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viernes, 16 de mayo de 2025

 


Liderar para Transformar: El Despertar de un Liderazgo Colectivo en Colombia

“No es tiempo de esperar salvadores ni caudillos. Es hora de construir redes de liderazgo colectivo que convoquen, inspiren y transformen nuestra realidad.”

En un país como Colombia, en el que la complejidad territorial, la diversidad cultural y los retos sociales conviven con un potencial humano extraordinario, la conversación sobre el liderazgo no puede seguir anclada en los modelos tradicionales. Hoy más que nunca, se impone la necesidad de repensar el liderazgo desde otras lógicas: más humanas, más colaborativas, más conectadas con la realidad. En este blog ,quiero complementar los anteriores de las últimas tres semanas, aportando con ideas y reflexiones derivadas de un estudio reciente, que pueden servir para enriquecer la conversación y las acciones de cara a las elecciones del 2026


El estudio Lideroscopio publicado a finales del 2024: “Perspectivas para Impulsar a Colombia”, impulsado por la Fundación Origen con el apoyo de aliados como la Fundación Corona, la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, la FIP, Comfama, Tecnoquímicas y el Aspen Institute, entre otros, se convierte en un referente para esta conversación. No solo por la calidad metodológica y la pluralidad de voces que recoge, sino porque logra sintetizar una nueva narrativa del liderazgo que emerge desde los territorios, desde las comunidades, desde la práctica.

El artículo propone una lectura reflexiva de sus hallazgos, organizados en torno a ocho grandes ideas-fuerza que, más allá de describir la situación actual, nos abren pistas para actuar.

1. El liderazgo ya no es lo que era: de la autoridad al vínculo

Una de las premisas centrales del estudio es que el concepto de liderazgo está en transformación. Atrás quedó la visión vertical, autoritaria o tecnocrática. Hoy, la ciudadanía colombiana valora atributos como la empatía, la conexión emocional, la capacidad de inspirar y de actuar desde el ejemplo.

El liderazgo efectivo ya no se ejerce desde el púlpito del poder, sino desde la legitimidad que da la coherencia, la escucha y la cercanía. Liderar implica movilizar sin imponer, coordinar sin controlar, convocar sin excluir.

Este giro conceptual coincide con las teorías contemporáneas del liderazgo adaptativo del profesor Ronald Heifetz, de la Universidad de Harvard, del liderazgo interseccional y el enfoque funcional: liderar no es ocupar un cargo, es asumir un rol en contextos cambiantes, desde identidades diversas y con conciencia del impacto colectivo.


2. No hay un solo país ni un solo liderazgo

Uno de los hallazgos más poderosos del Lideroscopio es la riqueza y diversidad de los liderazgos en Colombia. Lejos de encontrarnos ante un “vacío”, lo que aparece es un mosaico rico de liderazgos locales, comunitarios, empresariales, juveniles, culturales y políticos que están actuando —muchas veces en silencio e invisibles— para transformar su entorno. El reto es visibilizarlos, conectarlos y apoyarlos para que sean modelos de rol positivo para una sociedad que lo requiere.

Esta multiplicidad no solo revela un capital social en expansión con el que cuenta Colombia, y que es su gran activo para surgir fortalecidos de la crisis actual de liderazgo político y de liderazgo colectivo. Hay también una gran oportunidad: articular esos liderazgos en redes de colaboración que amplifiquen su impacto. La crisis no es de liderazgo en sí, sino de conexión, visibilización, articulación y de propósitos compartidos. Aunque el estudio muestra que las personas se sienten empoderadas individualmente, no lo perciben colectivamente. El resultado es: cada uno defiéndase como pueda. Hay que encausar los liderazgos individuales hacia propósitos colectivos que impacten la calidad de vida de la sociedad.


3. El contexto como condicionante: liderar en riesgo

Liderar en Colombia, especialmente desde lo social y comunitario, implica riesgos enormes. Según el informe, las vulneraciones a los derechos humanos contra líderes sociales persisten de forma alarmante. El asesinato, la intimidación y la estigmatización se han convertido en obstáculos estructurales al liderazgo transformador.

