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sábado, 22 de junio de 2024

Una enfermedad autoinmune afecta a Colombia

 


En el blog anterior, planteé la necesidad de defender nuestra institucionalidad. Me llamó la atención, que a diferencia de blogs anteriores no tuvo tanta acogida a pesar de tocar un tema vital para nuestra democracia. En este blog quisiera insistir en el tema para hacer algunas reflexiones adicionales, del porque no la estamos defendiendo, y que podríamos hacer al respecto.



Hoy, la institucionalidad colombiana, es como un enfermo que está siendo atacado desde varios frentes externos e internos. Pero lo más grave, es que sufre de una enfermedad autoinmune donde  el ataque interno está sucediendo desde el mismo corazón de una de las tres instituciones más importantes para nuestra democracia : la Presidencia de la República, lo cual es un hito sin antecedentes en la historia de Colombia. 


Veamos algunas de las reflexiones que creo pueden aportar 


1. Es fundamental recoger las experiencias exitosas de nuestra historia pasada, para mejorar el desarrollo de la institucionalidad, porque sus lecciones nos deben servir como unas bases firmes, donde nos podemos parar, e iluminar el camino hacia adelante . Y las cosas negativas de la historia, también son aprendizajes, porque seguramente sus efectos  hoy impactan nuestro presente, pero también nuestros futuro si no  aprendemos  de ellas. 



Lamentablemente, este no es el camino que estamos siguiendo, lo cual es muy grave. Las consecuencias pueden ser irreparable, cuando tenemos un presidente que está  empeñado en distorsionar  el pasado para justificar  su empreño de refundar a Colombia en el presente y hacia el futuro.


Petro quiere desconocer los avances que hemos tenido como sociedad y las lecciones positivas  que nos deja nuestra historia. Es un individuo, que en su delirio mesiánico, es incapaz de construir sobre lo ya construido. El problema es que los colombianos desconocemos nuestra historia, y por lo tanto, de valorar los avances que hemos obtenido para defenderlos con valor y mucha firmeza. Es una inmensa debilidad que la está aprovechando Petro  para hacer lo que se le venga en gana.


2. Desafortunadamente, no hemos desarrollado y fortalecido un sistema inmunológico fuerte . Traducción : tener un cultura de corresponsabilidad y participación ciudadana, que conozca, aprecie y defienda la institucionalidad que hemos logrado a lo largo de nuestra historia. Y que si bien es imperfecta, tiene muchos avances importantes para sentirnos orgullosos de ella.


Cómo no existe esa cultura ciudadana, también nos atacamos desde adentro: es un deporte nacional el denigrar de nuestras instituciones y que nos hace presa fácil de populistas como Petro, que lo fomenta en su propio beneficio . El resultado está a la vista: niveles altísimos de desconfianza, de irrespeto y de incredulidad en ellas.


3. Una de las características de la cultura que necesitamos construir, es la de estimular las críticas constructivas, aceptar la diversidad de opiniones y tener la capacidad de llegar a acuerdos integrando visiones diferentes. Una cultura que promueva el manejo productivo de los conflictos naturales que surgen en estas dinámicas, pero que al final, permita alcanzar consensos para el benéfico común. Y que, una vez logrados, se defienden y se hacen respetar.


Una evidencia de que no tenemos esas capacidades, es el ejemplo reciente en el seno de instituciones tan importantes como el Congreso. Después de haber logrado un acuerdo en un tema tan vital como era la ley estatutaria de la educación, hace dos semanas, Petro dio la orden de incumplirlo y utilizar a su aliado Fecode para justificarlo.  Otro caso más, donde  se rompió totalmente la confianza y se mina por la base,  la  posibilidad de cualquier  acuerdo nacional creíble y sostenible.



4. Una cultura, como la que se necesita para defender las instituciones, no se desarrolla por generación espontánea, es el resultado de una construcción colectiva y de un liderazgo, que sean ejemplo en diferentes esferas. En nuestra historia ha habido líderes individuales que han ayudado a mostrar el camino, como fueron hace treinta Antanas Mockus y Paul Bromerg en su rol  alcaldes de Bogotá 


Estos dos profesores universitarios, dieron un ejemplo de valentía y creatividad, al atreverse a retar los modelos mentales, de una sociedad compleja, como la de nuestra Capital en esa época. De manera muy innovadora, demostraron que era posible lograr cambios significativos de comportamiento a nivel de una ciudad de más de seis millones de habitantes.   


