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sábado, 2 de julio de 2022

¿Porqué más hay que desconfiar?




 “Si no le tiene miedo a las consecuencias de sus decisiones, como puede aprender  a tomar en serio sus escogencias?” Tocqueville

En este blog, voy a concluir lo que comencé la semana anterior, que explica las realidades que no podemos ignorar y que nos obligan a desconfiar de las verdaderas intenciones del nuevo mandatario de los colombianos. Especialmente a la luz de su propuesta de un acuerdo nacional, la reunión con Uribe y el apoyo de los partidos a quienes atacó en la campaña.



Hoy, a escasas dos semanas de la elección, el tema se vuelve aún más urgente, cuando sin pudor, los desprestigiados partidos políticos perdedores y que deberían hacer la oposición, corrieron a buscar la sombre del nuevo gobierno,. Lo hacen no por afinidad ideológica o programática, sino  para proteger sus propios intereses y no los de los votantes, que  los eligieron. 


Mientras tanto los 10,5 millones que votamos en contra del nuevo mandatario o en blanco, y los 17 millones que se abstuvieron de votar, quedamos al garete.  Es un chiste de mal gusto esperar que el cambio prometido, se vaya a realizar con los mismos que nos han traído hasta aquí. La “real política” se impuso, dirán algunos, o “todo cambia para que nada cambie” dirán otros. Esa es la verdadera  realidad de nuestra clase política que no oye ni entiende. 


Realidad: una cosa es ganarse el premio mayor del poder con el 29%, y otras muy distinta el de querer gobernar teniendo al 71% de la población votante en contra o indiferente. Además, es muy distinto haber llegado al poder generando altísimas expectativas de cambio ofreciendo el oro y el moro, y otra es poderlas cumplir con un entorno interno y externo tan complejo.


Creo que habría hoy un consenso en el país: son muchas las heridas  que se han producidas  por tantos años de violencia. Lamentablemente, el hoy presidente electo, miembro 30 años  de esa misma clase política, permitió y promovió con su discurso y su comportamiento para llegar al poder, que la violencia llegara al mundo digital de la campaña. 



Así quedó expuesto en los bochornosos videos que salieron a la luz pública. En ellos, se mostró la manera deliberada como se hicieron planes para tal efecto, con el consentimiento  del entonces candidato, cuya presencia fue captada en estos videos  de  varias  reuniones.  


Sin ningún cuestionamiento ético, se realizó una asquerosa campaña de desprestigio personal contra sus adversarios,  a quienes se les trató  como unos enemigos  a  eliminar.  Dado que los hechos no se pueden negar, ¿porqué pide el nuevo presidente que no desconfiemos de él, cuando ya posicionado, pueda volver a repetir la estrategia contra sus opositores que tanto rédito le dió? ¿porqué debemos de esperar que su comportamiento como mandatario vaya a cambiar?. 


Para sus fans que votaron por él, está transgresión que bordea lo penal, no les movió  la aguja un milímetro en su decisión de voto. Esta realidad, muestra una elasticidad en los límites éticos muy preocupante  que hoy se observa en la sociedad colombiana. Así se explica el porqué hemos caído tan bajo. Todo vale y es perdonado, en el camino de llegar al poder. Con ese ejemplo, ¿porque esperar un comportamiento distinto en el resto de la gente?


Pero hay más. Con un ejemplo tan lamentable, ¿con que fundamentos van a poder esperar estos votantes, el cambio en las costumbres políticas que tanto reclaman? Esta es la realidad patética que muestra algo todavía más  preocupante: la pérdida del norte ético que impide  que  haya una sanción social contra los dirigentes políticos que impunemente hacen lo que quieren.



Realidad: la trayectoria como un opositor populista, que ha demostrado toda su vida el nuevo capitán del barco llamado Colombia, que hoy navega en medio de un mar tan revuelo y tormentoso. En estos últimos años, ha evidenciado una habilidad sobresaliente para sembrar el odio y el rencor. Así lo hizo desde los balcones de la Alcaldía de Bogotá. 


