ayudar y servir a los demás.  A lo largo de su enfermedad, su principal preocupación eran las numerosas personas que ayudaba, y sus abuelitos del ancianato, que sostuvo durante más de veinte años, apoyando a la Fundación La Candelaria. Y en sus últimas semanas, en medio de su situación de deterioro cada vez mayor, nunca dejó de preocuparse por los demás.

El truco de las caritas felices lo mantuvimos hasta mediados de Noviembre cuando le dio una cistitis, y en urgencias, cogió una bronquitis. A partir de ese momento, su delicado equilibrio de salud  se rompió en mil pedazos, y en menos de un mes el Señor se la llevó, su cuerpo no pudo más y descansó. En ese momento Rosita nos mostró a todos el significado de morir dignamente y completamente en paz. 

Hoy, rodeado de mi familia y mis amigos, estoy tratando de comprender el significado de la partida de Rosita mi compañera de cincuenta años de vida. Cuando se ha tenido la fortuna de vivir con un ser tan especial, durante tantos años, las dos personas se funden en una sola. Ella fue mi apoyo incondicional, en las buenas y en las malas. Su presencia cómplice siempre me acompañó. Juntos superamos momentos difíciles, pero también gozarnos todas las oportunidades que nos ofreció generosamente la vida juntos.  

El legado más importante, además de su ejemplo de vida que nos deja una huella imborrable, es la familia que constituimos entre los dos. Mis hijos con sus nietos, vienen a ser un apoyo invaluable en momentos en que tengo que reinventarme en temas que nunca los tuve en mi mente pero que ahora tengo que enfrentar. 

También, es un aprendizaje el manejar el dolor, el vacío  y la profunda la tristeza que me produce su ausencia. Estas son las emociones que hoy me visitan, y que nunca me imaginé lo difícil que iba a ser de manejar.  Hoy tengo que reconocer que me aferre a la esperanza de la recuperación de Rosita en su lucha contra el cáncer. 

No me preparé para aceptar un resultado diferente donde la vida debía seguir adelante sin mi “otra mitad”. Hoy estoy viviendo las consecuencias de su ausencia con mayor intensidad. Pienso escribir más adelante sobre este proceso para el cual uno no está preparado, y es muy duro de transitar.

Por todo lo anterior, y para aligerar en algo la carga que hoy me embarga y me impone mi nueva realidad, es que he querido hacer este homenaje público por este medio a Rosita, una mujer, esposa, madre, hermana, abuela y amiga excepcional.

Este domingo a las 4 PM, en la Capilla del Gimnacio femenino, haremos una ceremonia en homenaje a la vida de Rosita.  




28 comentarios:

  1. Apreciado Francisco, admiro el valor del que te has armado para asumir este proceso y para compartirlo, y aunque no voy a estar para unirme al homenaje en el Femenino, te acompaño de todo corazón. Un abrazo, Werner Zitzmann

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  2. Apreciado Francisco, admiro el valor del que te has armado para asumir este proceso y para compartirlo, y aunque no voy a estar para unirme al homenaje en el Femenino, te acompaño de todo corazón. Un abrazo, Werner Zitzmann

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  3. Apreciado Francisco, admiro el valor del que te has armado para asumir este proceso y para compartirlo, y aunque no voy a estar para unirme al homenaje en el Femenino, te acompaño de todo corazón. Un abrazo, Werner Zitzmann

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  4. Pacho... si palabras, pero con muchas oraciones cargadas de buena energía. Gracias por compartir estos sentimientos y vivencias tan íntimas. Se te aprecia, apreciado Pacho!

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  5. Dr. Manrique, sus palabras huelen a Rosita sin duda, su fe y su amor me dejaron una gran lección. En mayo experimentamos un primer milagro, ahora seguimos en lo mismo al disfrutar de su sabiduría y su presencia amado amigo ejemplar. Dios sabe cuánto lo amamos mi esposa y yo, usted fue escogido por Dios no solo para ser el esposo de una enorme mujer, sino que además, usted cambia la vida de muchas personas, misión dada de lo alto y cumplida a diario con creces. Lo amamos mucho.

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  6. Apreciado Francisco, gracias por este regalo maravilloso para los que tenemos la fortuna de leer cada semana el blog. A pesar del dolor, me llena de esperanza saber que es posible encontrar seres humanos tan especiales y bondadosos que iluminan la existencia de tantos. Un honor haberlos conocido!

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  7. Pacho, qué hermosas y valerosas palabras, homenaje excepcional a una mujer maravillosa!
    Gracias a la vida por haber podido compartir tantos momentos inolvidables con la compañía de la recordada Rosita.
    Un abrazo y te acompañaremos mañana.
    Carlos y Nena

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  8. Dr Manrique, en vida y ahora, seguirá teniendo ese ángel como su "otra mitad". La sra. Rosita sin duda fue un ejemplo de lo que deberíamos llegar a ser las personas en este mundo y espero que desde arriba les de toda la fortaleza que necesitan. Gracias por compartir algo más de lo especial que fue cada día con la Sra Rosita.

