Al final del blog anterior, mencioné que las propuestas de Petro, encaminadas a estatizar sectores como la salud, las pensiones y los servicios públicos, tienen una gran omisión que es necesario resaltar. Ignorar que una buena parte de los problemas de nuestra sociedad, están asociados a la debilidad del poder del Estado a todos los niveles.
El Estado colombiano ha demostrado en temas como la tan cacareada paz, que no ha tenido las capacidades para ejercer sus funciones territoriales, ni la flexibilidad para ajustarse rápidamente a los cambios acelerados y a las crecientes expectativas de la gente, dentro del marco democrático que nos rige . Pero además, el carácter autoritario del nuevo mandatario, busca comenzar a coartar la libertad de decidir, como hoy se ve en la reforma a la salud
James Robinson, es un catedrático de la Universidad de Harvard y actual director del Instituto Pearson para el Estudio y la Resolución de Conflictos Globales. Es muy conocido por su libro “Porqué fracasan las naciones”, que ha sido muy comentado internacionalmente. En su más reciente publicación: “El corredor estrecho”, propone una tesis muy sencilla y a la vez profunda, para explicar el porqué hay sociedades que han podido tener niveles de desarrollo más avanzados que otras.
Robinson plantea que el poder del estado y de la sociedad, deben de avanzar par y paso de manera equilibrada, por un corredor que no es fácil de transitar. Pero cuando se logra, hay un mutuo control de los dos poderes, y aún más importante, el reconocimiento de que ambos se necesitan y tienen que colaborar, especialmente en un entorno tan complejo y cambiante como el actual.
En mi concepto, la tesis de Robinson, es tremendamente relevante para entender los riesgos y oportunidades de la situación actual en Colombia. Pero además, muestra el camino para vencer la sensación de parálisis y de desconcierto, que hoy existe ante las nuevas realidades de un gobierno de extrema izquierda, inédito en la historia de nuestro pais.
Robinson es un conocedor profundo de nuestra realidad, quien además ha escrito varios artículos y dado conferencias sobre nuestro país. En sus dos libros hace referencia a Colombia y explica el porqué nos ha sido tan esquivo tener un país más desarrollado y armónico. Por lo tanto, sus reflexiones son muy pertinentes, para entender la viabilidad y los riesgos de las propuestas del gobierno actual.
Siguiendo la orientación de Robinson, la gran pregunta que deberíamos hacernos en Colombia es: ¿qué es lo que en la práctica está en juego con la dirección que está tomando el gobierno de izquierda que hoy tenemos?
Lo que está en juego es nuestra libertad. Como lo menciona Robinson: esta existe cuando la gente es libre en sus escogencias y lo puede hacer sin la amenaza de “un castigo irracional”, en un entorno sin violencia, intimidación y acciones que coarten esa libertad. El tema central es poder escoger el camino a seguir y los medios para lograr lo que se quiere.
El autor menciona que:
“es crítico entender que la libertad requiere, no sólo tener una noción abstracta de que uno es libre de escoger sus acciones, pero contar con la habilidad para ejercitar esa verdadera libertad. Esta no existe cuando hay una organización que tiene el poder de restringirla o usar su peso y relaciones sociales para subyugar. Tampoco está presente, cuando los conflictos se resuelven utilizando la fuerza o las amenazas, o cuando estos se abordan bajo una estructura desequilibrada de poder”.
Por la razón anterior, la libertad individual y colectiva se compromete, cuando el Estado puede abusar caprichosamente y con impunidad, del poder que le confiere la sociedad, a pesar de que sea muy débil en sus capacidades reales de ejercer sus funciones legitimas de acción y control sobre la misma. Y es más grave aún, cuando también el poder de la sociedad es muy débil y no hay capacidad de unirse para controlar al estado, como hoy lamentablemente está sucediendo en Colombia.
Cuando hay una estructura desequilibrada de poder, con un estado que busca tener poderes omnímodos, pero con bajas capacidades de acción y una sociedad muy débil, pasan varios fenómenos que impiden el desarrollo e imposibilitan tener una verdadera libertad. En este entorno, los conflictos se resuelven apelando a la intimidación y la violencia. Y los abusos de poder, ya sea del estado o de otras fuentes, no tienen control. Y mucho menos existen las condiciones para que haya un clima de confianza para la colaboración entre el estado y la sociedad, cuando más se necesita para enfrentar sus problemas comunes.