Sin embargo, ese extraordinario ejemplo tuvo un problema: no tuvo un liderazgo colectivo que se apropiara de una propuesta que le pegaba al corazón de lo que yo he llamado “la infraestructura mental” de la ciudad. En un entorno tan complejo como el actual, es cuando más se necesita un liderazgo colectivo, para volver a poner en el centro de la conversación nacional, el papel fundamental que juega la cultura, si queremos avanzar como sociedad. Los retos son enormes y los esfuerzos individuales son insuficientes..


También me aparecen unas reflexiones adicionales 


Ya lo mencioné pero quiero insistir : la sociedad colombiana  tiene las defensas muy bajas . Pero lo más preocupante, es que no reconocemos que estamos enfermos, necesitamos ayuda y que  debemos corresponsabilizarnos por nuestro problema de salud antes de que sea muy tarde.


El andamiaje institucional que ha tomado décadas de esfuerzo e inversión de todos los colombianos, es el que hoy, Petro y sus acólitos, quieren demoler. La dura realidad, es que el tsunami nos cogió con las defensas muy bajas, poco preparados culturalmente como sociedad, y  con la emocionalidad colectiva totalmente inadecuada para enfrentar el problema y corresponsabilizarnos de buscar una solución .



Hemos creado una cultura  con un entorno emocional paralizante, caracterizada  por el miedo, el escepticismo ,la  desorientación, la resignación y la aversión al riesgo. Y también,  hay muy poca curiosidad para explorar distintos caminos que permitan identificar nuevas oportunidades.



La firma Monitor que realizó el Estudio de Competitividad para Bogotá en 1997, ya lo había anticipado y nos lo demostró en su informe final. Desde hace décadas, nuestros modelos mentales: creencias, supuestos  y valores (o ausencia de ellos) , tanto a  nivel individual como colectivo, han sido nuestros peores enemigos. Nos han distorsionado la realidad , castrado la capacidad de  soñar en grande y de indignarnos. Pero lo peor es que no lo reconocemos.


Lo anterior puede explicar nuestro  individualismo enfermizo, y que se traduce en  la actitud miope de: “sálvese el que pueda”, y que prima sobre el trabajo colectivo inteligente y con propósito que oriente e inspire. Todavía no entendemos que hay que sembrar con buena semilla y tener la paciencia para cuidar y cosechar . 


Pero lo más grave aún: a sabiendas que nuestro presente es el resultado de lo que no hicimos bien -de lo que no sembramos - y que hay que corregir, persiste una visión cortoplacista donde lo urgente y lo pragmático, domina lo importante, y sin  embargo, se espera el milagro de resultados inmediatos. Claro hay que apagar el incendio diarias dicen unos, y ¿después que esperamos? si no sacamos tiempo para pensar cuándo era contra intuitivo hacerlo. (Ver mi historia de Camacol en la crisis del sector entre 1998 y el 2002). 


No se ve el despertar de un liderazgo colectivo que promueva un  movimiento creciente de indignación que defienda nuestra institucionalidad, trace la raya y diga: “basta, no más” !!. Y  que impulse iniciativas para cambiar la narrativa de desesperanza y ayudar a subir los niveles de confianza que hoy están en el piso. Estos son temas críticos para poder defender nuestras instituciones.



Necesitamos  un entorno distinto , donde no sea muy frustrante y solitario el atreverse a proponer  iniciativas innovadoras, que pongan la luz en el  papel de la cultura, como palanca o freno de nuestro desarrollo, y busquen fortalecer la capacidad de gestión institucional pública.  Se necesita activar la institucionalidad privada que se comprometa con una cultura de liderazgo colectivo y una ciudadanía mucho más comprometida, capacitada e informada. 


Necesitamos dejar de ver el vaso medio vacío para verlo medio lleno, para poder valorar los avances que hemos logrado como sociedad, pero con la valentía de reconocer que somos nosotros la primera barrera que tenemos que superar si queremos progresar.


No pierdo la esperanza de que se multiplique el número de colombianos , que desde su propias experiencias y realidades, den el ejemplo para sumarlos en la defensa de las instituciones que hemos construido a lo largo de nuestra historia. He tenido la fortuna de encontrarme con mucha gente extraordinaria y valiosa que son ejemplo de aporte al pais. Solo tenemos que visibilizarlos , conectarlos y apoyarlos, para que su ejemplo, nos inspiren y nos demuestren que colectivamente si podemos cambiar nuestra la cultura que define nuestra realidad y construir una nueva narrativa para Colombia.




sábado, 15 de junio de 2024

En defensa de la institucionalidad

 



Este es un momento muy crítico  del país: la institucionalidad   y el papel del  sector privado están bajo ataque desde el Gobierno Nacional. Recordando  nuestra historia no encuentro un momento similar , tan peligroso para su estabilidad y el futuro de nuestra democracia . Pero también, al mirar hacia atrás hay lecciones de esa  historia que nos pueden iluminar el presente y el futuro para devolvernos la esperanza tan ausente hoy en día.


