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sábado, 30 de julio de 2022

La política como espectáculo



 La celebridad y el sigilo son el yin y el yang de los autócratas 3P.( Moisés Naim)


En un blog anterior sobre el libro del analista y escritor venezolano Moisés Naim, presenté las tres estrategias que, según este autor, son comunes a todos los autócratas que han llegado al poder, o ya están  en él para quedarse. Sus fundamentos son: el populismo, la polarización y la posverdad.


Estas son las tres patas de las dictaduras del siglo XXI, que  están siendo utilizadas de manera muy efectiva, para minar a las democracias desde adentro, utilizando el sigilo y la falsedad para desmontar las instituciones y socavar por la base la libertad. Ese es el juego al que nos enfrentamos en Colombia en la actualidad después de los resultados de las elecciones.


Dada la importancia del tema, en este blog voy a tomar  otras de las reflexiones hechas por Naim, y que deben de ser difundidas para estar alerta de los inmensos peligros que enfrentamos los países de  America Latina donde  la izquierda ya está en el poder.  Los resultados electorales se respetan pero mientras no sean la llave para eternizarse en el poder.


Naim hace varias advertencias, que en su conjunto, muestran un panorama muy retante y complejo para quienes pensamos que es fundamental defender la democracia de los ataques de los autócratas, que la utilizan para después socavar sus fundaméntelos  y eliminar la oposición,  capitalizando el momento histórico que vivimos.




En relación  a la forma de aproximarse al poder de estos dirigentes políticos hay varias reflexiones que son muy valiosas:

“Lo que los autócratas del siglo xx hacían por la fuerza, sus homólogos del siglo XXI lo hacen mediante el sigilo y mediante el poder corrosivo de la falsa imitación”.

“Buscan erosionar la imparcialidad de la ley. El objetivo siempre es utilizar y manipular las leyes para protegerse a sí mismos y a sus aliados. Ese es el legalismo autocrático”

“El objetivo es enturbiar las aguas, crear la confusión suficiente en torno a la legitimidad de una serie de medidas como para poder seguir adelante con ellas, arrastrar a los adversarios a debates legales imposibles, dejar suficiente margen de duda para que las imposiciones se puedan llevar a la práctica y desarmar el propio sistema legal, corromperlo y vaciarlo de cualquier contenido como control del brazo ejecutivo”

“Se aprovechan de la escasa comprensión de los principios constitucionales por parte de la gente normal, para buscar crear confusión y sembrar dudas sobre lo que es legal”.


El resumen de lo anterior se podría decir lo siguiente. Dado que hoy la toma del poder por la fuerza es muy mal visto a nivel internacional, se utilizan las reglas de la democracia, para voltearlas en su contra desde adentro. Se aprovecha de manera ladina y sigilosa la ignorancia de la gente, para desmantelar la institucionalidad que la soporta. 



Otro aspecto al que Naim quiere llamarnos la atención, tiene que ver con la conversión de los movimientos políticos, en unos clubs de fans del autócrata, que quiere personificar el cambio que dice representar a nombre del pueblo. Esto tiene unas profundas implicaciones en las dinámicas políticas y electorales como hoy ya se está observando en nuestro país:


“Más que ser líderes para sus seguidores, estos autócratas que llegan al poder, se convierten en estrellas para sus fans, sus hinchas. Y como en el fútbol necesitan de equipos contrarios a quienes odiar” 

“Utilizan su carisma, para crear una unión política basada en las cualidades casi sobrenaturales que sus fans les asignan. Las masas los consideran magnéticos, mágicos, casi divinos. Están dispuestas a seguirlos en aventuras en las que no seguirían a nadie más”.

“El papel del político en la era de los fans es ser un depositario de significado, un vehículo para la identidad de los fans que no tienen del todo claro quiénes son. Los fans políticos van a un mitin para perderse en una muchedumbre en la que se sienten como en casa”

“Los fans construyen su identidad personal a partir de una identificación primaria con las estrellas a las que admiran; pero también a partir de la oposición —y el odio— al «otro equipo». La identidad visceral es la base de la polarización.

“Ya no se vota por unos principios, ni mucho menos por unos intereses. Hoy la gente vota por su identidad”.

“Para los fans, los ataques dirigidos contra los famosos que les proporcionan su identidad son, sobre todo, ataques dirigidos contra ellos. Los fans tienen tan vinculada su propia identidad con los líderes que no pueden permitirse que estos fracasen”.

“Mientras que los seguidores políticos plantean exigencias a sus líderes, los fans les ofrecen a estos autócratas, un apoyo incondicional que les da libertad para perseguir el poder con fines propios. Esto debilita las restricciones al abuso del poder”.