El común denominador de estos grandes vacíos, es la ausencia de un liderazgo, a todos los niveles, capaz de generar consensos y no aumentar aún más la polarización actual. Esta realidad viene acompañada del aumento de figuras populistas y autoritarias que han llegado al poder para quedarse en él.
Según Robinson, en países donde hay un estado absolutista y una sociedad débil, como es el caso de Rusia y Nicaragua, para solo citar dos ejemplos distintos, la libertad está totalmente comprometida y la disidencia se paga con la muerte o el destierro, como recientemente acaba de suceder en ambos países.
Pero como también lo menciona este autor:
“La liberad en su nivel más fundamental comienza cuando las personas están libres de violencia, intimidación y otros actos que los disminuyan. La gente tiene que ser libre en sus escogencia acerca de sus vidas y tener la forma de poderlas llevar a cabo sin la amenaza de un castigo irracional o de sanciones sociales draconianas. Para que florezca la libertad, se requiere que no haya dominación, no importa su fuente. A pesar de que parte de la existencia humana, la inseguridad y la dominación han sido unos hechos de vida”.
Si el desarrollo sostenible y sostenido en un entorno de libertad individual y colectiva, requiere tener un estado y una sociedad fuertes, la pregunta que surge es: ¿cuál es el significado que define el poder de cada uno y cómo es su impacto en la liberad?.
En el caso del estado, su poder se deriva del mandato que este recibe de la misma sociedad. “Un estado fuerte se requiere para resolver los conflictos, hacer cumplir la ley, poder controlar la violencia, y proveer servicios públicos que son críticos para la vida” ( Robinson). Donde no hay ley, no hay libertades (Lock)
También , se requiere una sociedad con personas empoderadas que, en un marco de libertad, puedan perseguir sus escogencias y controlar el poder de un estado fuerte.
Montesquieu tenía la hipótesis de que, todo hombre que tiene poder, tiende a abusar de él. Y en general la Historia demuestra, que el poder absoluto, es un afrodisíaco que enceguece y saca lo peor del ser humano.
Por esta razón, la libertad de la sociedad requiere que haya un estado fuerte y unas leyes consensuadas y no arbitrarias. Pero también, el ejercicio del poder del estado, requiere que se ejerza en el marco de la arquitectura constitucional de un gobierno democrático. Para lograrlo, hay que dividir el control del poder del estado en las tres ramas ( ejecutiva, legislativa y judicial ), repartiendo sus funciones entre diferentes organismos conformados por personas diversas. Solo así, se puedan lograr las expectativas de obtener las cosas buenas y no las malas, a partir de “pesos y contrapesos” que caracterizan gobernar en democracia.
Ante las crecientes tendencias populistas y autoritarias que estamos viviendo en esta época , donde la democracia como forma de gobierno está en alto riesgo, la sociedad necesita controlar el estado de manera que pueda proteger y promover la libertad de la gente en lugar de estrangularla, como ha sucedido en Nicaragua y Rusia.
Pero para proteger la libertad como un valor supremo, se debe de impulsar a la sociedad a “movilizarse para participar en política, protestar cuando sea necesario, y mediante el voto sacar al gobierno del poder cuando puede hacerlo”.
Robinson argumenta que la libertad emerge y florece, cuando el Estado y la sociedad son fuertes.
“Sin una sociedad fuerte y vigilante, las constituciones y las garantías no valen ni el papel en que están escritas. Hay un corredor estrecho hacia la libertad, que se encuentra exprimido entre dos situaciones muy complejas: El miedo y la represión que genera un estado despótico y la violencia y la falta de ley, que emerge en su ausencia”.
El tránsito por este corredor que se mueve entre estas dos situaciones genera muchas tensiones y una lucha continua para evitarlas. El mutuo control balanceado, en este camino hacia el desarrollo y la libertad, permite que la sociedad y el estado se reconozcan. Y que entiendan que para enfrentar los inmensos retos que viven las dos partes, tienen que colaborar porque se necesitan mutuamente,.
Caminar por el “corredor estrecho” del desarrollo hacia la libertad, le permite al Estado entregar los servicios que la sociedad quiere y espera. Pero a su vez, promueve un interés de la sociedad a movilizarse para monitorear de cerca la capacidad del Estado para atender sus expectativas.