Después de la pandemia, con oportunismo político muy fino, capitalizó el malestar de mucha gente. De manera incendiaria, amplificó las claras debilidades de nuestra democracia y la incapacidad del Estado, que ahora va a precidir y tratar de cambiar. En los próximos cuatro años, sino más, tendrá que lidiar con las expectativas desbordadas que creó en sus votantes. También, con la desconfianza de la mayoría  de la población que no votamos por él.


Ahora en el poder, y hablando “del amor”, va  a tener que contrarrestar el odio que sembró durante sus ocho años de campaña para llegar al poder.   La realidad se impone obligándolo a reconocer,  que con solo con un 29% de la población a su favor,  el cambio no es realizable ni sostenible. 



Realidad: El más grande reto que tiene hacia adelante el nuevo gobernante, si quiere  realmente liderar un  un propósito común que nos una como sociedad, es el de volver un activo la diversidad  y complejidad de nuestra  sociedad. Va a tener que generar unas dinámicas distintas, que promuevan nuevos liderazgos colectivos, para que haya una verdadera apropiación, empoderamiento y corresponsabilidad desde lo local, de la sociedad 


Necesitamos fortalecer a la sociedad para que asuma un papel más activo y menos mendigante de los cambios que se necesitan. Una sociedad con mas poder que pueda controlar al Estado y colaborar con él en el proceso de transformar la realidad, tal como lo explica el profesor James Robinson en su último libro “El corredor estrecho” . Esto si que sería un inmenso cambio que le daría un sentido más creíble   un acuerdo nacional. 


Pero esto requiere también que, estemos dispuestos a cambiar a nivel personal y como ciudadanos, la mentalidad de sentirnos victimas y no actores fatalistas, mendigantes y cortoplacistas, que hoy define nuestra cultura 


Lo que necesita urgentemente la sociedad colombiana, es desarrollar ciudadanos responsables,  para que nos merezcamos ser tratados como verdaderos adultos y no como unos párvulos irresponsables, que esperan milagros cuando no los hay. Esto explica el que busquemos como sociedad la figura del Caudillo capaz de resolver todos nuestros problemas. También,  el porqué llegó al poder  el actual presidente electo 


Sin embargo, paradójicamente es la gran oportunidad histórica que tiene el nuevo mandatario y  su movimiento, para que hagan honor a su nombre: “El Pacto Histórico”. Es un reto que va a poner a prueba su capacidad de líder más que de ser el caudillo de un % muy bajo de la población. 


Tiene que evidenciar  con hechos, que es capaz de dominar su  talante autoritario y de mostrar unas  intenciones transparentes y sinceras, que unan y no dividan más a todos los colombianos. Espero por el bien del país, que pueda demostrar  esa  capacidad de cambiar, que le permita ser un ejemplo para quienes hoy lo vemos con tanta desconfianza.



Realidad: gobernar como el Llanero Solitario un país tan complejo como el nuestro, es imposible en el entorno actual. Se requiere contar con un equipo sólido e impecable en su comportamiento, capaz de llevarle la contrarias al primer mandatario cuando sea necesario. Esa es la verdadera lealtad. 


Para que esto sea posible, va a tener que mirar con lupa y no con oportunismo, el equipo que lo va rodear, ya que el de su campaña, estuvo  muy lejos de ser el que le puede ayudar a cambiar  para lograr la transformación que quiere impulsar. Porque los Petrovideos, mostraron que se ha rodeado de personas que no les importa torcer las normas con el potencial de generar graves escándalos o hechos de corrupción.  Este  ha sido el ejemplo de  Castillo en el Perú. El resultado: se mina totalmente el respeto y la credibilidad que es fundamental para gobernar y sobre todo, liderar el cambio que el país necesita.


