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sábado, 1 de junio de 2013

La visión de un abuelo sobre la educación de sus nietos I Parte


Por motivos de cambio de plataforma en la revista Semana, que han tomado más tiempo de lo previsto, no ha sido posible subir mis blogs desde la segunda semana de diciembre. Según me lo han explicado, este problema se deberá resolver próximamente . Pido disculpas por este inconveniente.

Entrando en un nuevo año, y tratando de superar a los Petro de este mundo, me puse a pensar que tema podría ser distinto para el primer blog del 2013. Dos posibilidades vinieron a mi mente, de experiencias personales,  que podrían aportar algunas ideas y reflexiones a mis lectores. El primero de ellos está relacionado con la educación actual de los niños por parte de sus padres visto por un abuelo, como es mi caso. El segundo, tiene que ver con el papel de la mente en la superación de las enfermedades, en especial del cáncer.

En este fin de año, tuve la oportunidad de compartir con toda mi familia unas muy agradables vacaciones. En el curso de la convivencia de dos semanas tuvimos unas conversaciones relacionadas con el tema de la educación de los hijos. De estas charlas, es que me surgió la idea de escribir al respecto.

Las parejas jóvenes que hoy tienen hijos, tienden a hacerlo tarde en su matrimonio. Hoy, salvo en algunos segmentos socioeconómicos, no es común ver parejas de 18 años teniendo bebés. Lo que lamentablemente se vé en estos segmentos de la población , son niñas que han sido embarazadas muy jóvenes y se convierten en madres solteras, porque lo normal es que los responsables las abandonan.

El comportamiento miserable de los machos se está convirtiendo en una epidemia y una tragedia familiar. Miles de niños llegan al mundo, sin el apoyo de una familia y con una carga muy grande para la mujer, que al ser muy joven, no se encuentra preparada. Sin el apoyo de la unidad familiar, es casi un milagro que el niño o la niña, salgan con los valores y referentes adecuados para su vida adulta. De hecho, estas situaciones tienden a reproducirse una y otra vez.

Pero saliéndonos de situaciones como las descritas, las familias normales que hoy tienen hijos, tienen una visión muy distinta de la educación a la de generaciones anteriores. Hay varias posiciones relacionadas con el tema que caracterizan esta actitud y que en mi concepto tienen consecuencias profundas hacia adelante. De hecho, hoy muchos de los problemas que se ven en los colegios, las universidades y la vida laboral, son el resultado de esta realidad.

No se ponen límites y todo se tolera. Detrás de esta posición yo interpreto cierta comodidad de los padres con sus hijos que los hace ceder y ser fácilmente manipulables. El fijar límites requiere invertir energía, manejar el conflicto que se genera cuando se dice "no", y estar dispuesto a actuar cuando estos han sido violados. Veo con preocupación que esto no se hace, con unas consecuencias funestas en la formación de los hijos.

El resultado de lo anterior es la tolerancia de comportamientos que no son aceptables. En reuniones de algunas familias,  es muy común ver la pataleta del niño o de la niña, que pasa sin consecuencia alguna. En mi época una buena palmada era la respuesta a este tipo de comportamientos. Hoy, la teoría es que no debe haber un castigo físico por las consecuencias psicológicas negativas en los hijos. Bueno, en mi caso tengo que agradecer a mis padres unas palmadas oportunas, creo que sobreviví y hoy soy una persona normal.

Con esto no estoy propiciando el uso de la violencia, pero creo que hay momentos en que un mal comportamiento merece una respuesta dura y esto hace mucha falta en la educación actual. Hoy el mensaje parece ser: todo mal comportamiento no me hace responsable y no tiene consecuencias, lo cual me anima a seguir por el mismo camino porque no pasa nada. Las consecuencias las vemos hoy de manera patética en la sociedad colombiana.

También, es muy normal ver como los padres aceptan con facilidad el incumplimiento de ciertas normas de mínimas de urbanidad, por parte de su hijos.  Comportamientos como el no saludar, despedirse,  dar las gracias,  la falta de cortesía con los mayores, el comer como un troglodita, son muy comunes hoy en día. Y lo que es peor, cuando esto pasa, los amenazan con castigos que no están en posibilidad de cumplir.