Las instituciones públicas  son mecanismos que se han desarrollado para distribuir el poder, fortalecer la participación y hacer visible la voluntad de la ciudadanía, dando cohesión a la sociedad, persiguiendo el bien común y la justicia social. Juegan un papel fundamental en el funcionamiento de una nación. 



También, a lo largo de nuestra historia, esta nos enseña como  el sector privado ha contribuido con el desarrollo de otras instituciones que han hecho aportes al país . Las fundaciones, los tanques de pensamiento, los gremios, y otras iniciativas , han hecho contribuciones muy valiosos  al bienestar  general de la sociedad en campos como el de la salud, la educación , etc.. Y claro , también están las empresas como generadoras de riqueza económica, que con sus impuestos, aportan al Estado para sostener instituciones de apoyo social. A estas, hoy se les está demandando una vinculación mucho más cercana a las comunidades donde operan.


Tanto las instituciones públicas como las privadas, forman parte de un ecosistema, cuyas relaciones armónicas y complementarias, son vitales para el buen funcionamiento de la sociedad. El modelo del Estado omnipresente colapsó con la caída del Muro de Berlín. Y en países donde las instituciones del Estado son muy débiles, es suicida pretender sobrecargarlas de más responsabilidades, porque enfrentan problemas muy complejos, como el sistema de salud de un país, y no tienen la capacidad. Este es el mayor peligro para Colombia, con reformas atropelladas como las de Petro, en campos tan delicados para la población como la salud y las pensiones. 



Hoy, es fundamental que entendamos todos,  la inmensa importancia de promover y defender el fortalecimiento de las instituciones públicas y privadas cuando Petro quiere doblegarlas y ponerlas a su servicio. Son parte esencial del funcionamiento de un sistema complejo que tiene un impacto directo en la calidad de vida de la sociedad


Hay evidencias contundentes que soportan la afirmación anterior. La institucionalidad  pública y privada, fuerte y equilibrada, está  presente detrás de la historia de éxito de las sociedades más avanzadas y con mejores índices de desarrollo del mundo. Cuando esta se debilita, colapsa o no existe , su impacto se ve reflejado en unas sociedades disfuncionales e incapaces de encontrar una senda para su desarrollo sostenible, especialmente en un entorno tan complejo como el actual. 


Además de que estas sociedades son presas fáciles para los populistas variopintos y  sin escrúpulos. Como aves de rapiña, se aprovechan de las debilidades institucionales  para llegar al poder y quedarse en él. Después,  las doblegan o las acaban  para su propio beneficio.



Un propósito  colectivo superior para una sociedad, debería ser la defensa cerrada y enérgica de los logros alcanzados  a lo largo de la historia en su desarrollo institucional. Pero también, exigir  y contribuir colectivamente a su continuo mejoramiento y fortalecimiento. Esto implica el concurso de todos los actores con capacidad de aportar,  desde el sector público como el privado. Lo que está en juego es el bienestar general de la sociedad.


Ahora bien, ¿qué es esencial  y que se requiere para que haya esa capacidad de proteger y mejorar la institucionalidad de una sociedad en un entorno tan complejo como el actual? En el siguiente blog busco explorar  esta pregunta y compartir algunas reflexiones que hoy me tienen cuestionado mi camino futuro.


Comparto en este blog el link a mi intervención del pasado martes, que realicé en el evento del Comité Universidad Empresa, promovido por Connect y la Agencia Distrital  Atenea . Pienso que su contenido da luces para entender mejor este blog y el siguiente.


https://drive.google.com/file/d/1qgdsMTVffnBooKiQyR76AvEXYrNdRCC9/view?usp=share_link





 



sábado, 8 de junio de 2024

Hay un buen trecho y un gran peligro entre Dinamarca y Cundinamarca en la era de Petro


Es muy interesante que, en el momento en que Petro busca imponer a la sociedad una visión estatista de gobierno, no hayan habido comentarios sobre las implicaciones generales que esto tiene. Pero ya comenzamos a ver algunas de sus consecuencias, como es el caso de la reforma a la salud para los maestros , que puso patas arriba su sistema . Lo sucedido evidenció  donde están los verdaderos  intereses de Fecode, sindicato que agrupa a la mayoría de los maestros. 



