“Yo vivo una vida muy excitante no vista por los demás” Zora Hurston novelista
Estoy ayudando a liderar varios procesos que buscan ofrecerle a la sociedad colombiana nuevas narrativas de futuro más esperanzadoras que movilicen la energía creativa de la gente. Pero para conseguirlo, es fundamental dejar volar la imaginación, para ver lo que es posible lograr, si se une la mente, la voluntad y los recursos de mucha gente.
El ejercicio de imaginarse algo que se desearía lograr, es esencial para construir una visión de futuro, que inspira a una persona o una comunidad, para lograr cosas extraordinarias que se veían imposibles. La visión de Jhon Kennedy, de poner al hombre en la Luna, movilizó a su nación y disparó una dinámica de innovacion cuyos impactos hoy son parte de nuestras vidas.
Dadas las particularidades de un entorno tan incierto y complejo como el que hoy tenemos, el cultivo del ejercicio de la imaginación, debería ser un tema prioritario en los procesos formativos. Sin embargo, lo que se observa, es todo lo contrario. Esa cualidad que tienen los niños de soñar y contar historias fantásticas, no es un tema relevante. De hecho, en nuestra cultura se premia a quienes “son realistas, pragmáticos y objetivos” y se menosprecia a quienes se perciben como “soñadores”.
Leyendo sobre este tema, me encontré que dos grandes filósofos de la humanidad, Platón y Aristóteles, tenían posiciones contrapuestas en relación a la importancia de la imaginación. Para el primero, esta solo servía para distraer la mente de la realidad y hacer perder energía en falsas ilusiones. Para el segundo, por el contrario la imaginación era “la fuente del conocimiento”.
Como bien lo describe en un artículo reciente, el columnista del NY Times David Brooks, la tragedia de nuestro tiempo es la de no entender que Aristoteles si tenía razón. Especialmente en momentos como los actuales, cuando el cultivo de la imaginación, es fundamental para lograr encontrar soluciones creativas a los múltiples retos y problemas que enfrentamos como sociedad.
Los científicos que estudian el cerebro, entienden la complejidad inmensa que significa la creación de imágenes mentales, a partir de las cuales es posible construir realidades “virtuales” que todavía no existen. La percepción es esencial para el desarrollo de la imaginación. Es un proceso rápido, mediante el cual seleccionamos, interpretamos y experimentamos hechos, pensamientos y emociones que nos hacen únicos como personas.
Darwin se refería a la imaginación, como el proceso que “une imágenes anteriores e ideas, independientemente de la voluntad, y de esta forma permite crear resultados brillantes y novedosos”. Pero es importante mencionar, que la capacidad de percibir, está influenciada profundamente por experiencias, emociones y recuerdos del pasado.
¿Pero en que consiste la imaginación? Brooks responde: “Es la capacidad de hacer asociaciones de los innumerables estímulos, que nuestros sentidos y cerebro reciben, para sintetizarlos en patrones y conceptos”. Esta capacidad única de los seres humanos, es la que nos ha permitido como especie, tener unos avances extraordinarios. DaVinci, al observar un pájaro, se imaginó que el hombre también podría un día volar y así lo plasmó en su dibujos.
Lo que era un sueño hace casi cinco siglos, y que seguramente mereció la burla de muchos de la época de este gran genio y artista del Renacimiento, se hizo realidad cuando, a principios en diciembre de 1903, los hermanos Wright, lograron demostrar que DaVinci no estaba loco . Consiguieron materializar su visión que transformó el mundo.
La capacidad de imaginar se puede ir enriqueciendo con el tiempo. La acumulación de nuevas experiencias y vivencias, va ampliando la posibilidad de ver cosas que antes no eran factibles, de apreciar situaciones que en otras épocas no las valorábamos. Estas experiencias se convierten en unos nuevos lentes para percibir el mundo que nos rodea y encontrar en él nuevas posibilidades.
En resumen, de la imaginación surge un futuro diferente. La creatividad es la hija de la imaginación, gracias a la cual hoy estamos rodeados de muchos artefactos, productos y servicios, que no soñábamos posibles hace poco tiempo.