Otras consecuencia es que todo se negocia. Es común oír lo siguiente: " tienes que arreglar tu cuarto ... Si, pero ¿que me das a cambio..?". Y esto es motivado por los padres, que acostumbran a sus hijos, que las obligaciones solo se hacen a cambio de un precio que se negocia y sólo si hay una recompensa al final como elemento de motivación: "si te comes toda la comida entonces te regalo un helado". Se pierde el sentido de las ofertas de incentivos cuando "el deber hacer y ser" sólo se logra por este medio y esto es el pan de cada día.

Asociado a lo anterior hay un tema muy preocupante: el irrespeto a la autoridad. He visto casos en que los hijos hacen con sus padres lo que quieren. Por el afán de ganarse el cariño mal entendido, la tolerancia de comportamientos inadmisibles, la no definición de límites y el no entender  que la formación requiere del ejercicio de la autoridad, se están formando personas con serios problemas de convivencia en sociedad. Pero lo que es peor, y lo repito de nuevo, acostumbrados a manipular a los demás.

Para dar un ejemplo. Jugando con uno de mis nietos el otro día, me dio una patada mientras estábamos retozando los dos. Me tocó reprenderlo, porque no quería que entendiera que , por tratar de ponerme a su nivel, no hubieran unas normas mínimas  de respeto que debe tener conmigo por ser su abuelo y una persona mayor. Quería mostrarle que " no todo vale" así fuera sólo un juego entre los dos. Moraleja: no hay momento más importante para educar y formar a un niño , que los espacios lúdicos y de juegos.

Consecuencia de los  puntos anteriores, observo que los padres ceden muy fácilmente ante sus hijos. Desde muy pequeños, aprenden rápidamente que una pataleta no trae consecuencias, que más bien,  logran por este medio todo lo que quieren, y de nuevo la manipulación. Para no incomodarse, los padres toman el camino de ceder porque es el mas fácil de todos. O lo que es peor, a punta de regalos buscan comprarse la obediencia, el cariño  y el respeto de sus hijos.

Este tipo de comportamientos sin control,  introduce en la relación un ingrediente muy complicado del chantaje emocional que puede manifestarse de diferentes formas. Por ejemplo, el decir "no" se vuelve imposible. Cuando el niño, creado en estas condiciones, llega a la juventud, con tal de que el muchachito no genere un conflicto, o arme un escándalo de la madona, se le cede a todo lo que quiere.

Y aquí viene otro tema que cada vez me sorprende más, no sólo con los hijos, sino también entre las parejas. En el proceso de la educación en las familias hay mucha dificultad para el manejo del conflicto. Cuando yo pongo límites, género consecuencias y no acepto comportamientos que vayan contra la convivencia en comunidad, es muy posible que se generen tensiones que hay que saber manejar. En esta materia el ejemplo y la coherencia entre lo que se dice y se hace,  es clave en la educación del hogar.

La primera de las consecuencias tiene que ver con el nivel de acuerdo que exista entre la pareja en relación a los límites que se les fijen a sus hijos. Este puede ser un primer punto de conflicto que hay que manejar. Pero el segundo está en aceptar que, al actuar con coherencia sobre estos límites, se van a generar otros conflictos por las consecuencias de la acción. El problema está en que no hay suficiente conciencia de esta dinámica y no es normalmente un tema que se converse con facilidad entre la pareja o con los hijos. Por lo tanto, no hay un aprendizaje esencial : como manejar productivamente los conflictos que se derivan del sano ejercicio de la autoridad.

Y aquí viene otro tema relacionado con lo anterior que me sorprende: la teoría de que el castigo va en contra del desarrollo de la personalidad de los hijos. Cuando yo era niño era muy claro el mensaje de mis padres: violar las reglas tiene consecuencias., como ya lo mencioné anteriormente. En casos de no respetar las reglas del hogar, me acuerdo muy bien que nunca me amenazaron con unas consecuencias que no estuvieran dispuestos a cumplir. Aprendí muy temprano que no podía jugar con las reglas establecidas.