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  9. Me conmovió leer el amoroso homenaje hecho a tu esposa, mi querido Francisco.Envejecer y morir al lado de la persona que uno escogió como esposa(o) es un privilegio que hay que reivindicar. Vivirá contigo en tu memoria y en tu corazón, hasta que vuelvas a reencontrarte con ella en una dimensión distinta a esta. Mi solidaridad y mi afecto para ti, en estos momentos de dolor. Un fuerte abrazo.

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  10. Pacho, ya te escribí por el WhatsApp pero quiero una vez mas apoyarte en este momento tan duro. Va un abrazo y gracias por compartir con nosotros esta etapa de tu vida

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  11. Estimado Francisco, Quienes tuvimos el honor de conocer a Rosita, no podemos menos que hacer eco de tus palabras certeras que honran a un ser humano muy espacial. Su calidez de siempre y su sabiduría que expresaba con una sencillez nítida fueron ejemplo. Gran suerte para quienes tuvieron el placer y el aprendizaje de compartir con ella un momento.. ni decir de quien lo hizo por cincuenta años.

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  12. julio cesar alegria20 de enero de 2018, 18:29

    Hola Pacho
    Una vida así merece ser vivida dos veces. Adelante!! ella siempre estará contigo. Un fuerte abrazo

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  13. Querido Francisco, la fortaleza espiritual y física de Rosita, su ejemplo a lo largo de la vida, serán la fuente en la que encontrarás el consuelo para superar esta nueva y difìcil etapa. Un abrazo afectuoso y solidario para tí y toda la familia.
    María Lucía Roa

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  14. En nombre de una familia que les tiene mucho cariño y ha sido cercana por muchos años, quiero darles un fuerte abrazo, tus hermosas palabras hacen que el corazón de todos se arrugue, espero que Dios les dé a todos ustedes la fuerza necesaria para seguir viviendo con la tranquilidad de haber dado todo el amor del mundo a Rosita

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  15. Pacho, gracias por esta columna. !Qué gran homenaje a Rosita! Y qué buena enseñanza de vida, ánimo, optimismo, entrega y presencia para todos. Un abrazo afectuoso!

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  16. Estimado Francisco, con estas líneas te hacemos llegar un afectuoso abrazo desde el País Vasco para acompañarte en estos momentos tristes.

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  17. Excelente relato Pacho.
    Rosita una mujer excepcional
    Nos queda su ejemplo y su recuerdo
    Gracias por compartir públicamente su vivencia.

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  18. Apreciado Pacho:

    Soy testigo de la enorme dedicación, los esfuerzos infinitos por encontrar la mejor cura y el testimonio que nos dió de la entrega por sacar adelante una incomprensible enfermedad en Rosita, “su compañero de cincuenta años”.

    Un gran testimonio para todos., especialmente los que hemos tenido la fortuna de compartir la vida con una mujer especial y un ejemplo de vida.

    Usted luchó, se inventó formas de interacción con Rosita y esa maldita enfermedad, compartió los momentos de esperanza y nos mostró que en esta lucha nunca nos debemos entregar.

    Rosita deja un gran vacío. Una gran mujer: dinámica, solidaria, sensible y preocupada por los demás. Gran orgullo para todos los Manriques y para quienes tuvimos el privilegio de conocerla..

    Ahora, como bien lo dice, toca reinventarse; pero con certeza, las enseñanzas de Rosita lo guiarán por ese nuevo camino.

    Gracias por compartirnos sus sentimientos.

    Un abrazo grande de los Wills.

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  19. Apreciado Pacho:

    Soy testigo de la enorme dedicación, los esfuerzos infinitos por encontrar la mejor cura y el testimonio que nos dió de la entrega por sacar adelante una incomprensible enfermedad en Rosita, “su compañero de cincuenta años”.

    Un gran testimonio para todos., especialmente los que hemos tenido la fortuna de compartir la vida con una mujer especial y un ejemplo de vida.

    Usted luchó, se inventó formas de interacción con Rosita y esa maldita enfermedad, compartió los momentos de esperanza y nos mostró que en esta lucha nunca nos debemos entregar.

    Rosita deja un gran vacío. Una gran mujer: dinámica, solidaria, sensible y preocupada por los demás. Gran orgullo para todos los Manriques y para quienes tuvimos el privilegio de conocerla..

    Ahora, como bien lo dice, toca reinventarse; pero con certeza, las enseñanzas de Rosita lo guiarán por ese nuevo camino.

    Gracias por compartirnos sus sentimientos.

    Un abrazo grande de los Wills.

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  20. Apreciado Pacho:

    Soy testigo de la enorme dedicación, los esfuerzos infinitos por encontrar la mejor cura y el testimonio que nos dió de la entrega por sacar adelante una incomprensible enfermedad en Rosita, “su compañero de cincuenta años”.

    Un gran testimonio para todos., especialmente los que hemos tenido la fortuna de compartir la vida con una mujer especial y un ejemplo de vida.

    Usted luchó, se inventó formas de interacción con Rosita y esa maldita enfermedad, compartió los momentos de esperanza y nos mostró que en esta lucha nunca nos debemos entregar.

