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sábado, 31 de mayo de 2014

El problema de la memoria selectiva en la sociedad colombiana

El problema de la memoria selectiva en la política colombiana.

Acabo de ver el video del presentador peruano Jaime Bayly, en un programa que el tiene en Miami, sobre las elecciones en Colombia, donde abiertamente manifestó su apoyo a Uribe y Zuluaga, haciendo memoria de lo que habían sido las relaciones en el pasado de Santos y Uribe. Ver https://www.youtube.com/watch?v=M9ewYUI0JgU .

Coincidencialmente, estos argumentos  son similares a las que utilizaron dos queridos amigos en una reunión social, hablando del resultado de las pasadas elecciones donde Zuluaga y Santos pasaron a una segunda vuelta . Esto me ha obligado a escribir este blog, un poco más extenso que lo normal, para controvertir algunas de las afirmaciones y omisiones hechas, y para hacer algunas reflexiones de fondo al respecto. Dada la polarización del país en la actualidad, definitivamente el tema lo necesita.



No me cabe duda que Santos salió elegido hace cuatro años, montado sobre la popularidad de Uribe y de la política de seguridad a la cual contribuyó como su Ministro de Defensa. Las palabras de reconocimiento, que Santos tuvo en ese momento para con sus antecesor, fueron muy elocuentes, como lo presenta Baily en la edición de clips periodísticos de la época. Y como se ve el panorama, de nuevo Uribe podría ser  en esta ocasión el gran elector.

Sin embargo, al mes de la posición de Santos, y de haber tomado sus propias decisiones en el nombramiento de personas que no contaban con el afecto de Uribe, se ganó la animadversión eterna del ex presidente. De acuerdo a personas cercanas, este se sintió "traicionado" por Santos, ya que esperaba que el siguiera al pie de la letra el libreto que le había dejado.

Y quien dijo miedo. A partir de este punto, Uribe fue fiel a su temperamento pendenciero, que el mismo reconoce como un problema, como bien nos lo recordaba Patricia Lara recientemente en su columna en el Espectador. Desde hace cuatro años, se dedicó a atacar a Santos, sin escatimar estrategias, insultos y sin medir las consecuencias, especialmente en lo relacionado con el proceso de paz con las FARC.

Durante más de un año, Santos buscó no engancharse con los ataques de Uribe, lo cual no era nada fácil. Sin embargo este, utilizando los 135 caracteres del Twitter y las redes sociales, los convirtió en sus armas favoritas, para acusar a Santos de traidor con afirmaciones muy peligrosas, sin aportar pruebas, o distorsionando la información. Estos hechos son convenientemente omitidos por el presentador peruano, en su "análisis objetivo" de la situación política de nuestro país.

Creo que Santos debe estar que se traga las palabras que dijo hace cuatro años, después de los ataques de que ha sido objeto por parte de Uribe durante este periodo. Su animadversión por Santos lo llevó a hacerse elegir como senador y colocar a su subalterno en la contienda presidencial. Desde hace cuatro años, la consigna fue impedir a cualquier costo la reelección de Santos y el proceso de paz, sin medir las consecuencias sobre la institucionalidad del país.

En mi concepto, Santos ha demostrado un talante inadecuado para manejar esta situación. Le critico fuertemente que se haya colocado al mismo nivel de Uribe, al responder sus ataques. Pero especialmente, le critico su inconsistencia en el liderazgo del proceso con las FARC, el manejo de problemas como el caso de Petro, el paro agrario y su campaña política actual. En todos estos casos, el costo político que ha pagado es muy alto, y esto se vio claramente reflejado en los resultados de las elecciones de este domingo.

Pero si de hacer memoria se trata, por una razón que yo todavía no entiendo, la gente que sigue a Uribe tiende a enfatizar el lado claro de sus dos administraciones, que yo aplaudo. Sin embargo, tienen una memoria selectiva que tiende a ignorar, el lado bien oscuro que nos dejó, con la reelección y su segundo periodo, donde bajo su mandato se cometieron delitos que vulneraron seriamente la institucionalidad del país. En este punto, vale la pena leer el libro "Porqué fallan las naciones", para entender el inmenso riesgo que esto significa para Colombia. La cultura del "todo vale" yo no la puedo compartir, porque refuerza la cultura del atajo en un país que ha perdido su norte ético, de manera alarmante. El ejemplo que ha dado Uribe en este campo me parece fatal.