Lamentablemente hoy la condescendencia de los padres con los comportamientos inadmisibles de sus hijos, se ve reflejada en la vida juvenil y adulta en una sociedad donde los más horribles crímenes no tienen el castigo correspondiente. Por esta razón, la sociedad colombiana es tan laxa y tiene tan poca capacidad de ejercer una sanción social, que funciona muchas veces mejor que el formalismo de la justicia.

Un caso patético de lo anterior. Dos jóvenes se encuentran un bolso con un dinero en el colegio. En lugar de devolverlo, resuelven repartirse el dinero y no contar. Hay una denuncia y el colegio llama a responder a los responsables. Los padres de uno de los implicados aceptan que la acción tiene que tener consecuencias, apoyan al colegio y obligan a su hijo a responder de manera pública por su comportamiento. Pero los padres del otro muchacho resolvieron justificar a su hijo porque " era cosas de muchachos", y por lo tanto, se opusieron a las decisiones del colegio. Sobran las palabras ante un caso como este !!!.

Asociado a lo anterior se entiende el porqué existe un problema serio en las familias para enseñarles a los niños la disciplina y valores. El ser una persona disciplinada en la vida es esencial para adquirir hábitos, como el del estudio, hacer deporte, ser ordenado, la lectura, etc. Lo mismo que ser una persona honesta. Una persona disciplinada se concentra más fácilmente y es más perseverante en las acciones que emprende. Una persona con valores claros, toma mejores decisiones en su vida.

Lamentablemente veo con preocupación que los padres modernos le temen a estas palabras porque tienen la teoría de que a los hijos hay que darles libertad para que, de nuevo, "desarrollen su personalidad". El orientar, guiar y cuando toca, castigar, son acciones ausentes en muchos hogares colombianos. No se cómo hubiera sido mi vida si mi mamá no me hubiera inculcado la disciplina por el estudio y la lectura cuando yo no tenía la tendencia natural para hacerlo. Por esta razón yo entiendo que educar es formar carácter y orientar el desarrollo de la personalidad de un individuo.

Otro tema de la educación de esta generación, tiene que ver con el uso de la tecnología. No en balde pertenecen a la llamada generación digital. Sin embargo, siendo el primer fanático del tema como lo he sido toda mi vida, hoy veo efectos negativos en relación a la educación de los hijos. Cuando un celular sirve para chatear en la clase, o los juegos electrónicos vuelven autistas a los niños y esto no preocupa a sus padres, algo no está funcionado bien. El interés por la lectura, el entretenerse con cosas sencillas jugando, los juegos colectivos, parecerían ser cosas del pasado como consecuencia de la era digital.

Finalmente otro tema preocupante es el papel de las madres que tienen que trabajar y delegan en los abuelos o terceros, la educación de sus hijos. Especialmente me preocupa el caso de las súper ejecutivas para quienes no existe tiempo para sus hijos. Y a pesar de que en las generaciones actuales, las labores del hogar están más repartidas entre la pareja, la ausencia de los padres en especial, en la etapa temprana de la educación de sus hijos, deja que estos sean moldeados por terceros. Como decía mi suegro:" la educación de un hijo se da en los primeros dos años de su vida".

Podría extenderme mucho más sobre este tema, pero pienso que con lo ya escrito, hay suficientes puntos de reflexión para mis lectores. Y un punto adicional. Puede que muchos no estén de acuerdo conmigo, sin embargo los comportamientos que hoy vemos en Colombia, son una demostración de que algo no está funcionando con la educación actual. Y lo que no pueden hacer los padres de hoy es echarle toda la culpa a las entidades educativas. También tienen que aceptar que la educación en el hogar no es delegable y que la falta de cariño, afecto, orientación y ejemplo en valores no se compra con regalos, tema muy común con los hijos de segundos matrimonios, quizás, por algún sentimiento de culpabilidad.









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