Esta realidad no solo vulnera vidas y procesos comunitarios, sino que deteriora las condiciones para la paz territorial y la cohesión social. Reconocer, rodear, encausar y explorar alternativas para cuidar a quienes lideran es proteger la democracia. Estos liderazgos son un gran activo que el país está desaprovechando cuando más lo necesita. El liderazgo necesita garantías, no solo reconocimiento.

4. El empresariado: confianza social y oportunidad histórica

Sorprendentemente, el informe muestra que uno de los sectores mejor valorados en términos de liderazgo es el empresarial. Las historias de emprendimiento y dirección empresarial inspiran confianza, optimismo y esperanza. La narrativa ciudadana reconoce en las empresas un motor de desarrollo económico y social.

Pero con ese reconocimiento viene una responsabilidad ampliada: el empresariado está llamado a asumir un rol más protagónico en la construcción de paz, la defensa de derechos humanos y la promoción de la equidad. No basta con generar empleo; se necesita crear valor público, escuchar a las comunidades y construir tejido social desde la empresa, aportando a una nueva visión del desarrollo del país desde lo local y de abajo hacia arriba.


5. El liderazgo político: de la crisis a la posibilidad

Por el contrario, el estudio evidencia una profunda desconfianza hacia el liderazgo político. Solo el 38% de los ciudadanos cree que existe un líder político capaz de guiar al país. Persiste la cultura mesiánica y caudillista latinoamericana. La percepción de corrupción, desconexión e ineficiencia mina la legitimidad de las instituciones y sus representantes. Nuestra sociedad le ha dado la espalda a lo público, que es de todos, y al ejercicio sano y necesario de la política.

Sin embargo, tanto los líderes políticos entrevistados como la ciudadanía coinciden en algo: el sistema debe transformarse desde adentro. Para revertir la tendencia tan negativa de desprestigio, se requiere una nueva visión del ejercicio de la política, centrada en la empatía, la colaboración, la ética y la transparencia. Un liderazgo político que actúe como facilitador del cambio, no como administrador del poder, y mucho menos como destructor de la institucionalidad. Pero aún más importante, tener semilleros de futuros dirigentes políticos, formados para defender la democracia, no para acabar con ella.


6. La confianza: cemento invisible del liderazgo

La confianza aparece como el pegamento invisible que sostiene o socava cualquier forma de liderazgo. Sin confianza, no hay delegación, no hay corresponsabilidad, no hay colaboración. Y, como lo muestra el informe, la confianza se construye con coherencia, cercanía, apertura y transparencia. La confianza es la clave para la construcción de capital social en una sociedad tan polarizada como la nuestra.

En un país que ha vivido décadas de conflicto, exclusión y polarización, reconstruir la confianza es tarea urgente y colectiva. Implica repensar la forma en que nos relacionamos,  lideramos, que y como decidimos. No se puede liderar sin generar confianza, y no se puede confiar sin crear espacios seguros de relación.


7. El camino es colectivo

Uno de los aportes más disruptivos del Lideroscopio es su apuesta por el liderazgo colectivo. Esta visión entiende que los problemas complejos requieren respuestas interdependientes. Que nadie tiene todas las respuestas, y que el poder real no es el que se concentra, sino el que se distribuye.

El liderazgo colectivo implica articular múltiples actores: ciudadanía, Estado, empresa, academia, organizaciones sociales, desde una lógica de propósito compartido. No se trata de diluir la responsabilidad individual, sino de ampliar el sentido del “nosotros”: liderar con otros, para otros, desde otros.

Hoy como nunca, Colombia necesita una propuesta de un propósito colectivo que nos una y nos haga sentir orgullosos como ciudadanos, y que fortalezca nuestra autoimagen individual y colectiva, en la actualidad muy disminuida. Necesitamos un propósito superior que nos permita sentirnos capaces de reconstruir nuestro país, sin esperar mesías ni caudillos que manipulan las pasiones y la lucha de clases.


8. Somos la historia que nos contamos

Finalmente, el estudio invita a transformar la narrativa. Colombia no solo es un país de problemas, también es una sociedad ciega a las miles de historias de liderazgo inspiradoras, resilientes y poderosas que hay a lo largo y ancho del país. Y por tanto, del desperdicio de un capital humano muy valioso y de muchas oportunidades que estamos perdiendo.