Este desastre, en otro gobierno, habría generado una huelga nacional y unas marchas violentas. Pero como han sido incondicionales de este gobierno, guardan un silencio cómplices y permanecen impávidos ante una situación que está jugando con la vida de sus afiliados. Pero lo más Increíble ha sido  la pasividad de tantos maestros, ante este atropello, que compromete su salud  y la de sus familiares. 


Este ejemplo muestra una radiografía muy preocupante de la sociedad colombiana, y del grado de enajenación de la voluntad, cuando miles  de colombianos le han entregado el poder sobre su presente y su futuro, a un sindicato que le vendió su alma al diablo y cuyos intereses claramente no están alineados con los de sus afiliados. 


Este caso me obligó a volver los ojos al últimos libro de Andrés Oppenhaimer sobre el cual escribí mi blog hace dos semanas. Y se preguntará el lector cuál es la relación entre un libro que investiga la felicidad y nuestra situación en Colombia. Pues bien, va a sonar paradójico ,  porque lo que me llamó la atención, fue el análisis que Oppenhaimer documenta, del lado obscuro de las sociedades nórdicas que son referentes de ser las  más felices del mundo. 


El punto de encuentro con nuestro caso , es  el interés de estatizar la sociedad colombiana y buscar como pretexto el ejemplo del  Estado de  bienestar de los países nórdicos.  Sin embargo en su investigación,  Oppenhaimer  mostró los problemas que genera la excesiva dependencia del Estado, aún en países donde sus instituciones son modelo de eficiencia,   , pero  que hoy se está poniendo en duda  su viabilidad hacia adelante. 



Lo que se comienza a cuestionar es la viabilidad económica del modelo cuando el 60% de los daneses viven del Estado, o porque son empleados , o pensionados, o reciben subsidios de desempleo . Y la  presencia estatal sigue aumentando cuando la productividad no crece, y los costos de los servicios públicos son muy altos y los impuestos son del nivel del 75% pero con necesidad de aumentarlos aún más estrangulando al aparato productivo . Y el problema se agrava más cuando la población está envejeciendo, lo que a su vez ha aumentado la carga de subsidios a los jubilados y se disminuye la base de contribuyentes activos. .


Y como también lo muestra el libro, a los problemas anteriores se les suma el aumento de las expectativas de la gente, por encima de las mismas capacidades del Estado y de los impuestos que son los más altos del mundo para pagarlas. Esa dinámica está comprometiendo la economía por falta de innovación y de estímulo a los emprendedores que generen nuevas empresas. 



Y otro mensaje que me impresionó. Cuando se genera una dependencia del Estado tan grande , se pierde la motivación de la gente a sostenerse por si mismos. Y la frase que más me impactó : “hay una tendencia a que la gente trate de triunfar fracasando” porque se estimula las mentiras para justificar el subsidio del Estado.  


Las consecuencias ya se están sintiendo en problemas crecientes de salud mental , especialmente entre los jóvenes. La presión, falta de sueño por abuso de las redes sociales, han aumentado la ansiedad y la depresión, que se  suman al problema social .


Y quiero insistir, lo que hoy está pasando en países que hoy son considerados los más desarrollados como Dinamarca y que cuentan con unas instituciones eficientes reconocidas y respetadas por sus habitantes que confían en ellas, nos deben de poner en alerta roja.  Más grave aún  cuando  las tendencias anotadas por Oppenhaimer , demuestran que,  a pesar de las fortalezas institucionales y de contar con una sociedad educada en esos países , el modelo de entregarle el futuro al  Estado es insostenible. 


Que podemos esperar en el caso colombiano, cuando se quiere imponer el modelo estatista .  Pues es muy grave cuando las ya enclenques instituciones nuestras, están haciendo agua en manos de la extrema  izquierda  y se están debilitando cada vez más. En estas condiciones, las expectativas de cambio generadas por Petro, no se van a cumplir por su misma incapacidad   y de un Estado más vulnerado e  incapaz.



A lo anterior,  se suman las tendencias demográficas  de envejecimiento de la población. Colombia muestra una de las tasas más altas en AL.  que  juegan en contra de un  modelo ideologizado del papel del Estado en la sociedad. Y cuyo manejo hoy esta   en manos de unos ineptos, cuyas verdaderas intensiones no son mejorar el bienestar de la gente como lo demuestra la tragedia de los maestros, sino destruir la democracia y quedarse en el poder.