    Rosita deja un gran vacío. Una gran mujer: dinámica, solidaria, sensible y preocupada por los demás. Gran orgullo para todos los Manriques y para quienes tuvimos el privilegio de conocerla..

    Ahora, como bien lo dice, toca reinventarse; pero con certeza, las enseñanzas de Rosita lo guiarán por ese nuevo camino.

    Gracias por compartirnos sus sentimientos.

    Un abrazo grande de los Wills.

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  21. Apreciado Pacho:

    Soy testigo de la enorme dedicación, los esfuerzos infinitos por encontrar la mejor cura y el testimonio que nos dió de la entrega por sacar adelante una incomprensible enfermedad en Rosita, “su compañero de cincuenta años”.

    Un gran testimonio para todos., especialmente los que hemos tenido la fortuna de compartir la vida con una mujer especial y un ejemplo de vida.

    Usted luchó, se inventó formas de interacción con Rosita y esa maldita enfermedad, compartió los momentos de esperanza y nos mostró que en esta lucha nunca nos debemos entregar.

    Rosita deja un gran vacío. Una gran mujer: dinámica, solidaria, sensible y preocupada por los demás. Gran orgullo para todos los Manriques y para quienes tuvimos el privilegio de conocerla..

    Ahora, como bien lo dice, toca reinventarse; pero con certeza, las enseñanzas de Rosita lo guiarán por ese nuevo camino.

    Gracias por compartirnos sus sentimientos.

    Un abrazo grande de los Wills.

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  22. Francisco, aunque conocí a Rosita en el Femenino, no tuve la fortuna de ser cercana a ella, aunque sí de sus hermanas Beatriz y Carmen. El homenaje de ayer en la iglesia del colegio fue muy hermoso, las palabras de Rosita en el video tocaron mi corazón y me hicieron reflexionar mucho, Rosita siguió tocando corazones aun sin estar presente, estoy segura que ella misma le ayudará a superar este dolor tan grande.

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  23. En esta transición en la que su cuerpo cambió de estado y una particula de ella partió hacia un lugar en el espacio que ninguno de nosotros puede comprender, sólo queda agradecer la hermosa siembra que hizo cada día de su vida. Ustedes son una familia maravillosa, han logrado impactar la vida de muchos de nosotros, han sido en ocasiones tierra fertil y en otras semilla... y ese es el truco q sin duda comprendieron, dejar el mundo un poquito mejor que cuando llegaron a él. Mucha fuerza y comprensión para todos.

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  24. Dr. Manrique, finalmente me fuéimposible asistir el Domingo. Sin embargo leyendo sus reflexiones siento profunda empatía pues tambien viví un proceso muy difícil y doloroso con mi papi. Sabrá que el tiempo nos hace sentirlos a todo momento, nos recuerda sus enseñanzas, nos hace amar y comprender con increible claridad sus actuaciones aquéllas que siempre vimos buenas y aquellas que en su momento no lo fueron tanto.
    Cuando tuve la oportunidad de compartir con ud y su familia, me ayudaron mucho las dinámicas y el coaching y ese gran ser humano que descubrí en ud. Con gran afecto y admiración le ofrezco una oración para que el Dios de la vida le de a ud y a su querida familia AMOR para seguir AMANDO aún en la ausencia física y que el Dolor inefable de esta pérdida se convierta en motor de vida. Un Abrazo.

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  25. Fui testigo de la manera como enfrentó y superó usted esa enfermedad en el 2006,en esa época pude reconocer la fibra de la cual está usted hecho, hoy entiendo quien era su motor de vida, lamento su partida y comparto su dolor.

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  26. Dr Manrique, gracias una vez mas por compartir esos momentos tan difíciles, y si duele y duele mucho por que fue una gran perdida, fue un ángel en la vida de muchos que tuvimos el gran placer de conocerla fue una mujer maravillosa, un gran ser humano y qué lindo por que dejo lecciones vida hasta su último momento...

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  27. Luis Alberto y Beatriz24 de enero de 2018, 7:53

    Hola Dr Pacho y Rosita,
    Emociona mucho leer tus lineas y haber conocido a tu esposa y a tu madre. Por corto tiempo, pero dejando una imagen de alegria y bondad muy especial en nosotros. Esa manera de actuar con el mundo de Pacho y Rosita se ve transmitida en su totalidad a Rosita hija. Mucha fuerza y valor y Dios les acompañe en esse dolor.

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  28. Querido Francisco, escribo con la intención de honrarlos a ustedes; a Rosita, a ti, a tus hijos y nietos. Sólo puedo imaginarme el dolor de la partida y la sensación durísima de la pérdida. Ustedes han creado un mundo de posibilidades para muchos y en lo creado permanece viva la vida de los creadores.
    Deseo que en lo personal y como familia puedan vivir un duelo que sea sanador.
    No tengo duda, conociendo el carácter de los Manrique Santamaria, que van a poner al servicio de muchos los aprendizajes de éstos años, como era el deseo de Rosita y como ya lo estás haciendo.
    Los acompaño de corazón, con gratitud por el honor de conocerlos y contarlos entre mis compañeros de camino. Que en paz descanse Rosita.
    Andrés

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