Reconocer estas historias, contarlas, compartirlas y amplificarlas es una tarea donde el sector privado puede hacer una gran contribución. Es urgente posicionar y promover una nueva visión del ejercicio de liderazgo que sea la base de una nueva narrativa de construcción ciudadana, apalancada en los nuevos liderazgos políticos, sociales y empresariales, que nos permitan proyectar un futuro mejor y más sostenible para nuestro país.

La narrativa transforma la realidad tanto como las políticas públicas. Lo que creemos posible depende en gran medida de lo que nos contamos como país. Y el Lideroscopio nos recuerda que tenemos con qué contarnos una mejor historia de nosotros y lo que hemos logrado, sin desconocer lo que hay que cambiar o mejorar. Y hacernos la gran pregunta: ¿cuál es la historia que nos queremos creer?


Opinión personal: una hoja de ruta para el liderazgo ciudadano

Como ciudadano y como promotor desde hace años del concepto de redes de liderazgo colectivo, encuentro en este informe una validación profunda de lo que muchos hemos intuido: que el futuro de Colombia no se jugará en los escritorios de las élites, sino en la capacidad de crear redes de liderazgo descentralizadas, corresponsables, conformadas por personas preparadas para ello, con propósito común y aprovechando la riqueza de la diversidad de liderazgo que muestra el estudio de la sociedad colombiana.

También es un llamado a quienes están pensando lanzarse a la contienda política del 2026, a que entiendan su inmensa responsabilidad, para que desde su rol ejerzan un liderazgo enfocado en el futuro y no con un espejo retrovisor del pasado. Esta sería una campaña histórica si nos tratan como ciudadanos adultos y corresponsables del devenir de nuestro país.

Desde mi experiencia, veo en el Lideroscopio una hoja de ruta para diseñar una visión distinta del desarrollo del país basada en sus regiones, municipios y localidades, sustentada en plataformas de liderazgo colectivo y en una visión sistémica del desarrollo.

En esa apuesta, la construcción de confianza es la moneda, el liderazgo colectivo es la estrategia y la apropiación ciudadana corresponsable es el resultado esperado. Las metodologías de impacto colectivo pueden nutrir este camino.

Pero nada será posible sin una voluntad compartida y sin una participación muy activa del sector privado. Este estudio no puede quedarse en el escritorio de los investigadores o en las bibliotecas de las fundaciones. Debe ser puesto en manos de líderes territoriales, gestores públicos, educadores, empresarios y jóvenes con vocación transformadora.

PD: A finales de marzo se presentó una propuesta innovadora para conformar una red de comunidades de liderazgo local en las siete localidades impactadas por la primera línea del Metro de Bogotá para promover una cultura ciudadana que lo cuide. Esta iniciativa estaba profundamente alineada con el llamado del estudio Lideroscopio, que invita al sector privado a ser un actor activo en la promoción del liderazgo colectivo con impacto en su entorno. Aprovecho  este espacio en el blog para expresar públicamente la profunda sorpresa por el silencio y la forma, como la propuesta, preparada por un grupo de organizaciones privadas, fue manejada por la Alcaldía de Bogotá.

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sábado, 10 de mayo de 2025

No más parálisis, un llamado a la acción


 En mi blog anterior, propuse unas reflexiones frente al enorme reto de elegir la persona que va a remplazar a Petro, si no hay sorpresas en los próximos meses, lo que es muy poco probable dada desmadrada de Petro el 1 de Mayo ante sus huestes enardecidas. 

En este blog voy a concretar unas propuestas de cómo proceder si se aceptan las premisas planteadas la semana pasada. Este es una llamado a la acción porque el tiempo de parálisis se acabó. Hoy estamos perdiendo a nuestro país, que si requiere cambios profundos, pero so destruyendo los avances logrados, porque son sobre los cuales tenemos avanzar.


Un nuevo pacto de liderazgo para Colombia

La Presidencia debe dejar de concebirse como el trono de un salvador. En una democracia adulta, el poder presidencial no se ejerce con omnipotencia sino con integridad y visión.