Cómo tenemos una cultura individualista e inmediatistas, los problemas al futuro que se están cocinando hoy, parecería que no son preocupación de los millones de colombianos,  que le dieron irresponsablemente a  Petro, el poder de  definir su futuro, dejando montada una bomba pensional que no habrá como pagar y un sistema de salud colapsado . Para no hablar del inmenso riesgo que los ahorros pensiónales se esfumen por mal manejo, como sucedió en Argentina. 


El resumen de este análisis simple, es que queremos estatizar el modelo de sociedad sin contar con  instituciones bien manejadas y muy efectivas. Pero que aún si las tuviéramos, hay tendencias que hacen el modelo muy vulnerable. Peor aún, mientras los países como Dinamarca, ocupan los primeros lugares en el ranking del manejo de la democracia y la felicidad asociada al bienestar general de la población, , aquí partimos de un sistema democrático muy debilitado y con un individuo en el poder que quiere acabarlo. ¿Hasta cuando vamos a seguir permitiendo este proceso de desmantelamiento de nuestro país sin hacer nada al respecto?. 


domingo, 2 de junio de 2024

La defensa de una nueva visión del desarrollo para Bogotá

 


Hace 11 años, en un ejercicio de escenarios para Bogotá promovido por la Cámara de Comercio  en el que participé, salieron cuatro escenarios donde el común denominador de ellos, fue la presencia o ausencia  del liderazgo colectivo y la innovación , como elementos dinamizadores del futuro de nuestra región. Dos años más tarde, en conversaciones en la Universidad Javeriana, trajimos a la mesa el tema de la cultura ciudadana al análisis. 

Fue en ese entorno de reflexión, que me surgió la idea de entender que el desarrollo de nuestra región, estaba sostenido en dos pilares fundamentales: su infraestructura física y su infraestructura mental. Y cuando se habla de desarrollo, tradicionalmente el foco se centra en la primera y no en la segunda. 



La infraestructura física involucra nos solo temas como las vías, los parques, los edificios, los sistemas de salud, de justicia, de seguridad, y también las instituciones, las leyes y normas, etc. que son temas tangibles y accionables para la sociedad. Las conversaciones, intereses, discusiones y conflictos, están centrados en estos aspectos y reflejados al final en las decisiones políticas, en los planes de desarrollo y en los presupuestos de los gobiernos. 



La infraestructura mental se fundamenta en la cultura de la sociedad que define sus modelos mentales, creencias, valores y supuestos, que determinan el comportamiento individual y colectivo y la manera en que las personas interpretan su realidad. Es un tema normalmente invisible, que no ha merecido el mismo nivel de atención y de apoyo institucional y presupuestal, pero que al final afecta significativamente los resultados de los gobiernos y lo que la sociedad puede alcanzar. 

Para los políticos, lo más tangible y rentable es centrar la atención en la infraestructura física porque ofrece réditos más rápidos y visibles.  Por esta razón el énfasis ha sido en los grandes proyectos, mientras que la  infraestructura mental, recibe mucho menos atención y recursos, porque la premisa no cuestionada, es que construirla es un proceso muy difícil y toma mucho tiempo, lo que explica que su desarrollo esté muy desbalanceado con un inmenso impacto en las expectativas y resultados de la sociedad. Pero hay otra consideración: la mayoría de los políticos no están preparados para liderar una transformación cultural, cuando la sostenibilidad de los cambios más poderosos, se dan a este nivel y cuando los dos pilares se desarrollan par y paso. 



Hay unos antecedentes de fondo que nos deben de invitar a reflexionar sobre esta premisas y sus consecuencias. En 1995 llegó a la Alcaldía de Bogotá Antanas Mockus, quien con Paul Bromerg que lo acompañó y sucedió en el cargo al final del periodo, impulsaron la importancia de la Cultura Ciudadana como marca de su gobierno. Con su liderazgo y visión innovadora, demostraron  que era posibles cambios significativos en el comportamiento de los más de 6 millones de habitantes de nuestra ciudad capital en un tiempo récord de tres años. 


El ejemplo de Bogotá hace treinta años,  invalidó el supuesto de la necesidad de largo plazo para lograr cambios de comportamiento ciudadano. Pero tuvo un problema, su sostenibilidad. Analizando el tema con Corpovisionarios organización que fundó Mockus y ya liquidada, en el 2017, y recientemente con Paul Bromerg arquitecto de la idea, veíamos que la falla había estado en no haber logrado una apropiación social vía un liderazgo colectivo y la personificación de la iniciativa en Mockus. 