Como debe ser evidente para el lector hasta este punto, la importancia de la tesis del “corredor estrecho” de Robinson, es que muestra el camino para lograr la libertad y un desarrollo más equitativo y sostenible. Y como él lo menciona:
“Hay que caminar un largo trecho en el mismo hasta lograr controlar la violencia, se escriban las leyes y se hagan respetar, y el Estado pueda comenzar a proveer los servicios que requieren los ciudadanos.
Es un proceso en donde tanto el estado como las élites deben de aprender y vivir con los grillos que se le deben poner al primero, y diferentes segmentos de la sociedad deben de aprender a trabajar juntos a partir de sus diferencias. Es un corredor estrecho porque no es nada fácil moverse dentro de él”.
En resumen, si miramos nuestra situación de acuerdo a la valiosa tesis de Robinson, lo que está sucediendo en Colombia es que confluyen un estado débil e incapaz de enfrentar a la vez todos los inmensos problemas , y una sociedad desorientada y también débil. Y hoy el estado, en su rama ejecutiva, tiene a un Caudillo que no escucha y quiere estatizar la sociedad.
Es un momento histórico, donde este Caudillo que ganó por un escaso margen de votos, ha creído que tiene una patente de corso para acumular más poderes y desistitucionalizar al país. Como lo demuestra su solicitud de poderes especiales, no quiere el control de los pesos y contrapesos de la democracia. Sus fanáticos no les importa los riesgos, porque lo eligieron, creyendo que tiene todas las respuestas y puede resolver todos sus problemas, a pesar de que tenemos un estado que no acepta sus limitaciones e incapacidades para satisfacer las expectativas y necesidades crecientes de la gente.
Pero a nivel más general, tenemos una sociedad que siente qué hay una gran vacío de liderazgo colectivo, pero que a su vez, no quiere asumir la corresponsabilidad de ser parte de la solución y reconocer que hoy también es parte del problema. Esta actitud le impide crecer para poder controlar y colaborar con un estado que necesita ayuda pero que no lo reconoce ni tampoco escucha. El peligro es perder la libertad.
A la luz de todo lo anterior, hay muchas preguntas que surgen de la tesis planteada por Robinson y que tienen una gran relevancia, dada la situación actual que estamos atravesando en Colombia:
- ¿Cómo se puede controlar un estado que tiene una inmensa burocracia, el poder de los militares, y la libertad de decidir los tipo de leyes?
- ¿Cómo se puede garantizar que el estado va a permanecer controlado cuando simultáneamente está pidiendo que le den mayores responsabilidades en un mundo complejo? (Poderes especiales para Petro en el Plan de Desarrollo y reforma a la Salud)
- ¿Cómo lograr que la sociedad trabaje en conjunto y no se enfrente contra ella misma, se divida y no tenga la capacidad de buscar un bien común?
- ¿Cómo evitar que esto se convierta en un juego de suma cero?
- ¿Cómo lograr que quien hoy nos gobierna y su círculo cercano, escuche otras voces?
- ¿Es posible conseguir vivir en libertad si la sociedad no es capaz de movilizarse para enfrentarse al estado y las élites que lo controlan?
Como respuesta a estas grandes preguntas, la propuesta de un grupo de empresarios y universidades, de impulsar el movimiento “Motores de Esperanza” donde yo participo activamente, busca precisamente promover una red de comunidades de liderazgo colectivo, que desde la diversidad de los territorios donde operan, contribuyan al fortalecimiento de los dos poderes: sociedad y estado, como lo propone Robinson, pero alrededor de unas agendas de desarrollo que busquen el bienestar colectivo en los temas sociales, económicos, públicos y ambientales.
Este es precisamente el tipo de iniciativas que el sector privado debería estar apoyando para demostrarle a la sociedad que no somos ni los oligarcas, esclavistas, que pintó Petro en su perorata de hace dos semanas en el balcón de la Casa de Nariño.
Es una propuesta para vincularse activamente, para así poder crear una contra narrativa a la que Petro y sus ayatolás, nos están montando: un estado cada vez más grande pero incapaz y una sociedad más raquítica y dependiente. En un próximo blog voy a mostrar cómo lo estamos ya haciendo y hacia dónde vamos con esta iniciativa.
PD: quienes estén interesados en saber más sobre esta iniciativa me pueden escribir a fmanrique@mac.com