Heifetz propone que los líderes deben ampliar su perspectiva, siendo capaces de estar en el ruedo , o en sus palabras “en la pista de baile”, pero también ser capaces de ver el bosque subiéndose  “al balcón” , desarrollando la capacidad de moverse con agilidad y oportunidad entre ambos. Esto les permite ver el sistema con perspectiva, pero también en este momento, estando cerca para sentir su pulso, e interpretar y darle voz a quienes han sido victimas de las desastrosas decisiones de gobierno de turno. 

Ese tipo de liderazgo necesita formación, carácter, pero también mucho valor , y la capacidad de inspirar en la sociedad la corresponsabilidad de encontrar entre todos el mejor camino, y la indignación para rechazar las decisiones que les impacten su calidad de vida. La ignorancia, y la incompetencia, alimentadas por el miedo, habilitan la llegada al poder de dirigentes irresponsables como Petro.  Este tema lo ampliaré en el próximo blog.


La corresponsabilidad ciudadana requiere una capacidad de elegir bien, para llevar al poder a un dirigente político a la Presidencia, que tenga la capacidad de liderar la reconstrucción de Colombia. Este es un perfil muy exigente, que se debe tener en cuenta en el momento de evaluar a los candidatos que pretenden llegar al más alto, puesto del Estado.

Nuestro país  no requiere más líderes mesiánicos, porque el daño es enorme. Y mucho menos drogadictos. Necesita que el siguiente  Presidente, tenga la capacidad de liderar para  facilitar cambios profundos, uniendo al país alrededor de un propósito superior, que Petro ofreció pero que no cumplió, y sin destruir su tejido social e institucional  . La teoría del liderazgo adaptativo de Ronald Heifetz, ofrece un marco poderoso para pensar los desafíos del país y para construir una nueva narrativa y cultura política.

La campaña electoral, no es solo una competencia por el poder; debería  ser un laboratorio de pedagogía ciudadana. Hoy cómo van las cosas, se está convirtiendo en un laboratorio para incrementar la violencia desde la más alta posición de Estado. Las consecuencias pueden ser funestas.

Y el ejercicio de llegar a la Presidencia, no es solo es para la administración de las instituciones del Estado a nivel central; requiere de una conducción -  orientación -  ética y pedagógia de una nación en proceso de reconstrucción y de transformación, cuando atraviesa tal vez el momento más crítico de su historia contemporánea

En este proceso, los alcaldes, de las cuatro principales ciudades del país, como figuras de autoridad muy visibles, tienen un rol y una gran responsabilidad de orientar y liderar. Y lo deben hacer de la mano de otros actores importantes de la sociedad, como el sector privado, universitario y social. Especialmente, porque todos deben de tener aspiraciones presidenciales. Pero si no hacen nada, no tendrán una Colombia viable ni gobernable. 

Elegir bien, es el primer acto de liderazgo colectivo. Gobernar bien, el mayor acto de liderazgo  republicano. Lamentablemente en estas dos dimensiones, la sociedad colombiana está muy débil. 


Escuchar el dolor del país: dar voz a los afectados como estrategia adaptativa

Una campaña presidencial que aspire a ejercer un liderazgo transformador en estos momentos, no puede basarse exclusivamente en cifras, diagnósticos técnicos o debates ideológicos. Se necesita humanizar los efectos del desgobierno, darle mucha visibilidad y voz, a quienes  han padecido el sufrimiento, la frustración y la esperanza de quienes más han perdido durante el desastroso gobierno de Gustavo Petro. Este es su gran talón de Aquiles y la forma de romper su capa de teflón. Y debe de ser la base de una gran estrategia nacional que una a quienes hoy repudiamos profundamente la destruccion de nuestro país.