En 1998 Enrique Peñaloza llega por primera vez a la Alcaldía de Bogotá. En su periodo de tres años, realiza una revolución en la infraestructura física de la ciudad. Nuevos colegios, ciclorutas, parques y el Transmilenio. La cara de la capital se transforma pero no sigue con la revolución de la cultura ciudadana de Mockus. El impulso a la infraestructura mental se pierde y se desbalancea para no volverse a recuperar. 




En el 2019,  Santiago de Chile experimenta un levantamiento social donde entre otros destrozos,  el Metro de esa ciudad es vandalizado. En el mismo año y dos años después, estallaron revueltas similares en Colombia. Cómo en Chile, el blanco de la destrucción en Bogotá y en Cali principalmente, fueron sus sistemas masivos de transporte. El costo de reparación para Chile fue de US 250 millones o el 10% de la inversión inicial. 


Mientras la destrucción paralizó los sistemas de transporte de Santiago y Bogotá, en Medellín su Metro fue defendido por la ciudadanía. En esa ciudad hay una cultura ciudadana de apropiación colectiva que le impidió a las hordas destruir sus sistema de transporte. 


Desde el 2017, Bogotá y el Gobierno Nacional se embarcaron en el mayor proyecto de infraestructura física de la historia de la ciudad: el Metro. Con una inversión de más de US 20.000 millones hasta el 2034. La pregunta es ¿quien va a defender esa inversión cuando la cultura ciudadana es inexistente y la desconfianza han alcanzado niveles históricos del 98% y los movimientos sociales agresivos están siendo promovidos desde el mismo Gobierno Nacional enemigo del Metro en construcción ? 


Hoy vivimos en una ciudad donde no se confía ni en la sobra de uno mismo. El Alcalde Galán lo sabe, y públicamente ha manifestado que su legado, al finalizar el 2028, quiere que sea  el subir los niveles de confianza de los ciudadanos. Y tiene razón, una ciudad con esos niveles de desconfianza es ingobernable e insostenible. Inversiones como la del Metro corren un altísimo riesgo cuando los movimientos en las calles vienen creciendo cortesía del Petro.


Después del rápido recorrido anterior por la historia de los últimos treinta años de Bogotá en defensa de una visión diferente del desarrollo, debería ser cada vez más claro que su sostenibilidad, depende de que haya un equilibrio en la atención y la inversión a la infraestructura mental. Pero eso requiere de un liderazgo que no se volvió a ver desde Mockus y también de unas inversiones mucho mayores en el capital social que se refleje en la confianza .

Me pregunto:  ¿si en el solo Metro se van a invertir US 20.000 millones,  cuánto debería de invertirse en el desarrollo de una infraestructura mental (cultura ciudadana corresponsable) que se apropie de la ciudad, en el buen sentido de la expresión,  y se sostenga en el tiempo?


Por conversaciones recientes con la Administración Distrital, veo con mucha preocupación que propuestas innovadoras y experimentales que pudieran apoyar estos  cambios, y que entiendo son el verdadero legado que quiere dejar el Alcalde Galán, no tienen un presupuesto que las promuevan. Y esto es muy preocupante , porque desde Mockus yo no había escuchado a ninguno de su sucesores hacer explícito su interés por recuperar la confianza de la ciudadanía. La pregunta es cómo hacerlo.


Lo grave del tema es que no hay una fórmula conocida para lograrlo, lo que requiere de un gran liderazgo del alcalde, su voluntad política y asignar presupuesto a la altura del reto, para apoyar y promover activamente, iniciativas ciudadanas innovadoras, que impacten la confianza y  su sostenibilidad hacia el futuro. 


El momento actual de desesperanza  del país,  necesita que el legado que quiere dejar nuestro alcalde Carlos Fernado Galán , de poder tener un sueño y un propósito colectivo de recuperar la confianza en el papel del estado y en nosotros mismos, se logre realizar. Ha expresado  su voluntad política para movilizar su Administración y a muchos motores de esperanza, desde ciudadanía que lo acompañe, para lograrlo .  La Administración Galán estaría abriendo  el camino a una nueva visión del desarrollo para la ciudad. Bogotá y Colombia la necesitan con urgencia y nos necesita a todos los habitantes de la ciudad para lograrlo. Por lo pronto, el Alcalde si lo quiere, cuenta con el apoyo  de este ciudadano para conseguir su legado.