Realidad: también implica que, el presidente electo le haga caso a la Dra Marina Muzzucato  profesora de Economía reconocida internacionalmente y que parece admirar.  Ella, que tiene una posición de izquierda, afirmó en una entrevista reciente, que el problema de la mentalidad de la izquierda, es que no se ha sintonizado con la realidad actual, ya que solo piensa en la redistribución y no en la generación de riqueza. Así no hay desarrollo posible ni sostenible.


Se necesita generar confianza, con reglas de juego claras y sin caprichos ideológicos  destructivos, para convocar a los empresarios como unos actores fundamentales para el cambio. Ellos  son fundamentales para acelerar o retrasar los cambios que el país necesita. Pero también, los empresarios tienen  que cambiar y reconocer que hay un nuevo entorno donde deben de colaborar para mejorar las condiciones de todos. La sociedad les están exigiendo a las empresas una ampliación de su rol  y una mayor  responsabilidad. 



Realidad: para  liderar la transformación de la realidad de una sociedad, primero hay que demostrar la capacidad de  cambiar a nivel personal. El ejemplo es Mándela,  después  de haber liderado una lucha violenta contra la discriminación racial en Sur Africa y pagado 27 años de prisión. Este exguerrillero tuvo una transformación hacia una visión muy distinta de la realidad. 


Esta experiencia traumática, le permitió a Mándela liderar a su país, en la transición del apartheid a la democracia. Entendió que, una vez elegido como el primer presidente negro de su país, tenía que convocar a una nación profundamente dividida de blancos y  negros.  alrededor de la imagen de la Nación del Arco Iris. Entendió que los necesitaba a todos sin distinción de color. Su ejemplo le dio la credibilidad y los inspiró. (Ver en YouTube la película Invictus que es muy pertinente para nuestro caso)


Realidad: la vida pública del presidente electo, no ofrece una evidencia de un cambio similar. Al revés, ya en con el poder, la mayor preocupación es que se acentúe su talante autoritario y déspota, así como la falta de transparencia que mostró como alcalde y  en  esta campaña. 

Números testimonios muestran que no es una persona que se deje leer para quienes han estado cerca de él.  Por esta razón, su talante genera  mucha desconfianza sobre sus  verdaderas intenciones, que mueven la agenda oculta que realmente va a querer imponer. 


Estos  rasgos de carácter hacen poco creíble  su verdadera intención al convocar a una unidad nacional . También pone en duda, su oferta de respetar la democracia que lo llevó al poder, y de no buscar quedarse en él indefinidamente como Maduro en Venezuela.  A lo largo de su campaña, mostró que no tubo ningún reparo en mentir, si esto lo acercaba a su objetivo.



Realidad: Como lo demuestra la historia de agresividad, odio y rencillas que nos han dejado los pésimos ejemplos de Duque, Uribe y Santos en los últimos años, estas nunca serán unas bases creíbles  para lograr el tan cacareado cambio que piden millones de colombianos, no solo quienes votaron por el nuevo mandatario de todos los colombianos. Este estilo es el camino seguro  para frustrar a sus votantes , y de paso , dejar el barco Colombia encallado o a la deriva. Esa si no puede ser la realidad.


Con la propuesta de convocar a un acuerdo nacional, el nuevo presidente parecería que está buscando enmendar la plana ahora que ya llegó al poder, Desafortunadamente para él, si no reconoce el impacto ni la lectura que nos hacemos millones de colombianos que no somos sus fans, de su trayectoria anterior, y acepta que esta genera una inmensa y fundamentada duda,  no le va a ser creíble ni posible  lograr el cambio personal necesario  para liderar el redireccionamiento de la sociedad colombiana . 


El verdadero cambio para un acuerdo nacional es aceptar que podemos estar respetuosamente en desacuerdo desde la diversidad, sin convertir en enemigos mortales a quienes piensan distinto. Esto requiere un cambio personal en todos los colombianos, arrancando con el ejemplo de quienes hoy están en el poder. Implica  una capacidad de liderazgo, y no de caudillismo, a diferentes niveles de la sociedad, cuya capacidad hay que construir. Solo así podremos defender la democracia y nuestra libertad. 










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