La administración de Gustavo Petro ha profundizado la crisis en varios frentes fundamentales y afectado a millones de colombianos :

  • Seguridad y orden público: la expansión territorial de grupos armados ante la parálisis operativa del Estado, ha dejado cientos a comunidades rurales y urbanas a merced de la violencia. Preguntarle a los 65000 desplazados del Catatumbo.
  • Sistema de salud: la desfinanciación,  la incertidumbre y la fragmentación del sistema, han deteriorado el acceso y la calidad de los servicios, afectando la salud y la vida de millones de colombianos, especialmente de las poblaciones más vulnerables. Preguntarle a quienes han perdido sus seres queridos por falta  de acceso a los servicios de salud.
  • Educación superior: la eliminación de becas para estudiantes de bajos ingresos ha cerrado oportunidades vitales para jóvenes con talento, pero sin recursos que no pudieron acceder o continuar sus estudios universitarios. Preguntarle a los estudiantes que no pudieron ingresar a las universidades, porque no tuvieron las becas que les habían ofrecido.
  • Política de vivienda: el desmonte de subsidios frena el sueño de miles de familias que aspiraban a salir de la pobreza a través de una vivienda digna. Perdieron la oportunidad de acceder a una nueva vivienda y en muchos casos, quedarse sin los ahorros de toda una vida. Preguntarle a las personas que se quedaron sin acceso a la vivienda, por falta de subsidios, y que además perdieron sus ahorros en proyectos que se cerraron.
  • Desmantelamiento institucional: la desarticulación de entidades técnicas del Estado debilita la gobernabilidad, la gestión pública y el contrato social. El nuevo gobierno se va a encontrar con organizaciones minadas por dentro con miles de empleados fantasma. Preguntarles a los miembros de las fuerzas armadas que hoy están desmoralizados y con las manos amarradas.
  • Son millones de voces de colombianos, que Petro buscará impedir que se oigan con la potencia que se merecen. Quienes estamos conscientes del daño, que este señor le está haciendo a Colombia, no lo podemos permitir.

Frente a este panorama, que no es exhaustivo, lamentablemente , una campaña exitosa deberá crear espacios para que esas voces silenciadas se expresen con fuerza e indignación. No para instrumentalizarlas con fines electorales, sino para devolverles la centralidad que nunca debieron perder en la narrativa pública. Pero también, se necesita una pedagogía ciudadana que nos devuelva la esperanza y nos empodere corresponsablemente. Su impacto puede ser muy significativo, como lo demostraron Antanas Mockus y Paul Bromerg como alcaldes de Bogotá hace treinta años.

Ronald Heifetz nos recuerda:

“La gente no cambia solo por argumentos lógicos. Cambia cuando se enfrenta a realidades que le hablan al corazón, cuando reconoce su propia historia en la historia de los demás.”


Cómo integrar esas voces en la estrategia electoral

  1. Testimonios públicos y narrativas vivenciales: crear piezas comunicacionales breves (video, audio, texto) donde personas reales compartan su experiencia con nombre propio, rostro y contexto. Estas voces humanizan el debate y lo anclan en la realidad.
  2. Encuentros territoriales y foros ciudadanos: no solo recorridos de campaña, sino espacios genuinos de escucha en zonas afectadas. El líder no llega con respuestas, sino con disposición a entender y recoger aprendizajes.
  3. Equipos de escucha y documentación: un cuerpo técnico y ciudadano que sistematice las problemáticas emergentes por sectores y regiones. Esto fortalece el diseño programático, dándole profundidad y legitimidad.
  4. Redes de corresponsabilidad narrativa: invitar a líderes comunitarios, estudiantes, madres cabeza de familia, defensores de derechos humanos y víctimas a co-construir el relato de país que se quiere recuperar. Esta estrategia no reemplaza al candidato, sino que lo amplifica.
  5. Uso ético del dolor: toda exposición de sufrimiento debe ser consentida, contextualizada y utilizada con responsabilidad. El objetivo no es la indignación pasajera, sino la movilización ciudadana madura y mucho más consciente de su poder, pero también, de su corresponsabilidad.


Esta campaña debe estar acompañada por las voces de millones de colombianos que tienen historias extraordinarias de superación, tesón y resiliencia; verdaderos Motores de Esperanza. Sus relatos de vida pueden mostrarnos una Colombia habitada por gente excepcional. Entre todos, no solo podemos reconstruir lo que Petro ha destruido, sino también recuperar nuestra autoestima y demostrarnos que somos el verdadero activo para construir un país mucho mejor que el que nos quieren imponer desde la polarización, la lucha de clases, el odio y la destrucción institucional.