Pero hay otra realidad que la gente que lo sigue convenientemente no quiere ver. Uribe tuvo 8 años para acabar con las FARC y no lo logró. Es indudable que si las debilitó mucho, lo cual es de aplaudir. Pero ese resultado no se puede convertir automáticamente en una patente de corso para demoler la institucionalidad del país, que de por sí está tremendamente frágil.

Durante los años de gobierno de Uribe, floreció el paramilitarismo, que después de "su desmonte" tan cuestionado, mutó hacia la multiplicación de grupos fuera de la ley. La contaminación de la política por este fenómeno durante su mandato, se tradujo en más de 35 miembros del congreso y un número muy grande de funcionarios de otros niveles, tras las rejas.

Y en el contexto de que el "fin justifica los medios",  las prácticas perversas  que se vieron en la era Uribe, con el uso indebido del DAS, hoy se han visto recreadas con el montaje de una campaña de acusaciones sin pruebas y del uso de métodos totalmente cuestionables de espionaje ilegal, por parte de la campaña de su subalterno.

Y lo que es peor, afirmó que hubo un ingreso ilegal de fondos a la campaña de Santos hace cuatro años, sin entregar las pruebas correspondientes a la Fiscalía, aduciendo la falta de garantías. Tiró la piedra y ocultó la mano. Una  forma muy inteligente de enlodar a su enemigo sin pagar las consecuencias de su afirmación, porque parecería que en este tipo de actuaciones, el ex presidente está siempre por encima del bien y el mal.

Ayer, fue a la Procuraduría a entregar "sus pruebas", sin embargo, reconoció que no tiene información contra Santos en este tema. Habrá que esperar el resultado de este novelón para saber la verdad. Ojalá se supiera antes de las elecciones y no después. Otro proceso 8000 no lo resistiría el país.

Sin embargo, aquí no cabe discusión. Uribe tenía la obligación de dar el ejemplo como ciudadano y ex presidente de nuestro país. Pero al no hacerlos de manera inmediata, se burló de la Justicia,  y según los entendidos, estaría cometiendo un delito tipificado en el Código Penal. Y de paso, tendió un manto de duda gravísimo sobre unas elecciones hace cuatro años, que el mismo ayudó a impulsar!!!.

Y lo que no le he escuchado a Uribe, ni a Zuluaga, para que yo tenga una opinión diferente, son  sus planteamientos distintos a lo ya ensayado en el pasado. Me niego a aceptar que haya  más  bala  para acabar estos grupos subversivos. Ese camino ya se probó, y no se puede prolongar indefinidamente, porque tendría  un costo altísimo en vidas humanas, y en el desplazamiento de millones de colombianos. Y estos hechos son una mancha dantesca en la historia de Colombia que no podemos repetir. ¿O sí?.

Pero además, algo que convenientemente olvida Uribe y sus seguidores, es que la Colombia del 2002, cuando estaba acorralada por las FARC, es  muy distinta a la de hoy. En buena medida, por el trabajo de Uribe en los primeros tres años de su primer mandato. Pero también, por la labor que ha realizado su sucesor. Luego, pensar en aplicar la misma medicina, cuando la situación a cambiado significativamente,  es una imbecilidad. Lo cual no quiere decir que no subsistan todavía muchos problemas que es necesario corregir .

También en ese contexto, no he visto cuáles son las propuestas diferentes para derrotar en esta ocasión a las FARC y el ELN. La verdad es que en doce años, incluyendo el periodo de  Santos, cuando se han dado de baja el mayor número de cabecillas en estas organizaciones, no ha sido posible acabar con esta plaga. Parecería que es más fácil generar el miedo en la gente y atacar el proceso de paz.

Igualmente, me parece muy irresponsable, acusar  a Santos y a los negociadores, de que se está entregando el país a las FARC, a Castro y a Maduro. Es parte de la estrategia muy efectiva de generar el miedo en una sociedad tradicionalmente conservadora, como la colombiana. Y además, da buenos réditos ante las tribunas de los seguidores de Uribe. A Santos yo puedo criticarle muchas cosas, pero ese sapo me cuesta mucho trabajo de tragar. Y las razones son claras, veamos.

