En mis últimos dos blogs, he buscado abordar un tema crítico que puede hacer la diferencia y marcar, desde lo local, un nuevo rumbo para el país: el buen ejercicio del liderazgo político para lidiar con los inmensos retos adaptativos que van a enfrentar los nuevos gobernantes de las cuatro regiones y ciudades más importantes del país. Pero también, mencionaba que van a tener que garantizar una administración pública impecable, para enfrentar los retos técnicos que implica el manejo de sus cargos.
También mencioné que estos retos técnicos y adaptativos tienen que atender la infraestructura física, pero tan importante o más, la infraestructura mental de las ciudades. Esta última es la que define la cultura y el comportamiento cívico de la gente, sin el cual no es sostenible un cambio de alto impacto hacia adelante.
En este blog voy a ampliar mis reflexiones de lo que significan el manejo simultáneo de estos dos ámbitos muy complejos de equilibrar en el contexto actual.
La llegada al poder de los nuevos mandatario regionales y locales, viene antecedido de un entorno político muy complejo. El manejo político que han conducido a una gran polarización en Colombia, tiene al miedo, la desesperanza y la desconfianza hacia las instituciones, como los factores de movilización de los votantes en las elecciones nacionales del 2022.
Petro demostró que esta era una excelente fórmula para llegar con la extrema izquierda al poder. Decidió desconocer los logros que hemos tenido como país, y con su discurso incendiario, ha buscado convencernos de que todo estaba mal. Con el lema del “cambio” ,hoy lo tenemos de presidente destruyendo las instituciones y entregándole el país a los criminales y narcotraficantes, devolviéndonos dos décadas atrás.
Este retroceso es increíble, pero lo es más, la pasividad cómplice de miles de colombianos que hasta ahora se habían mantenido en silencio. El estruendoso “fuera Petro”, que se escuchó en tres estadios en las últimas dos semanas, muestra que ya hay cada vez más gente que está despertando y está rechazando la forma como este señor está conduciendo los destinos de nuestro país.
Quienes inician a gobernar el 1 de enero próximo, posiblemente llegaron al poder, gracias también al voto un buen número de quienes lo habían hecho por Petro hace 16 meses, pero que hoy están arrepentidos y horrorizados por lo que están viendo a nivel nacional. A este señor, que hoy ocupa la Casa de Nariño, claramente le ha faltado liderazgo político para unirnos como colombianos, y capacidad de gestión que hoy se traduce en un despelote institucional sin antecedentes. Mucha palabrería y una pobrísima capacidad de ejecución.
Una responsabilidad de los nuevos gobernantes, es crear una nueva narrativa que devuelva la esperanza, sustentada en unos comportamientos transparentes y coherentes, que le hagan contrapeso a la narrativa tan destructiva de Petro y que hoy se está volviendo contra él. En este entorno complejo, el ejercicio del liderazgo político, debe de ponernos soñar juntos e invitarnos a ser corresponsables de nuestro destino.
Con el ejemplo personal y el de los equipos de trabajo, deben de mostrarnos el camino a seguir. Pero tienen que entender que no lo deben de hacer solos porque la tarea claramente los va a desbordar.
En el contexto actual, se requiere de parte de los nuevos gobernantes locales, un liderazgo político que promueve la construcción de una ciudadanía corresponsable y participativa. Es una postura que incentive el ejercicio del liderazgo colectivo para construir un mejor presente y futuro incluyente para todos.
Este liderazgo debe promover una visión optimista, que saque a la superficie la mejor versión de los habitantes de las regiones y principales ciudades del país. En ellas hay mucha gente maravillosa, que son los más, y que deben de ser movilizados alrededor de un propósito superior que active sus mejores capacidades de aporte al servicio de su comunidad.
Es un liderazgo político que nos reta a superar la percepción negativa actual con una nueva realidad que la transforme. De pensar que no podemos lograr nuestros sueños, ni de contar con la calidad de vida que nos merecemos, a una invitación que nos haga sentir que si podemos sentirnos orgullosos de nosotros y de nuestro entorno, porque lo ayudamos a crear juntos.
Pero una prioridad muy importante de este nuevo liderazgo público, es el promover una cultura ciudadana fundamentada en unos cambios de creencias , valores, supuestos. Hace treinta años Mockus, cambio las creencias de la insolidaridad cuando los ciudadanos pagaron más por el agua, le dio mucha relevancia al valor de la vida y del orden social. Cambio el supuesto de que se necesitan muchos años para ver cambios de comportamiento ciudadano, con los resultados obtenidos en escasos tres años de su administración, que inclusive él no terminó.
Mockus hizo un aporte extraordinario para mostrar la importancia de la cultura ciudadana, o en mis palabras, la necesidad de abordar la “infraestructura mental” de la comunidad. Esto implica entender el ejercicio del liderazgo desde otra óptica.
El liderazgo “desde lo positivo”, no es el camino obvio en el entorno tan enrarecido y destructivo, que hoy propicia Petro desde el poder central. Requiere de una valentía y humildad para saber que solos, estos nuevo mandatarios no lo van a lograr, perdiéndose una ventana de oportunidad histórica. Lo que necesita de una comprensión profunda del momento histórico que estamos viviendo en Colombia, en un contexto mundial también muy complejo.
Se que existe una iniciativa de algunos empresarios de sentar a la mesa a los nuevos alcaldes de las cuatro principales ciudades colombianas. Me parece una excelente idea, siempre que de estas reuniones, salga un compromiso colectivo de estos cuatro dirigentes políticos, de dar el ejemplo de trabajar juntos, aprovechando el respaldo del sector privado y de otros actores, que los debe acompañar.
Lo que se logre hacer en los próximos cuatro años, debe de servir para cambiar la narrativa de pesimismo, desesperanza y desconfianza que hoy hay en Colombia. Es una oportunidad para conectar a las principales concentraciones urbanas del país, alrededor de un propósito superior colectivo que nos una como país. Este exige capacidad de ejercer el liderazgo tanto público como privado, que ha estado tan ausente hasta ahora. ¿Será posible lograrlo? Por nuestro bien espero que se pueda lograr.