Incorporar estas voces permite que la campaña no sea una cátedra desde el púlpito, sino una conversación horizontal con un país que ha sido afectado e invisibilizado . Le devuelve al liderazgo en estos momentos tan críticos, su función más noble: ser puente entre la herida y la esperanza.

Para terminar este segundo blog , voy a transcribir un aparte de un diálogo de la película “ El sobreviviente designado” extraordinaria serie de Netflix que fue lanzada hace ocho años. Tiene unos mensajes muy valiosos, y relevantes para el momento actual. El protagonista de la película llega a la Presidencia, después de un atentado que mata al presidente elegido, sus secretarios y todo el Congreso. Recomiendo ver la serie, especialmente la primera temporada.

En esta transcripción de un guion magistral, podemos ver a una persona que no estaba buscando llegar a la más alta posición del Estado, pero que se crece para liderar a su nación en el momento de la mayor crisis de su historia:

Estamos en tiempos inciertos que nos dejan con más preguntas que respuestas. Esta noche, espero que volvamos al camino de la confianza y la fuerza. Yo no creo que podamos sobrevivir como nación si no somos transparentes. Sin la verdad, no puede haber confianza. Como su presidente, les aseguro que mi administración y yo seremos honestos y abiertos en todo asunto, independientemente de cómo la verdad me afecte a mí. 

En tiempos de crisis, no debemos sucumbir ante el escepticismo y la desconfianza. Por el contrario, debemos mantener la fe y abrazar la razón y la verdad, no la especulación y los rumores. Y eso solo se puede lograr a través de la transparencia. Confíen en mí. Sé lo que la gente de mi país ha estado sintiendo. Sé que reinan la confusión y el miedo. Sé que hay algunos que no se sienten seguros incluso saliendo de sus casas. El presidente Lincoln proféticamente advirtió una casa dividida contra sí misma no puede sostenerse. Nosotros estamos en una encrucijada similar. Pero Lincoln no esperaba que su casa cayera y honestamente, yo tampoco. El pueblo estadounidense ahora debe tomar la decisión más importante que haya tenido que tomar en generaciones. ¿Estaremos todos unidos en la búsqueda de la verdad y la razón? ¿O nos dividiremos gracias a las conjeturas y la desconfianza? Confío en que esta nación, mi nación, tomará la decisión correcta.


El candidato o la candidata que merezca mi voto debe tener la capacidad de unirnos como colombianos, de sanar las heridas abiertas por la confrontación y de interpretar, con respeto y sensibilidad, el clamor de millones de personas que hoy sufren las consecuencias de una administración desconectada de la realidad. Pero también debe reconocer y darle voz a esos colombianos anónimos, extraordinarios por su constancia y valentía, que han sostenido a este país con el sudor de su frente, el amor por su familia y una fe inquebrantable en un futuro mejor. Ellos son el alma de Colombia. Y merecen ser escuchados, reconocidos y respaldados
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La persona que llevemos a la Presidencia debe tener experiencia real, valor y carácter,  para enfrentar la reconstrucción del Estado. Recibirá un país fracturado, con instituciones debilitadas y una ciudadanía profundamente herida. No hay margen para la improvisación ni para los aprendizajes sobre la marcha. Se requiere carácter, sabiduría y una visión clara de reconstrucción nacional. 

Estoy convencido de que esta urgencia la comparten millones de colombianos, hastiados del desorden, el pésimo ejemplo, la polarización y la pérdida de rumbo. La crisis que enfrentamos puede ser, si actuamos con responsabilidad y esperanza, el punto de partida para un renacer ciudadano. 

Es momento de elevarnos por encima del caos, de reconocernos como ciudadanos empoderardos y corresponsables, alrededor de lo que nos une y  compartimos, y no en lo que nos divide. Es esa oportunidadde demostrar que sí somos capaces de construir una Colombia digna, justa y solidaria. Tomemos esta decisión por nosotros, y para las futuras generaciones, que van a enfrentar unos inmensos retos en el futuro



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sábado, 3 de mayo de 2025

No más mesías, hacia un liderazgo que reconstruya a Colombia

 


Colombia atraviesa un periodo de profunda incertidumbre, marcado por una aguda polarización política, una creciente desconfianza en las instituciones, una ciudadanía fragmentada y un desgobierno sin antecedentes en la historia reciente del país. En este entorno, y tras la dolorosa experiencia de haber llevado a Gustavo Petro al poder, el desafío de elegir un Presidente que pueda gobernar con eficacia, legitimidad y visión de largo plazo para reconstruir al país, representa una gran responsabilidad y un enorme reto para el votante.