Aquí me surgen muchas preguntas. ¿Cuáles son las evidencias al respecto, si el proceso no se ha acabado, y se requiere de un referendo del pueblo colombiano para su aprobación ?. ¿Porqué Uribe no utiliza su experiencia y conocimiento, para desde la diferencia, ayudar constructivamente a encontrar opciones creativas, distintas a las que ya utilizó, para poder  acabar con el problema?. ¿Qué le impide hoy hacerlo?.

Pero hay otra reflexión de fondo. En España, Irlanda, Sur África, Salvador, Guatemala y Filipinas, se logró llegar a acuerdos para parar la violencia fratricida. ¿Qué impide que se consiga algo similar en Colombia, cuando estos grupos guerrilleros han sido debilitados significativamente -más no derrotados- gracias en buena medida a lo que Uribe hizo y Santos continuo en estos cuatro años?.

Y de acuerdo a lo que que he podido escuchar de militares, con quienes he tenido la oportunidad de compartir estas reflexiones en la Escuela Superior de Guerra y el Ministerio de Defensa , a las FARC no es posible derrotarlas completamente por tres hechos elementales: las drogas, el apoyo de Venezuela y la debilidad institucional del Estado en Colombia.

En relación a las drogas, es un problema muy difícil por el papel que juegan las políticas inoperantes de los gringos en esta materia, y cuyos costos los ha pagando con creces la sociedad colombiana, con miles  de  muertos y con una corrupción infinita. Mientras los gringos no reconozcan el fracaso de su política, seguiremos teniendo este cáncer en nuestra sociedad. Lamentablemente Santos no ha sido claro en esta materia, y es uno de los aspectos que yo le crítico mucho en su proceso de paz. El principio de acuerdo sobre las drogas con las FARC, es un paso fundamental para reducir este problema que tanto daño nos ha hecho en Colombia.

En cuanto a la protección que le da el chavismo a las FARC, y también al negocio de las drogas en ese país, tampoco se va a resolver fácilmente, a no ser que estemos dispuestos a declararle una guerra a Maduro, o que a este caballero lo saque el pueblo venezolano del poder.

Lo primero, en mi concepto sería estúpido, aunque Uribe nos puso a un cacho de un conflicto armado  con Chávez y Correa, que Santos pragmáticamente tomó la decisión de reversar, y que su antecesor, no le puede perdonar. Y lo segundo, no se ve que se vaya a lograr en un futuro inmediato, porque la oposición venezolana ha estado fragmentada, y no ha sido capaz de romper el abrazo de oso del chavismo en las urnas.

El corolario de lo anterior es que las FARC tienen un santuario seguro en Venezuela, desde donde pueden seguir haciendo mucho daño, mientras continúe el apoyo que reciben del chavismo. Es el mismo caso de la ETA que contó con la complicidad del gobierno francés por muchos años, hasta que cambio su política, y los cabecillas de esa organización fueron dados de baja o capturados.

Y el problema de la institucionalidad lo padecen los militares, quienes en últimas, terminan siendo la presencia del Estado en las regiones más afectadas y apartadas de Colombia. Mientas esta falla no se subsane de fondo, tendemos el caldo de cultivo, para que la corrupción y la violencia, se reproduzcan por estos vacíos.

Con el recuento anterior de las posturas de Uribe ante el proceso de paz, y de las realidades que lo rodean, es muy difícil de entender el cambio de 180 grados que tuvo Zuloaga hace dos días, cuando manifestó que continuaría las conversaciones de la Habana con las FARC. De un plumazo, acabó con el motivo de tanta saña, con el que han atacado a Santos, y que tanto daño le ha hecho al país por la polarización que generó .

Por el bien de Colombia, espero que este cambio de convicción sea genuino, y no uno más de los trucos electorales con los que se han manejado esta campaña. Si no hay realmente el convencimiento de que es posible llegar a un acuerdo, y no una rendición, difícilmente se puede creer en un proceso liderado por quienes han denigrado del mismo por tantos años, y sin reparar en los medios para hacerlo.

Por todo lo anterior, yo respetó mucho el valor de la decisión de Santos de explorar el camino de la negociación y de trabajar temas tan complejos como la restitución de tierras y el reconocimiento de las víctimas. Es una deuda histórica que tiene nuestra sociedad. Habría sido mucho más fácil seguir protegiendo los tres huevitos de Uribe y no volverlo su enemigo. Y sin embargo, Santos tomó esta decisión.

