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sábado, 25 de junio de 2022

Desconfiar no es un capricho


Jack Welch, famoso expresidente de General Electric,
  que fue una icónica empresa norteamericana, decía que, para lograr el CAMBIO, lo primero que había que hacer era: “enfrentar la realidad”.  Dado que este tema fue el foco del ganador de las elecciones este domingo, es importante  entender cual es esa realidad. Por la importancia que le doy al tema, mi análisis lo haré en dos blogs.

El resultado de la tormentosa y bochornosa campaña por la Presidencia de Colombia, que terminó el pasado domingo, donde primo el “todo vale para llegar al poder”, fue que se aumentara la desconfianza en la sociedad colombiana, como resultado de varias realidades que el nuevo presidente y todos los colombianos no podemos ignorar. 



Realized #1. La protuberante desconfianza, que tenemos  millones de colombianos que no votamos por el nuevo mandatario, y que contrasta con la carta blanca otorgada por otros millones de colombianos que le creyeron sus propuestas, muchas de ellas populistas, para un cambio del país. 


Realidad #2. Según el informe de la Registraduría de este martes: de un potencial de 39 millones de votantes, votaron el 58.16%. Esta es la más alta participación desde 1998. El ganador llega a la Presidencia con el 49.85% % de estos votos, mientras el perdedor obtuvo una votación del 47%,  con apenas  700.000 votos de diferencia. El  3.48% fueron votos en blanco o nulos. 



De estas cifras salen  dos conclusiones: la contienda política vuelve a dejar a un país muy dividido y un presidente electo por sólo el 28,9% del total de todos los colombianos que tienen edad de votar. En otras palabras, el 71.1% votaron en contra, en blanco o se abstuvieron. Claramente no fue un resultado contundente, aunque si fue inédito porque cambió el mapa político del país..

Realidad #3. Los resultados son históricos porque representan la primera vez que la izquierda llega al poder en Colombia. Este nuevo escenario muestra con contundencia, que soplan vientos muy fuertes de cambio, que los dirigentes tradicionales no supieron escuchar y que el nuevo presidente y su contenedor, lograron darles voz y amplificación a sus reclamos.



Hay  diferentes maneras de reaccionar ante esta nueva realidad. Para los más pesimistas, la queja o la resistencia, para los mas optimistas una oportunidad, y para los más realistas, hacer un  ajuste a las velas, persignarse y preparase para seguir adelante. No hay duda que estos resultados marcan un antes y un después para el país. 



Realidad #4. La fractura en que queda la sociedad colombiana, genera  un entorno emocional muy complejo. La  esperanza para los 11.3 millones de colombianos, quienes le creyeron las promesas al ganador y lo apoyaron, con la expectativa del milagro de un cambio radical, sin claridad de cual deben ser sus corresponsabilidades como ciudadanos, que con su voto crearon una nueva realidad.  


Y me sospecho que muchos de estos votantes, motivados más por la emoción que por la razón, no se hicieron las preguntas claves: ¿Hacia donde nos conduce el “cambio” propuesto?,  muy incierto y difícil  de adivinar. ¿Tiene el presidente electo la capacidad de ejecutarlo sin dividir aún más al país?. Hay serias dudas por sus antecedentes  como alcalde y dirigente político. Lo único cierto: tuvo un voto de confianza ciego y motivado por un rechazo a quienes manejaron el país en las últimas décadas, exacerbado por una pandemia.


Para los 10,6 millones que votamos en contra o quienes se abstuvieron de votar por otras razones, la trayectoria del  nuevo presidente  genera  una gran gran desconfianza, lo que hace tener dudas fundamentadas de sus verdaderas intenciones  de su agenda a partir del 7 de agosto. Los que no ejercieron su derecho al voto, muestran resignación, o indiferencia pero también desconfianza en el candidato y en el sistema. 


Realidad #5. Por sus obras los reconoceréis (San Mateo 7.16). La hoja de vida de quien  llega hoy a la Presidencia, muestra que fue un guerrillero del M_19 que combatió al establecimiento en su juventud. Aclaro que esta  no es una crítica, sino un hecho que no lo descalifica para aspirar a la presidencia, especialmente después de un imperfecto proceso de paz que apoyó. 


Más adelante, su hoja de vida muestra que ejerció la oposición a lo largo de sus 30 años de carrera política, como senador dentro del sistema que ahora quiere cambiar. Como opositor, se le reconoce su labor seria. También muestra que fue 4 años alcalde de Bogotá. ¿Pero como le fue?



Realidad #6. Cuando ocupó ese cargo, no pudo formar un equipo estable. Compañeros de lucha, como Navarro Wolf, para quien su pasado guerrillero no le impidió  ser reconocido como el mejor alcalde y gobernador del país, lo dejaron al mes de iniciada la administración. La inestabilidad de su equipo fue la marca de su mandato. 