Quien desee participar con su voto en las elecciones de 2026 necesitará contar con criterios mucho más claros, que los que posiblemente utilizó en comicios anteriores. Su voto tendrá consecuencias profundas para el futuro de nuestra sociedad y del país. Ya jugamos con fuego una vez, y no hay una segunda oportunidad para cometer el mismo error.

La decisión no puede seguir limitándose a elegir al más carismático, el mejor orador o el que digan las encuestas. Así fue como Petro llegó al poder. La reflexión debe ser mucho más profunda: en medio de unas complejidades que superan con creces los marcos de la política tradicional, se necesitan criterios que orienten al votante para tener un concepto informado más sólido, que le permita poder determinar  quién está realmente preparado para liderar la reconstrucción de Colombia,.

En este blog propongo un marco de reflexión que busca orientar el proceso de decisión del votante en los meses que conducen a las elecciones de 2026, tomando como base algunas de las ideas del profesor Ronald Heifetz, de la Escuela de Gobierno de Harvard.( ver mi artículo la complejidad del liderazgo ejercicio del poder)


Un país con un entorno convulsionado 

Colombia vive un momento de dislocación cultural y política. La Paz Total ha sido un gran fracaso. La violencia persiste en los territorios, los jóvenes desconfían del sistema político, y la democracia representativa sufre un desgaste profundo, y Petro está destruyendo la institucionalidad de nuestro país. Quién llegue a la Presidencia de Colombia, va a encontrar muchos retos enormes, pero el mayor: unas instituciones minadas internamente. Eso fue lo que hizo Petro cuando fue Alcalde de Bogotá, y que su sucesor subestimó.

En la antesala de las elecciones del 2026, millones de colombianos hoy se encuentran más desorientados que nunca, sin criterios claros para saber cómo, porqué y a quién elegir. En este blog, quiero aportar  para suscitar una reflexión, que permita iniciar un proceso pedagógico a gran escala, para que ayude a la gente a ejercer su voto de manera mucho más informada y consciente. 

En el contexto actual, la figura del Presidente sigue concentrando enormes expectativas: se le pide resolver lo técnico, sanar lo emocional y proyectar un rumbo colectivo. Y el ejemplo del actual mandatario,  ha demostrado estar muy lejos de estas expectativas y sin embargo, él busca continuar. Si se lo permitimos, el daño será irreparable.

Pero surge una gran pregunta: ¿ los candidatos que se  lancen al ruedo. están preparados para asumir ese tipo de liderazgo?. Pero también, ¿estamos los ciudadanos preparados  y conscientes, para elegir con criterios que vayan más allá de la simpatía o el carisma, o porque venden su voto?


Heifetz y la clave del liderazgo adaptativo

Ronald Heifetz sostiene que el verdadero liderazgo no consiste en tener todas las respuestas, sino en “movilizar a otros para que enfrenten juntos los desafíos más difíciles y que desarrollen nuevas capacidades para afrontarlos”.

En su libro Leadership Without Easy Answers, plantea una distinción esencial:

Los problemas técnicos pueden ser definidos claramente y tienen soluciones conocidas; los desafíos adaptativos, en cambio, requieren cambios en las prioridades, valores, creencias, hábitos y lealtades. Son más difíciles de identificar y resolver porque implican pérdida, ansiedad y conflicto.”


Aplicar esta perspectiva al proceso electoral y al ejercicio presidencial en Colombia, nos obliga a replantear los criterios de selección de líderes políticos, así como estar alerta a los peligros que enfrentan quienes quieran asumir el poder.

La elección de un Presidente no es solo un ejercicio técnico de estrategia electoral, sino un proceso adaptativo de conexión con los miedos, esperanzas y contradicciones de una nación


Ser candidato en tiempos de gran incertidumbre 

¿Cuáles son los retos técnicos?: estrategia, estructura y discurso

Un candidato, que quiera ser Presidente, requiere habilidades técnicas y de gestión: construir una estructura de campaña, levantar fondos, manejar encuestas, tener un discurso y presencia en medios y redes sociales. Estos son los mínimos operativos. 