Ante el acto de constricción que acabamos de ver hace dos días, por parte del candidato del Centro Democrático, será interesante ver su postura y la de Uribe sobre estos temas, que son pilares fundamentales del proceso de paz.  Temas, que por demás, también han criticado muy fuertemente,.

Donde yo cuestiono a Santos, es que se equivocó en ambientar un proceso de cambio de tanta envergadura, para lograr el respaldo a su iniciativa, por parte de la mayoría de la sociedad colombiana. Todo el mundo quiere la paz de dientes para afuera, pero la triste realidad, es que no están dispuestos a pagar el costo para conseguirla. Especialmente, esto si que es cierto en los centros urbanos del país, donde el conflicto se ha sentido mucho menos.

La gente quiere respuestas simples a los problemas complejos que hoy vive nuestra sociedad. La esencia del liderazgo, consiste en frustrar esas expectativas a una rata que la gente pueda manejar. Es parte de lo que ha debido ser el proceso de liderar la pedagogía de la paz. Lamentablemente, Santos descuidó este tema en materia grave y las consecuencias saltan a la vista: la paz no es un punto de unión sino una hacha de guerra en el proceso político colombiano.

El tema de la paz debe ir mucho más allá de la firma de unos acuerdos con las FARC. Por lo tanto, es inaceptable, que se utilice como una "arma de guerra", para dividir a la población colombiana y como instrumento para descalificar. La realidad, es que ha faltado una gran cantidad de pedagogía en este proceso, para construir un significado colectivo compartido sobre la paz y lo que en realidad está en juego.

El liderazgo del proceso de cambio de la sociedad, entre dos bandos irreconciliables, fue lo que lograron  Mandela y Le Clerck en Sur África, después de más de dos siglos de conflicto racial. En el caso colombiano, es evidente que un problema del proceso de paz, ha sido la falta de liderazgo de Santos en la implementación de la decisión de negociar, después de haber tenido el gran valor de tomar el camino más difícil y que más resistencia iba a generar.

Santos, como líder del proceso, ha fallado en materia grave, en mostrar de manera pedagógica, el camino y dejar que esta situación la aproveché a fondo Uribe. Este representa el típico caudillo latinoamericano que tiene todas las respuestas a los problemas complejos de sociedad, Increíble como se parecen en esto Uribe y Chávez desde los dos extremos ideológicos que representan. .

En la práctica, como ya lo mencioné, no son posibles las respuestas fáciles a los problemas complejos,  como es el caso de la paz en Colombia. Sin embargo, la gente le come el cuento a Uribe porque es más cómodo para no asumir la propia responsabilidad que tenemos todos en el problema. Y esto explica en buena medida, la inmadurez política de los colombianos, quienes estamos buscando que otros nos resuelvan todos nuestros problemas.

Esta incapacidad de liderazgo, que ha demostrado hasta la fecha Santos , la ha pagando con una gran caída en las encuestas. Más grave aún, lo ha hecho prisionero de los ataques de Uribe contra el proceso, quien de esta manera ha venido moldeando la percepción de la gente sobre estos temas. Se volvió la paz, la responsabilidad de Santos, y no la de todos los colombianos.

Por la razón anterior, hoy se ve mucha gente apática, escéptica, indiferente o desorientada. Esto lo refleja el 60% de abstención de los potenciales votantes en la primera vuelta. La gente no cree en "sus líderes" ni en las instituciones. La desconfianza es la reina en el entorno político actual. No es posible construir un futuro común para la sociedad colombiana en estas condiciones. Y esto es paradójico, porque tenemos una tremenda oportunidad de construir un propósito superior que nos una como sociedad al rededor de la paz.

Por primera vez en muchos años, a Colombia se le percibe desde afuera, como una sociedad que quiere avanzar para insertarse en el mundo, a pesar de muchas dificultades que todavía hay que superar. Hoy, tenemos que reconocer que, a nuestro país,   ya no se lo ve como una sociedad fallida, gracias el trabajo realizado por Uribe y Santos durante doce años, con sus aciertos y sus equivocaciones. Lo increíble: afuera creen más en nosotros que nosotros en nuestras capacidades y los avances obtenidos !!!.