Para evitar su destitución, después de un desastroso manejo del sistema de recolección de basuras, promovió la lucha de clases y dejó un legado con muchas promesas incumplidas. Tuvo  un manejo populista de las tarifas, que casi quiebra al sistema de transporte público y le dejó a su sucesor una administración minada desde adentro, con cientos de contrataciones realizadas a la carrera antes de entregar el cargo. Termino su mandato con un 32% de favorabilidad. 


Realidad #7. Su trayectoria de 30 años dentro del sistema, muestra que ha sido un brillante polemista, pero un muy  cuestionado ejecutor. Su experiencia dentro del establecimiento como político de izquierda, le ha permitido al hoy presidente, conocer los intríngulis del Estado y sus debilidades, para aprovecharlas, como lo hizo siendo alcalde, para saltarse la institucionalidad con decisiones arbitrarias e  irresponsables.  

Ha demostrado que es más fácil, hacer  la oposición señalando todo lo que no funciona en el Estado, que gobernar con efectividad. Es mucho más difícil convencer e inspirar a los ciudadanos, con el buen ejemplo de una gestión con resultados sobresalientes y transparentes,   como  lo logró  Navarro Wolf en Pasto.



Realidad #8. Dada su trayectoria en Bogotá, que le funcionó muy bien, no era sorprendente que en sus últimas dos campañas a la presidencia, atizara aun mas las  heridas de un país profundamente dividido, aprovechando la pelea del Uribismo contra el proceso de paz.. 


Realidad #9. Su trayectoria y ejemplo, muestran que el nuevo presidente de todos los colombianos, no ha dado el ejemplo, ni demostrado durante su vida política, las capacidades de un  liderazgo que convoca dese la diversidad, escucha con respeto a sus opositores sin destruir su reputación,  para integrar  y consolidar a una sociedad al rededor de un propósito compartido, en medio de un entorno muy complejo.


Realidad #10. La votación de  los colombianos,  tienen un punto en común:  la necesidad  del    ejercicio de un liderazgo sanador por parte de los dirigentes políticos, tema que particularmente ha brillado por su ausencia en los últimos años. Quienes han detentado el poder,  han estado lejos de ser unos modelos de rol para los colombianos en este campo. Al contrario, han brillado por sus peleas personales, sus insultos, sus bajezas y el desprecio por su rol de formadores de opinión. 



Realidad #11. Ayer Gaviria, el mismo de siempre, selló un pacto con el nuevo mandatario y su movimiento lo que le da la gobernabilidad en el Congreso. El opositor profesional, ahora presidente, reconoció con esta decisión, que no puede gobernar sin contar con quienes atacó sin compasión. Como resultado, veremos el senador Roy Barrera, instigador de acabar con la reputación de los opositores durante la campaña (¿recuerdan los Petrovideos?), como Presidente del Senado. ¿A eso lo llaman CAMBIO? 


Dada la trayectoria de confrontación del nuevo presidente, como alcalde, senador, agitador político, y opositor profesional, el desconfiar de esta persona no es un capricho. Hay realidades  de su trayectoria pública, que no podemos olvidar solo porque llegó al más alto cargo de la nación. 


Sin embargo,  sería una gratísima sorpresa que su comportamiento fuera diferente  como jefe del Estado de todos los colombianos. Este si que sería ya un verdadero CAMBIO, que nos sorprendería a todos y nos invitaría a revaluar a muchos, nuestra desconfianza actual.  Por esta razón quiero terminar este blog de una manera más positiva.


En las iniciativas de liderazgo colectivo en que hoy estoy participando, hay otra realidad que el nuevo mandatario no puede ignorar: el primer paso para buscar el cambio en un grupo o una comunidad, es lograr el cambio personal. Solo así, se logra la coherencia y la transparencia que es lo que hace creíble y confiable a un verdadero líder. ¿Veremos en el nuevo presidente un ejemplo de esta transformación?


Aquí se aplica el dicho popular: “La esperanza es lo último que se pierde sin caer en la ingenuidad” . Y a pesar de que claramente no soy muy optimista en este caso, si lo soy cuando se trata de reconocer la capacidad infinita del ser humano de cambiar, crecer y aprender de sus errores,  ante los retos y oportunidades significativos que le da a uno la vida.


Espero que el presidente electo sea capaz de verlo así, porque ganarse la confianza de una gran mayoría   de la  gente, que hoy claramente no la tiene,  sería  el pegante que habilitaría la capacidad de ejercer el liderazgo para el CAMBIO  que ha ofrecido hacer. 


Si lo logra, le habría dado sentido al nombre del movimiento que lo llevó al poder: “Pacto Histórico” Si no lo consigue, este sería solo un slogan de campaña y una oportunidad perdida para el país, permitiéndole liderar en serio el  “Acuerdo Nacional”, que se ha comenzado a cocinar.


En un próximo blog , terminaré de enunciar cuáles son las otras realidades que el nuevo mandatario y los colombianos tendremos que afrontar, como consecuencia de los resultados de la votación del pasado domingo. Lo primero que se necesita para lograr el cambio, que millones de colombianos pidieron con su voto, es enfrentar la realidad.



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