¿Pero cómo lograr desarrollar la imaginación? Una práctica útil cuando se enfrentan unas situaciones complejas, es imaginarse como la estarían afrontando personas que conozcamos y respetemos. También preguntarse cómo sería otra manera de vivir la situación desde un ángulo que fuera muy diferente al que hemos utilizado en el pasado.
La novelista Zadie Smith se hacía otra pregunta: “¿cómo sería ver el mundo, si adoptáramos unas creencias en las que no se habían creído anteriormente?”. Según Brooks, este tipo de preguntas permitirían preparar la imaginación para enfrentar el mundo actual, hoy tan polarizado y fragmentado, porque se descalifica o se ignora a quienes tienen unas creencias diferentes.
El comentario de esta escritora, me llevó a pensar que, si nos permitiéramos practicar la imaginación para atrevernos a explorar con curiosidad otros mundos, que hoy los vemos como extraños y amenazantes, sería mucho más fácil manejar el miedo que nos generan porque son desconocidos y no los comprendemos.
Es evidente que la capacidad de imaginar no es uniforme en todos los seres humanos. Hay quienes tienen una particular habilidad para imaginarse un futuro diferente y hacerlo realidad. Esta era una característica que hizo destacar a personas como Thomas A Edison hace más de un siglo con la bombilla eléctrica y otras grandes invenciones, y más recientemente Steve Jobs con el iPhone que digitalizó las relaciones humanas.
Pero hay otra dimensión donde la imaginación juega un papel muy importante. La gente que tiende a ser muy practica y le cuesta soñar, solo percibe la parte cuantitativa del mundo. Les queda más difícil, si no imposible, ver la parte subjetiva de las personas influenciadas por los valores y creencias más profundas que los marcan. Como lo menciona Brooks en su artículo, sin esta capacidad, los pragmáticos no pueden entender como “otros viven sus propias experiencias”
En general, los escritores, artistas, guionistas y novelistas, tienen la habilidad de imaginarse nuevas realidades y experiencias a través de sus obras. Por ejemplo Shakespeare, tenía la capacidad de ver el mundo a través de la imaginación de otros, de sumergirse en los caracteres de sus obras, sin pretender explicar sus formas de ver la vida.
Artistas como Van Gogh, aplican su imaginación para plasmar en un lienzo “puentes entre lo subjetivo y lo objetivo, percibir la vitalidad interior del mundo y sus interconexiones exteriores”. De esta manera la imaginación es fundamental para “percibir la realidad que nos rodea, poder vislumbrar posibles futuros, y experimentar otros puntos de vista distintos a los propios”
La imaginación también es muy útil para plantear posibles escenarios de futuro. En estos espacios , hay la libertad de cuestionar las propias percepciones que alimentan los valores, creencias y supuestos, que son los filtros que impiden reconocer las limitaciones que tenemos los seres humanos para proyectarnos hacia adelante. Si lo pudiéramos hacer más naturalmente, se valoraría mejor la importancia de incluir la diversidad de puntos de vista de otras personas.
Cuando se alimenta la imaginación con experiencias desde la diversidad, con nuevas lecturas y relaciones, se facilita mucho más soñar como posible, lo que anteriormente se veía como inalcanzable. Se crean las condiciones para adoptar una emocionalidad que predisponga para la acción y no la frene.
En un campo distinto, donde la imaginación juega un papel fundamental, es el ejercicio del liderazgo. Hoy vemos un inmenso vacío, lo que explica la razón por la cual hoy tenemos una sociedad que se mueve en la desesperanza y la desorientación.
Para entender mejor el comentario anterior, debería ser obligatoria la lectura del discurso de Martín Luther King “I have a dream”, donde de manera maestra, este gran líder negro, inspiró a millones de norteamericanos con imágenes retóricas de cómo se imaginaba en el futuro a su país. Con su imaginación, tocó el lado emocional de mucha gente, para hacerlos soñar sobre lo que era posible, para eliminar la inequidad racial en los Estados Unidos.
En resumen, la capacidad de usar la imaginación, para “ver nuevos mundos qué hay que conquistar”, no tendríamos los avances que hoy tenemos en todos los camps, ni tampoco sería posible inspirar a la gente normal, para que hagan cosas extraordinarias, y así se responsabilicen por los cambios qué hay que realizar, que le den un verdadero sentido a sus vidas.