“La polarización consolida el control que el autócrata 3P ejerce sobre sus seguidores. Y permite que el líder ejerza su poder con muchas menos trabas que antes”


Resumiendo lo anterior, cuando se pierden y confunden los límites entre la política y el espectáculo, y se expande la cultura de los fans, hay un enorme costo para la democracia. Esta dinámica no es gratuita, es  el resultado de una acción deliberada  de los autócratas para conseguir  la impunidad total. Esto era impensable cuando había claridad de la diferencia   entre ser unos seguidores y pertenecer a una masa de fans, que se niegan a ver lo negativo de quien les define su identidad. 



Y lo que es aún peor: la fama que adquieren estos autócratas, destruye el funcionamiento normal de los mecanismos institucionales de rendición de cuentas, también acaba con el sistema de pesos y contra pesos. Pero sobre todo, genera la base de una cultura que acaba con las expectativas sobre lo que significa el comportamiento apropiado en el poder.  


En este entorno tan confuso, los valores de la democracia son expulsados por la ventana, con el aplauso o la indiferencia de los fans, Son  remplazados por los anti valores de una cultura, donde el fin justifica los medios. Se acepta que  todo vale y  le es permitido al autócrata, con tal de llegar y quedarse con el poder. Lo logra gracias a la lealtad de sus fans.


Hay un tercer aspecto que se deriva de los planteamientos anteriores y que Naim los expone de una manera lúcida y contundente. 


“Los autócratas siempre han cultivado la admiración y han extremado las diferencias con sus adversarios. Ya desde Julio César y Carlomagno, los líderes carismáticos construían su propio culto a la personalidad”,

“El autócrata se hace muy visible, ineludible, familiar, mientras oculta con cuidado los mecanismos que emplea para acaparar y ejercer el poder

“Los autócratas secuestran  el lenguaje y cambian el significado de los conceptos, para enviar mensajes sencillos a sus fans, muchos de los cuales no tienen fundamentos en la realidad, pero aumentan la indignación de sus seguidores y la polarización que es una estrategia esencial para ganar y mantener su adhesión ”

“Cuando el límite entre poder y espectáculo desaparece por completo, la libertad no puede resistir mucho tiempo”.


Naim nos obliga a ver los riesgos de la época que estamos viviendo. Las bases de un sistema democrático operante están siendo profundamente cuestionadas. La experiencia, la capacidad de llegar a acuerdos y de hacer concesiones delicadas y prácticas ya no tiene valor, cuando estas son fundamentales para gobernar dentro de los límites de una democracia constitucional. Solo cuando se pierden los fundamentos de la democracia, después se añoran y la gente sufre las consecuencias cuando ya es muy tarde. 


Para que la democracia se fortalezca contra los ataques de los autócratas 3P, es fundamental poder consolidar varios aspectos que son  de su esencia y  que hoy está en juego:


“El poder debatir desde la diferencia; el tener  paciencia; el hacer concesiones; el demostrar la tolerancia  y tener la voluntad de aceptar que el adversario político no es un enemigo al que hay eliminar a toda costa, y que tiene el derecho de  obtener el poder dentro de las reglas de juego de la democracia”.



En esta época de la política vista como espectáculo, estos valores se enfrentan cada vez más a unos valores contrarios: “los insultos, la demonización de los rivales, el maximalismo y la intolerancia”. Estos comportamientos los pudimos ver en vivo y en directo el pasado 20 de julio durante la posición del nuevo Congreso. Y mucho me temo que es solo el inicio de lo que veremos hacia adelante con Petro ya en el poder.


Cuando el medio es el mensaje y estamos un mundo de fans que hipotecan su identidad al dirigente político, es lógico que el paso de los medios tradicionales a “la explosión comunicativa de la era de la información”, vengan acompañados por unas nuevas dinámicas que impulsan  la “desintermediación” del sistema político. 


El resultado final, es el desmoronamiento acelerado de los partidos políticos, que pierden su rol de intermediarios para conciliar y articular distintos intereses, y armar coaliciones para empujar agendas compartidas. Las capacidades institucionales necesarias para sostener una democracia terminan siendo muy frágiles ante las amenazas del populismo, la polarización y la posverdad.


Este comentario lo escribí antes de que se anunciara la genuflexión de los otrora poderosos partidos históricos colombianos. No pudieron resistir quedarse fuera del poder, por eso aceptaron  la invitación de un gaseoso pero nutritivo ofrecimiento burocrático,  para lograr un  acuerdo nacional eliminando cualquier oposición a la agenda del nuevo gobierno. 


Estoy convencido que ante la ausencia de una oposición política, vamos a tener que montar una oposición social reflexiva que mantenga la guardia en alto en defensa de los avances de nuestra precaria y vapuleada democracia. Darle difusión a escritores como Naim y otros como Hernando Gomez Buendia, es parte de ese trabajo que tenemos que realizar quienes no llevamos con nuestro voto  a Petro  al poder.


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