Para hacer sostenible este proceso lleno de obstáculos, pero también de oportunidades, Colombia necesita  buscar una unión, alrededor de un propósito superior fundamentado  en la convivencia, la inclusión, la aceptación de las diferencias, y el respeto de las opiniones distintas, sin descalificaciones ni agresiones. Esas son las verdaderas bases de una nueva narrativa para paz. Esto es lo que le da un verdadero significado al concepto  de vivir  en paz !!!.

Lamentablemente, es muy diferente a lo que Uribe ha impulsado, y Santos tristemente se ha dejado enganchar, cuando paradójicamente se está viviendo un proceso de paz. Insisto, la paz se ha convertido en un instrumento de guerra, en lugar de una razón para convocar a la unión. Esto explica el porqué la clase política  se hecha bala, mientras le piden a la FARC en la Habana hacer todo lo contrario. Increíble!!!.

Este comportamiento, me demuestra una vez más, que el problema somos los colombianos, comenzando por los "mal llamados dirigentes políticos" de nuestra sociedad. Somos incapaces de manejar las diferencias, sin convertir al que opina diferente, en "enemigo" para descalificarlo. Esta tendencia es vergonzosa de parte de los grupos de extrema derecha e izquierda en la actualidad. Y además, porque es lamentable el pésimo ejemplo que se le está dando a la sociedad colombiana, tan propensa a la violencia y la agresión.

¿Qué hay detrás de tanta animadversión de Uribe contra Santos que hoy se traduce en la campaña más sucia de muchos años? . ¿Qué impide que estos dos personajes se sienten a encontrar puntos de convergencia antes de que sea muy tarde?. Lo hizo Laureano Gómez y Alberto Lleras, después de más de 300,000 muertos que dejó la Violencia en Colombia. ¿Será que la historia les debe servir para construir en lugar de destruir?. ¿Será muy iluso pensar en que esto es posible después del cambio de postura de Zuluaga en estos días?.

Para mi, un gesto de esta naturaleza,  sería la verdadera prueba de fuego de la sinceridad con la que ambos bandos están dispuestos a dejar a un lado sus grandes diferencias, en función de un propósito mayor: la paz. Esto sería un extraordinario ejemplo que la sociedad colombiana les reclama a los dos.

Ahora, ver sentados en una mesa a Santos y Zuluaga, con el apoyo de Vargas Lleras y Uribe, no es tan descabellado como parece. De hecho,  lo van a tener que hacer ante el cambio de opinión de Zuluaga para continuar el proceso con las FARC. Cualquiera de los dos, que sea el próximo presidente de Colombia, va a tener que sentarse con su cotraparte  y darnos un ejemplo de liderazgo a todos los colombianos. Inconcebible llegar a un acuerdo con la guerrilla, a costa de volver a la época de la violencia entre liberales y conservadores en el país. Sería un escenario surrealista, un total contrasentido,  que no nos debe suceder.

Como ve el lector, las reflexiones  anteriores van mucho más allá de la manera simplista como se ha tratado el concepto de la paz. El ejemplo de personas sentadas, buscando un punto de acuerdo a pesar de sus diferencias,  con la voluntad de sumarse a personas de otras corrientes políticas y formas de pensar, ayudaría  a construir un nuevo imaginario de lo que es posible, una nueva narrativa nacional para construir el siguiente capítulo de la historia colombiana. Nuestro desarrollo sostenible como sociedad  depende de que tengan esa capacidad. La pregunta es si nuestros políticos están a la altura de este reto histórico, y si tienen el coraje, la humildad, y sobre todo, la calidad humana a toda prueba, como le demostró Mandela a su pueblo. Por esto se le reconoce mundialmente.

Estoy convencido que, con negociaciones o sin ellas, estamos en mora de encontrar creativamente soluciones distintas para el gran problema estructural de nuestra sociedad: no somos capaces de arreglar nuestras diferencias de manera productiva y dentro de un marco ético sostenible. Somos incapaces de construir sobre ellas. El resultado no puede ser peor: 300,000 muertos y más de 3 millones de desplazados, para no hablar del costo social y económico que esta aberración ha producido !!!. ¿Yo por mi parte, no me resigno a seguir viviendo esta triste realidad?.. ¿Y usted?

1 comentario:

  1. Que buena reflexión apreciado Francisco.
    Tampoco me resigno a seguir viviendo la triste realidad.
    Debemos ser fieles con la nación soñada y no con esa con la que a menudo nos levantamos.
    Abrazos y felicitaciones.
    Mucho ánimo.

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