¿Cuáles son los retos adaptativo?: conectar con el alma del país

Más allá de lo técnico, un candidato requiere capacidad de ejercer un liderazgo adaptativo que exige interpretar los miedos, esperanzas y contradicciones de la sociedad. El candidato debe actuar como intérprete cultural. Pero además: 

El líder adaptativo debe devolver el trabajo al pueblo. Si se apropia de los problemas, puede ser venerado, pero frustra el desarrollo de la capacidad colectiva para enfrentarlos.” (Heifetz, The Practice of Adaptive Leadership)


En campaña, esto implica resistir la tentación de ofrecer soluciones mágicas y atreverse a decir la verdad, aunque sea impopular, tratando al votante como una persona adulta. Pero también, interpretar y darle voz, a la gente que ha sufrido las consecuencias del desgobierno actual. 

Peligros que enfrenta el candidato que quiere ejercer el liderazgo adaptativo

  1. Populismo emocional: convertir el malestar en slogans vacíos.
  2. Negociar principios por votos: alianzas que hipotecan su coherencia.
  3. Diluir el mensaje para agradar a todos.
  4. Ignorar el conflicto real del país en favor de promesas de “unidad” sin sustancia.

El liderazgo adaptativo en campaña, y ya en el cargo,  se expresa en la capacidad de invitar a los ciudadanos a no ser parte del problema y si de la solución.

Los retos de ser Presidente en una democracia imperfecta

Lo técnico: gobernar el Estado

Una vez en el cargo, el Presidente debe conformar un gabinete, proponer y ejecutar políticas públicas, responder a crisis, relacionarse con el Congreso y los territorios, entre otras tareas. Estos retos requieren competencia, experiencia y conocimiento del aparato estatal.

Lo adaptativo: liderar una transformación cultural

Pero gobernar un país como Colombia implica liderar más allá de los decretos. Supone promover aprendizajes sociales, sostener el conflicto de manera productiva, y dar sentido a decisiones difíciles. Como lo señala Heifetz:

Ejercer el liderazgo consiste en decepcionar a la gente al ritmo que puede tolerar.”


El Presidente debe ser un pedagogo político: educar sin imponer, escuchar sin claudicar, transformar sin destruir.

Peligros del ejercicio en el rol de Presidente

  1. Aislamiento en la Casa de Nariño: rodearse de burócratas o aduladores.
  2. La tentación del control autoritario ante la crítica o el desorden.
  3. Ceder al cortoplacismo electoral en vez de apostar por cambios sostenibles.
  4. El desgaste emocional de sostener la incertidumbre.

Muchos dirigentes políticos en posiciones de poder, caen no por falta de inteligencia, sino por no soportar la presión emocional del cargo. La resiliencia, la contención, y la humildad para reconocer su vulnerabilidad, se vuelven competencias presidenciales esenciales.



Algunos criterios para elegir bien

Competencias técnicas necesarias

  • Capacidad de gestión pública.
  • Formación económica y jurídica.
  • Experiencia en dirección de equipos de alto desempeño.

Competencias adaptativas indispensables

  • Escucha empática.
  • Tolerancia a la ambigüedad.
  • Manejo ético del poder.
  • Capacidad de articular propósitos colectivos que unan y no dividan.
  • Fortaleza emocional para sostener la tensión.

Estos atributos no siempre son visibles en las campañas. Por eso, es tarea de los medios, la academia, la sociedad civil y la ciudadanía, buscar hacerlos visibles . Pero hay otras  capacidades que  Heifetz las resume así:

Una de las tareas del liderazgo es encender una chispa de compromiso en la gente para que se hagan responsables de sus propios desafíos.” . Pero también, hay que entender que:  “un buen líder, no es quien pretende tener todas las respuestas, sino quien sabe cómo hacer las preguntas correctas y sostener la presión que se produzca” .


En mi próximo blog voy a hacer unas propuestas coherentes con las reflexiones anteriores que espero sirvan para sacar del marasmo y la parálisis que hoy muestra la oposición en Colombia.